XOXO, prológo.

El sol aún no salía y el cielo nublado no daba señal de que lo fuese a hacer muy pronto. Como era habitual de cada fin de semana TaeYeon se había levantado muy temprano para poder alcanzar a tomar el metro y llegar a tiempo a su trabajo como niñera en la casa de los Zheng. El recorrido desde su departamento hasta su destino tomaba aproximadamente hora y media, tiempo que generalmente aprovechaba para recuperar sus horas de sueño. Sin embargo, esa mañana no fue así. Todo lo contrario, no podía estar más despierta.

Durante el recorrido de la mañana el bendito celular no había dejado de sonar. Tratar de quitarle el audio era inútil después de que ChungHo, el pequeño demonio al que cuidaba, por ‘’accidente’’ tirara el dispositivo contra la pared unas semanas atrás. Ahora su pantalla no funcionaba y lo único que podía hacer era responder llamadas. Pero, consciente de la persona a la cual pertenecía el número que había estado perturbándola durante toda la jornada, TaeYeon simplemente decidió ignorarlo. Ignorarlo veintidós veces.

«Hemos llegado a la estación Gyongbu. Por favor manténganse detrás de la línea amarilla antes de abrir las puertas. Gracias, y que tengan un maravilloso día.»
 

Tan rápido como fue posible TaeYeon se dispuso a bajar del metro. Unas gafas de sol ocultaban sus ojeras de desvelo y un abrigo la protegía del invernal frío. Sus pies parecían no querer cooperar, pero aun así se obligó a darse prisa. Tenía veintitrés llamadas sin responder y no quería encontrarse nuevamente con…

— ¡TaeYeon! ¡Kim TaeYeon! —
…Con ella.
— ¡Hey! Sé que eres tú, así que no te atrevas a ignorarme. ¡Oye! Maldita sea, siempre lo mismo… ¿Me estás escuchando? ¿Por qué no respondes el maldito teléfono? Me obligas a jugar al espía, y ya estoy muy grande para eso. —
Sin soportar un grito más TaeYeon se detuvo, y girando sobre sus talones se encaró a la contraría, con una expresión neutra y mirada perdida.
— Hola, SooYoung. Veo que no comprendiste cuando te dije que lo nuestro había sido cosa de una sola noche—
La más alta resoplo divertida.
— Oh cariño, no eres tan especial. Solo vengo por mi dinero. —
— El dinero de tu padre. — corrigió con desdén.
SooYoung sonrió con prepotencia.  
— Me perteneces, ¿recuerdas? — un par de pasos y SooYoung ya se encontraba tan cerca como para poder sentir la respiración de la más bajita. Sin pensarlo demasiado se agacho un poco, depositando un suave beso en los labios rosados de la bajita. —Ahora, ¿Qué tal si vamos por un café? Tu jefe no se molestará si llegas tarde hoy, ya le hicimos llegar tu renuncia. —

Nuevamente la dignidad de TaeYeon era pisoteada por no solo las palabras, sino también las acciones de Choi SooYoung. Aunque ella odiase admitirlo, la más alta tenía razón. Debía tanto dinero a la familia Choi que su vida técnicamente les pertenecía. O bueno, a SooYoung. Llevaba años siendo el juguete de la mencionada y la ponía nerviosa pensar qué planeaba hacer con ella ahora.
 

Minutos después ya se encontraba en el café más cercano, con dos hombres uniformados a sus espaldas y SooYoung sentada frente a ella, al parecer demasiado feliz con la situación.

— Me alegra volver a verte. Dime, ¿Qué deseas desayunar? Imagino que aún no has comido nada. Pide lo que desees, yo pagaré. —
TaeYeon resoplo.
— Ve al grano, SooYoung, ¿Qué quieres? —
— Eso duele, ¿sabes? — dejo escapar un suspiro. — Pues bien, esta vez no soy yo quien te necesita. —
La confesión la tomó por sorpresa.  
— ¿Quién si no eres tú? —
— Mi padre. Incluso me ha mandado a buscarte para contarte todo personalmente. —
Hizo una señal a sus guardaespaldas para que se retiraran y saco de su bolso una carpeta que enseguida le entrego a la más bajita. La situación se estaba haciendo demasiado extraña para TaeYeon. Eso no era común.
— ¿A qué te refieres? ¿Qué es esto? Si es por el dinero ya te he dicho que le pagaré hasta el último centavo a tu padre, solo necesito tiempo y... ¿Qué demonios es esto?—
— Todo lo que debes saber. —
La carpeta estaba repleta de información bancaría, empresarial y datos personales de los que parecían ser integrantes de una misma familia. Sin embargo, TaeYeon seguía sin entender.
— ¿Me puedes explicar qué es todo esto? ¿Por qué la familia Hwang debería importarme? ¿Por qué me das una carpeta llena de información sobre ellos? Nuevamente me haces perder el tiempo SooYoung. Voy tarde al trabajo, así que si no tienes más que agregar me iré.—
Toda la situación parecía absurda. Incluso más absurda de lo normal.
— ¿Sufres de memoria a corto plazo o algo? Te dije que renunciaste. Bueno, nosotros renunciamos por ti, espero que no te moleste. Desde ayer ya no serás más la niñera de…¿ChungHee, ChungHo? Como sea, ahora trabajaras para mi padre —

Eso era suficiente. TaeYeon sentía como le hervía la sangre. Estaba cansada de ser un títere al cual los Choi podían manipular. Sin pensarlo más dejo la carpeta sobre la mesa y se levantó dispuesta marcharse. Pero antes de que se alejara demasiado cuatro palabras fueron suficientes para que se detuviera en seco.  

— ¿Qué acabas de decir? — cuestiono, con un hilo de voz.
— ¿Me escuchaste? Dije que se trata de tus padres. —
— ¡No te atrevas a hablar de ellos! —advirtió una vez frete a ella, con notable ira.
— Deja de actuar como una niña y siéntate. Estoy dispuesta a contarte todo. ¿Entiendes, TaeYeon? Todo. Finalmente sabrás qué paso esa noche. La noche en que tus padres murieron. —