Capítulo XIX
1. ExistenceEl cielo oscuro comenzó a agitarse alrededor de un centro de luz. Agarré el brazo de Taeyeon con mis dos manos como si estuviera a punto de desaparecer.
—¿Qué está pasando? —Le pregunté sobre el sonido del rugir del viento en la distancia. Taeyeon negó con la cabeza, con los ojos sobre Hyoyeon.
Ella miró de Taeyeon a mí. —Van a llevarla. Gracias a ti, será considerada como una de los menos. Ha caído. Rompió las reglas. —Hyoyeon empezó a gritar a través de la tormenta, como vientos encerrando el intercambio de información. Solté a Taeyeon y caminé hacia delante, sabiendo que tenía que detener esto y ella no me iba a decir cómo.
—¿Qué puedo hacer? —Le grité a Hyoyeon.
Ella miró a Taeyeon detrás de mí. —Ella no es como los otros seres humanos. Es por lo qué te enamoraste de ella cuando nadie más te tentó. Déjala que tome esta decisión.
—¡NO! —Gritó Taeyeon detrás de mí con una intensidad de su voz rayando en pánico. Corrí hacia Hyoyeon, con miedo a que Taeyeon pudiera detenerme.
—Dime. —Le exigí. Ella me miraba, mientras sus brillantes rasgos parecían cada vez más de otro mundo. La tormenta se hizo más fuerte. Su cabello rubio se azotaba violentamente a su alrededor, creando la apariencia de lo inmortal que era.
—Ella sólo puede ser perdonado si tú mueres. Ella es La Muerte y tendrá que aceptar tu alma. Sólo puedo hacer lo que se requiere para matar a tu cuerpo pero al final hasta que Ella ya no exista, La Muerte tiene que tomar tu alma.
—¡NO! ¡NO LA TOMARÉ! ¡ELLA ES UN ALMA NUEVA! ¡MI DEBILIDAD NO LA CONDENARÁ! —Taeyeon rugió detrás de mí y sus brazos me apartaron de Hyoyeon.
Ella ignoró la protesta Taeyeon y continuó mirándome mientras la tormenta se hizo más fuerte. Yo tenía un poder aquí que Taeyeon no admitiría y Hyoyeon se encontraba demasiado asustada para decirme. Lo intentaba. La amiga que pensaba que había hecho en la casa mental, en verdad podría ser mi amiga, después de todo. No había ninguna intención malvada en su mirada, como había visto en los ojos del otro transportador. Ella suplicaba silenciosamente conmigo. ¿Cuál fue la elección? Si Taeyeon se negó a tomar mi alma, entonces, ¿Cómo iba a matarme? Incluso cuando caminé directo a sus brazos. Los brazos de Taeyeon parecían estar luchando contra un tirón de la tormenta que no venía por mí o Hyoyeon. Se encontraba aquí por Ella. Levanté la vista hacia Ella y toqué su rostro angustiado, tan lleno de determinación por salvarme, dispuesta a ser absorbida hacia el Infierno.
—Te amo. —Le dije, haciendo que su cara se retorciera de dolor.
—Yo no soy una mujer por lo que no tengo un corazón que ame como un ser humano lo hace. Soy una diosa inmortal que vive con el poder supremo porque poseo las llaves de La Muerte. Pero tú eres mi existencia. Yo soy tuya. —Lágrimas calientes corrían por mi rostro mientras miraba la cara de alguien que comprendió una emoción mucho más fuerte que mis débiles palabras, débiles de amor. Su brazo fue arrancado de mí por la fuerza de la tormenta de viento y permaneció como la diosa que era mientras un embudo oscuro se formó alrededor de ella.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho y corrí hacia Hyoyeon, sabiendo de alguna manera que había algo que podía hacer. Ella me podía llevar, podía verlo en sus ojos. Para mí, era una manera de detener esto. Hyoyeon me miraba cuando me acerqué a ella y me di cuenta de la esperanza parpadeando en sus ojos.
—¡Ayúdala! Haz lo que puedas, pero no dejes que se la lleven, por favor. —Le grité por encima del ruido detrás de mí, arrancado del pecho de La Muerte. Hyoyeon asintió y miró por encima del hombro.
—Ella hizo el sacrificio. Se acabó. —Hyoyeon, anunció con un tono dominante alto y profundo. Sus ojos se volvieron a mí cuando me tocó con su mano en la cabeza.
El aire a mi alrededor cesó. Ya no podía extraer oxígeno para mis pulmones. Necesité de toda mi fuerza de voluntad para no tratar de tomar aire. Si Taeyeon me vio luchando yo sabía que iba a luchar contra cualquier fuerza que le unía a librarme del poder de Hyoyeon. El suelo frío y húmedo se levantó a mi encuentro y yo yacía inerte y el dolor agudo de la asfixia me quemó los pulmones. La tormenta a mí alrededor se desvaneció. No oía nada más y ya no sentía. Era diferente que antes. Esta vez el dolor se apartó rápidamente y la oscuridad me consumió.
* * *
El olor a café y tocino llenaron mis sentidos mientras inhalé un respiro tan dichosamente dulce, que me despertó con un sobresalto. Me senté y miré alrededor de mi habitación. Me encontraba en mi cama. Tragué saliva y mi garganta se apretó de dolor. Me toqué el pecho y lo sentí sensible, como si me hubieran dado un puñetazo justo sobre el lugar donde descansaban mis pulmones dentro de mí. Todo había sido real. Aturdida, me puse de pie y me acerqué a la ventana para mirar hacia el bosque detrás de mi casa.
¿Mostrarían evidencia de los vientos huracanados que azotaron anoche, luchando para tomar a Taeyeon? Los árboles se alzaban igual como cuando yo había entrado en ellos la noche anterior. Las hojas soplaron suavemente en la brisa. Esto andaba mal. Me había entregado por La Muerte. Hyoyeon me podría haber tomado. Lo había visto en sus ojos. ¿Tenía Taeyeon aún en posesión el poder de detenerlo incluso con el Infierno tirándola lejos? Yo me encontraba viva y aquí en mi casa, respirando, cuando había pedido dejar este cuerpo atrás y cesar mi vida en la tierra.
—No. —Susurré contra el cristal de la ventana, mientras las lágrimas corrían por mi cara. —Quería morir. Esta existencia que me has dado no vale nada sin ti. No puedo vivir con el hecho de que tú ya no... —Un sollozo sacudió mi cuerpo y mis piernas cedieron y me desplomé en el suelo. Acurruqué mi cuerpo en una bola, intento de lidiar con el dolor rasgando mi pecho. Esto no era una existencia con la que podría vivir. Yo había estado tan segura de que Hyoyeon conocía una forma de salvarla.
Esta, esta vida donde Taeyeon fue condenada al Infierno y a mí se me permitió seguir adelante como si nada hubiera pasado, sería mi Infierno personal.
—Dime, Fany-ah, ¿Eres siempre así de dramática? —Me sacudí al sonido de la voz de Hyoyeon y levanté los ojos hinchados para encon
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