First Note

Your Secret Admirer


Capítulo Uno



“Siempre te he estado observando y siempre estas en mis pensamientos.
Cada vez que te cuelas en mi rango visual, logras alegrarme por completo. 
Eres mi rayo de sol personal.”

Atte. Tu admirador Secreto
C26U H22N O8 11Y




Otra vez había una carta anónima en su casillero, así como venía sucediendo por las últimas dos semanas, y no tenía la más mínima idea de quién podría estar enviándolas pero al parecer el emisor pretendía que la cosa siguiera de esa manera, puesto que nunca daba pistas acerca de su persona. Hasta ahora lo único que había podido concluir era que su admirador secreto era menor que él y que era hombre, todo por la forma de escribir.

Sungmin suspiró y se metió la carta al bolsillo mientras se dirigía a la primera clase del día. A mitad de camino se le unió su mejor amigo, Hyukjae.

—¡Buenos días! —dijo con entusiasmo el pelirrojo.

Hacía poco se lo había teñido de ese color y Sungmin se divertía cada vez que veía al monito –como le decía de cariño– tratando de escapar de los retos y regaños del inspector del colegio. Hasta ahora venía logrando escabullirse y era ya la tercera semana con ese color. El más bajo estaba seguro que el inspector terminaría rindiéndose antes de atraparlo.

—Buenos días Hyukie —respondió con una sonrisa el pelinegro— Veo que otra vez lograste escapar… —comentó, y su amigo le regaló una sonrisa que dejaba ver hasta sus encías y le hizo el símbolo de la victoria con sus dedos. La situación hizo que los dos estallaran en carcajadas mientras seguían avanzando por el pasillo hasta su clase.

—Y… ¿te llegó otra? —preguntó el teñido refiriéndose a las misteriosas cartas que recibía su amigo cada día.

Sungmin le había contado todo con la esperanza de que su amigo pudiese ayudarlo, pero aquel que dijo que dos cabezas piensan mejor que una, estaba completamente equivocado, o por lo menos el dicho no se aplicaba a su caso.

—Sí —dijo extendiéndole la carta a su amigo—, y antes de que me preguntes, no, aún no sé quién puede estar enviándolas.

Hyukjae se dedicó a leer la carta con atención para luego devolvérsela a su amigo. El pelirrojo tampoco tenía idea de quién le escribía esas cartas Sungmin y hasta ahora no habían podido dar con ningún “sospechoso”.

Por supuesto, esto no era porque no lo hubiesen intentado, sólo era que sus planes para averiguar la identidad de dicho admirador habían resultado infructuosos; el último plan, que había sido llegar más temprano para ver quién era el que depositaba los sobres en el casillero, los había llevado a un alumno de un curso más bajo.

Según lo que les había dicho, las cartas llegaban a su casa junto con una nota que especificaba que fuese entregada a Lee Sungmin. Aquel estudiante no era cualquier persona, sino que era uno de los mejores de la escuela y todos lo conocían. Su nombre era Cho Kyuhyun. Era un chico alto y apuesto y casi el 90% de las chicas del colegio lo pretendía, pero tenía fama de ser bastante frío con las personas.

—Lo aunque aún no entiendo es por qué Cho no te las entrega personalmente —expresó Hyukjae—. No es como si no se cruzaran en los pasillos.

—No lo sé, pero ya sabes lo que se comenta de él; tal vez le parezca demasiado molesto —dijo Sungmin de manera pensativa.

—Pero si ese fuera el caso, ¿por qué no directamente decide no entregártelas? Después de todo no es su obligación, a no ser… —el pelirrojo dejó la frase colgando. 

—A no ser… ¿qué? —preguntó Sungmin intrigado. Si su mejor amigo había pensado en algo, él quería saber qué era.

—¡A no ser que sea él quien las escriba! —dijo Hyukjae como si hubiese descubierto América.

—¿Te das cuenta de que lo que estás diciendo no tiene sentido, no? —Sungmin lo miró como quien mira a un loco de remate— Estamos hablando de Cho Kyuhyun, el príncipe del hielo. Hyukjae, por favor…

—Está bien… tienes razón; pero si no es él, puede ser que tal vez sea alguien cercano a él, algún amigo quizás —dijo tratando de buscarle una vuelta a su teoría—, sino, ¿por qué se molestaría en dártelas siquiera? —preguntó el más alto.

Sungmin estaba sorprendido. Lo que Hyukjae había dicho realmente tenía sentido; ahora el problema era saber si sus presunciones eran acertadas.

—Espera… Cho Kyuhyun no tiene muchos amigos cercanos ¿no? —preguntó el pelinegro.

