Second Note

Your Secret Admirer

 

Capítulo 2




Ya habían pasado unas cuantas semanas desde que Kyuhyun había comenzado a entregarle las cartas personalmente a Sungmin y el último ya no se sentía tan tenso ante la presencia del moreno. Se había comenzado a interesar más y más en el más alto.

Era serio como todos comentaban, pero no le parecía frío; estaba casi seguro que sólo le costaba expresarse un poco y hasta encontraba ese detalle tierno. Por lo mismo, quería acercarse más a él y conocerlo un poco más, pero aún no sabía cómo lograrlo.

En esos momentos se encontraba nuevamente bajo aquel árbol que había servido como su punto de encuentro, por primera vez él esperando a Kyuhyun, quien se había retrasado. Unos minutos después lo vio caminando con paso rápido hacia donde se encontraba y llegar a su lado.

—Lamento la demora. Tuve que hacerle unos mandados al profesor —dijo visiblemente molesto ante el hecho.

—No te preocupes —le sonrió—. No viene mal que por una vez sea yo quien espere —dijo mientras se apoyaba en el árbol.

—Aún así, lo siento —dijo y luego continuó—. Toma, aquí tienes la carta.

“La carta”. Para ser sinceros, Sungmin ya casi había perdido el interés en ellas. Simplemente esperaba descifrar pronto las extrañas letras y números del nombre en clave para poder hablar con esa persona y decirle que muchas gracias, pero que no estaba interesado en él.

Cuando recibió el sobre de manos de Kyuhyun, se sintió decepcionado de que su encuentro estuviese por terminar. Además de eso, Hyukie le había dicho que ese día –y a partir de ese momento–, tenía que quedarse más tiempo en el club ensayando, por lo que no podría almorzar con él.

Y ahora que pensaba en Hyukjae, su amigo le preocupaba un poco. Esos últimos días había estado bastante decaído, podría decirse que hasta estaba triste; era demasiado notorio que algo le molestaba porque ya no era el Monito alegre, bromista y juguetón que solía ser, y lo peor era que cada vez que Sungmin le preguntaba el por qué de su estado de ánimo, siempre recibía la misma respuesta: “No me pasa nada, no te preocupes”.

Repentinamente, justo cuando Kyuhyun estaba por despedirse, su celular comenzó a sonar.

—Hola Hae, ¿qué pasa? —dijo el moreno al contestar, sabiendo de antemano que era Donghae al ver el número; todo esto bajo la atenta y curiosa mirada de Sungmin.

—¡Hola! Quería avisarte que hoy no podré almorzar contigo; tengo ensayo extendido en el club de baile —dijo el pez del otro lado de la línea.

—Ah… Ok, no hay problema. Que te vaya bien —y luego de escuchar la despedida del castaño, cortó.

—¿Pasó algo? —preguntó Sungmin.

—No, nada. Era Hae que llamaba para avisarme que no podría almorzar conmigo hoy, eso es todo —respondió Kyuhyun.

Y por fin Sungmin vio su oportunidad. De verdad quería saber más del menor; además, tal vez Kyuhyun podría ayudarle a descifrar el código.

El más bajo respiró hondo y habló.

—Te… ¿te gustaría que almorzáramos juntos entonces? —preguntó el mayor, ruborizándose un poco. Kyuhyun lo miró con una ceja levantada

—¿No almuerzas todos los días con tu amigo? —preguntó dubitativo.

—Sí, pero resulta que el club de baile tiene ensayo hasta tarde hoy y Hyukjae es el presidente, por lo que no podrá almorzar conmigo. Supongo que tu amigo Donghae tampoco puede por lo mismo, como él es el vicepresidente… —dijo 

Kyuhyun aún no estaba seguro de si debía aceptar. Estar con Sungmin lo ponía un poco nervioso y siempre terminaba siendo demasiado serio, pero no le gustaba comer solo; además, había algo que lo empujaba a aceptar, el hecho de que a fin de cuentas, Sungmin le gustaba. Aún así, y con mayor razón, debía cuidarse de que no descubriera su secreto.

—En ese caso… está bien —dijo Kyuhyun, finalmente accediendo.
 

~◘○◘○◘~


A pesar de haber decidido almorzar juntos y encontrarse ya sentados y comiendo en la cafetería, el ambiente entre ellos era un poco tenso, pero para sorpresa de Sungmin, Kyuhyun fue el primero en romper el hielo.

—¿Y ya sabes quién te envía las cartas? —preguntó el moreno, mirando intensamente al mayor. Su mirada era penetrante, como queriendo alcanzar hasta el último resquicio del alma de Sungmin.

