Capítulo I
1. ExistenceNo la mires y ella se irá. Cantaba en mi cabeza, mientras caminaba hacia mi casillero. Me tomó una enorme cantidad de fuerza de voluntad no mirar sobre mi hombro.
No sólo la alertaría, podía ver que era inútil, también sería estúpido. Los pasillos ya se encontraban llenos de estudiantes. Aunque, si ella me hubiese seguido dentro de la escuela, de todos modos lo habría visto con bastante facilidad a través de la multitud de personas. Permaneció apartada, justo como todos ellos lo hacían, sin moverse y observando.
—¡Agh!¿Has visto a Siwon? Quiero decir, honestamente ¿Puede ser más caliente? Oh sí, sí que puede. —Jessica Jung, mi mejor amiga desde la escuela primaria, chilló mientras me agarraba del brazo.
—No, no lo he visto. El entrenamiento de fútbol debe de haber coincidido con él. —le contesté con una sonrisa forzada. No me podría importar menos cuán caliente podía lucir Choi Siwon. Jessica entornó los ojos y abrió el casillero junto al mío.
—En serio, Tiffany, no entiendo cómo puedes ser tan inmune a una persona tan intensamente y.
Logré una sonrisa genuina y deslicé mi bolso por encima del hombro.
—¿y? Por favor dime que no dijiste y.
Jessica se encogió de hombros. —No soy un pozo sin fin de palabras descriptivas, como tú.
Me atreví a echar un vistazo por encima del hombro. Los pasillos se encontraban llenos de gente normal, gente que vive. Hablaban, reían, y leían sus horarios. Todo era muy real. Dejé escapar un suspiro de alivio. Este era el primer día de mi último año. Quería disfrutarlo.
—Entonces ¿Qué clase tienes primero? —Pregunté, relajándome por primera vez desde que había visto a la chica muerta afuera, apoyándose tranquilamente sobre una mesa para el almuerzo mirándome directamente.
—Tengo Álgebra II. ¡Agh! Disfruté tanto Geometría el año pasado. Odié Álgebra en primer año y ya puedo sentir las vibras negativas saliendo de mi libro. —El estilo dramático que Jessica tenía para la vida en general nunca dejaba de hacerme reír.
—Yo tengo Literatura Inglesa.
—Bien, todos saben que te encanta eso. Oh, mira, mira, mira ahí está él. —Jessica chilló en voz baja, mientras asentía con la cabeza hacia donde Siwon hablaba con otros jugadores de fútbol.
—Odio no poder andar por ahí y disfrutar de Su Alteza contigo, pero ésta es mi parada.
Jessica se volvió hacia mí, entornó sus grandes ojos marrones, y me dio un saludo antes de hacer su camino hacia Siwon.
Los salones vacíos eran lugares que usualmente evitaba a toda costa.
Teniendo en cuenta el hecho de que la campana no sonaría hasta cinco minutos más, esta sala, sin duda, permanecería vacía por los próximos cuatro minutos. Si me hubiera quedado en el pasillo, habría sido arrastrada por Jessica a donde Siwon se rodeaba de sus escasos elegidos.
Sabía, sin dudar, que no le interesaba hablar con Jessica. Hemos ido con Siwon a la escuela desde que teníamos once. Desde su traslado de algún lugar al norte de la ciudad costera de Breeze, Florida, nunca nos había reconocido, a ninguna. No es como si me importara. No era mi tipo. Caminé hacia la mesa más cercana a la ventana y puse mi bolso en el piso.
Un movimiento, por el rabillo de mi ojo, hizo que los vellos de mis brazos se erizaran. Sabía que no debía quedarme en esta habitación vacía. Pero ya me encontraba aquí ahora y salir corriendo lo haría peor. Me volví para hacer frente a la misma alma que vi afuera, sentada en una silla en la parte posterior del salón de clases con sus pies apoyados sobre el escritorio frente a ella y los brazos cruzados casualmente sobre el pecho. ¿Cómo sabía que podía verla?
No le di ningún indicio. Normalmente, los fantasmas necesitaban una pequeña pista para darse cuenta que no era tan ciega como el resto del mundo. Algo era diferente con ésta. Bajé la mirada y empecé a voltearme. Tal vez debería ir con Jessica y el equipo de jockey que se encontraba en el pasillo. Si actuaba como si no la viera y caminara de regreso al pasillo, entonces ella podría pensar que había cometido un error y flotar o caminar a través de una pared o algo así.
—Realmente no quieres someterte a tan inútil compañía, ¿Verdad? — Una fría y suave voz rompió el silencio.
Agarré la silla de plástico duro a mi lado tan fuerte que mis nudillos se pusieron blancos. Luché contra un sorpresivo y pequeño llanto—casi un grito—en la parte de atrás de mi garganta.
¿Debería ignorarla? ¿Debería responderle? Dejarle saber que su presentimiento era cierto podría no terminar bien. Pero ignorar todo esto iba a ser imposible. Ella podía hablar. Las almas nunca antes me hablaron. Desde el momento en que me di cuenta que los extraños que con frecuencia me miraban o aparecían en mi casa vagando por los pasillos no eran visibles para nadie más que para mí, había comenzado a hacer caso omiso de ellos. Ver gente muerta no era una cosa nueva en mi vida pero escucharlos hablarme era definitivamente un nuevo giro.
—Te creía con más agallas. ¿Vas a decepcionarme también? —Su tono se suavizó. Había un acento familiar en su voz ahora.
—Puedes hablar. —dije, mirándola directamente. Necesitaba que supiera que no me sentía asustada. Había lidiado antes con almas errantes, porque eso me ha gustado pensar que son, toda mi vida.
Ellos no me asustaban pero prefería ignorarlos, de ese modo se marcharían. Si alguna vez pensaran que podía verlos, me perseguirían. Ella continuó observándome con una expresión divertida en su rostro. Pude notar que su sonrisa torcida dejaba ver un solo hoyuelo. El hoyuelo no parecía encajar con su actitud fría y arrogante. Por mucho que su presencia me molestaba, no podía dejar de admitir que ésta alma
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