Fourth Note

Your Secret Admirer
Capítulo Cuatro
Lado A



Sungmin caminó a paso rápido hasta el baño, donde se encerró en uno de los cubículos. El portazo que dio hizo eco en el desierto lugar, cortando el silencio que hasta entonces reinaba.

El pelinegro se sentó sobre la tapa del inodoro, atrajo las rodillas hacia su pecho y escondió su rostro entre ellas. Lo de Kyuhyun había sido demasiado.

¿Cómo pudo ser capaz de hacer algo así? Sungmin no lo podía entender. Le había abierto su corazón y lo había dejado entrar, había confiado en él y el moreno simplemente había destrozado todo a su paso.

Entre su llanto escuchó que la puerta del baño se abría y que alguien entraba y daba el agua. Por más que Sungmin lo intentó, no pudo acallar a tiempo sus sollozos… y la otra persona lo oyó.
 

~◘○◘○◘~


Se había pasado toda la mañana escapando de Donghae. Luego de salir corriendo y entrar al salón de baile a medio vestir, se había topado con dos de los miembros del club.

Obviamente le habían hecho las preguntas pertinentes (“¿Por qué sales medio desnudo?” y “¿Estas llorando?”, a lo que él respondió “Pensé que no había nadie aún” y “No, sólo me entró una basura al ojo” respectivamente), claro que con lo que no había contado era que el castaño saliera sólo unos minutos después que él y que le pidiera unos momentos para hablar.

Le entró el pánico. ¿Qué le iba a decir? Porque era más que seguro que Donghae le pediría explicaciones por lo acontecido en los vestidores, y para esas alturas Hyukjae ya no sería capaz de seguir conteniendo sus sentimientos y le terminaría soltando todo: que lo amaba más que a nada en el mundo, que no quería que estuviera con nadie más y que se moría de celos.

Por eso mismo se había negado, alegando que ya habían llegado los otros y que era momento de practicar. Y así había sido durante toda la mañana: Hae lo buscaba para hablar y Hyukjae le daba una excusa tras otra… hasta la hora del almuerzo.

Para ese momento, Hyukjae se había quedado sin peros, por lo que había optado por lo único que le quedaba: huir cual ladrón, cosa que en realidad era. Su mejor opción había sido el baño, al cual entró cerrando la puerta tras de sí para luego dejar escapar un largo y profundo suspiro.

Fue hasta el lavamanos y se disponía a lavarse la cara cuando escuchó ruidos. Alguien lloraba y él creía saber de quién se trataba.

—¿Sungmin? —preguntó en voz alta, mirando a su alrededor por si alguna puerta se abría, pero no fue así. De todas maneras, estaba seguro de que se trataba de su amigo.

—Si no contestas voy a entrar —amenazó el pelirrojo.

—No vas a poder. La puerta está trabada —dijo Sungmin con la voz congestionada debido al llanto. Lo que no sabía era que le había dado a Hyukjae su ubicación exacta.

—Eso es lo que tú crees… —y luego de decir eso, se acercó a la puerta desde donde había salido la voz de su amigo y trepó por la misma, haciendo el menor ruido posible; el ser bailarín le hacía más ágil y flexible, por lo que la subida no le supuso ningún problema.

Una vez arriba miró hacia el interior y vió a Sungmin acurrucado sobre el inodoro, abrazándose las rodillas.

—Pareces un conejo asustado —soltó con burla desde arriba, sorprendiendo al pelinegro.

—Y tu pareces un mono salvaje —replicó Sungmin cuando se hubo recuperado del susto inicial.

Ambos sonrieron.

—¿Puedo pasar? —preguntó Hyukjae.

—Claro, no pensarás quedarte ahí eternamente.

El pelirrojo bajó fácilmente hasta donde se encontraba Sungmin y lo empujó un poco para que este le hiciera un espacio donde sentarse. No había mucho, por lo que terminaron sentados sobre la tapa del inodoro espalda con espalda, cada uno mirando hacia una de las paredes laterales del cubítrasero.

—¿A qué se debe el llanto? —preguntó el menor.

