Cap 10

El guardaespaldas

—Esta noche te invito a cenar, ¿de acuerdo? —dijo Jessi al entrar en casa.

Me besó como todos los días cuando volvía del trabajo.

 

—De acuerdo —le respondí sorprendido.

 

—Me arreglo y nos vamos, tengo reserva a las ocho y media —me dio otro beso y subió contenta las escaleras. Yo subí también, me tenía que cambiar de traje.

 

Mientras me desvestía pensé en lo mucho que había cambiado nuestra relación. Jessi sonreía siempre y no era tan brusca en la cama. Bajé en cuanto estuve listo y la esperé en la entrada. Me quedé boquiabierto cuando la vi bajar las escaleras.

 

— ¿Cómo estoy? —me preguntó coqueta y dando una vuelta para que la viese bien.

 

—Estás radiante —llevaba un vestido de coctel negro de gasa y un poquito de vuelo. Unos zapatos de tacón fino también negros y un bolso a juego. El pelo, lo llevaba suelto.

Nos cogimos de la mano y salimos a disfrutar de la misteriosa cena que me tenía preparada. Esa noche prescindimos de Bruno, queríamos intimidad y cogimos mi todoterreno Mercedes. Ella me indicó la dirección. De camino al restaurante, puse música. Ella me miró y sonrió al oír la melodía: era la banda sonora de Los Inmortales.

 

—Así me acuerdo de ti cuando voy conduciendo —le guiñé un ojo. Ella me sonrió.

 

Llegamos al restaurante. Se llamaba Il Cielo. Había oído hablar de él pero nunca me dio por ir a cenar allí. El local era muy grande, decorado con filigranas de luces que cubrían techo y paredes, lámparas colgantes y frescos pintados en el techo, al más puro estilo italiano. Junto a las mesas había grandes candelabros con velas, lo que le daba un toque romántico. Miré por un ventanal que había a mi izquierda y vi el gran patio del que presumía el restaurante, decorado también con filigranas de luces, éste contaba con una carpa que, en las noches que hacía bueno, la abrían para que los clientes disfrutaran de las estrellas. Sin duda, un sitio para cenar con tu pareja.

Un camarero salió a recibirnos y, al decir el nombre de la reserva, nos hizo un gesto para que le siguiéramos. Al contrario de lo que yo imaginaba, nos condujo hasta una sala íntima. Me quedé impresionado. Había una mesa a un lado con un sofá semicircular para poder cenar uno al lado del otro. La mesa, se situaba frente a una chimenea que ésta no estaba encendida porque estábamos en el mes de mayo y hacía buena temperatura. Junto a la chimenea, había otro sofá semicircular un poco más grande y, a escasos centímetros de éste se encontraba una cubitera para champán.

 

La sala estaba decorada igual que el resto del restaurante pero con una diferencia, todo el suelo de la estancia estaba cubierto de pétalos de rosas.

La verdad es que estaba un poco desconcertado, ella no quería tener una relación de pareja conmigo pero esa noche me había llevado a un sitio romántico.

 

Nos sentamos en el sofá y el camarero encendió los grandes candelabros que había dispuestos por la sala privada y bajó las luces para tener más intimidad.

 

— ¿Y esto? —me dirigí a Jessi cuando el camarero se fue.

—Esto es porque hoy hace un mes que tú y yo… ya sabes… —se puso colorada—. Y para agradecerte tu paciencia.

 

—Vaya… ¿hoy hace un mes? —me hice el despistado aunque sabía perfectamente que hacía un mes que empezamos nuestra particular relación.

 

Entró otra vez el camarero para servirnos la cena. Ella había pensado en todo. De primero, tomamos una ensalada césar que estaba deliciosa; de segundo, pollo arrosto: crujiente de pan tostado con medio pollo de corral en su jugo natural, ajo, reducción de balsámico con un toque de ají picante, servido con puré de calabaza; de postre una tarta de chocolate decorada con pétalos de rosa.

 

Durante la velada estuvimos hablando sobre diversos temas. Me contó que tenía un montón de nuevos proyectos publicitarios gracias al éxito de la serie y que le habían ofrecido diversos papeles para hacer cine. Yo la escuchaba embelesado por su entusiasmo y belleza.

Al terminar la deliciosa cena, entró de nuevo el camarero que nos sirvió una botella de champán Piper Heidseck junto al sofá más grande. Jessi le indicó que cerrara la puerta y nos dejara intimidad. Esto le debió costar bastante dinero porque, según tenía entendido, las reservas en este restaurante se hacían con meses de antelación.

 

Se volvió hacia 

mí y empezó a besarme despacio, sus labios sabían a chocolate.

 

— ¿Brindamos?

 

—Por nosotros —levantamos las copas y las chocamos. Ella me miró con lujuria  cuando bebió y yo entendí que era su momento.

 

Soltamos las copas en la mesita-cubitera y empezamos a besarnos con pasión. Ella se situó encima de mí a horcajadas, me aprisionó las manos entre sus piernas y las mías y yo me dejé hacer.

 

—Esta noche vamos a hacer algo distinto —susurró en mis labios. Yo me separé un poco y la miré enarcando una ceja—. No, ni me vas a ver ni te voy a dejar las manos libres —dijo adivinando mis pensamientos. Me había ilusionado pero no iba a dejar que la decepción estropeara la bonita velada.

