Capítulo IV

Un ángel guardián

Estaba completamente emocionada. Tachó un día de su calendario y sonrió. Ese era el gran día: Lo volvería a ver. Esta vez, decidió no decirle nada y darle una gran sorpresa. Al pensar en ello, sentía como si mariposas revolotearan en su interior, y reía tontamente ante aquella sensación tan extraña. Arreglando su pequeño bolso, cerró los ojos y exhaló con fuerza. Se sentía preparada para volver a verlo una vez más.

Debido al reducido tamaño de la ciudad, no le tomó mucho tiempo llegar a la estación de trenes y tomar el que la llevaría a su ansiado destino.

¿Qué haría cuando lo viera? Eso fue lo primero que pensó. La verdad, desconocía su comportamiento al verlo nuevamente.

¿Temblaría? ¿Reiría desquiciadamente?

Negó con la cabeza a esto último y decidió calmarse, aun así su corazón latía con fuerza al pensar en él. Ladeó su cabeza y cerró lento los ojos, se durmió casi instantáneamente. Por lo tanto, el viaje  de horas fue, a penas, un santiamén para ella. En cuanto comprendió que ya se encontraba en su destino, se incorporó e inmediatamente salió del tren, ahora, en dirección a la pequeña villa en donde él vivía. Pero sólo después de haber caminado un par de calles sintió su estómago rugir, así que decidió ir en busca de comida para luego reanudar el camino. Se acercó a un puesto y pidió un comida rápida; mientras lo esperaba, avistó entre la multitud un rostro ya conocido. Al principio no se dio cuenta y siguió mirando aquella muchedumbre, pero pocos segundos después una imagen saltó en su mente: era su agresor, y “su oppa” ya no estaba a su lado para defenderla. Volvió inmediatamente la vista al lugar en donde creyó haberlo visto, pero ya no había nada. Recibió temblorosa su porción y lo pagó. Cerró los ojos, “sólo imaginaciones mías”, pensó. Casi inmediatamente volvió a lo suyo, evitando a toda costa voltear para asegurarse de la presencia de susodicho.

Pero, la verdad, aquel que creyó haber visto no sólo estaba ahí. Ahora analizaba con detención sus pasos mientras la seguía con cautela. Ladeó una sonrisa al ver que había tenido razón: El otro sujeto ya no se encontraba con ella.

 

“Esto será divertido”

 

Luego de tomar un autobús y caminar un par de calles, llegó por fin a la calle grabada en sus recuerdos.

Suspiró para tranquilizarse, ya que sentía que no podía esperar más para verlo. Sin embargo, a medida que se acercaba a la pequeña casa de color blanco su gesto de incomprensión se hacía más evidente.

La casa estaba totalmente abandonada. Las flores del jardín estaban marchitas y la pintura de la casa estaba comenzando a caerse. De no haber sido ella misma quien estuvo en aquel lugar por varias semanas, habría dado por seguro que aquel lugar no había sido habitado en años.

 ¿Qué había pasado con la casa y con su oppa? Tomó valor y tocó la puerta de un vecino. A recibirle salió una señora de apariencia madura, se saludaron educadamente y fue directo al grano con su cuestionamiento.

 

-La verdad, no sé qué ocurrió. -La señora respondió- Ten repentino como vino a éste lugar, se fue. Lamento no saber nada más.

 

Siguió tocando las puertas de residentes cercanos, y sus respuestas no eran nada alentadoras. Le decían que aquella casa siempre había tenido aquella apariencia desgastada, excepto cuando aquel misterioso muchacho llegó a habitarla. Entonces su color volvió y las flores del pequeño jardín renacieron, pero jamás vieron algún tipo de camión dejando o llevando cosas de aquella casa. Todo fue un misterio para ellos.

 

“De pronto desapareció de la faz de la tierra...” -sonrió tristemente mientras repetía aquella frase mentalmente.  Se encontraba caminando por el parque sola, sostenía un vaso de cappuccino en sus manos y decidió mirar a su alrededor. Aún había pequeños montoncitos de nieve como recuerdo de que alguna vez el invierno pasó por allí. Recordó fugazmente aquellas guerras de bolas de nieve y esos abrazos para aplacar el frío. Alzó la vista y miró las estrellas

 

– Oppa ¿dónde estás?

 

Se sentó sobre el césped cercano al lago ignorando la hora que era. Sabía que debía estar en un momento más en el lugar al cual había pedido alojarse por esa noche, pero en ese momento sólo tenía mente para pensar en aquella incomprensible partida.

La aparente ausencia de personas en aquel bello parque daba una apariencia majestuosa y llena de paz al lugar. No había más que los ruidos nocturnos de algunos insectos y los autos corriendo por las calles varios metros más allá. La luz de la luna se reflejaba en el lago, dando también brillo a los ojos de la joven.

