Capítulo 6: La gran idea

101 razones para odiarla.
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Se despertó con tal dolor de cabeza que un acto tan simple como abrir los ojos tomó tintes de gesta épica. Jessica masajeó sus sienes mientras se incorporaba en la cama y trataba de enfocar los objetos de la habitación. Durante escasos segundos experimentó la incómoda sensación de no saber dónde se encontraba, pero al fijar la vista en la maleta rosa que había a los pies de la otra cama recuperó inmediatamente la memoria. Estaba en Japón. Con Yuri. Se había emborrachado. Oh, mierda.

En ese momento se juró a sí misma que nunca más volvería a beber. Ni siquiera una mísera copa de vino tinto que tanto gustaba a Taecyeon.

Pestañeó con dificultad al echar un vistazo a su alrededor. No recordaba cómo había llegado hasta allí la noche antes, pero la cama de Yuri estaba vacía y las sábanas revueltas, por lo que no había dormido sola. Se oyeron unos ruidos más allá de la puerta del baño y pensó que su compañera estaría dentro, duchándose.

—¡Buenos días! —gritó para hacerle saber que estaba despierta.

Se arrepintió casi de inmediato. Elevar la voz cuando una está resacosa no es la mejor de las ideas. Jessica puso una mueca de dolor, se dejó caer de nuevo en la cama y se cubrió el rostro con la almohada. Necesitaba un ibuprofeno. Urgentemente. Yuri salió del baño a los pocos minutos. Tenía el pelo mojado y cara de profunda satisfacción cuando se sentó a los pies de su cama.

—¿Qué tal te encuentras?

Por toda respuesta emitió un gruñido que sonó más animal que humano.

— Sólo ¿"grrr"? Bueno, podría haber sido peor…

Jessica se incorporó en la cama con dificultad. Se sentía torpe y pesada. Si alguien le hubiera dicho que tenía un yunque sobre la cabeza en ese preciso momento, se lo habría creído sin pestañear, por muy absurda que resultara la idea.

Por el contrario, allí estaba Yuri, radiante, tan entera y preciosa como siempre, a pesar de la cantidad de alcohol que habían ingerido la noche anterior. Tenía el pelo mojado y se lo estaba secando con una toalla. Los ojos de Jessica siguieron con fascinación el recorrido que trazaron unas gotas de agua al resbalar desde su frente por su mejilla, hasta la fina línea de la barbilla. Y luego también advirtió cómo se despeñaban por el cuello y se perdían por su escote. Yuri se dio cuenta de que la estaba observando, pero prefirió fingir que no lo había hecho. La propia Jessica comprendió que no era de buena educación mirar fijamente a nadie, en especial algunas partes del cuerpo, y pestañeó con fuerza, unpoco confusa por aquel absurdo momento en el que el pelo mojado de su compañera le había parecido tan fascinante como para fijarse en él más de lo estrictamente necesario.

—¿Qué pasó ayer? —preguntó por fin, intentando concentrarse.

—Nada. Que te bebiste toda Japón. Y seguramente parte de China. Hasta puede que alguna porción del norte de Taiwán. Me ha llamado la Reina mientras estabas durmiendo —bromeó Yuri— y parecía furiosa: quería saber por qué te has bebido todas las reservas etílicas de Japón.

—Oh, ¿y le has dado saludos?

—De tu parte. Pero mucho me temo que eso no ha mejorado su humor.

—Lástima, parece buena persona.

—Lo es, siempre y cuando no toques la bodega de ginebra de la Reina Madre. Eso la pondría hecha un basilisco…

—¡Kwon!

—¿Qué?

—¿Que qué pasó anoche? —se desesperó Jessica. Vale, había perdido la paciencia después de todo.

Yuri sonrió triunfalmente. Desquiciar a la castaña siempre le dejaba un sabor dulce en los labios, no podía evitarlo.

—La verdad es que estaba esperando a que se te pasara la borrachera para contarte lo que averigüé. Ayer no estabas en condiciones de escuchar —le explicó, dejando la toalla sobre el respaldo de una silla.

Jessica frunció el ceño. Por un instante había olvidado que la noche anterior por fin habían encontrado a Choi y por lo visto también se había olvidado de otra cosa que la ruborizó de inmediato. En ese instante, un camión de bomberos a su lado habría sido de una tonalidad rojo pálido.

—No te preocupes por eso —se apresuró en decir Yuri intuyendo sus pensamientos—. Prometo no comentar nada en la editorial —afirmó con un brillo divertido en los ojos.

—Ya, claro.

—Lo digo en serio —insistió Yuri en su tono más grave—. A algunas personas les van los rubios, a otros los morenos… Yo soy muy respetuosa con los gustos de cada uno. ¡Y tampoco es asunto mío si te excita la zoofilia! Mientras no me encuentre a Clorinda mugiendo de placer en mi cama, te prometo que tu secreto está a salvo conmigo.

