Cap. III: La paloma.

Counting Stars ☆

Counting Stars

 

-------☾✩☽-------

Cap. III: La paloma

 

 

                Habían pasado ya varios días desde la fiesta. Increíblemente, nadie había sufrido de migrañas al día siguiente, ante lo cual el CEO las había felicitado a todas por su buen comportamiento. Durante el fin de semana se habían dedicado a limpiar el dormitorio a profundidad, lo cual había sido el compromiso hecho por Heejin a modo de que les permitieran ese día de celebración, y aquel mismo lunes debieron de retomar sus actividades.

No había ocurrido nada relevante durante ese par de días. Jungeun, por su parte, había estado bastante sumida en sus pensamientos y desde la noche misma de la fiesta que estaba presentando problemas para dormir. Todas sus últimas noches habían sido de desvelo, y despertaba muy temprano, sin poder volver a conciliar el sueño. Se entretenía viendo series hasta que alguien se levantaba primero, y entonces ayudaba a preparar todo para el desayuno, eso durante los últimos tres días. Claro, el sábado había sido Haseul la primera en levantarse, por lo que por supuesto que prefirió esperar en su cama por unos minutos más a que alguien se le adelantara.

                Efectivamente, durante todos esos días no habían llegado a cruzar palabra. El último contacto directo que habían tenido fue aquella mirada luego de que los ojos de la mayor recuperasen su brillo normal, justo antes de la interrupción de Yeojin, y ese pequeño apretón en su mano antes de soltarla.

                Jungeun se había encontrado a sí misma acariciando su propia mano por momentos, rememorando la sensación de ese momento, que aún perduraba con fuerza en su piel, así como también la sensación de las manos de Haseul bajando por sus brazos, acariciando lentamente, o sus brazos envolviendo su cuello y su cuerpo apegándose al suyo, o su respiración acariciando su oreja, en voz baja.

Y lo más extraño que había comenzado a sentir esos últimos dos días, era ese raro y ajeno sentimiento de extrañar la sensación de tener la pequeña mano de la otra chica en la suya. Ese frío vacío que había dejado entre sus dedos luego de soltarla lentamente al alejarse perduraba aún, y le torturaba silenciosamente. Por momentos se había encontrado a sí misma deseando volver el tiempo atrás hasta ese momento, solo para sentirla nuevamente así.

                Se estaba volviendo a sonrojar. Lo sabía perfectamente. Y no le importaba demasiado en ese momento, después de todo se encontraba sola. Era lunes, ya estaba de regreso en su habitación y el dormitorio no tenía demasiada gente. Algunas de las chicas habían decidido salir a comer, mientras que otras habían optado por tomar una siesta luego de las actividades de esa mañana. Como nunca, habían regresado temprano.

                Sintió a su espalda la respiración profunda de Jinsol y Yerim. Ambas habían llegado de cabeza a sus respectivas almohadas, pero ella no. A pesar del cansancio, sentía que una siesta le haría aún peor si quería dormir esa noche. Los ojos le quemaban, pero debía resistir.

                Debía resistir y eran solo las 5 de la tarde.

                Su estómago rugió.

 

                Dejó de lado el libro que, sin éxito, intentaba leer, y cogió su cuaderno de notas. No se consideraba como una persona extremadamente femenina, pero amaba su pequeño cuaderno de notas celeste, el cual le ayudaba a desestresarse y desahogarse. No escribía en él cosas tan personales, pero sí algunas ideas que cruzaban su mente o anotaciones para ayudar a su mala memoria. Lo abrió en la página más reciente, en la que solo yacían escritos algunos números de cálculos de compras, y comenzó a dibujar líneas sin forma por todos lados, siguiendo patrones. Estaba aburrida y su estómago volvió a reprochar, pero no quería despertar a sus compañeras para pedirles que le acompañaran por algo de comer a la cafetería de cerca.

                Su mente, además, continuaba divagando, y disfrutaba de sobremanera esos momentos consigo misma.

               

                “¿Realmente, si así fuese, si yo sintiera algo... Seguirías apoyándome?” Le había preguntado aquello a Jinsol sin pensarlo demasiado. Había salido de lo más profundo de su corazón. Quería sentirse segura de que jamás perdería a su soporte más grande, esa idiota alta que le había salvado o empujado tantas veces, que jamás la había dejado sola en su labor de líder, a pesar de no contar con las aptitudes para poder entregarle orientación en ese sentido. Siempre había estado ahí, y con eso para Jungeun era suficiente.