Si bien lo había estado evitando esos últimos días, Sungmin era su mejor amigo y realmente le preocupaba que estuviera así.

—No es nada —contestó Sungmin sin muchos ánimos.

—Por supuesto. Ahora está de moda encerrarse en los baños a llorar por nada —dijo con ironía, a la vez que se sonaba los dedos de la mano.

—¿Y a ti qué te pasa? —preguntó el mayor.

—¿A mí? Nada.

—¿También haces parte de la nueva moda? No me mientas. Sólo te haces sonar los dedos cuando estas aproblemado. Te conozco desde hace años.

Y luego de un silencio, ambos se echaron a reír. Definitivamente eran como hermanos, no se podían ocultar nada.

—Descubrí quién era el admirador secreto —confesó Sungmin y Hyukjae se tensó. 

No quería escuchar aquello, pero tarde o temprano tendría que hacerlo, así que era mejor terminar con todo de una vez por todas. De esa manera, escuchó todo lo que Sungmin tenía para decir: lo del admirador secreto, lo de las cartas anónimas, acerca del hecho de que Kyuhyun las cambiara para su “experimento”, todo.

Por más que el pelinegro lo había intentado, no había podido evitar dejar escapar un par de lágrimas más.

Hyukjae por su parte estaba furioso. ¿Cómo se atrevía el maldito ese? No sólo había lastimado a Sungmin de la peor manera, sino que también había traicionado a Donghae. El pelirrojo agradecía no tener al moreno enfrente en esos momentos, porque no respondía de él.

Ahora sólo le quedaba una duda.

—¿Y quién te enviaba las cartas originales? —preguntó, aún sabiendo la respuesta.

—No lo sé. No las he leído —contestó el mayor con pesar.

—No hace falta que lo hagas… las escribió Donghae —susurró Hyukjae con tristeza.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? —inquirió sorprendido el pelinegro, a la vez que se volteaba un poco pero sin alcanzar al ver el rostro de su amigo.

—Él me lo dijo.

Y a pesar de no ser del todo cierto, a Hyukjae no le había hecho falta que Donghae se lo expresara en palabras.

—Lo siento —susurró Sungmin, removiéndose incómodo.

—¿Y por qué lo sientes?

—Sé que te gustaba… que te gusta —dijo el mayor bajando la mirada hasta sus manos, con las cuales comenzó a jugar. Hyukjae sabía que no tenía caso negarlo.

—¿Cómo lo supiste? 

—Convengamos que desde que expresaste la posibilidad de que él fuese el admirador secreto, has estado apagado y deprimido. Es un poco obvio ¿no crees? —dijo mirando de reojo, como si tuviese a su amigo al lado. El pelirrojo sonrió.

—Tienes razón. No fui muy discreto que digamos.

Y el menor aprovechó para contarle a Sungmin lo sucedido esa mañana en el vestuario. Le parecía lo más justo luego de que su amigo le contara el por qué de sus penas.

—Así que ambos sufrimos por amor —sentenció Sungmin.

—Sí. El amor es una mierda —declaró el otro.

—¿Y si nos volvemos pareja nosotros? —preguntó el mayor, y luego de que ambos lo consideraran durante unos segundos, llegaron a la misma conclusión:

—Nah… —dijeron a coro, para luego echarse a reír.

A pesar del sufrimiento que el amor les estaba causando, se sentían aliviados por tener aún su amistad. De tener alguien sobre el cual apoyarse y con el cual descargar aunque fuese sólo un poco de aquel dolor.

Estaban felices de tenerse el uno al otro.
 

~◘○◘○◘~


Había pasado toda la tarde solo. Donghae no había aparecido y obviamente no había almorzado con Sungmin porque este había dejado bien claro que no quería volver a verlo, lo cual era lo que Kyuhyun quería ¿no?

Sí. Así lo había querido el moreno. Sin embargo, con cada paso que había dado Sungmin lejos de él, el arrepentimiento había crecido más y más.

Se había dado cuenta de que pasaría mucho tiempo antes de que pudiera olvidarse del pelinegro, si es que en algún momento lo lograba.