—Que yo sepa, sólo se junta con Lee Donghae. Según escuché son amigos de la infancia; los dos tienen la misma edad y son compañeros de curso. Donghae es el vicepresidente del club de baile y uno de los mejores bailarines —dijo Hyukjae con seguridad.

—Un momento… ¿no eres tú el presidente de ese club? —preguntó Sungmin sorprendido.

—Así es… ¿Cómo crees que sé todo eso si no? —contestó, mirando a su amigo de reojo.

—Claro, tienes razón —dijo sonrojándose ante lo tonto que había sido—. Pero… ¿de verdad crees que sea él quien envía las cartas? ¿Lee Donghae? —preguntó Sungmin llevándose una mano al mentón.

Hyukjae detuvo repentinamente su andar. Claro, si no era Kyuhyun, seguramente fuese Donghae, de otra forma no habría posibilidad de que el moreno entregara esas cartas. Si de verdad era así, eso significaría que el castaño estaba enamorado de Sungmin.

El más bajo, al notar que su amigo se había quedado atrás, se volteó hacía él.

—¿Hyukie? —preguntó. El aludido levantó la mirada y forzó una sonrisa.

—Tal… tal vez sea así —dijo tartamudeando y se apresuró para alcanzar nuevamente a Sungmin—.Y ahora debemos apresurarnos porque ya casi es hora de que comience la primera clase —dijo tomando al pelinegro del brazo y poco más arrastrándolo hasta el salón de clases.
 

~◘○◘○◘~


Al otro día, cuando Sungmin abrió su casillero, no encontró nada. Revisó por todos lados, pero la carta no estaba. Si realmente era Donghae quien las enviaba, ¿se habría cansado? No era que estuviese enamorado del castaño, pero según lo que Hyukjae había dicho, parecía un buen chico; además, en cierta manera se había acostumbrado a recibirlas.

Sacó los libros que necesitaba y caminó por el pasillo hasta su clase; Hyukjae lo había llamado temprano para avisarle que no iría ese día al colegio porque no se sentía muy bien.

De repente sintió que alguien lo tomaba de la muñeca. “¿Habrá venido Hyukjae a la escuela a final de cuentas?”, pensó Sungmin. 

—¡Hyukie…! — se volteó con una sonrisa en el rostro pero ésta se desvaneció al ver que no era su mejor amigo quien estaba agarrándolo. Era Cho Kyuhyun.

—Necesito hablar contigo. Te espero bajo el árbol que está en el patio trasero del colegio a la hora del almuerzo. No llegues tarde —dijo Kyuhyun en tono serio y hasta demandante.

—Pero… —comenzó a decir el más bajo, pero fue interrumpido por un cortante “Adiós” del moreno, quien se dio media vuelta y desapareció por el pasillo.

Sungmin no sabía qué pensar. ¿Estaba relacionado eso que Kyuhyun tenía que decirle con el hecho de que ese día no recibiera una carta? Al parecer tendría que esperar hasta el almuerzo para averiguarlo, pero tenía que admitir que sentía cierto temor de estar a solas con el menor. ¿Por qué Hyukjae había elegido justo ese día para faltar?
 

~◘○◘○◘~


Hora del almuerzo y Sungmin se encontraba caminando hacia el lugar de la cita. No quería llamarlo así, pero no se le ocurría de qué otra forma llamarlo.

Cuando el árbol entró en su campo visual, vio que Kyuhyun ya lo estaba esperando. Miró su reloj. Para su desgracia, estaba llegando 10 minutos tarde. Tragó saliva y se acercó al moreno.

—Llegas tarde —le dijo el más alto con cara de fastidio y Sungmin sintió un ligero escalofrío.

—Lo… lo siento —tartamudeó—. El profesor me retuvo después de clase —contestó el más bajo, porque a pesar de ser él el mayor, Kyuhyun le sacaba unos cuantos centímetros—. ¿De qué tenías que hablarme? —preguntó, tratando de terminar cuanto antes aquel asunto.

Vio como Kyuhyun hurgaba en su mochila y extraía algo. Era un sobre, el cual le extendió a Sungmin.

—Toma —dijo serio.

Sungmin tomó el sobre, pero no entendía nada. ¿Para qué le daba un sobre?¿Cho Kyuhyun también quería darle cartitas? El mayor lo miró sorprendido y confundido.

—Es la carta de tu admirador secreto —dijo el moreno como si fuese lo más obvio del mundo… y lo era—. De ahora en más te las entregaré en tus manos ya que ya no tengo que venir más temprano; aparte, ya me cansé de que me miren raro por estar poniendo cartitas en casilleros ajenos —dijo frunciendo el ceño.

Por fin Sungmin había comprendido y el color se le subió a las mejillas por haber dejado volar su imaginación; por un momento había pensado que el menor también se le declararía. ¡Qué estúpido!

