Capítulo 14: Eso
101 razones para odiarla.—Hola —fue todo lo que dijo Yuri. A pesar de la simpleza del mensaje, le costó muchísimo decirlo. Una oleada de calor subió por su pecho. Tenía a Jessica enfrente, después de tanto tiempo y resultaba raro, porque a pesar de todo, había una extraña familiaridad en la escena. Era como volver a estar en casa.
La castaña sonrió con nerviosismo.
Yuri guió la marcha hasta la mesa, dejando un rastro de su perfume en el aire que Jessica apreció inmediatamente, y que le hizo ponerse todavía más nerviosa de lo que estaba.
La morena se había acicalado para la ocasión, era evidente, aunque no le hubiera puesto excesivo empeño. Olía bien, iba maquillada, llevaba el pelo recogido en una coleta y varios mechones rebeldes se descolgaban por su nuca blanca, suave, ligeramente perlada por el sudor que le causaban los nervios.
Por el contrario, ella se sentía sucia, sudada después de un largo día de trabajo, de los apuros en el aeropuerto, primero, y la búsqueda de un taxi, después. Habría matado por una ducha. Se sentía tan fea que se encogió levemente en la silla.
—Estás preciosa —le dijo Yuri, como si le hubiera leído el pensamiento, consiguiendo que se ruborizara pero también que se sintiera un poco más a gusto.
Estudió a Yuri con recelo, y al ver cómo brillaban sus ojos oscuros supo que no era una burla. Realmente ella pensaba que estaba guapa, incluso así de desaliñada.
—Tú también. Vaya, estás estupenda, la verdad.
¿Y ahora qué? Alguien tenía que romper el hielo y Jessica no sabía cómo hacerlo.
Así que probó con lo típico, lo que se había estado preguntando desde que había recibido el mensaje.
—No esperaba que me llamaras tan pronto —comentó, arrepintiéndose en cuanto las palabras salieron de su boca—. Quiero decir que no esperaba que me llamaras.
—Ya. —Yuri se colocó la servilleta sobre el regazo, y empezó a jugar con la copa que tenía delante—. Si te digo la verdad, yo tampoco esperaba hacerlo.
—¿Y por qué lo has hecho?
—Te fuiste.
—Ah, eso. Quería decírtelo, pero no sabía si… ya sabes.
—¿Cómo es que Kang permitió que te fueras? —A Yuri esto le causaba especial curiosidad. No era habitual que el jefe se resignara a perder a uno de sus mejores editores enviándole a una oficina muerta. Esta decisión le había sorprendido casi tanto como su traslado. Quizá más, conociendo los poderes de persuasión del editor.
—Supongo que fue una causa de fuerza mayor. —Jessica tomo una gran bocanada de aire. Se le hacía extraño estar hablando de esto con Yuri, pero comprendía su sorpresa e interés—. Kang estaba enterado de lo que ocurría entre Taecyeon y yo. Al final, la situación se hizo insostenible y decidí que sería bueno poner distancia entre nosotros.
Necesitaba tanto un cambio que era eso o dejar la editorial para buscar otro trabajo.
Supongo que prefirió concederme un tiempo para aclarar las ideas.
Yuri asintió y dio un sorbo lento a su copa.
—¿Te fuiste por él? —preguntó, aunque ambas sabían que la pregunta que deseaba hacer era otra.
Jessica esbozó una sonrisa de medio lado.
—En parte, sí. En parte, sabes muy bien por quién me fui.
A Yuri no le hizo falta escuchar nada más. Sintió la esperanza tomando forma en su interior y se sentía bien, como una cálida ola de verano que se lleva las marcas de los pies en la arena. Reprimió las ganas de coger la mano de Jessica, que reposaba, pálida e insegura, al lado de su servilleta.
Se moría de ganas de hacerlo, pero aquello no era una cita. Ella no había querido que lo fuera y deseaba respetarla, así que volvió a hundir la nariz en su copa para dar otro trago, esta vez un poco más largo, ansiosa por descubrir lo que aquella noche podía depararles.
—No funcionó, ¿sabes? Me refiero a lo de Taecyeon. —Jessica tuvo que aclararse la voz para seguir hablando—. Lo intentamos, pero al final nos dimos cuenta de que lo nuestro no tenía futuro. Tanto uno como el otro habíamos aniquilado lo más importante en una pareja: la pasión, la espontaneidad. De alguna manera nos habíamos convertido en unos autómatas y yo no era feliz.
Yuri asintió. Tenía ganas de interrogarla, pero no estaba segura de que fuera lo más conveniente. Después de pensarlo unos segundos, llegó a la conclusión de que una no estaría de más, con una sola pregunta demostraría interés.
—¿Y qué tal con él? —dijo—. ¿Y con tus amigos?
Pero la contestación quedó interrumpida por el camarero, que se acercó a la mesa para preguntar si ya podía tomar nota y la conversación tomó entonces otros derroteros.
Yuri le contó lo que había estado haciendo durante su exilio voluntario y Jess
Comments