                Irónicamente, quien también había estado para ella desde el primer momento era Haseul. Precisamente Haseul. Recordaba perfectamente el día que le habían dicho que ella asumiría el rol de líder de Odd Eye Circle y el pánico que aquello le generó. Apenas y estaba comenzando a tomar las riendas y organizar su propia vida y debía preocuparse por llevar las de dos personas más que depositarían toda su confianza en ella.

                Jamás había liderado nada, ni sus equipos deportivos durante la secundaria, ni una directiva en su clase, ni siquiera un discurso en una cena familiar. ¿Podía acaso decir que no? Conocía ya muy bien a Jinsol a esas alturas, y sabía que alguien como ella, si bien podía parecer el ser más elegante y cool por fuera, lejos estaba eso de la realidad, y era una chica boba, torpe, un poco ilusa y descuidada en muchos aspectos. Y qué decir de Yerim. Más allá de su hiperactividad y adorable ingenuidad, no era justo cargarla a ella con una responsabilidad de ese tipo. No. Era algo que solo ella podía hacer y debía asumirlo. Pero sí, no pudo evitar pasar por una pequeña fase de crisis hasta que llegó ella a rescatarla.

                Haseul le había instruido en todo, y antes de que Sooyoung llegase a formar parte del grupo, hubo una época en que solo las dos habían conformado una pequeña alianza que afianzó tremendamente su amistad. Como persona orgullosa que era, pocas veces se apoyaba tanto en una persona como lo había hecho con Haseul, a quien le había abierto todas sus inseguridades y dudas que podían perjudicarla o afectarle en su rol de líder, y así fue como llegaron a conocerse mucho, mucho más. Haseul era valiente, extremadamente inteligente, aunque ingenua, y tenía un corazón de oro, y Jungeun sentía que ella no podría ser jamás como ella, pero a cambio de todo, se comprometió en silencio a apoyarla y protegerla siempre. Porque, pese a que la líder sabía cómo hacerse respetar, siempre se veía pequeña y frágil, y a Jungeun le gustaba eso de ella. Se volvieron compañeras indispensables la una de la otra, hasta que llegó Sooyoung a completar una triada de líderes y de amistad fuerte que ya nada derribaría.

                Nada… Excepto ese fatídico mes de enero el que la pequeña paloma perdió su fuerza.

                Sus labios formaban una línea recta y su rostro mostraba una expresión amarga. En su humilde cuaderno yacía escrita la palabra “Seul”, y dibujada a su lado, una paloma. No era el dibujo más perfecto, más bien la pobre criatura parecía lamentar el haber sido creada siquiera, pero Jungeun sintió un dolor fuerte en el pecho al verla. ¿Por qué se sentía como si esa cercanía que tenían hace un par de años atrás se había desvanecido en cosa de días?

               

                Era bien sabido que la familia de Haseul tenía una posición económica acomodada, pero de alguna forma aquello no había influido en lo absoluto en la forma en que la chica se relacionaba con el resto. Para todas, Haseul no era más ni menos que nadie, y aquello era mutuo. Nunca se había mostrado superior, le gustaban las cosas simples, aunque también se daba sus pequeños regalos y cumplía sus caprichos de vez en cuando, como comprarse ropa cara, o el último modelo de teléfono, y todas eran felices porque básicamente se lo merecía. Ella más que nadie. Ella, quien cargaba siempre con todo en esos pequeños y débiles hombros, sin que nadie lo viera.

                Y cargó con todo por mucho tiempo, hasta que simplemente un día no pudo más.

 

                —¿Qué clase de pobre gallina es esa?

 

                La voz repentina de Jinsol sobre su hombro le sobresaltó de golpe. Estaba tan inmersa en sus pensamientos que no había percibido a la chica levantándose de su cama y acercándose a ella. Su mano instintivamente se dirigió a su dibujo, intentando cubrirlo, aunque claramente fuese ya tarde.

 

                —Estás siendo demasiado obvia, Jungie —dijo la morena, sonriéndole con total naturalidad, lo cual le dio paso a Lip para no sentirse incómoda ni ponerse a la defensiva.

                —Solo estaba pensando —dijo, y se tomó unos segundos antes de continuar—. No me ha vuelto a hablar desde ese día… O al menos no directamente, o personalmente. Creo que básicamente ni me mira.

