POV Young

Nada nunca me había parecido algo difícil. Nunca antes me había arrepentido de alguno de mis actos, todo para mi parecía tener algún tipo de explicación razonable para mi forma de actuar, claro… siempre parecía tener una excusa para mis errores, porque para mí siempre había parecido una buena razón el que mis padres me habían abandonado, no podían culparme por comportarme de mala manera, porque nunca antes algo bueno había sucedido en vida.

Todo a mí alrededor siempre parecía desaparecer cuando lo sentía cada vez más cercano a mí, pero todo siempre termina derrumbándose ante mis ojos, y por más que intentase componerle seguía derrumbándose. Y por ultimo lo único que quedaba eran los buenos recuerdos, las cenizas de lo que pude construir, pero parecía estar mal construido ya que todo siempre terminaba destruido.

La decepción siempre había sido una constante en mi vida, era costumbre para mí las despedidas porque siempre terminaba huyendo porque aunque me mostrase de otra manera, la verdad es que era una completa cobarde. Nunca podía arreglar los daños que causaba.

Mi cabeza comenzaba a prepararse para otra derrota, de nuevo había cometido un error, todo a mi alrededor parecía confuso. Me sentía ajena a la situación. Solo podía escuchar los gritos de las personas que me importaban, y entre esas personas se encontraba ella. Mirándome con los ojos llenos de lágrimas.

-¡TE ODIO!-recito mirándome con asco mientras luchaba contra mis pensamientos, solo cubierta con mi ropa interior, nunca antes me había sentido tan expuesta y avergonzada. 

-No es lo que parece-me excuse, buscando mi ropa alrededor. No podía creer lo que estaba sucediendo-Jiwon esto no es lo que parece, déjame explicarte-suplique cubriéndome con la camiseta que antes había usado. No podía recordar siquiera como había llegado al departamento.

-¡No quiero tus jodidas explicaciones!-me grito histérica, las demás se dedicaban a mirar la escena desde la puerta. No entendía lo que sucedía. ¿Por qué todas ellas estaban en el departamento?

-Jiwon por favor, esto no…-antes de que pudiese siquiera seguir hablando ella me abofeteo con fuerza, nunca antes me había golpeado. Sus ojos llorosos me hacían sentir un gran dolor en el pecho, le había lastimado. Sin poder evitarlo mis propias lágrimas comenzaron a empaparme el rostro.

-No vuelvas a llamarme en tu vida. ¡Me das asco! Esto se termino, pensé que podías cambiar. Veo que me equivoque-soltó obviamente herida. Sus palabras fueron como dagas directo a mi corazón. Ella corrió fuera de mi vista, y no pude hacer nada en contra de ello.

-No puedo creer que hayas hecho esto-ni siquiera había sido capaz de percatarme de las otras personas que disfrutaban de la función.

-Bo Hyung…

-No vuelvas a buscarla… si te veo cerca juro que te romperé la cara-me advirtió, me congele. No podía creerlo.

-Unnie…

-Solo no te golpeare ahora mismo porque me das lastima-escupió como veneno antes de retirarse. Boa la siguió mirándome con desaprobación, segundos después pude escuchar el golpe de la puerta principal al cerrarse.

-Me divertí anoche-gire mi cabeza para mirar a la chica del bar, mi cabeza no era capaz de procesar lo que sucedía. Ella se levanto con descaro, recogiendo su ropa para vestirse.

-Lárgate ahora mismo…-ella gruño por lo bajo, mirándome como todas lo hacían con desaprobación.

-Tranquila cariño, ya me iba-respondió con descaro, caminando hasta mi lado-Me ha fascinado todo, eres fantástica y…-ella comenzó a hablarme al oído, ignorando mis ojos llorosos.

-¡LARGATE AHORA!-grito mi compañera de habitación.

-Bien… espero verte pronto-me giño un ojo antes de desaparecer, dejando todo en desorden, necesitaba explicaciones, apenas recordaba su nombre. Tan pronto como escuche la puerta cerrarse de nuevo sabia que el infierno se había desatado.

-No lo puedo creer… nosotras buscándote como loca y tu… acostándote con una perra-aquellas palabras me dejaron helada, nunca espere que ella me hablase de esa forma.

