Fifth Note

Your Secret Admirer
Capítulo 4 ~Lado B~




—Porque te amo.

—Eso ya lo… ¿qué dijiste? —preguntó atónito Donghae.

Había estado esperando que el pelirrojo le diera otra vez una respuesta obvia, pero jamás esperó aquello.

—Que te besé porque estoy enamorado de ti —volvió a decir, esta vez mirando directamente a los ojos del castaño, quien cada vez lo creía menos y eso se podía ver debido a que tenía los ojos muy abiertos y los labios ligeramente separados—. Perdón. Sé que no debí de hacerlo, pero al escucharte hablar así de alguien más yo… simplemente no pude evitarlo. Jamás me consideré una persona celosa, pero juro que en ese momento sentí que me hervía la sangre. Tenía más que claro que sólo era un amigo para ti, que nunca sería más que eso y créeme que me conformaba. O eso pensaba. 

«El escucharte me hizo abrir los ojos. Quería más, pero ahora entiendo que es imposible —Hyukjae volvió a bajar la mirada—. Sungmin es realmente una muy buena persona, así como también tú lo eres, pero tal vez te cueste un poco más conquistarlo; está atravesando por una situación difícil. Las cartas que le escribiste…

—¡No fui yo! —exclamó repentinamente Donghae, separándose de la puerta y acercándose al pelirrojo.

—¿Pero qué dices…? 

Hyukjae clavó su mirada en el castaño. Lo que escuchaba no tenía sentido puesto que estaba seguro de que el que escribía las cartas era Donghae, su expresión aquella vez lo había delatado.

—O sea, sí fui yo —dijo sentándose a su lado—, pero las cartas eran para ayudar a Kyuhyun. Es un terco y no quería aceptar sus sentimientos, por eso tomé cartas en el asunto y le escribí a Sungmin haciéndome pasar por Kyuhyun y dándole pistas para que se diera cuenta, pero tu amigo es un poco lento y no…

El mayor dejó de escuchar en ese momento. Se sentía como en un sueño. Había oído la parte más importante de lo que el castaño había dicho, pero aún no lo asimilaba. ¿Eso quería decir que Donghae no estaba enamorado de Sungmin? 

Hyukjae estuvo a punto de ponerse feliz, pero recordó que si bien Hae le había dado a entender que no sentía nada por Sungmin, aún así había alguien que ocupaba su corazón y él necesitaba saber de quién se trataba.

—Entonces… si no es Sungmin de quien hablabas en la mañana, ¿quién… es? 

La frase que dejó escapar el pelirrojo perdió su fuerza hacia el final, terminando simplemente como un susurro. El momento en que escuchara esa respuesta sería el fin de sus ilusiones. Eso lo hizo dudar, pero Donghae ya lo había oído.

—No te lo pienso decir —declaró el castaño a la vez que se cruzaba de brazos, dejando a Hyukjae con la boca abierta—. Te dí demasiadas pistas y aún así no te diste cuenta y encima luego vienes y me besas. Cualquiera diría que eres tan lento como tu amigo.

Para ese momento Hyukjae no podía sentirse más avergonzado. Volvió abajar la mirada. “¿Habrá sido realmente así?”, se preguntaba, y cuando estuvo a punto de abandonar el tema y rendirse, Donghae volvió a hablar.

—Pero, ¿sabes…? Aquel beso me hizo notar algo…

El castaño se descruzó de brazos y apoyó ambas manos en el espacio de la banca que había entre ellos, inclinándose hacia Hyukjae y quedando muy cerca del rostro del otro. El pelirrojo se hizo hacia atrás como acto reflejo y se sonrojó debido a la cercanía, cosa que hizo sonreír al menor.

—Me dí cuenta de que yo también soy un lento.

Y dicho esto, se inclinó aún más hacia Hyukjae y atrapó sus labios en un beso dulce y tierno.
 

~◘○◘○◘~


Kyuhyun había esperado más de una hora en la puerta de la escuela, pero cuando se dio cuenta de que su amigo al parecer no tenía intenciones de mostrarse, decidió que lo mejor sería irse y esperar al otro día para hablar con él.

De todas maneras lo había estado llamando una y otra vez, pero siempre se encontraba con la casilla de voz. A las nueve de la noche y sin ningún resultado, pensó que lo mejor sería irse a dormir, pero antes de que el pensamiento siquiera se asentara, escuchó que su celular vibraba. Miró la pantalla y en ella vió el número de Donghae.

“¡Por fin!”, pensó. Presionó el botón de llamadas y atendió.

—¡Donghae! ¿Dónde te habías metido? Te estuve llamando todo el día —reclamó el moreno.

—Sí, ya me dí cuenta —dijo del otro lado de la línea, recordando haber visto la notificación de que tenía más de veinte llamadas perdidas—. Tuve un día ajetreado y mi celular estaba en silencio, pero creo saber para qué me llamabas.