—Ja, ja. Muy graciosa. Pero dejemos ahora lo de Clor… lo de la vaca —se autocorrigió Jessica—, lo que importa es Choi. ¿Has averiguado algo? ¿Quiénes eran los otros dos hombres?

—De hecho, sí he averiguado algo, pero poco. Él y los otros dos apenas hablaron durante el trayecto hasta una casa que está como a un kilómetro del pueblo. —Jessica asintió. La resaca le había dejado dolor de cabeza, pero aun así escuchó atentamente—. Por lo poco que hablaron, sé que no son editores. Tengo la sensación de que son sus sirvientes, tal vez ayudantes personales. Chicos de los recados, si quieres llamarlo así.

—¿Eso es todo? —se exasperó Jessica, que acababa de levantarse para meterse en la ducha y beber un poco de agua. Tenía la boca seca.

Se metió en el cuarto de baño, aunque dejó la puerta entreabierta para que pudieran seguir hablando mientras se duchaba. Yuri escuchó el sonido del agua corriendo libre por la bañera.

—La buena noticia es que no se trataba de editores —prosiguió Yuri, elevando el volumen de voz—. Parece que todavía no ha firmado con nadie.

—¿Y la mala?

—Que lo de ayer no cambia nada, no hemos avanzado mucho.

—Bueno, ahora sabemos que sí está por aquí y siempre podemos hacer turnos —propuso Jessica, que ya se había metido debajo del chorro—. Además, si la otra se dedica a hacer pesquisas con los habitantes del pueblo y se gana su confianza, tal vez nos cuenten algo.

Yuri no contestó de inmediato. Todo este asunto la inquietaba y ella no pensaba con claridad cuando estaba estresada. Se levantó y empezó a merodear por la habitación, meditando con la mirada nublada la propuesta que acababa de hacerle su compañera.

Quizá fue sin querer. O puede que algo dentro de ella, un rincón inexplorado de su subconsciente, supiera hacia dónde se dirigía y para qué. Yuri no estaba segura de ello. Pero, en cualquier caso, ya era demasiado tarde. Acababa de verla por el hueco de la puerta entornada.

Jessica estaba de espaldas, duchándose, desnuda. La indiscreta cortina de aquella bañera se había quedado a medio camino, por lo que era perfectamente visible un generoso trozo de piel por la que resbalaba el agua hacia donde la espalda pierde su nombre. Habría sido muy propio de ella aprovechar tal visión para burlarse, pero la bandada de mariposas cosquilleando su estómago se lo impidió. Sus mejillas se sonrojaron tanto que dio gracias de que la castaña no pudiera verla en ese momento y en un acto reflejo hundió las manos en los bolsillos de su pantalón vaquero.

Jessica, mientras tanto, seguía hablando, ajena a lo que estaba ocurriendo, pero para Yuri su voz sonaba ya muy lejana. De hecho, ni siquiera la estaba escuchando. Fue como si su cerebro se hubiera desconectado momentáneamente; le costaba muchísimo entender el significado de las palabras.

Palabras, respóndele.

—Kwon, ¿estás ahí? ¿Me estás escuchando?

No, en serio: ¡RESPONDE! ¡YA!

—¿Yul?

Era la primera vez que Jessica se refería a ella como ―Yul‖ y eso la hizo sentir todavía más vulnerable, desprotegida, como si de repente todo su mecanismo defensivo se hubiese oxidado. Se sentía incapaz de mover un solo músculo o de articular palabra. Tuvo que hacer un esfuerzo extra para recordarse a sí misma que ellas dos se odiaban, que llevaban toda la vida odiándose. ¿En qué momento habían empezado a cambiar las cosas?

Durante varios segundos que se hicieron eternos, lo único que se escuchó en la habitación fue el sonido del agua golpeando rítmicamente el suelo de la bañera, y este silencio hizo que Jessica se preocupara. La castaña frunció el ceño, extrañada, y cerró el grifo.

—Kwon, ¿estás ahí?

Yuri carraspeó, incómoda. Había empezado a ordenar los objetos que estaban sobre su mesita de noche para mantener su mente ocupada y disimular. Lo último que quería era que Jung d

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Comments

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Kkomofam #1
Chapter 16: Just now i found out this story, and it's beautiful
Eriika
#2
Chapter 16: Yo quiero saber que le dice
Eriika
#3
Chapter 15: 7w7
Eriika
#4
Chapter 14: Alv
Eriika
#5
Chapter 10: Omaiga
Eriika
#6
Chapter 9: Awww
Eriika
#7
Chapter 3: Creo que ya lo había leído con anterioridad
Eriika
#8
Veamos
DollySweet
#9
Chapter 16: Que lindo!.me gusto mucho la adaptacion!
jramirez #10
Chapter 16: Te felicito, de verdad me gusto mucho la adaptación y espero poder seguir disfrutando de las adaptaciones que haces. :D