Capitulo IV

La maestra y sus musas
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Aquella noche, había sufrido dolor de estómago a causa de los nervios. Cuando me ocurría aquello, apenas podía comer, y mi madre se daba cuenta al instante de que yo estaba preocupada por algo. La señorita Kim se había tomado muchas molestias para convencerme de que su hermandad de artistas era muy valiosa y, cuanto más pensaba yo en mis opciones, más me molestaba el estómago.

–¿Te has tomado el láudano, Yoona? –me preguntó mi madre, mientras retiraba el cuenco de gachas, que yo apenas había tocado. Mis padres y mis hermanas ya habían terminado de desayunar y estaban ocupándose de sus tareas.

Yo todavía no había tenido el valor de decirle que me iba a marchar a pasar el día fuera. Sabía que no podía decirle la verdad, porque no me permitiría salir. Además, ni siquiera yo misma sabía aún si era inteligente salir a solas con la señorita Seohyun. Sin embargo, quería conseguir mi independencia, necesitaría más información. Hasta que no supiera más, no tenía ningún motivo para poner a mi familia sobre aviso.

–Hoy me han invitado a un... picnic –dije yo, atragantándome con la mentira, mientras comenzaba a lavar platos.

–Oh, qué agradable, nena. Me alegro de que salgas. ¿Quién va a ir? –me preguntó mi madre, y me miró con tal deleite que a mí me ardió el estómago. Creo que mi madre me veía como una ermitaña, aunque nunca me lo había dicho.

–Algunas chicas de la tienda.

–¿Y habrá algún caballero, por casualidad? –inquirió, con una mirada de esperanza, por si acaso había posibilidades de ir forjando algún matrimonio.

Yo intenté que mi sonrisa pareciera genuina.

–No me lo dijeron, mamá. No lo sé.

–¿Y dónde es el picnic?

A mí se me quedó la mente en blanco. No había previsto más preguntas.

–Umm... en Cremorne –mentí de nuevo, y el estómago se me encogió.

Ella me dio una palmadita en la mejilla.

–Bien, me parece muy bien, y te vendría bien salir un poco más. Entonces, ¿no cuento contigo para la hora de cenar?

Yo negué con la cabeza.

–No, será mejor que no. Tomaré la lancha antes de las diez.

–Tal vez tu padre debiera ir a buscarte al embarcadero. No me gusta que vayas sin acompañante, y menos a esas horas.

–Estaré perfectamente, mamá. A ninguna de las otras chicas las va a recoger su padre. No te preocupes.

Entonces, me puse a recoger unas cuantas cosas, antes de que a ella se le ocurrieran más preguntas. –¿Yoona?

Oí mi nombre mientras salía hacia el camino delantero, y me giré. Mi madre se acercaba con el parasol en la mano.

–Que no se te olvide usar esto. Ya sabes que te quemas enseguida.

–Gracias, mamá. Y ahora, por favor, no te preocupes más. Voy a estar muy bien –le aseguré.

Hacía una mañana preciosa. Noté el sol cálido en la cara mientras la lancha atravesaba el río. El mal olor del agua era lo único que estropeaba un poco mi alegría por haber podido salir de casa con tan pocas preguntas.

Recorrí la calle apresuradamente, lamentando no poder permitirme alquilar un coche para no estar desarreglada cuando viera a la señorita Kim. Torcí la esquina de la galería y la vi paseándose por delante del edificio. Se detuvo y miró su reloj. Yo tampoco tenía dinero para permitirme aquel lujo, así que tenía que guiarme con las campanadas del nuevo reloj de la torre del Parlamento.

–Señorita Kim–dije, con la voz un poco entrecortada, y sonreí mientras aminoraba el paso.

–Señorita Im–dijo ella. En aquel preciso instante, el reloj dio la hora–. Espléndido. Llega usted justo a la hora.

Me ofreció el brazo, y entramos al museo. La Royal Gallery era un precioso museo; sala tras sala de mármol brillante y altísimos techos. Los cuadros tenían marcos dorados y estaban colgados al nivel de los ojos, y más arriba.

–Los artistas quieren ocupar el lugar que está al nivel de los ojos –me explicó–. Así, saben que su obra cuenta con la aprobación del comité.

–¿Y dónde está el trabajo de su hermana? –pregunté yo, buscando con la mirada por las paredes, preguntándome si reconocería su trabajo cuando lo viera.

–En la tercera fila, comenzando desde arriba... Allí. Es una pieza muy brillante. Debería estar más baja, pero mi hermana tiene problemas para cumplir los deseos del comité.

Yo lo miré con extrañeza, y ella sonrió.

–Taeyeon abandonó la academia como forma de protesta por las enseñanzas que se imparten en ella, y nunca ha conseguido recuperar la buena relación con el comité. No tiene muchos amigos influyentes –me explicó, y volvió a mirar el cuadro–. En realidad, señorita Im, creo que, en el fondo, ella quería que el comité juzgara su obra por su propio mérito, y no por su reputación.

Yo observé la pintura. Era un precioso retrato de una mujer apenas cubierta con una rica tela azul. Lo que más me atrajo fue la luz de su mirada. Sus ojos estaban llenos de vida.

–No debe dejar que esto influya en su decisión, señorita Im. A menudo, en la vida, los genios son los más incomprendidos.

–Oh, de veras, eso lo entiendo.

La miré de reojo, y ella volvió a sonreír.