-Nicole yo…

-No queremos escusas Young Soo. Lo que hiciste no tiene excusa, te comportaste como una completa idiota-me reprendió nuestra líder.

-Lo se Gyuri pero…

-Nos decepcionaste-eso fue la gota que derramo el vaso, no pude contenerlo más. Mi cabeza estaba repleta de ideas, todo a mí alrededor parecía cada vez más confuso. La cabeza comenzó a punzarme, y no sabía la causa, tal vez era por las lágrimas derramadas o por el alcohol excesivo que no recordaba haber consumido.

-¡YA VASTA!-suplique sollozando-No me atormenten mas…-cubrí mi cara con las manos, buscando una respuesta, algo que me permitiese comprender lo que sucedía pero todo parecía inútil, no recordaba absolutamente nada de lo que había sucedido después de haber consumido un par de bebidas. Completamente perdida busque entre mis cajones mis medicamentos.

-No, no te drogaras ahora mismo-la pelinegra me alejo de los cajones.

-Hara quítate de mi camino-suplique pero ella me miro disgustada, la cabeza comenzaba a darme vueltas, me sentía completamente afligida, nunca me había sentido tan sensible-Yo… necesito salir…-las palabras apenas salieron de mi boca. Necesitaba aire, encerrada en aquella habitación sentía que me asfixiaba. Termine de vestirme y me dispuse a salir ignorando los llamados de mis compañeras.

El sentimiento de asfixia no se iría aun aunque caminase rápidamente fuera de aquel edificio, por más aire que tomase aquel sentimiento seguía presente. No tenía a donde ir, solo camine y camine, dejando que mis piernas me dirigiesen hasta donde debiese ir.

Aun no era capaz de recordar nada de lo sucedido la noche anterior, sabia quien era aquella mujer, habíamos tomado algunas copas y bailado un poco… por más que quisiese entenderlo no lo lograba.

-Necesito ver al doctor Cho-aun no era capaz de comprender como había llegado hasta aquel lugar, pero necesitaba hablar con alguien.

-El se encuentra ocupado… ¡señorita Lee!-sin hacer caso a la secretaria de mi psicólogo camine hasta la puerta y la abrí apresuradamente.

-Necesito hablar con usted…

-Lo lamento, ella no hi…

-Está bien, déjala pasar-me sentí aliviada al escuchar sus palabras.

-Como usted ordene-la mujer hizo una leve reverencia antes de marcharse.

-¿Qué la trae por aquí señorita no le temo a nada?-inmediatamente recordé la última sección con el hombre frente a mí.

-Yo… lamento lo de la ultima vez-admití avergonzada, sentándome frente a él, en aquella silla giratoria en la que siempre solía perder el tiempo dando vueltas, esta vez solo me dedique a sentarme.

-Está bien, yo también debo disculparme. Me he pasado un poco con lo de la última sección. Mi trabajo es ayudarte a sentirte mejor, debo esperar a que tú quieras hablarme de tus problemas, yo no puedo obligarte a decírmelos-el hablo con calidez, lo que de cierta forma me hizo sentir segura-¿Te encuentras bien? Pareces alterada, y más desalineada de lo habitual.

-Yo tuve un gran problema…

-¿Quieres hablar sobre ello?-lo mire por una fracción de segundos pero eso fue suficiente para hacerme sentir segura. Parecía dispuesto a escuchar mis problemas.

-Hace… hace una semana comencé a recibir inyecciones de vitamina B12. Tengo anemia perniciosa… es horrible pensar que otra cosa mala puede sucederme-admití con la cabeza agachada.

-¿Tienes miedo?-mi cabeza dio vueltas por el lugar-Esta bien tener miedo.

-Lo tengo… siempre lo he tenido-lo mire sonreírme.

-El miedo es un sentimiento normal.

-Ayer obtuve otra inyección…-retome lo que antes estaba explicando-Duelen mucho, a veces no soy capaz de levantarme de la cama a causa del dolor… últimamente me he sentido tan fuera de lugar. Antes solía estar todos los días de fiesta, consumiendo tanto alcohol y fumando tantos cigar