—¿Cómo que crees saberlo? —preguntó con desconfianza.

Dudaba mucho que Sungmin hubiese ido a hablar con él tan pronto, por lo cual no debería saber nada aún.

—Es una larga historia que te contaré luego, ahora tengo algo importante que decirte. Estamos metidos en un enorme malentendido.

A esas alturas, Kyuhyun ya no entendía nada de lo que su amigo le decía. ¿De qué malentendido hablaba? Para él estaba todo demasiado claro. Aún así preguntó:

—¿A qué te refieres?

—Me refiero a la situación con Sungmin.

—No hay malentendido con respecto a eso. Tú le escribiste las cartas a Sungmin; eres el admirador secreto… y justamente de eso quería hablarte.

—¡Es por eso que te digo que es un malentendido! —habló Donghae, exasperado—. Es verdad, yo le escribí las cartas a Sungmin, pero no estoy enamorado de él ni nada por el estilo. Te mentí cuando te dije que me gustaba —confesó Donghae.

Kyuhyun quedó mudo. ¡¿Cómo que no estaba enamorado de Sungmin?! El moreno estuvo a punto de soltarle una sarta de improperios a su amigo por haber jugado con el pelinegro y con él, pero se dio cuenta de que no era quien para reclamar por algo así. Lo que él mismo había hecho había sido mucho peor, pero no por eso sintió menos rabia.

—Espero que tengas una buena explicación para lo que me estas diciendo.

Donghae le explicó las conclusiones a las que había llegado con la ayuda de Hyukjae y con cada palabra que escuchaba salir del parlante de su celular, la situación iba cobrando más y más sentido.

—¿Entonces es cierto que no te gusta Sungmin? —preguntó esperanzado el moreno.

—Te digo que no. Además, el presidente de mi club me explotará de ahora en adelante –en más de un sentido– y no tendré tiempo para mirar a nadie más —confesó Donghae y lo siguiente que escuchó Kyuhyun del otro lado de la línea fue un “auch” y un “¡No tienes por qué decir esas cosas!”, y se dio cuenta de que estaban juntos.

Mentiría si dijera que no se había sentido feliz y aliviado al saber la verdad, pero ya no tenía ninguna oportunidad con Sungmin; lo había lastimado demasiado como para esperar que este lo perdonara. Aunque las cosas que le había dicho fuesen mentiras, ya era demasiado tarde.

—Realmente me alegro por ustedes, pero lamentablemente mi relación con Sungmin no tiene arreglo. De todas maneras les agradezco el habérmelo dicho. Adiós —y cortó.

Se tiró en su cama y soltó un largo suspiro. Por un lado se sentía bien de que sus acciones no hubiesen lastimado a su amigo, pero Sungmin se había llevado la peor parte; eso lo hacía sentir fatal, pero lo hecho, hecho estaba y no podía regresar el tiempo atrás.

En su cama y a un costado de su cabeza, su celular volvió a sonar. Tenía un nuevo mensaje de texto.

“¿Lo amas?” leía el mensaje y aunque el número era desconocido, Kyuhyun supo que se trataba de Hyukjae.

Primero pensó en ignorarlo, pero tenía demasiados sentimientos reprimidos dentro de él, buscando una salida, y el mensaje le dio la oportunidad de expresarse.

“Con todo el corazón”, decía el mensaje que Kyuhyun le mandó de vuelta.

Unos segundos más tarde, de nuevo el familiar vibrar del celular lo alertó de que la respuesta había llegado.

“¡Entonces hazlo feliz y no lo dejes sufriendo! Este es su número de teléfono, y no te preocupes, ya arreglé todo”.

Kyuhyun sonrió. Hyukjae tenía razón; o tal vez no, pero de todos modos quería intentarlo. Se sentó en la cama y envió un último mensaje

“Gracias”.

Luego, un poco temeroso al principio, pero totalmente decidido, marcó el número, escuchó el tono de marcado y después la voz de Sungmin.

—¿Hola?

Respiró profundamente.


~◘○◘○◘~


—¿Crees que salga todo bien? —preguntó Hyukjae.

Si bien habían hecho lo posible, ahora sólo les quedaba esperar y ver cómo resultaban las cosas.

—Claro que sí. Tienen lo más importante ¿no es cierto?

Donghae estaba confiado. Las cosas habían salido mal desde un principio y todo por su falta de sinceridad, pero tenía fe en que todo resultaría para bien.

—Tienes toda la razón —contestó el pelirrojo y lo besó.

Al principio no había podido reaccionar. Aún le era extraño pensar que Hae se hubiese fijado en él, pero el castaño se había encargado de despejarle todas las dudas.

Ahora lo que más deseaba era que sus amigos también encontraran la felicidad.
 