La fe que Seohyun tenía en la obra de su hermana era lo que la hacía destacar del resto de los cuadros. Yo sabía poco sobre Taeyeon Kim, el artista, pero cuanto más tiempo pasaba con su hermana, más la reverenciaba y más deseaba conocerla. Comencé a darme cuenta, también, de que estaba dispuesta a correr cualquier riesgo con tal de estar con Seohyun.

Proseguimos nuestra visita, y llegamos a una estatua de un varón desnudo, reclinado, como si estuviera relajándose en una pradera durante un día agradable. Cada uno de sus músculos estaba intrincadamente esculpido con realismo y precisión, y mis ojos se vieron atraídos inmediatamente hacia el tamaño de su falo, que descansaba fláccido contra su pierna. Nunca había visto la forma masculina, y me pregunté en silencio si estaba proporcionada.

–Artísticamente aumentado –me dijo ella, al oído.

–Oh, yo no estaba...

Ella arqueó una ceja.

Yo me sonrojé, y aparté la mirada.

–Querida señorita Im, en lo referente al arte, solo una persona inteligente se haría tales preguntas.

–Gracias, pero ¿cómo lo ha sabido?

–Su cara es como un libro abierto.

–Lo siento. Supongo que me encuentra demasiado ingenua.

–Todo lo contrario. Me parece que su inocencia es algo muy bello.

–Tiene usted una maravillosa manera de hacer que me sienta bien–le dije yo, sonriendo.

Ella me tocó el brazo.

–Quiero que se sienta cómoda y pueda preguntarme cualquier cosa. Ya sé que mi hermana va a quedar encantada con usted, tanto como yo. Sus ojos profundos y su pelo castaño  y brillante... Es usted precisamente lo que la hermandad ha estado buscando.

–Me halaga.

–Señorita Im , los halagos no tienen nada que ver con esto. Estoy intentando convencerla de que pose para nosotros.

–¿Para nosotros? ¿Usted también pinta? –pregunté yo con el corazón un poco acelerado al pensarlo.

–¿Yo? No. Yo le dejo la pintura a mi hermana.

Mientras recorríamos las salas, yo me quedé impresionada por el gran conocimiento del arte que tenía la señorita Kim, aunque dijera que no tenía inclinaciones artísticas. Parecía que siempre estaba comparando las obras de su hermana con las obras tempranas de Miguel Ángel.

Después de visitar la galería, fuimos a los jardines. La señorita Seohyun arrancó una rosa de un rosal y me la entregó.

–Gracias –me dijo–, por haber venido hoy.

Yo me llevé la flor a la nariz e inhalé profundamente su olor.

–Gracias por pedírmelo. Ha sido un día muy agradable.

–¿Y todavía tiene alguna preocupación, o quiere hacerme alguna pregunta?

Yo la estudié durante un momento; todavía dudaba sobre si aceptar o no su oferta, porque sabía que mi familia sería muy difícil de convencer.

–Le ruego que me conceda un día más para pensarlo –le dije; mi voz tuvo un ligero tono de súplica, porque temía que ante aquel retraso a la hora de darle una respuesta le hiciera cambiar de opinión.

Ella  me miró dubitativamente.

–Por favor. Me siento muy halagada. Sin embargo, debe usted entender que nunca había recibido una oferta así.

Ella  sonrió, aunque parecía recelosa.

–Por supuesto.

Yo suspiré de alivio, y sonreí también. Aparté la mirada y me puse las manos sobre el estómago en un intento de calmar los nervios.

–¿Está segura de que todo va bien? –preguntó ella.

Yo alcé una mano.

–Sí, yo... estoy bien. Tal vez me viniera bien tomar una soda.

Sabía que pronto tendría que tomar mi medicina.

Ella  se fue en busca de un vendedor, y yo me reproché a mí misma el hecho de ser tan nerviosa.

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Comments

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alexxgar18 #1
Chapter 13: Que paso con yoona? XD
chrisvengeance #2
Chapter 13: Que bueno que lo seguirás :D. Buen capitulo.
loveable11 #3
cuando actualizaras :C ¡¿¿
sofiaca #4
Chapter 10: Hola acabó de leer todos los capítulos y me encantó, además incluiste a mis dos parejas favoritas yoontae y taengsic. Espero actualizes pronto
akijasnsfx
#5
Chapter 9: Hola soy nueva lectora :3 acabo de leer la historia esta muy buena y se pone interesante esperare la actualizacion :)
Rachel69 #6
Chapter 7: Sigue please,continua que se esta poniendo más interesante :)
loveable11 #7
Chapter 7: la historias cada vez se hace mas aasdgasg ¡¡ no aguanto a que actualices *u* esta Taeyeon me encanta ....
TaeNy0204 #8
Chapter 6: Tienes que seguir me gusta mucho tu historia, espero momento taeny, si jejeje muy apresurado per me encanta....
Sigue actualiza pronto, nos vemos en la siguiente actualización tuya...
Ty_gzZ #9
Chapter 6: No se pero a mi si me gusta
siguela ....
SyS9265
#10
es tan triste que hagan adaptaciones de novelas heterouales ._. sabes que el Yuri es chicaXchica verdad? y yo se que lo vas a ''adaptar'' a una version de chicaXchica pero al final .y como siempre , Taeyeon será tan masculina como el personaje original es ._____. y si, no pienso leerlo -y tampoco te afectará que no lo haga xd-