-Ven aquí –dijo antes de agarrarme la mano con una risotada y echarnos a correr hacia el gimnasio.

-¡¡oye espera!! –le grité con carcajadas, era muy veloz.

Corríamos a lo más no poder, esquivábamos a las pocas chicas que andaban en el patio, ellas nos miraban ¡pero ¡qué importaba! Escuchaba la risa de Tiffany delante de mí, el golpear de la brisa, los latidos de mi corazón, y mis sentidos como se encantaban con ella.

- ¡Llegue! –gritó antes de golpear la puerta con una patada.

- ¡Me asustaste mierda! –le dijo Jessica con una mano en el pecho y una cara de pocos amigos, que realmente me hizo reír.

-Ven –me susurró tomando mis dedos entre los suyos, me acostumbraba en esos días, a tal punto que no tenerla cerca los siguientes días era un enorme vacío.

Recuerdo dentro de mí, que ese día a pasar que no tuvimos la supuesta cita doble, no había nada más perfecto que sólo mirarla.

Me senté en un rincón de las galerías, el gimnasio estaba lleno de miembros del club de animación que parecía estar organizando lo que sería las audiciones, la música electrónica sonaba, veía a Tiffany bailar de allá acá mientras Jessica la enviaba a quizás que cosas, agudizaba mi vista para observarla, su figura y todos sus movimientos me eran totalmente cautivadores.

-Jessica ¿me prestas la llave del depósito? –escuché a Tiffany.

Al pasarle aquel objeto Tiffany salió corriendo del gimnasio, sin apartar la vista de la puerta esperaba su regreso, entre tantas voces escuchaba los enamorados comentarios de otras chicas hacía su capitana, pensaba a mis adentros la fuerza atrayente que tenía Tiffany, superficialmente era un encanto, su cuerpo era bonito, su cabello, sus ojos y sus facciones estaban al borde de la perfección.

Entró, la atención se todas se posó en ella, pero la mirada de Tiffany tenía un solo objetivo y era yo; con pasos ansiosos se acercó a mí, sobre su brazo traía un balón de basquetbol, me lo lanzó con cariño haciéndome despabilar, despegándome el cuerpo de aquella galería.

- ¿Qué esperas? Vamos a jugar –me dio la espalda y cerca del aro de uno de los extremos se posicionó.

La textura del balón era mucho más encantadora ahora que Tiffany me lo había pasado, pensé en ese momento lo dulce que era de ir a buscar uno especialmente para jugar conmigo; con el pecho apretado y las manos inquietas, me acerqué a ella, sabía perfectamente que la mirada de la mayoría de las chicas en ese gimnasio estaban dirigidas a mí, antes no lo hubiera soportado, tenía un complejo de timidez absoluta, pero de un día a otro todo cambió, Tiffany con su sonrisa había cambiado todo lo que era, lo que sentía, incluso mi manera de ver la vida.

Botee un poco el balón antes de lanzarlo a unos tres metros de distancia, encestándolo con gracia.

- ¡Oh! Qué buena eres –Me dijo Tiffany con una pícara voz.

Agarró el balón y volvió a lanzármelo, desde la misma posición lo mande al aro, haciendo un tiro exitoso nuevamente.

-Sí, definitivamente eres buena –me sonreía, y yo le respondí con un rostro totalmente sonrojado.

-Prueba –le dije antes de pasárselo, se puso a mi costado y lo lanzó demasiado fuerte como para hacer retumbar el tablero.

-Soy un asco para esto –se empezó a reír.

-Sólo es practica –le sonreí.

Lanzamos durante enormes minutos, empezamos a jugar de manera más brusca, quien se lo quitaba a la otra lanzaba, cuando mi cuerpo chocaba con el de ella, los nervios me atragantaban y fallaba los tiros de manera estrepitosa; en ese juego de practica Tiffany era mi rival, escuchaba los estúpidos murmullos de las demás mientras la risa de ella ahogaba hasta mi respiro, recuerdo haber tenido muchas sensaciones de molestia hacia mí, como si a todo el mundo le molestara que Tiffany estuviera jugando conmigo.

La puerta del gimnasio se abrió, pero estaba totalmente concentrada en bloquear el siguiente tiro de Tiffany, aunque admito que lo hacía con temor, estar cerca de ella a tal punto que estuviera apegada a su cuerpo, hacía que el rosa de mis mejillas se convirtiera en un fuerte rojo.

-Quítamelo y lánzalo ahora desde lejos… -susurró en mi oído mientras fingía estar totalmente sin salida entre mi cuerpo.

Sin entender bien, obedeciendo sus sutiles palabras al costado de mi cabeza, le quité el balón con rapidez más no violencia, y me alejé lo máximo posible hasta el borde de que pudiera lanzarlo con seguridad, encestando el balón a una distancia donde claramente hubieran sido tres puntos.

- ¡Bien jugado Kim! –Gritó la entrenadora haciéndome voltear con rapidez- Un tiro hermoso.

Me quedé atónita, no sabía hace cuánto tiempo había estado ahí, Tiffany me miraba agitada después que corriéramos tanto entre nosotras, la miré con extrañeza, me dirigió una dulce sonrisa de cariño, y ahí entendí que lo había hecho con toda voluntad.

-Jessica –le gritó- ¿Terminamos? –dijo antes que Jessica le diera un asentimiento, mientras hablaba con la entrenadora.

Tiffany me tomó la mano como siempre lo hacía, para exagerar esa vez las manos de ambas tenían la misma capa de sudor que solía tener cuando estábamos con los dedos entrelazados mucho tiempo, siempre me pregunté si sentía lo mismo cuando me tomaba