                —Lo he notado —Jinsol comenzó a arreglarse el cabello frente al espejo de la pared. Hablaba con voz baja, en parte para no despertar a Yerim, pero también para evitar que pudiese escucharlas cualquiera de las otras miembros fuera de la habitación—. Creo que, a pesar de que hayas podido disculparte con ella, aún se deben una conversación. Siento que sabes muy bien que hay muchas cosas que necesitas decirle, o preguntarle, más aún ahora que está un poco extraña contigo.

 

                Jungeun lo sabía. Y si había sido capaz de invitarla a bailar, abrazarla y decirle que lo sentía, no debería de ser tan difícil acercarse de manera espontánea para preguntar si seguía molesta con ella o si acaso había pasado algo más.

 

                —Tienes razón, y quiero hacerlo —respondió, para sorpresa de Jinsol—. Pero ahora mismo, un café suena aún más tentador. ¿Quieres que vayamos por algo?  Mi cerebro ya está echando humo de tanto pensar y quiero relajarme.

 

                Jinsol le observó divertida. La rubia tenía unos pequeños círculos negros debajo de sus ojos y quería beber café, pensó, pero también la entendía, por lo que aceptó la invitación para poder espabilar ella también el sueño que restaba luego de su siesta.

                Ambas cogieron un par de gorros y mascarillas a modo de cubrir sus identidades, aunque fuese un poco, y descendieron por el ascensor. Al llegar a la recepción avisaron que saldrían a caminar y a por un café, y la recepcionista les dio el visto bueno siempre y cuando le llevasen un capucchino cuando regresaran. Salieron de los dormitorios y se encaminaron calle abajo, para cruzar por un parque y acortar camino. En el trayecto, Jinsoul pasó cómodamente su brazo por sobre los hombros de Jungeun, quien ya estaba acostumbrada a ese gesto de su compañera, aunque sabía que, en el fondo, era una forma de intentar animarla. Caminaron de esa forma a través de la plaza e iban casi a la mitad cuando repentinamente una voz las llamó a sus espaldas. Ambas reconocieron enseguida a Jiwoo y se giraron, encontrándose unos pasos tras de sí a Sooyoung, Haseul, Hyejoo y la chica pingüino, quien se adelantó a pasos rápidos para alcanzarlas.

 

                —¿Dónde van? —preguntó Jiwoo nada más llegar a su lado. Lip sonrió ante su presencia, y también la agradeció, pues ella era la mejor excusa que podría haber pedido a modo de ignorar la presencia de la otra chica que se acercaba a paso lento junto al resto.

                —Vamos por un café —respondió Jinsol en lugar de ella—. ¿Y ustedes?

                —Estábamos relajándonos en el parque, pero morimos de hambre, así que ahora vamos por algo de comer—respondió Jiwoo—. ¿No quieren compañía? ¿Por qué no vamos juntas?

 

                Probablemente Jinsol fue capaz de sentir la forma en que el cuerpo de Jungeun se tensaba de forma instantánea ante la pregunta, por lo que decidió tomar las riendas de la conversación.

 

                —Solo vamos por algo rápido y volvemos, además quiero conversar algunas cosas con Jungeun —dijo. Ante ese salvavidas, nadie podía poner objeción. Lo había utilizado también en la fiesta con Sooyoung. Jiwoo frunció los labios a modo de reproche justo cuando las otras chicas las alcanzaban, pero claramente habían oído la conversación.

                —Deja a Jungeun tranquila un rato, Jiwoo, además quiero comer algo más sustancioso que café y muffins —dijo Sooyoung al llegar con ellas, y luego se dirigió a Jinsol—. ¿Te puedo encargar algunas cosas de la cafetería igual? Para la noche, y para mis enanas —añadió, pellizcando las mejillas de Jiwoo y Hyejoo, siendo solo la última la que dejó salir un reproche, alejando su mano de golpe, cosa que no inmutó a Sooyoung en absoluto. El cachorro de lobo gruñía, pero nunca mordía.