~◘○◘○◘~


El cielo estaba hermoso, ni una nube lo cubría, por lo que Kyuhyun podía ver con mucha claridad las estrellas que adornaban aquel manto azul oscuro. Estaba sentado en un columpio del parque cercano a la escuela y esperaba. En esos instantes era lo único que podía hacer.

Luego de hablar con Sungmin, y después de mucha persuasión, había logrado que el pelinegro accediera a hablar con el y habían pactado verse en ese parque a las diez y cuarto de la noche. Eran las diez y veinticinco y Sungmin aún no aparecía.

Kyuhyun comenzaba a desesperarse. ¿Y si finalmente había decidido no aparecer? Incluso con esos pensamientos, decidió esperar un poco más.

Cuando el reloj estaba por marcar las diez y media, Kyuhyun escuchó pasos acercándose. Se volteó en dirección del sonido y vió al pelinegro avanzando hacia él para luego sentarse en columpio junto al suyo.

—Lamento llegar tarde —dijo el mayor de manera distante—. Tuve problemas a la hora de poner una buena excusa sobre por qué salía a esta hora.

—No te preocupes.

—¿Y qué era eso de lo que querías hablarme? No tengo mucho tiempo; además, sólo vine porque Hyukjae me lo pidió como favor, así que mientras antes terminemos, mejor.

—Lo sé.

Le dolía la distancia y la frialdad con la que lo trataba el pelinegro. Le dolía demasiado, pero sabía que él mismo había sido el causante de tal trato. Él había sido mucho más cruel con Sungmin, por eso mismo no tenía derecho a quejarse.

—Entonces, te escucho.

Sungmin casi no lo había mirado. Se había limitado a sentarse y mecerse un poco en el columpio, siempre con la mirada perdida frente a sí.

Kyuhyun respiró profundo y habló:

—Te amo.

Esas palabras habían estado atascadas en su garganta desde la primera vez que había visto al más bajo. Ahora que las había dicho, hasta sintió que podía respirar mejor.

Miró al pelinegro y se encontró con que este también lo miraba, la expresión de sorpresa haciendo mella en sus facciones. Y luego Sungmin rió. Soltó una carcajada vacía y sin vida.

—Realmente no lo puedo creer —dijo levantándose del columpio—. Y yo que había pensado en recibir una disculpa por lo ocurrido a la tarde… 

Sungmin estaba de pie y se masajeaba el puente de la nariz, la sonrisa incrédula aúnen su rostro.

—Y de verdad lo siento-

—¡No! ¡No lo sientes! —gritó el mayor interrumpiendo al moreno— ¡No lo sientes en absoluto! Si lo sintieras no estarías haciéndome pasar por esto nuevamente. ¿Qué me amas dices? ¿Luego de cómo me trataste sólo un par de horas atrás? ¿Después de pisotear mis sentimientos y mi confianza? ¡¿Eso es amor para ti?!

Kyuhyun lo miraba fijamente. Sungmin se veía realmente alterado; las lágrimas le empapaban rostro delicado y el moreno no sabía si eran lágrimas de rabia, de tristeza o de ambas. ¿Tanto había sido el daño?

Si ese era el caso, aún sentía que tenía una oportunidad.

—De verdad lamento haberte lastimado y tengo una explicación para eso, pero te amo —volvió a decir Kyuhyun mientras se levantaba de donde había estado sentado.

—No vuelvas a repetir eso —dijo Sungmin en un tono bajo y amenazador— ¿Pretendes que te crea? Sé que sólo fui un juguete, eso me lo dejaste bien claro, pero no volveré a caer.

—Te amo.

—¡Basta! ¡Ya no quiero escucharte!

Sungmin se tapó los oídos y se volteó, echando a correr. La brisa nocturna chocaba contra su rostro, enfriándolo producto de las lágrimas derramadas, pero no llegó muy lejos; Kyuhyun le había dado alcance, lo tomó por la muñeca y lo volteó hacia él.

Debido a la fuerza que había utilizado el otro, Sungmin terminó chocando contra el pecho del moreno, oportunidad que el moreno aprovechó para afianzar u agarre sobre él.

Con Kyuhyun agarrándolo ahora de ambas muñecas, y al verse sin salida, Sungmin comenzó a forcejear.

—¡Suéltame!

—Carta número uno: “Buenos días Sungmin. Sé que te parecerá extraño recibir esta carta de un completo extraño, pero no se me ocurrió otra manera de poder acercarme a ti. Desde que te ví, no pude sacarte de mi mente”.

«Carta número dos: “Buenos días. Espero que hayas dormido bien. Recuerda desayunar siempre adecuadamente y de cuidarte mucho, ya que no sé qué haría si faltaras y no pudiera verte”.