—No… no, aún no sé nada —contestó Sungmin, sin poder evitar tartamudear ante la atenta mirada del otro—. ¿Tú sabes algo? Digo, como las cartas llegan a tu casa…

Sungmin había preguntado con la mirada en su comida, pero de vez en cuando sus ojos lo traicionaban dirigiéndose al rostro de Kyuhyun. Sentía que era la primera vez que lo veía realmente; y recién se daba cuenta del por qué las chicas lo perseguían.

—No. Las cartas están en mi buzón cada mañana junto con una nota que especifica que te sean entregadas a ti, tal y como te dije la primera vez que hablamos —aclaró el moreno.

—Lo que realmente me intriga, aparte de quién es, es por qué deja las cartas en tu casa. Tu y yo nunca habíamos hablado antes de esto, por lo que no se me ocurre qué conexión puede haber —expuso Sungmin.

—Tienes razón, pero tampoco tengo la más mínima idea —dijo el menor. No podía y no le convenía entrar en ese tema.

—Mm… ¿quién podrá ser? —susurró Sungmin para sí mismo. 

Tenía que lograr averiguar algo hoy pero ya había descartado la idea de mostrarle la carta a Kyuhyun para que este lo ayudara; le daba un poco de vergüenza, por lo que decidió irse por la tangente para ver si descubría algo.

—Cambiando de tema… ¿Sabes si a tu amigo Donghae le gusta alguien? —preguntó Sungmin. La respuesta de Kyuhyun fue fruncir el ceño para luego levantar una ceja—. No… ¡no pienses mal! —tartamudeó— Lo que pasa es que una amiga me pidió de favor que le averiguara, eso es todo… —se defendió el pelinegro ante la mirada escrutadora del otro.

—No que yo sepa, pero no podría confirmarte nada —respondió el moreno con sequedad; no le había creído mucho lo que le había dicho.

—Ya veo… Me encargaré de decírselo. Gracias… —dijo, y siguió comiendo.

Sungmin había estado cerca de meter la pata. No podía ir de frente y decirle que pensaban que era Donghae quien enviaba las cartas; lo más probable era que Kyuhyun se le riera en la cara.

El resto de la semana pasó de igual manera. Los ensayos del club de baile se habían extendido por dos semanas, por lo que durante esos días, Kyuhyun le daba la carta a Sungmin y luego se iban a almorzar juntos.

Durante esos momentos, hablaban de todo un poco y a la vez de nada, pero el pelinegro sentía que su relación con el moreno se estrechaba cada vez más. La hora del almuerzo se había convertido en una de las más importantes para ambos, ya que podían conocerse más a fondo.

Sungmin había descubierto que Kyuhyun, aparte de ser extremadamente inteligente como todos comentaban, era un adicto a los videojuegos. El mayor jamás se lo hubiese imaginado; Kyuhyun era bastante serio, pero bastaba con mencionar algo relacionado con su adicción para que empezara a hablar hasta por los codos y pusiera cara de niño con juguete nuevo. El pelinegro se sorprendió de que el menor pudiese llegar a ser adorable, y todo por unos videojuegos.

La entrega de las cartas pasó a ser una mera formalidad, puesto que Sungmin había perdido casi todo el interés en ellas y en la persona que las escribía. Esto se debía a que “otra” persona estaba acaparando más y más lugar en su corazón.

Por otro lado, Kyuhyun había descubierto nuevos aspectos de Sungmin, como por ejemplo, que no era tan frágil como parecía ser, entre otros. Había estudiado artes marciales por unos cuantos años ya y era bastante fuerte. Todo esto no hacía más que afianzar sus sentimientos con respecto l mayor.
 

~◘○◘○◘~


Sungmin se encontraba sentado frente al escritorio, sobre éste yacía la primera carta que había recibido. Aún no se animaba a volver a abrirla.

Hacía unos minutos había recibido una llamada de Hyukjae. Le había comentado que estaba leyendo un libro en donde se hacía referencia a distintos tipos de códigos y claves. Hyukjae le había recomendado algunos para que intentara descifrar lo de las cartas, pero Sungmin ya no sabía si quería averiguar quién era el admirador secreto, a no ser que dicho chico fuese alto, de pelo oscuro, de ojos penetrantes, serio y que amase los videojuegos. En pocas palabras, que fuese Kyuhyun.

Ya no tenía caso. El menor se había ido metiendo de a poco en su interior y en su corazón albergaba la esperanza de que aquel que enviaba las cartas fuese realmente el moreno. Por eso mismo, se puso manos a la obra e intentó resolver el código con los datos que le había pasado el monito.

Luego de varios intentos, por fin lo había conseguido.

Se quedó sentado allí viendo el nombre escondido tras el código; el nombre de su admirador secreto… y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas.
 

~◘○◘○◘~


Esa misma noche, Donghae había ido a la casa de Kyuhyun a probar el nuevo videojuego que éste había comprado, pero luego de una par de horas de jugar habían decidido tomar un descanso. Estaban los dos sentados en el sillón que se encontraba frente al televisor.