 

                Mientras las mayores conversaban acerca de lo que debían comprar en la cafetería, Jungeun tomó un poco de valor y dirigió la vista de Sooyoung hacia Haseul, quien precisamente en ese momento le estaba mirando y no se había percatado. Sintió un pequeño apretón en el corazón y le dedicó una sonrisa pequeña y fugaz, a la que la líder respondió enseguida, de la misma forma, y sus miradas volvieron a desconectarse. Entonces Jinsol se despidió del grupo y tiró de ella arrastrándola por los hombros, retomando su camino. Para su alivio, no mencionó nada relacionado a Haseul en lo que quedaba de trayecto.

                Tras comprar sus cafés y sumar algunos dulces, regresaron al mismo parque, donde cogieron asiento en una banca que daba en dirección al edificio, en caso de tener que correr y entrar por alguna urgencia, como podía ser la aparición de algún fan imprudente. Jinsol se subió en la banca y se sentó en el respaldo, mientras que Jungeun optó por la forma tradicional, tomando asiento junto a una de las zapatillas de la morena.

                La rubia agradeció que Jinsol evitara tocar el tema de conversación de Haseul, aunque supuso que en algún momento llegaría a comentarle algo. Efectivamente, luego de que ambas hubieron terminado su café, conversaron sobre trivialidades, hasta que un viento fresco comenzó a soplar en sus rostros. Se quedaron en silencio, disfrutándolo, y entonces Jinsol rompió el cómodo silencio.

 

                —Como mencioné antes, siento que aún hay cosas que tienen que hablar y aclarar ustedes dos —dijo directamente.

 

                Jungeun asintió en silencio, pero de forma notoria, para que la otra chica puede notar el gesto desde su posición. Instintivamente comenzó a jugar con sus dedos, pellizcando sus uñas y presionando el vaso de cartón ente sus manos.

 

                —No puedo evitar sentir un poco de temor de hablarle, pero ya no como la primera vez. Creo que nada puede ser peor que lo de la fiesta —respondió. Su amiga le dio un pequeño golpe en el hombro.

                —¿Ser peor? —sonrió—. Yo no te vi demasiado incómoda que digamos en ese momento debo decir.

 

                Jungeun se sonrojó y le devolvió el golpe, esta vez en su rodilla. Jinsol rio y comenzó a jugar con uno de sus mechones rubios, antes de continuar hablando.

 

                —Lo que hablábamos antes… Haseul también te ha estado evitando un poco, es algo obvio —debido a que tenían la misma edad, con una división de solo meses, Jinsol era quien podía hablar más informalmente de la líder, al igual que Sooyoung. Las tres eran muy cercanas, pero aquello no preocupaba a Jungeun. Ella sabía que la conexión que tenía con Jinsol era especial, y que podía confiar plenamente en ella en aquella situación.

                —Sí… —le aliviaba bastante saber que ella también lo había notado y que no era solo divagación suya—. He pensado sobre eso… Quizás lo que pasó en la fiesta le incomodó, tal vez piensa mal de mí, tal vez se esté haciendo ideas de eso…

                —Ideas no tan erróneas, déjame añadir.

                —Tal vez se esté haciendo ideas incómodas de eso —Jungeun corrigió, alzando la voz a modo de ignorar y aplacar el comentario de la morena—. Hace un rato me devolvió la sonrisa, así que supongo que no me está evitando del todo. Pero igual… Algo pasa.

                —Yo te molesto, pero creo que lo mejor que puedes hacer es acercarte a ella para ver qué piensa, o qué siente, y comprobar si sigue molesta. Y a partir de eso sabrás qué hacer. Si se muestra incómoda contigo, probablemente sea una señal para que te alejes y dejes tus sentimientos de lado. Pero, por otra parte, también podría ocurrir que no sea eso lo que le pase, y quién sabe… Su actuar estos días se me ha hecho de lo más extraño y me hace pensar.

                —No pienses demasiado o se te va a atrofiar el cerebro —interrumpió la rubia, a modo de intentar bromear, solo para evadir sus pensamientos. Además, cuando Jinsol había mencionado la frase “tus sentimientos”, sintió un escalofrío que se encontraba en el límite entre lo desagradable y una extraña calidez.

                —Solo digo que, lo que vi esa noche, puede tener algún significado más allá del solo hecho de que Haseul haya bebido un poco. No volvió a actuar así con ninguna de nosotras luego de haber estado contigo. Además, eres la única a quien le ha dado besos a modo de juego, ¿no? Claramente eres especial para ella. Pero también siento que algo más pasa, y que tú estás explotando mucho tu mente en lugar de actuar.