Pero ,realmente, no estaba sola como ella pensaba. El desconocido también estaba allí, recostado sobre el tronco de un árbol en las sombras. La había seguido durante todo el día, hasta que pudo por fin descansar en aquel lugar. Miró atento su reloj; ya casi era medianoche. Sonrió en la oscuridad desde la cual admiraba a la muchacha. Tenía la certeza de que ahora sería suya y que nadie se lo impediría.

Dando las 12, su respiración comenzó a agitarse. De pronto comenzó a sentir calor casi insoportable, por lo que se deshizo de su abrigo, aunque aun así no dejaba de sudar. Se limpió algunas gotas de su frente, pero no se escandalizó por lo que le estaba pasando. Sucedía periódicamente, después de todo. Cerró sus ojos un largo rato; ya para cuando volvió a abrirlos, no eran iguales. Ese café intenso que brillaba naturalmente en sus ojos había sido reemplazado por un celeste extremadamente claro. El vello de sus brazos también estaba erizado y parecía estar aumentando su densidad paulatinamente.

Ese era sólo el comienzo.

 

Volteó su cabeza, para encontrarse con un par de profundos ojos claros que la miraban a unos cuantos metros de distancia. Por un momento sintió que su corazón se había detenido, pero luego comenzó a latir increíblemente rápido cuando LuHan ladeó sus labios. Se levantó lo más rápido que pudo para correr todo lo lejos que podía, y mientras la criatura la miraba alejarse, emitió un horrible gruñido en señal de desaprobación. Ella sabía que no servía de nada alejarse, ya que, incluso a medio transformar, era mucho más rápido que ella. Con su respiración agitada, entendió que la muerte la rondaba de cerca, ya lista para hacerse de ella, pero seguiría escapando mientras sus piernas se lo permitieran. Logró adentrarse varios metros en el parque, y justo en donde un conjunto de árboles impedía el paso de la poca luz que había, tropezó. En lugar de levantarse y seguir corriendo, decidió ocultarse tras ellos y no emitir algún tipo de grito o sonido que lo atrajera.

 

-¿Qué sucede, cariño? ¿De quién te escondes?

 

Nunca detestó su sarcasmo tanto como entonces.

La que hablaba era una voz bastante distorsionada. Prácticamente hablaba entre gruñidos, y aunque fuera poco entendible, ella captó el mensaje de inmediato. Muchas veces se había preguntado el cómo sabría cuando su fin hubiera llegado, y la respuesta la obtuvo en ese mismo instante.

No quiso voltear a verlo. Ya la había alcanzado y descubierto su escondite; no había más escapatoria. Casi de inmediato se abalanzó sobre ella, y ni siquiera en ese momento lo miró a los ojos. Después de todo, ¿para qué? Ya conocía esa mirada de desquiciado. Ya la había visto en una noche muy similar a esa. Él acercó su transformado rostro a su cuello y posó su nariz sobre él. Respiró fuerte sobre su delicada piel varias veces, y cuando subió la cabeza para tener una vista general de ella, descubrió las lágrimas que brillaban en sus ojos. Lágrimas de impotencia, terror y tristeza, porque su guardián ya no estaba ahí para protegerla. Se acercó una vez más al cuello de la menor, y posó su lengua sobre él, casi como degustándola y jugando con el miedo que la invadía.

Siguió cerca, aspirando el aroma de su perfume. Y se alejó con un brinco. Dio unas cuantas vueltas inquietas, mientras ella lo vio como la perfecta oportunidad para escapar; pero inmediatamente le gruñó en señal de advertencia.

De todas maneras, no hubiera llegado muy lejos cuando él ya le hubiere alcanzado.

 

-No más remordimientos-

 

Esa fue la frase que sintió emergió de los labios de LuHan, quien volvió a posesionarse sobre ella con sus garras en sus hombros. Se acercaba a su cuello una vez más, pero extrañamente fue aprisionado contra un árbol por alguien de blancas vestiduras y gran altura. Lo sostuvo ahí por un instante que para ella fue eterno, y lo lanzó varios metros lejos. Una vez hecho esto, se acercó a la menor para cerciorarse de su bienestar y se arrodilló junto a ella. Sólo entonces la muchacha comprendió que se trataba de SuHo. Lo miró detenidamente; su altura realmente había aumentado, era aproximadamente 2 o 3 veces más alto que un humano promedio y tenías grandes y maravillosas alas que hacían caer en cuenta la dedicación de su creador al decidir darle forma. Ahí, a su lado, le sonrió. Sabía que su sonrisa la tranquilizaba.

Pero pronto ese mágico momento se vio interrumpido por LuHan, quien se acercaba a toda velocidad, decidido a exterminar a quien se interpusiera entre él y su presa. Pero el guardián no  tenía miedo, por lo que se posesionó delante de ella,  interfiriéndole. La criatura se abalanzó con todo lo que podía sobre él, aun cuando no tenía chance en su contra. De inmediato SuHo lo tomó entre sus manos y apretó su cuello entre ellas.

