—Taecyeon, lo digo completamente en serio: como no dejes de jugar con la pajarita, te ahogaré con ella.

Taecyeon bufó con desesperación. Había hecho todo lo posible por aflojar el nudo de su pajarita sin descomponer su atuendo, pero todavía no había sido capaz de sentirse a gusto vestido como un pingüino.

—No dirías eso si fueses una chica.

—Es una chica —matizó Donghae—, tu exnovia, para ser más exactos.

—Bah, ya sabes a qué me refiero.

Donghae alzó una ceja. No, desde luego no sabía a qué se refería su mejor amigo, pensó mientras él volvía a estirar el cuello y a meter los dedos entre la nuez y el ajustado lazo de la pajarita. Iba a preguntarle qué quería decir con esa afirmación tan rara cuando vio que alguien se acercaba a hablar con ellos.

—Hola, chicos. Hola, cariñín.

Bae Suzy, la antigua secretaria de Taecyeon y ahora su orgullosa nueva novia, depositó un beso en su mejilla y alzó la copa que traía en la mano para brindar con Yoona, que estaba a punto de pegarle un sorbo al contenido de la suya. Taecyeon pareció ver el cielo abierto con este gesto, porque aprovechó para tirar disimuladamente de la manga de Donghae, haciéndole gestos con la cabeza para que se alejaran un poco de ellas.

—¿Qué ocurre? —preguntó Donghae tan pronto se distanciaron unos metros.

Ahora estaban fingiendo que atacaban una de las bandejas de canapés que los camareros habían servido minutos antes, aunque en realidad ninguno de los dos estaba probando bocado—. Taecyeon, llevas toda la tarde muy raro, ¿qué pasa?

—Es Suzy.

—Sí, ¿qué le ocurre?

—No lo sé, está histérica.

—Yo la veo perfectamente calmada —opinó Donghae tras chequear con disimulo a la muchacha. En ese momento le estaba riendo una gracia a uno de sus amigos.

—Pero solo aparentemente —matizó Taecyeon, de nuevo en guerra con su pajarita.

Hacía demasiado calor—. Lleva todo el día quejándose porque tenemos que estar en la misma fiesta con quien tú ya sabes —afirmó, desviando la mirada hacia Jessica.

Donghae se reajustó las gafas sobre el puente de la nariz y suspiró.

—¿Pero no se suponía que ya lo teníais superado?

—¡Eso es lo que he intentado decirle toda la tarde! —protestó, encolerizándose—, pero no me hace caso. No para de preguntarme si estoy seguro de que la he olvidado. ¡Ya no sé cómo explicárselo!

—¿Le has contado lo que hay?

Taecyeon no comprendió durante unos instantes y miró a Jessica de refilón, como para asegurarse de que estaban hablando de la misma persona. Después cayó en lo que intentaba decirle su amigo.

–Eh... no.

Donghae sonrió con picardía. Rodeó el hombro de su amigo, le dio unos golpecitos tranquilizadores en la espalda y le dijo: —Pues, créeme: después de esta noche, ya no tendrás que preocuparte nunca más.

***

—No es por meter presión, Jessica, pero llega tarde.

—Lo sé.

—Yo solo lo comento.

—Pues no lo hagas más, que me estás poniendo nerviosa. —Jessica consultó por octava vez su reloj—. Cambiemos de tema, cuéntame algo.

—¿De qué quieres hablar? —le preguntó Yoona, dándole un generoso trago a su copa.

En apenas dos sorbos se la había bebido toda. Cuando la copa llegó a la altura de su nariz y pudo ver lo que tenía enfrente, estiró el dedo índice para señalar.

—¿Has visto a esos dos? Cuchicheando como colegiales. Creo que Suzy le está dando la noche a Taecyeon.

—¿Tú crees? ¿Por mi culpa? —se interesó Jessica. Echó un vistazo rápido y disimulado a la secretaria de su ex. La chica parecía estar aburriendo tantísimo a Seohyun que la pobre no pudo reprimir un bostezo—. No sé, yo la veo bien. Parece estar pasando un buen rato.

Yoona alzó una ceja con descrédito, no parecía estar para nada de acuerdo con lo que acababa de escuchar.

—Jessica, por favor, no subestimes nunca la capacidad de una fémina alfa para fingir en público —le advirtió—. Pero tú no tienes que sentirte culpable. Las cosas están muy claras entre vosotros y ellos llevan meses juntos. Es la batalla de Taecyeon, no la tuya. Tú no has podido ser más franca.

—Ya, pero...

—Pero nada. ¿Te apetece un canapé? —la interrumpió Yoona—. Me muero de hambre.

—Sí, vamos.

—Llega tarde.

—Lo sé. Sabes que te quiero, pero mira que eres pesada.

***

— Suzy está a punto de asesinar a Taecyeon, ¿verdad?

Donghae miró a su novia de arriba abajo como si fuera la primera vez que la veía.

Daba igual los años que llevaran juntos, Yoona nunca dejaba de sorprenderle. A veces era como si pudiera leerle la mente.

—¿Qué? No me mires con esa cara. ¡Es evidente!

Donghae echó un vistazo por encima de su hombro y se aseguró de que Jessica y Taecyeon no podían escucharles. Se alegró al ver que estaban justo a sus espaldas, charlando amigablemente mientras Taecyeon engullía los aperitivos de dos en dos.

—Si tan evidente es, no necesitas que te confirme nada —bromeó el muchacho.

—Odio cuando haces eso, Hae. Si sabes algo, dilo; si no, cállate. Es así de fácil.

—Ya sabes lo mucho que me gusta ponerte nerviosa.

—¿Quieres que te ponga yo nervioso a ti? De acuerdo. —Yoona se limpió las manos en una servilleta que cogió del montoncito que había encima de la mesa. Parecía estarse tomando su tiempo para dar el golpe de gracia a su novio—. ¿Has visto lo bonito que está todo? ¿Crees que deberíamos contratar la misma empresa de arreglos florales para nuestra boda?

Lo dijo tan rápido, de una manera tan inesperada que Donghae escupió el contenido de la copa de champán que estaba bebiendo.

—¿Qué ha pasado? ¿Va todo bien?

Donghae le hizo un gesto a Taecyeon con la mano para darle a entender que estaba todo bajo control a pesar de los estertores de tos que le asaltaron tras haberse atragantado con el líquido burbujeante. Taecyeon sonrió, meneó la cabeza con diversión y se dio la vuelta para retomar la conversación donde la había d