 

                Jungeun volvió a asentir, y se pasó sus manos frías por el rostro, solo para despejarse un poco. Jinsol dejó de jugar con su cabello en ese momento y su voz se comenzó a notar más seria.

 

                —Has tenido varios días para pensar. ¿Sabes ya si sientes algo? ¿Llegaste a alguna conclusión? —preguntó, para desgracia de Jungeun, quien cerró sus ojos instantáneamente ante la pregunta, sin responder.

                Jinsol no continuó hablando, lo cual le dijo a entender que, a su manera, estaba presionándola por una respuesta. ¿Estaba acaso lista para darle una ya?

               

                —Creo que sí…

                —¿Qué sí qué? ¿Qué sí llegaste a una conclusión o que sí te causa algo? —insistió.

                —Sí —respondió escuetamente.

                —Kim Jungeun.

                —Dije que sí, Jinsol. —repitió, llamándola sin formalidad alguna, poniéndose de pie y tirando el vaso vacío de café en el basurero a pocos pasos de la banca—. Tómalo como quieras.

 

                La morena sonrió ampliamente comprendiendo el mensaje enseguida, y se puso de pie también, bajando de la banca y acercándose a abrazar a Jungeun por la espalda. La chica dejó salir un grito, no habiendo esperado aquella reacción de su amiga, quien la hubiese alzado por los aires de no haber sido bastante débil en cuanto a fuerza física.

 

                —¡Mi Jungeun lo aceptó! ¡Soy tan feliz! —exclamó, ganándose enseguida un nuevo golpe en el estómago.

                —¡Idiota, no llames la atención! —exclamó la rubia, escondiendo el rostro tras su gorro. Las orejas le quemaban.

                —No me importa, es algo que solo yo entiendo en este minuto —repitió la mayor, volviendo a abrazarla—. Por Dios, mi próximo objetivo es lograr que lo pongas en palabras. Hoy pasaremos toda la noche practicando eso, ¿sí?

                —Olvídalo.

                —¡Podemos mandar a Yerim a dormir con Jiwoo!

                —¡Dije que no!

 

                El nivel de vergüenza que sentía en ese momento no impidió que una sonrisa se dibujara en sus labios, a pesar de que una sensación amarga invadía su garganta y su pecho. Entendía que Jinsol estuviese feliz, pero para ella no era algo tan alegre. Admitir cosas también le ponía en un riesgo enorme. Ya había pensado en que por nada del mundo se atrevería a arriesgar la amistad que mantenía con Jinsol, que jamás querría perderla, y la chica se había encargado de hacerle entender que aquello no ocurriría, pasara lo que pasara, o dijera lo que dijera. Pero ¿qué tanta seguridad podía tener de que Haseul también le ofrecería lo mismo? Incluso si debía afrontar un rechazo, lo cual era de lo que estaba convencida, ¿podía confiar en que no la perdería? ¿En que Haseul no se alejaría de ella?

                ¿Podía arriesgarla? ¿Valía la pena poner a Haseul en la cuerda floja solo por quitarse de adentro aquellos sentimientos a los que apenas comenzaba a ponerle nombre?

 

—No puedo hacerme la tonta con el tema —dijo, saliendo de su abstracción y volviendo a la realidad, una en la que Jinsol aún no la había soltado. Pero al escuchar su tono de voz serio y medianamente apagado, se apartó de ella y dejó de gritar de forma instantánea—. No sé si estoy lista para decirlo en palabras, pero también la sola idea de aceptarlo me hace sentir que lo estoy arriesgando todo.

 

¿Todo?

¿Acaso Haseul significaba tanto?

               

                —No pienses en eso ahora. Deja que las respuestas se vayan dando de a poco. Aún se deben una conversación, y estoy segura de que a partir de ella podrás comenzar a pensar las cosas mejor y tomar decisiones —le dijo su amiga, a modo de tranquilizarla. Una vez más, supo que tenía la razón y su voz surtió efecto en ella, calmando su tensión, mas no su mente. Pero de eso se encargaría ella.

                —¿Podemos quedarnos un rato más acá? —preguntó, volviendo a tomar asiento y llamando a Jinsol para que se sentara a su lado—. No quiero regresar aún.

                —Se ve en tus ojos que tienes mucho sueño, ¿no quieres dormir antes de la cena?