Sungmin estaba completamente atónito. Kyuhyun le estaba recitando las cartas que le había escrito; cada palabra era exactamente igual a las cartas que había recibido y Sungmin lo sabía porque se las había aprendido de memoria. Había perdido la cuenta de cuántas veces las había releído, antes y después de que Kyuhyun le dijera aquellas hirientes palabras.

Sí. Era un masoquista, pero no podía evitarlo, se había enamorado de la persona que tenía enfrente. Hubiese dado cualquier cosa por poder arrancárselo por completo de adentro en el instante en que supo que era todo una farsa. Lo había intentad con todas sus fuerzas, pero ese sentimiento se había negado a abandonar su corazón.

«Carta número doce: “Siempre te he estado observando y siempre estas en mis pensamientos. Cada vez que te cuelas en mi rango visual, logras alegrarme por completo; eres mi rayo de sol personal”.

Sungmin seguía escuchando, y lo siguiente que dijo el moreno le erizó la piel.

«Carta aún sin enviar: “Te amo más que nada. Te amo con todo el corazón y con toda el alma. Juro por mi vida que es cierto. Cada palabra escrita en esas cartas era una extensión de mis verdaderos sentimientos. La única vez que mentí fue en el instante en que dije que habías sido sólo un juego y créeme que me faltarán días para arrepentirme por haberte lastimado así. Lo comprenderé si aún luego de leer estas líneas decides no perdonarme; de hecho, eso sería lo más sensato que podrías hacer puesto que no merezco tu perdón, pero necesitaba disculparme y decirte mis sentimientos de manera clara. Te amo Sungmin… te amo”

Sungmin hacía rato había dejado de forcejear y simplemente miraba al piso, escuchado atentamente cada palabra que decía el moreno.

—¿Me crees idiota? —preguntó Sungmin in levantar la miada— Porque realmente lo sería si creyera nuevamente en tus palabras.

—Yo no… —tartamudeó Kyuhyun.

No sabía que decir ni cómo defenderse. Ya no tenía palabras y si hablar del corazón no le había ayudado entonces…

Así que es mejor que empieces a darle las explicaciones pertinentes a este idiota que tienes ante ti —dijo el pelinegro levantando la mirada. Su rostro seguía mojado por las lágrimas, pero una sonrisa comenzaba a aflorar en sus labios.

Si aquello era otra gran mentira. Si otra vez estaban jugando con él, ya no le importaba, luego tendría tiempo para arrepentirse. Por ahora disfrutaría de las palabras oídas y de la mirada sincera de Kyuhyun.

—Por supuesto —dijo el moreno con una hermosa sonrisa en el rostro y soltando la respiración que no sabía había contenido.

Había herido a Sungmin, pero eso sólo había dejado ver que el pelinegro también estaba enamorado de él. Kyuhyun había apelado y había puesto todas sus esperanzas en que ese amor no se hubiese extinguido. Y había dado sus frutos.

De ahora en más se encargaría de no volver a defraudar a la persona que sostenía entre sus brazos en un abrazo cálido. Se encargaría de hacerlo la persona más feliz del mundo.

—Pero antes que nada… —susurró el más alto, poniendo ambas manos a los costados del rostro húmedo del pelinegro. Se acercó lentamente a él y depositó un suave beso en esos labios rosa que tanto había deseado. 
 

~◘○◘○◘~


Era un nuevo día, una nueva jornada escolar y la cafetería se había transformado en un ring.

—¡Por eso te digo que eres un idiota! —decía el castaño— Por tu culpa casi pierdo al monito…

—¡¿Perdón?! Si no mal recuerdo, fue tu culpa que casi pierdo a Sungmin. ¿Por qué te metes en mi vida amorosa? —preguntó indignado el moreno.

—¡Si no fuese por mí, ni tendrías vida amorosa! —replicó Donghae.

Hyukjae y Sungmin miraban ambos a sus respectivas parejas. Al principio habían tratado de intervenir en su discusión –una muy infantil por cierto–, pero al cabo de un rato sin resultados positivos, se habían dado por vencidos y los habían dejado ser.

Sin embargo, la situación se estaba saliendo de control y algo debía de hacerse.

Los amigos cruzaron miradas y encontraron la respuesta. Miraron a su alrededor para asegurarse de que nadie los estuviese mirando y, luego de tomar del rostro a sus respectivas parejas, les plantaron un beso en los labios.

Por supuesto, había sido santo remedio y el par había cesado en su afán de pelear. Entonces, Sungmin aprovechó la oportunidad para hablar:

—Ya dejen de pelear. Ahora estamos juntos ¿qué más necesitan? —los regaño el pelinegro.

—Sungmin tiene razón, así que ya dejen de ladrarse —apoyó Hyukjae.

El moreno y el castaño se miraron y se hicieron un desprecio, pero ambos sabían en su interior que Sungmin y Hyukjae tenían razón.

Estaban juntos y ya nada más importaba.

 

→Fin.
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