Lamentablemente, y por más que le había dado vueltas al asunto, no había encontrado mejor solución; además, Sungmin merecía estar con alguien mucho mejor que él. Ahora sólo le quedaba hablar con su mejor amigo y confesarle lo que había hecho. Sólo de esa manera lograría estar en paz consigo mismo.

Tomó su celular por enésima vez esa tarde y marcó el número de Donghae, sólo para recibir la mima respuesta de las veces anteriores. El tono de espera y luego la casilla de voz. 

¿Cómo se suponía que iba a hablar con el castaño si no podía contactarlo para saber dónde estaba? No podía presentarse así sin más en el salón de baile, por lo que decidió esperarlo en la puerta del colegio.

Cuando sonó el timbre que daba por terminada la jornada escolar, Kyuhyun tomó sus cosas y se dirigió a la puerta de la escuela, donde esperó a que su amigo se dignara a aparecer.
 

~◘○◘○◘~


Donghae por su parte tenía planes muy distintos. Después de pasarse toda la mañana y parte de la tarde tratando de hablar con Hyukjae y con este escurriéndose todas las veces, el castaño decidió que debería ponerse drástico.

Las prácticas habían concluido y para variar, el presidente de su club había desaparecido, pero al castaño no le preocupaba puesto que ya tenía un curso de acción a seguir. Como el mayor había salido prácticamente corriendo después del ensayo, en algún momento tendría que ir a los vestuarios para cambiarse de ropa y Donghae pensaba esperarlo allí así fuese hasta el otro día.

Por suerte para él, Hyukjae no lo había hecho esperar hasta el otro día –aunque sí un par de horas–, pero producto del cansancio acumulado durante la mañana y la tarde, Donghae no había aguantado y se había dormido.

Cuando el pelirrojo entró a los vestidores, mayor fue sorpresa al encontrarse al castaño acurrucado sobre la banca, durmiendo tranquilamente.

Lo embargó una profunda sensación de ternura y culpa. Era obvio que Hae lo había estado esperando para hablar con él, pero aún no se sentía con el valor suficiente para enfrentarlo. Por eso mismo, entró lo más silenciosamente que pudo, sacó sus cosas de su locker y se cambió de ropa, siempre tratando de no despertar al menor.

Habiendo terminado, guardó todo en su lugar, cerró cuidadosamente el casillero y se volteó para retirarse lo antes posible. Pero no había salida, o mejor dicho, la única salida que había estaba bloqueada.

Donghae había cerrado la puerta y estaba recargado sobre ella.

—¿Pensabas irte así sin más? —preguntó el castaño y Hyukjae se puso rígido— Estuve tratando de hablar contigo todo el día, pero siempre encontrabas la manera de perderte. Pues ahora lamento informarte que de aquí no te vas hasta que hayamos hablado.

El mayor suspiró derrotado. Donghae era persistente y si no era en ese momento, sería al otro día, pero terminaría hablando con él.

Soltó el bolso que tenía en la mano y el sonido que hizo el mismo al golpear contra el piso retumbó entre aquellas cuatro paredes. Hyukjae se sentó en la banca que antes había ocupado Donghae y apoyó los antebrazos sobre las rodillas, la cabeza gacha.

—¿Y de qué quieres hablar? —preguntó el pelirrojo soltando nuevamente un suspiro.

—Por la manera en que me estuviste evitando, creería que ya lo sabías. Quiero saber qué fue lo que sucedió esta mañana en este mismo lugar —sentenció Donghae.

Hyukjae seguía con la cabeza gacha, pero escuchaba perfectamente cada palabra que salía de la boca del castaño. Al parecer no le quedaba más alternativa que ir de frente; en una de esas, tal vez lograba conservar por lo menos su amistad.

—Te besé —dijo el pelirrojo y el castaño resopló con frustración.

—No te hagas el gracioso que eso ya lo sé. Lo que quiero saber es el por qué.

Si la intención del mayor era irse por las ramas, estaba muy equivocado al pensar que Donghae lo dejaría.

—Porque te amo.
 

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