 

                Negó con la cabeza y se apoyó en su hombro. Jinsol volvió a pasar un brazo por sobre sus hombros y optó por guardar silencio. Unos pocos minutos más no tenían nada de malo.

 

                —Maldición —dijo la morena repentinamente.

                —¿Qué pasa? —preguntó Jungeun sin abrir los ojos.

                —Olvidamos comprar ese capucchino.

 

 

                Lo que ninguna de las dos sabía era que gran parte de aquella escena, desde que habían terminado de beber su café, había sido presenciada por las chicas con quienes se habían cruzado anteriormente. Sooyoung, Hyejoo, Jiwoo y Haseul habían regresado poco después que ellas, pero a orden de la primera, Jiwoo suprimió sus impulsos de correr hacia su amiga y cogieron asiento en una mesa de picnic distante, desde la cual podían observar a Jungeun y Jinsol casi desde sus espaldas, razón por la cual ninguna de las dos se percató de la presencia del grupo de chicas. Habían decidido respetar el espacio de ambas para que pudiesen conversar tranquilas.

 

                —¿Siempre han sido tan así? —preguntó Haseul, luego de unos segundos de silencio en los que casi no había podido despegar la vista de la escena que protagonizaban ambas chicas. Constantemente su mirada se había dirigido hacia ellas.

                —¿Así cómo? —preguntó Jiwoo, quien también había sonreído ampliamente en varias ocasiones al verlas.

                —Así de cercanas —aclaró la líder.

                —¡Ah! Pues sí —respondió la chica con su voz alegre—. Supongo que solo te llama la atención ahora porque llevas tiempo sin verlas. Aunque sí es cierto que últimamente andan más cariñosas, normalmente Jungie la empuja, pero ya no lo hace tanto.

               

                Haseul solo respondió con un sonido ahogado de forma afirmativa mientras daba un sorbo a su vaso de gaseosa que yacía casi vacío, al igual que la caja de papas fritas compartida que habían dejado al centro de la mesa.

                Sooyoung, quien en ese momento le daba indicaciones a Hyejoo para ayudarla a superar un nivel en el videojuego que la menor se encontraba jugando en el teléfono, alzó la vista y observó fijamente a Haseul tras escuchar aquella conversación. Enseguida, observó también a Jungeun y Jinsol y de nuevo a Haseul, quien mantenía la mirada fija en ellas.

               

                —¿No se verían muy bien juntas? —preguntó entones Jiwoo, llamando la atención de Hyejoo de forma instantánea, causando que perdiera su atención en el juego—. Pero cuando ambas estaban rubias creo que se veían incluso mejor, ¿no?

                Sooyoung se acomodó en su lugar y aclaró su garganta antes de hablar.

 

                —¿Qué harían si fuese así? —dijo—. Si fuese real, quiero decir. Si ellas dos tuvieran algo en serio y quisieran estar juntas.

                —¿Bromeas? —respondió Jiwoo enseguida—. ¿Acaso no has visto mi videoclip? Literalmente tengo un crush en ti, ¿piensas que algo así me molestaría a mí? —añadió, gesticulando un beso al aire, que Sooyoung fingió coger con una mano y se lo devolvió dándole un golpe en la frente.

                —Lo sé, lo sé. Pero digo… es diferente. Esto sería en serio —señaló.

                —Dudo mucho que haya problema —dijo Hyejoo esta vez, quien había dejado de lado su teléfono—. O al menos en el grupo, ¿no? Supongo… O eso espero. Y se verían bien, sí. Sería un poco extraño tener una pareja en el grupo, creo… Pero la idea me agrada. Las molestaríamos mucho más. Y creo que eso daría el paso a que muchas otras personas fuesen más sinceras también.

                —Sí, y se llevarían muy bien. Jinsol-unnie sabe perfectamente cómo lidiar con la personalidad de Jungie —añadió Jiwoo, quien aparentemente disfrutaba mucho de la conversación.

                —Eso es cierto, no sería muy extraño si salieran con esa noticia, y a mí me gustaría apoyarlas —dijo Sooyoung por su parte. Esperó unos segundos más, en los que las 4 observaron a ambas chicas fijamente, pero al percatarse de que una de las presentes, al parecer, no tenía nada que comentar o añadir a la conversación, se levantó de su posición—. Bueno. Lo que sí está mal es chusmear a la gente, así que regresemos ya a los dormitorios ahora que terminamos. Tenemos que ducharnos antes de la cena.

