Desde que accedí a posar como modelo de Taeyeon, mi vida comenzó a moverse con rapidez. Me había entusiasmado que se tomara la molestia de ponerse en contacto con mi familia, pero, al mismo tiempo, me preocupaba lo que pudiera decirles.

El taxi que nos procuró Taeyeon se detuvo frente al pub McGivney’s. A través de la puerta se filtraba el barullo de las conversaciones y de las canciones. Yo nunca había estado en un pub.

Taeyeon me ayudó a bajar del taxi y le hizo una seña a Seohyun, que me tomó del codo y me acompañó hasta la puerta del establecimiento.

−¿Y qué le va a decir a mi familia? −le pregunté a Seohyun.

Ella  ya había empezado a distanciarse de un modo cordial.

−No lo sé, pero tiene una mente muy ágil −respondió, sin mirarme.

No entendía cómo podía Seohyun olvidar tan rápidamente lo que había ocurrido entre nosotras. Yo quería hablar más sobre ello, pero iba a tener que esperar. Taeyeon se acercaba a nosotras con una sonrisa triunfal.

−Bueno, ya me he encargado de todo −dijo, y me guiñó un ojo.

−¿Puedo preguntarle qué mensaje le ha enviado a mi familia, señorita Kim?

ella me rodeó la cintura con un brazo y se inclinó hacia mí. De nuevo, su esencia exótica me envolvió.

−Llámame Taeyeon−me susurró, y me dio un ligero beso en la sien−. Insisto.

−Muy bien... Taeyeon. ¿Puedo, entonces, preguntarte qué mensaje has enviado?

Pese a su carisma, yo necesitaba saber qué le había dicho a mi familia para poder confirmar la mentira cuando volviera a casa. Y no era algo que deseara hacer.

Ella  se encogió de hombros.

−Algo muy sencillo: que ibas a quedarte en la ciudad para ayudar a una amiga.

−¿A una amiga? −repetí yo, imaginándome la cara que iba a poner mi padre cuando leyera la nota.

Ella  abrió la puerta del pub, y el alboroto salió a la calle.

−Sí. Tienes amigas, ¿no, Yoona? −me preguntó, alzando la voz para hacerse oír, mientras hacía un gesto para que Seohyun y yo pasáramos delante de ella.

−Sí, por supuesto... −respondí yo, pero el ruido ahogó mis palabras.

Había un humo muy espeso que me hizo abrir y cerrar los ojos varias veces. Olía a cerveza y a sudor, y me tapé la nariz con una mano; la multitud me arrastró, y yo perdí de vista a Seohyun y a Taeyeon . Intenté no dejarme dominar por el pánico en aquella marea de gente, la mayoría de ellos borrachos. Alguien me agarró por la cintura y yo, instintivamente, le di un manotazo.

−Solo soy yo, Yoona−me dijo Taeyeon al oído−. Agárrate y no te apartes de mí. Yo te llevaré a nuestra mesa.

Entonces, sin soltarme, se abrió paso entre la gente. Vi a una de las camareras del pub, que llevaba dos grandes jarras de cerveza. Al acercarse, se chocó contra Taeyeon , y ella se detuvo. Al principio, se quedó sorprendida, pero después se echó a reír.

−Annie, pequeña traviesa. ¿Cómo estás?

Me soltó la mano y le tomó la cara a la muchacha, y la besó con fuerza en los labios. Con una sonrisa de picardía, le metió un won en el escote. Después me rodeó la cintura con un brazo.

−Annie −dijo, sonriendo con orgullo−, te presento a nuestra última pupila, Yoona.

La mujer me miró de la cabeza a los pies; en sus ojos castaños brilló cierta antipatía.

−¿Y ahora lo llamáis «pupila»? Ten cuidado, Yoona−me dijo−. Seguro que Taeyeon va a disfrutar mucho de su papel de profesora −añadió. Después le besó la mejilla, y me miró de nuevo.

−¿Crees que tiene lo que hace falta para ser una de nosotras, Taeyeon? −preguntó, como si yo no oyera lo que estaba diciendo, o como si no le importara que lo oyera. Sin embargo, si aquella mujer era un ejemplo de modelo de pintor, yo no tenía intención de parecerme a ella. Aunque parecía que a mi nueva jefa le resultaba muy agradable.

Taeyeon se echó a reír de nuevo.

−Tráenos una ronda, Annie, y unas cuantas ostras. Ven, Yoona, no le hagas ni caso a esta moza. Tendrá suerte si vuelve a posar para mí −dijo. Sin embargo, su sonrisa revelaba que estaba bromeando.

−Ten cuidado con esa, Yoona−me dijo Annie, por encima del hombro, mientras le entregaba las jarras al camarero que estaba detrás de la barra−. ¡Entérate bien de dónde te va a hacer posar Taeyeon!

Entonces, Taeyeon alargó el brazo y le dio un azote en el trasero. La sorpresa de la chica se transformó en deleite cuando se dio la vuelta, se metió los dedos en el escote y sacó el dinero que ella le había dado. Ella le guiñó un ojo y, después, me miró mientras Taeyeon me llevaba hacia el fondo del pub.

−¡Taeyeon! Seo dice que nos has traído una nueva belleza −exclamó un hombre rubicundo, que tenía los anteojos apoyados en la punta de la nariz.

Se puso en pie para saludar, pero, en aquel mismo instante, yo me resbalé y perdí el equilibrio. Seohyun apareció como por arte de magia y me agarró antes de que cayera de bruces.

−No tengas miedo, Yoona−me dijo−. Estos chicos son amables.

−Gracias −respondí, y me liberé rápidamente de sus manos.

El hombre de los anteojos me ofreció su asiento. Seohyun me acompañó hasta la silla. Yo traté de sonreír agradablemente al hombre, preguntándome si tendría que pasar mucho tiempo con su grupo. Tuve el impulso de pedirle a Seohyun que me llevara a casa, pero ella  había desaparecido, y parecía que Taeyeon también.

Annie se acercó y puso dos jarras de cerveza sobre la mesa.

−Vamos a ver lo que tiene −les dijo a los hombres que estaban allí sentados.

A mí se me paró el corazón. ¿Qué demonios decía? Con angustia, observé a los hombres, que tenían los ojos fijos en mí. Con cierto alivio, vi que Taeyeon se acercaba a mi lado. Me tendió una mano.

−Son completamente inofensivos, te lo aseguro −me dijo.

−Yo... no lo entiendo −murmuré.

Miré de nuevo a mi alrededor. Los hombres ya no me parecían amistosos. Uno de ellos, un tipo con aires majestuosos, dio una palmada sobre la mesa y miró a sus compañeros con una sonrisa. Ellos también comenzaron a dar palmadas sobre la mesa.

−Son mis hermanos, Yoona. Su aprobación es vital. No es aconsejable hacerles esperar −dijo Taeyeon −. Además, va a ser divertido.

Yo tomé cautelosamente su mano, y me puse en pie. Las palmadas se hicieron más sonoras. Yo miré a Annie, que era la que había precipitado aquella demostración. Ella me devolvió una mirada petulante; en sus ojos brillaba la diversión.

−¿Qué tengo que hacer? −le pregunté a Taeyeon.

−Sube a la mesa −dijo ella con una sonrisa.

−¿Quieres que me suba a la mesa delante de toda esta gente? −le pregunté con los ojos muy abiertos.

−Tu cara va a ser admirada por muchos más de los que hay aquí,