—Ah… gracias, pero tengo una duda… —dijo mientras tomaba el sobre de manos de Kyuhyun— ¿Por qué te molestas en dármelas? —preguntó un tanto inseguro. Necesitaba alguna pista acerca de quién podría ser el admirador secreto y pensó que tal vez el moreno podría darle alguna, pero se arrepintió de haber preguntado cuando Kyuhyun lo miró con resentimiento.

—Porque sí —replicó mirándolo directamente a los ojos para luego irse en dirección de la cafetería.

—Bueno, pudo ser peor… —susurró Sungmin mientras veía alejarse al menor.
 

~◘○◘○◘~


En la cafetería, un Donghae muy animado había recibido a Kyuhyun. Estaba sentado en una de las mesas y le hacía intensas señas con las manos para que el moreno lo notara y se sentara con él. Cuando el menor se ubicó a su lado, Donghae comenzó a hablar.

—¿En dónde andabas? Te estaba esperando para almorzar pero demoraste tato y tenía tanta hambre que no me pude contener y me comí todo decía el pez con una sonrisa y expresión traviesa.

—Estaba entregándole la carta a Lee Sungmin —contestó con seriedad mientras abría su almuerzo y empezaba a comer.

—¿Siguen llegando? ¿Y por qué no se las dejas en el casillero como siempre? —preguntó el castaño intrigado, apoyando los brazos sobre la mesa e inclinándose para ver el rostro de su amigo, quien se notaba muy concentrado en su almuerzo.

—Porque me cansé de que me miraran raro por dejarle notitas a alguien —dijo llevándose un poco de arroz a la boca.

—Ah… claro —dijo Donghae volviendo a enderezarse— ¿Y qué te parece él? —preguntó como si nada.

—¿Qué me parece quién? —Kyuhyun devolvió la pregunta.

—Lee Sungmin por supuesto, ¿quién más sino? —aclaró—. Siempre lo estas mirando, por lo que pensé que tal vez, al hablar con él, te habrías dado una mejor idea de cómo era —dijo el pez con picardía, mirando a Kyuhyun de soslayo, haciendo que por fin se volteara.

—Yo no estoy siempre mirándolo —negó Kyuhyun. S e había puesto a la defensiva por el comentario de su mejor amigo.

Si Hae se había dado cuenta de que miraba a Sungmin, entonces Kyuhyun supo que no había sido muy discreto que digamos. No lo admitiría, pero su amigo tenía toda la razón, su mirada siempre encontraba la manera de hallar al mayor y no podía evitarlo; sea como sea, siempre le había gustado.

Sungmin era tan distinto a él, por eso mismo le había llamado la atención desde un primer momento, cuando lo vio de casualidad jugueteando con su amigo en los pasillos. El más bajo era alegre, vivaz, tierno y siempre tenía una sonrisa en el rostro; en cambio Kyuhyun no era demasiado expresivo y era bastante serio y frío, pero siempre que el moreno veía a Sungmin, sentía dentro de sí una extraña sensación de calidez.

Al principio había tratado de ignorarla, pero se dio cuenta de que no tenía caso: en algún momento esa calidez interior se había transformado en amor.

Pero no pensaba decirle eso a Donghae porque éste se le reiría en la cara; mucho menos se lo diría al propio Sungmin, ya que éste ni sabía que existía. Hasta ahora.

Gracias a las cartas había podido acercarse a él. En un primer momento las había dejado en el casillero del mayor porque no se atrevía a encararlo. Sí, el chico frío Kyuhyun también tenía sus debilidades, en este caso, Sungmin. Pero después de meditarlo se dio cuenta que estaba desperdiciando una oportunidad de oro, una oportunidad de conocer más a fondo al objeto de su afecto, y por eso mismo había cambiado su táctica. No más carta en el casillero. Ahora se las entregaría personalmente.

—Bueno, como quieras… —siguió con la conversación su amigo—, pero si lo miraras, y nótese el si condicional, nadie podría culparte. El chico es lindo y tierno.

Y Kyuhyun vio cómo la mirada de su amigo viajaba a la puerta de la cafetería por donde en ese preciso momento estaba entrando Sungmin. La mirada de Donghae era intensa, como si buscara algo en el mayor, cosa que a Kyuhyun no le gustó nada. El moreno se levantó de la silla.

—No me interesa —dijo mientras guardaba sus cosas y se dirigía a la puerta de salida. Las clases estaban por comenzar.

—¡Ey! ¡Espérame! —gritó Donghae también levantándose y siguiendo a su amigo, no sin antes voltear a mirar a Sungmin con una expresión cargada de tristeza y anhelo.
 

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