—¿Y qué me cuentas de estos días en los que he tenido ensayo? Me llegaron rumores de que te han visto almorzando con Sungmin. Te lo tenías bien guardado… —dijo Donghae mientras sorbía un poco de jugo y tomaba una galletitas de la mesa. Su mirada estaba clavada en el más alto.

—Si, pero no me lo tenía guardado, simplemente no me habías preguntado —contestó sin mirar a su amigo estaba demasiado concentrado en hacer zapping.

Donghae se sentía totalmente frustrado. ¿Por qué Kyuhyun no simplemente admitía lo que sentía por el mayor? El castaño necesitaba saberlo: si eran sinceros, todo sería mucho más fácil; pero no, Kyuhyun era terco como una mula.

—Te gusta ¿no? —pero la frase sonó más a afirmación que a pregunta.

—¿Qué? ¿Los programas de música? —preguntó el moreno haciendo referencia al programa que pasaban en la tele.

—No te hagas el tonto que sabes muy bien que no me refería a eso. Te gusta Sungmin —declaró Donghae.

—No —fue la escueta respuesta del menor de los dos.

—No me mientas… y de paso, no te mientas a ti mismo —dijo Donghae con el ceño fruncido. 

—Te digo que no me gusta —replicó con la mirada aún en la pantalla del televisor.

—¿Entonces no te molestaría que Sungmin estuviese con alguien más? —preguntó el mayor por meses, retándolo. Kyuhyun siempre había sido así, nunca daba el brazo a torcer, pero tenía que darse cuenta de que algún día, su actitud le jugaría una mala pasada. Y ese día había llegado.

Kyuhyun se removió inquieto en el sillón. Sí, Hae tenía razón: Sungmin le gustaba. Demasiado. Y de sólo imaginarse al pelinegro con alguien más le hervía la sangre, pero no lo admitiría. 

Sungmin sólo lo veía como un conocido, y luego de esas semanas que habían almorzado juntos, con suerte había subido al rango de “amigo”, pero nada más. Por eso era que no lo admitiría; expresar sus sentimientos en palabras, pronunciar la frase “me gusta” haría que todo fuese aún más doloroso para él.

—No me molestaría en lo más mínimo —fue la respuesta de Kyuhyun, pero salió con menos convicción de la que había pretendido.

Para Donghae, esa había sido la gota que rebalsó el vaso. Kyuhyun no le había dejado otra opción. Se puso de pie.

—¿Y si te digo que me gusta Sungmin?

Kyuhyun abrió los ojos como platos. Eso lo había dejado atónito. ¿Hae acababa de decirle que gustaba de Sungmin? Por primera vez desde que comenzaran con aquella conversación, el moreno apartó la mirada de la pantalla para dirigirla al rostro de su amigo, el cuál era la viva imagen de la seriedad.

—¿Qué dijiste? —preguntó casi en un susurro a la vez que entrecerraba los ojos.

—Exactamente lo que escuchaste. Que me gusta Sungmin… y que soy yo quién le ha estado enviando esas cartas —declaró Donghae, aún con el rostro serio y el ceño fruncido.

Si lo primero que había escuchado lo había dejado atónito, la segunda declaración le había directamente cortado la respiración. No l podía creer, pero para su desgracia, al saber eso todo cobraba sentido: las miradas que a veces Hae le dirigía a Sungmin, el hecho que las cartas llegaran a su casa, el que estuviese tan empeñado en saber lo que Kyuhyun sentía por el mayor… todo.

¿Cómo podía haber estado tan ciego como para no ver lo que era tan obvio? Lo más doloroso era que ahora que lo pensaba, a Sungmin probablemente también le gustara Donghae. El pelinegro sabía muchas cosas de Hae y se había mostrado muy interesado en saber si el pez gustaba de alguien. “Desde el principio no tuve oportunidad”, pensó Kyuhyun.

Kyuhyun volvió en sí y su semblante se tornó frío. Se giró nuevamente hacia el televisor.

—Espero que sean felices entonces. Ah... y la próxima vez, no me uses como tu mensajero personal.

La frialdad del tono del moreno conmocionó al castaño.

—Kyuhyun… ¡eres un terco y un idiota! —gritó Donghae al tiempo que tomaba sus cosas y salía corriendo.

El portazo que escuchó le confirmó que todo era real; que Hae no volvería a decirle que era una broma; que en realidad no era él quien enviaba las cartas; que no era cierto que Kyuhyun hubiera perdido incluso antes de empezar a competir.

Dejó caer el control remoto y se llevó la mano al rostro, echando la cabeza hacia atrás.

—Tienes razón Hae… soy un verdadero idiota.
 

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