               

                Haseul se levantó primera que todas ante la indicación y cogió las cosas de la mesa para depositarlas en uno de los basureros. Las demás la siguieron y subieron rápidamente las calles hacia el edificio, dejando atrás a sus amigas, quienes descansaban tranquilamente semi abrazadas en la banca del parque, sintiendo el fresco del aire.

 

 

                Al llegar al edificio, Haseul se dirigió a su habitación refiriendo sentirse cansada. Sooyoung enseguida le preguntó si se encontraba bien, a lo que le indicó que era solo el agotamiento. No era del todo falso, pues había estado sintiendo mucho sueño desde hacía un par de horas, pero sabía que dormir una siesta solo le haría peor. De todos modos, faltaba poco para tener que ordenar la cena y Heejin acababa de entrar a la ducha, por lo que supuso solo unos minutos de descanso no tenían nada de malo.

                Además, había algo que esos últimos días había estado atormentando un poco su tranquilidad mental, y necesitaba algo de paz para pensar al respecto.

 

                —¡Haseul-unnie! —repentinamente una voz llamó su atención a través del pasillo, justo antes de que pudiera poner la mano sobre el pomo de la puerta del dormitorio 1/3. Al girarse, se encontró con Yerim, quien tenía el cabello desordenado y ojos adormecidos, pero una sonrisa traviesa adornaba su rostro.

                —¿Yerimie?

                —¡Mira, mira! —la chica parecía muy divertida, lo cual contrarrestaba totalmente con su propio estado de ánimo en ese momento. Sin embargo, Haseul logró dedicarle una sonrisa y se acercó para observar el objeto que la chica tenía en sus manos: un pequeño cuaderno color celeste.

 

                Al llegar a su lado, sus ojos se abrieron sorprendidos. En la hoja amarillenta yacían diversos rayones y garabatos, como también cálculos y bocetos, pero lo que le llamó la atención enseguida fue el dibujo de una pequeña paloma, no muy elaborado, en la parte baja de la hoja. No era lindo, por decir lo menos, pero definitivamente se trataba de una paloma. Y a su lado, estaba escrita la palabra “Seul”.

Sí, definitivamente era un ave blanca.

 

                —Es el cuaderno de Jungeun-unnie —dijo la chica, lo cual enseguida activó una pequeña alerta en el cerebro de la mayor. Observando mejor aquella hoja, sí, podía verificar que conocía muy bien esa letra un poco desprolija—. ¿No es horrible? ¡Yo que tú la castigaría!

 

                Pues sí era horrible.

                Pero Haseul estaba convencida de que Jungeun no lo había dibujado con la intención de molestarla. Al menos no en esta ocasión. Sin embargo, por supuesto que no podía hacer más que fingir.

 

                —¡Qué rayos es eso! —exclamó, y se felicitó a sí misma internamente por lo natural que le salió aquella expresión actuada—. Tendré que hablar con esa chica. No se escapará de esta. Gracias por descubrirla, Yerimie. Me vengaré.

 

                La más joven sonrió orgullosa de su logro, claramente queriendo jugar una broma a la líder de su sub unidad, y le entregó el cuaderno a Haseul antes de despedirse y retirarse a su habitación. Haseul no se consideraba una persona a quien le gustase chusmear las cosas personales de otros, por lo que se comprometió consigo misma a no revisar la libreta en absoluto, o al menos nada más que no fuese aquella hoja llena de dibujos y la paloma que parecía sacada de Minecraft.

                Aunque viéndola de cerca, tenía su encanto. Su cuerpo parecía más un cubo que un óvalo. Probablemente Picasso hubiese estado orgulloso. Pero sí, no era del todo fea, simplemente parecía más una gallina (cuadrada) que una paloma.

                Se halló a sí misma sonriendo ante dicho dibujo, y entonces comprendió algo. Lo que le había estado torturando desde hacía varios días ya, y que su mente parecía haber dejado de lado luego de la fiesta, tomó sentido.

               

                Necesitaba hablar con Jungeun.

 

-------☾✩☽-------

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
_sullpeach_
#1
Chapter 6: Me enganchó totalmente la historia ^^, muchas gracias por escribirla, esperare con ansias el próximo capítulo
beachuXchoo #2
Chapter 4: Hace mucho tiempo una fic Lipseul no me enganchaba como ésta T-T

No puedo esperar al próximo capítulo🥺