Capitulo 3.
AFTER (version TaeNy) resubidoUna hora después, tras las advertencias de mi madre sobre los peligros de las fiestas y los estudiantes (usando un lenguaje que tanto a Bora como a mí nos ha resultado bastante incómodo oír de su boca), por fin se dispone a marcharse. Como de costumbre, me da un abrazo rápido y un beso, sale del cuarto e informa a Bora de que la esperará en el coche.
—Echaré de menos tenerte por ahí todos los días —me dice ella con ternura, y me estrecha entre sus brazos. Inhalo su colonia, la que le regalé dos Navidades seguidas, y suspiro. Parte de su intensa esencia se ha evaporado, y entonces me doy cuenta de que echaré de menos esa fragancia y la seguridad y la familiaridad que me transmite, por mucho que me haya quejado de ella se ha evaporado, y entonces me doy cuenta de que echaré de menos esa fragancia y la seguridad y la familiaridad que me transmite, por mucho que me haya quejado de ella.
—Yo también te echaré de menos, pero hablaremos todos los días —le prometo, y aprieto los brazos alrededor de su torso y entierro la cabeza en su cuello—. Ojalá empezaras aquí este año también.
Bora mide sólo unos centímetros más que yo, pero me gusta que no sea mucho más alta. Mi madre solía bromear conmigo cuando era pequeña y decía que un hombre crece dos centímetros por cada mentira que dice. Mi padre era bastante alto, de modo que no voy a poner en duda su lógica. Bora acaricia mis labios con los suyos..., y entonces oigo el claxon del coche en el aparcamiento. Mi novia se ríe y se aparta de mí.
—Tu madre es muy persistente. —Me da un beso en la mejilla y se apresura a salir por la puerta mientras grita—: ¡Te llamo esta noche!
Una vez sola, pienso en su presurosa salida durante un instante y empiezo a deshacer las maletas. Poco después, la mitad de mi ropa está perfectamente doblada y guardada en un cajón de la pequeña cómoda; el resto está colgada en el armario. Hago una mueca de dolor al ver la cantidad de prendas de cuero y de estampado animal que llenan el de mi compañera. Aun así, la curiosidad se apodera de mí y me sorprendo pasando el dedo por un vestido confeccionado con una especie de metal y por otro cuyo tejido es tan fino que es prácticamente inexistente. . Al sentir los primeros síntomas de agotamiento tras las emociones del día, me tumbo en la cama. Una extraña sensación de soledad comienza a apoderarse de mí, y no ayuda en nada que mi compañera de cuarto se haya ido, por muy incómoda que me hagan sentir sus amigas.
Tengo la impresión de que no pasará mucho tiempo por aquí, o, peor aún, que tendrá invitadas con demasiada frecuencia. ¿Por qué no podía tocarm
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