Capitulo II

/YOONA/

Allí estaba, La misma mujer una vez mas, observándome mientras yo pasaba delante de ella hacia el trabajo. Llevaba una chaqueta sobre una camisa y unos pantalones arrugados: parecía que se acababa de levantar de la cama, pensé que sería de la zona por su forma de vestir, tal vez no muy rica, pero respetable, salvo por su deplorable costumbre de quedarse mirando a los demás, llevaba un bombín de color marrón, le quedaba pequeño y que había conocido mejores tiempos. Me di cuenta de estas cosas porque había sido aprendiz en una de las mejores sombrererías de Londres desde muy jovencita. Mi deber era conocer los estilos mas habituales de sombreros.

En realidad, yo no estaba acostumbrada hacer objeto de interés de ninguna mujer, me causaba mucha curiosidad, pero ignore a mi admiradora, tal y como habría hecho cualquier dama, sin embargo era una tipa persistente, y durante los tres días siguientes, siguió mirándome desde el otro lado de la calle mientras yo pasaba hacia la sombrerería de la señora Lee. Yo tenía una imaginación muy activa, cosas que mi madre me reprochaba, y comencé a preguntarme, si aquella mujer quería hacer algo siniestro contra mi jefa.

El tercer dia, justo en mediodía entro en la tienda. Yo estaba preparando un sombrero para el escaparate, y fingí que no sentía los latidos pesados y extraños de mi corazón. Ella se quedó junto a la puerta durante un buen rato, examinando los pañuelos de señora, y los guantes de encaje acercándose lenta y disimuladamente hacia donde estaba yo. Tal vez la hubiera juzgado mal y solo estuviera eligiendo algo para ella. La señora Lee tenía una lista privada de clientes que, a menudo, necesitaban algún detalle para su persona especial aunque la mayoría de las veces no eran para su parejas. La señora Lee que era discreta y profesional, tomaba su dinero, envolvía el regalo y se lo daba con una sonrisa.

-Perdón, mademoiselle–dijo la mujer misteriosa con una voz suave-

Alce la vista y vi sus increíbles ojos cafes, que eran muy claros y llenos de curiosidad y picardía. Tenía el cabello negro. La línea firme de su mandíbula quedaba suavizada por un hoyuelo que se formaba en su mejilla al sonreír ¿Tal vez me había equivocado y era una extranjera?  El hecho de no poder hablar ingles podría explicar su vacilación a la hora de acercarse a mí.

 - ¿Es usted francésa señorita? –le pregunte con claridad. Tenía una aire aristocrático y una cara agradable y al mirarla bien me di cuenta que era muy atractiva. Si su atuendo fuera mas apropiado-

- No, no soy francesa, mademoiselle –

- Yo tampoco entonces, ¿Por qué finge ser algo que no es? –ella se quitó el bombín y, con una sonrisa tímida, se pasó la mano por su cabello.

- Discúlpeme por pensar que tal vez hablara francés, trabajando en una sombrerería francesa –

- ¿Qué le trae por nuestra tienda… Señorita?

-Seohyun , Kim Seohyun, tal vez le suene el apellido –yo la observe atentamente pero no respondí- bueno confió en que algún día le suene –dijo, con una sonrisa encantadora - ¿por casualidad esta familiarizada con el mundo del arte? Puede que haya oído hablar de mi hermana, la famosa pintora Kim Taeyeon.

- No, señorita Kim, me temo que no he oído hablar de usted ni de su hermana. Tengo muchas cosas que hacer aquí en la tienda –dije y me puse a inspeccionar el sombrero que iba a poner en el escaparate, la verdad había conversado muy pocas veces con clientes desde que la señora Lee me había permitido trabajar en el mostrador. Y, ciertamente, con ninguno que mostrara interés por lo que yo pensaba.

Ella se agarró la solapa de la levita y me miro con una sonrisa.

- Entonces, mi querida señorita, nuestra reunión es una suerte para usted, porque ahora podrá decir que conoció personalmente a Kim Taeyeon cuando estaba en la cumbre de su carrera artística. –yo baje mi cabeza para ocultar mi sonrisa, no quería herir su orgullo.

- ¿le interesa algún sombrero, señorita Kim?

Ella dejo su bombín sobre el mostrador, y se inclinó hacia a mi. Yo mire a nuestro alrededor, por la tienda y rece porque la señora Lee no apareciera. Era una señora robusta con un marcado acento francés, su abuelo había emigrado a Corea para abrir aquella sombrerería. Yo no podía permitir perder el trabajo por una mujer extraña, y su absurdo interés por hablarme sobre su famosa hermana. Alce la mano amablemente.

-Señora Kim, disculpe pero tengo que trabajar. Si no tiene alguna intención de comprar algún sombrero, entonces debo irme para continuar con mis tareas. –me gire para marcharme, pero ella me agarro del brazo-

-Por favor permítame que vaya directo al grano-

-En cuanto retire la mano de mi brazo, señorita –dije yo, sin embargo no pude evitar en contacto que la palma de su mano me provoco una agradable calidez.-

Ella sonrió ligeramente, como si se hubiese dado cuenta de que, al tocarme, habría conseguido conmoverme, aunque fuera solo un poco. Lentamente, aparto la mano.

-He venido hacerle una proposición-