Taeyeon se recostó sobre la cama con una almohada bajo su cráneo y otra en la mitad de sus piernas. Por primera vez, la casa estaba en total silencio lo cual era extraño para Taeyeon ya que estaba acostumbrada a escuchar la transmisión de un drama a través de las estrechas paredes del cuarto de a lado. No había ningún vidrio roto ni tampoco se escuchaba a los vecinos tocar la puerta principal quejándose por la bulla ocasionada por Tiffany. Todo estaba tranquilo. Taeyeon nunca imaginó que podía sentirse tan sola hasta ese momento.

No era como si estuviera preocupada por Tiffany. Taeyeon se convenció a sí misma que no le importaría en lo más mínimo si su hermanastra se iba de viaje al otro lado del país ya que ella sólo gritaría “¡Al fin!”.

Giró y se recostó de medio lado volteando una página de su manga, los cuadros y palabras eran inteligibles para ella. No, no era como si estuviera preocupada por si Tiffany dormía en otro banca de algún lugar luciendo como una completa idiota frente a las personas que caminaban cerca a donde se encontraba. Ella se lo merecía por hacer que su vida sea tan miserable.

Giró de nuevo cuando escuchó que su madre había llegado a la casa después de un día agotador esperando que la primera persona que vea sea Tiffany. En lugar de ser recibida por su hijastra hiperactivo, se asomó al cuarto de Taeyeon y observó a su hija recostado sobre la cama. “Cariño, ¿dónde está Tiffany?”

Taeyeon se encogió de hombros.

Colocó su cartera sobre la mesa y se sentó en la silla que estaba cerca a la cama de Taeyeon para mirar frente a frente a su hija, “Taeyeon”, repitió con seriedad, “¿Dónde está Tiffany?”.

“No lo sé”, respondió cortante, “Le dije que se largara así que debe estar perdido por algún lugar”.

“¡Taeyeon!”

“¡¿Qué?!”, exclamó Taeyeon tomando asiento para poder observar a su madre. Además de estar frustrada con Tiffany, estaba enojada con ella por estar siempre de su lado y engreírla cuando él sólo estaba siendo adoptada por la familia. Tampoco se preocupaba por lo que quería por una sola vez ni le ofrecía comprarle unos zapatos nuevos u otras cosas que Tiffany siempre obtenía tan sólo por el hecho de ser más estúpida y tener ciertas necesidades especiales. “¡Mamá, tú nunca te preocupas por lo que yo quiero!, ¡Siempre estás cuidando a Tiffany y yo también te necesito! Después que papá se fue…”, hizo una pausa al recordar a su padre a quien respetaba y confiaba como a ningún otro.

Su padre amab