 

- Te advertí que no volvieras a acercarte a ella, LuHan.

- Espera -dijo su distorsionada voz ahogada- hagamos de esto algo más justo. De hombre a hombre.

 

Joonmyeon  aceptó, y en pocos segundos volvió a tomar su forma humana. Su altura disminuyó y ese resplandor que emitía se apagó. Por su puesto, sus hermosas alas se fueron también. Entonces, aparentemente indefenso, la criatura volvió a arremeter contra él, derribándolo de inmediato. Ahí, teniéndolo entre sus garras y sin escapatoria, lo observó detenidamente; al cabo de unos segundos apartó su rostro asqueado por la pureza que veía en los ojos del guardián. Se dio el lujo de burlarse unas cuantas veces de él mientras pudo.

 

-Dime, ¿quién es el desventajado ahora? -

 

Aquel era el último de sus comentarios antes de decidir acabarlo por completo. Dio un pequeño gruñido, y acercó una de las garras al cuello del más pequeño. Pero, Joonmyeon, sin una pizca de terror, ladeó una sonrisa aun cuando su vida podía acabarse en cualquier momento.

 

-Sigues siendo tú.

 

La muchacha contemplaba la escena unos cuantos metros más lejos. Sentía que debía correr, pedir ayuda, defenderlo aunque sea. Pero sus piernas no respondían, estaban hechas gelatina luego de su ardua jornada aquel día. Sintió que el tiempo se había congelado en aquella escena tan angustiante. La de ver a su agresor apunto de hacerse de su guardián. Pero Joonmyeon aún tenía la espada que traía hace un par de minutos, y en una maniobra la desenvainó, para luego atravesar con ella a la extraña criatura. Así quedó por larguísimos segundos, hasta que la lanzó contra un árbol. Allí, en una intensa agonía, emitió un último aullido, e inexplicablemente se hizo polvo, el cual quedó en el aire por largo rato.

El guardián mantuvo su firme postura, para luego acercarse a la menor, quien confundida y agotada, perdió la conciencia en ese mismo instante.

 

Cuando despertó, ya no se encontraba en el parque, sino en la cama de la habitación que había alquilado. Estaba completamente cubierta por frazadas.

Aunque el cuerpo le dolía terriblemente, decidió sentarse en la cama y, una vez que lo logró, un trapo tibio cayó de su frente a sus muslos. Frunció el ceño cuando se detuvo a observarlo.

¿Qué había pasado después de anoche?

Se miró los brazos y el cuerpo. Estaba llena de moratones y rasguños. Cerró los ojos un momento para pensar. Trataba de convencerse a sí misma de que lo que aparentemente recordaba sólo era parte de algún sueño que había tenido, pero sus dudas se disiparon cuando, por la puerta de la habitación, vio entrar a Joonmyeon. Ella saltó de alegría en su puesto, pero no le dejó levantarse indicándole que él se acercaría. En sus manos traía una bandeja con comida para que ambos compartieran, pero sólo alcanzó a ponerla en el velador, ya que la menor lo aprisionó en un fuerte abrazo.

 

-Oppa, oppa. No me dejes nunca más.

 

Repetía insaciable entre sollozos. Él, un poco pasmado, correspondió lento a su abrazo para dejar que ella depositara unas cuantas lágrimas en su hombro. Después de estar bastante vacilante, decidió contarle a la menor todo lo que había sucedido. Cómo había llegado ahí, por qué y, sobre todo, confesando lo que él era realmente.

 

-Entonces -ella bajó la mirada- ¿te irás de nuevo? ¿Para siempre?

-En realidad... -hizo una larga pausa para luego sonreír- No me iré nunca más, porque he recibido órdenes para protegerte por toda la eternidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

---------------------------

¡Muuuuuchas graciaaas por haber leído~! Espero haya sido de su agrado :D

Ya sé que tengo un montón de cosas que mejorar aún...De hecho, sólo me preocupé de arreglar un poco más del tercer capítulo en adelante [jiji(?)] pero si tienen críticas constructivas para esta principiante pueden déjarlas, serán muy bien recibidas.

Nuevamente gracias por haber leído, que tengan un lindo día.

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
MimiXD #1
Chapter 5: Waaaaaaaaaaaa!!!!! Ok ok esto fue hermosooo y porque estoy sonrojada????? Jajajaajajaja ya tengo 3er bias!!! Mi angel joonmyeon!!!! Me encantooooo!!! Sigue escribiendo autora-nim!!! Eres geniallllllll!!!!! └(^o^)┘└(^o^)┘└(^o^)┘└(^o^)┘●﹏●●﹏●●﹏●●﹏●◑▂◑●▽●●▽●●▽●●▽●