 

Se levantó, cogió su bolso y sacó algo que sonó a metálico pero desde donde yo estaba sentado no lo vi. Se volvió y con sus manos en la espalda se acercó a mí sonriendo.

—Hoy me vas a hacer disfrutar tú a mí —dijo con voz sensual y yo me excité nada más que de imaginarla llegar al o con algo que yo le hiciera directamente.

 

Se acercó contoneando las caderas y me enseñó el objeto que tenía en la mano derecha, eran unas esposas con plumas. En la izquierda, llevaba un antifaz negro.

 

—Siéntate en el suelo y apoya la espalda en el sofá —ordenó con voz firme y yo la obedecí en el acto—. Quítate la camisa y los pantalones —seguí sus órdenes sin rechistar.

 

Llegó hasta mi altura, se agachó, me cogió de las manos y me las esposó por delante.

—Así estarás más cómodo para lo que me vas a hacer, no quiero que te hagas daño —dijo al ver mi gesto de sorpresa, normalmente, las ataba en la espalda.

Acercó sus labios a los míos y empezamos a besarnos lentamente, sin prisa. Su boca sabía deliciosa, mezcla de champán, chocolate y Jessi. Con su lengua exploraba mi boca y con sus dientes me daba mordisquitos tanto en el labio inferior como en la lengua. Suspirábamos el uno por el otro y aceleramos el ritmo de los besos. Ella me acariciaba el torso con sus delicadas manos y las bajó hasta mi entrepierna que, gustosa, aceptó la intrusión. Yo gemí y eso la animó a rozar su mano contra mi pene con más fuerza. Siempre sabía cómo besarme y acariciarme para ponerme caliente.

 

Paró en seco y yo la reproché con la mirada. Se incorporó, se quitó los tacones y se levantó la falda del vestido hasta dejar al descubierto su pubis desnudo. No llevaba ropa interior, sólo un liguero negro sujetando las medias.

 

—Te voy a poner el antifaz y me vas a dar placer ahí, ¿de acuerdo? —yo asentí, no podía ni hablar.

 

Me puso el antifaz y ella se sentó de rodillas en el sofá para que yo tuviera mejor acceso. Se acercó a mí y sentí su vulva en mi cara, ella bajó hasta que quedó frente a mi boca. Saque mi lengua y empecé a lamer lentamente su monte púbico bien depilado. Deslicé mi lengua a lo largo del surco formado por los labios mayores. Continué intercalando entre sus labios mayores y menores y los succioné con la boca.

 

—Sí, así Taeng—gimió de placer—. Puedes utilizar las manos pero no te salgas de esa zona.

Al decirme eso, subí mis manos y las utilicé para abrirme paso entre sus delicados pliegues. Noté cómo se empezaba a lubricar y aproveché para meter mi lengua en la al tiempo que estimulaba con mis dedos a su hinchado clítoris. Ella se apretaba contra mí sin dejar de gemir, estaba acelerada.

 

—Mmm, sí…

 

Subí mi lengua otra vez hasta alcanzar el clítoris y empecé a succionarlo, eso hizo que saliese un grito de placer de su garganta. Introduje un dedo en su y ella se estremeció al sentirlo. Aceleré el ritmo e introduje otro para que sintiera más. Noté sus pulsaciones aceleradas y yo incrementé el ritmo.

 

— ¡Ah! Sí, sigue…

 

Aguanté así hasta que ella gritó cuando alcanzó el clímax y apretó mi cabeza contra ella. Recuperó un poco el aliento, se bajó del sofá y empezó a besarme. Bajó una mano hasta mis calzoncillos y liberó mi erección. Cogió mi pene y empezó a masturbarme con energía. Yo iba a explotar, el haberla hecho disfrutar y llegar al o con mi boca y mis dedos me habían puesto a cien y, no pasó ni un minuto, cuando me corrí con un gruñido en su mano.

 

 

 

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Comments

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taephany #1
Chapter 10: Han pasado 84 años y aún no actualiza :'(
silvanaph #2
Chapter 10: me gusto espero que lo sigas de verdad esta emocionante
SySONE
#3
Chapter 7: D: quiero saber que es lo que esta pasando! Es muy interesante todo esto XD espero el siguiente capitulo.
Saludos! Bye!
SySONE <3
valecita8 #4
Chapter 7: Ooooooooooooooo que pasó ya actualiza
SySONE
#5
Chapter 6: Me acabo de leer los 6 capítulos XD y está buena la historia. Continúa así, estaré al pendiente de ella(:
Saludos!
SySONE<3
sofiaca #6
Chapter 6: Me encanta tu fic no te desanimes hay personas que están al pendiente de tu historia. actualiza pronto
valecita8 #7
Chapter 6: Mmmmm me gusta esta buena la historia pero quien acosa a Jessica tal vez sea..... Quien pienso que es actualiza pronto si ame me gusta esta historia
sonyeshidae
#8
Chapter 6: a mi tamnien me confunde sica
T-ARA-Queen
#9
Chapter 6: Quien entiende a jessica, me confunde