Al caer la noche, Jun y sus familiares llegaron a su apartamento. Estaban todos cansados ya que se la pasaron todo el día por fuera, de un lado para otro. Incluso visitaron la playa, lugar que Jun adora. Sintieron como si hubiera pasado una semana entera en ese solo día. Su prima Eli y Ki Bum no paraban de reír recordando una bromilla que le jugaron en la calle ese día. Jun no podría molestarse con su querida familia y lo único que hizo fue seguirles la cuerda con una sonrisa. Al poco rato, llegaron más familiares a la casa y todos felicitaron a Jun con abrazos y besos. Mientras todos reían y conversaban en la sala, el timbre sonó. Ki Bum se levantó para abrir la puerta y regresó con un enorme pastel de chocolate que colocó en la mesa.

- “No podía finalizar tu gran día sin un pastel, hyung”

Jun estaba muy sorprendido y muy contento a la vez. Le cantaron el “saengil chukha hamnida”, partieron el pastel y todos comieron un buen pedazo. Hasta sobró…

- “Voy a colocar lo que queda en la nevera, primo” dice Eli, llevando el pastel hacia la cocina.

Para finalizar la velada, Jun dedicó unas palabras de agradecimiento. Al final del discurso agregó: - “¡Wow! Estoy muy muy contento, gracias a todos por hacer de este día algo inolvidable. Mis familiares al estar conmigo compartiendo estos momentos, a mis fans por haberme organizado una celebración tan especial, y a mis hyungs de SS501 por haber estado llamándome y enviándome… obsequios y… cosas y… ¡RAYOS!”, exclamó, y sus ojos como huevos fritos.  

- “¿Qué pasa hyung?”

- “Es que… olvidé algo. Ahora vuelvo”

Jun corrió a su habitación, encendió el computador, abrió la bandeja de entrada de su correo, dio click en “aquel” mensaje y confirmó lo que temía. – “CLARO, ¡¡ERA HOY!! ¿CÓMO PUDE OLVIDAR LA INVITACIÓN DE MI HYUNG?” Miró el reloj. Ya eran las 8:30 y la invitación era a las 8. Aún si se fuera volando en su auto no alcanzaría a llegar a buen tiempo. Sin embargo tomó la decisión de ir, al menos para disculparse y para… ¡verlo!

Se levantó para asomarse un poco hacia la sala y vio que su familia estaba bastante entretenida  conversando. Tomó las llaves, su billetera, un bolso, un par de zapatos, se miró al espejo para acicalarse un poco y a hurtadillas se dirigió hacia la cocina. Abrió la nevera, cortó una rebanada de pastel, la guardó en una caja y la metió en el bolso que llevaba colgando en su espalda. Esperó el momento adecuado para dirigirse hacia la puerta. Era algo difícil porque la cocina está directamente conectada hacia la sala y de ahí se conectaba la puerta. Simplemente no había forma humanamente posible de llegar a la puerta sin ser visto.

“¿Cómo voy a salir así? Y lo peor, ¿qué excusa les voy a dar? No les puedo decir que voy a verme con alguien en su casa a estas horas. Por más que sea mi hyung, mi compañero de grupo, ellos lo malinterpretarían. Además, ¿por qué carajos le llevo pastel a él si el del cumpleaños soy yo? … Aish, bueno, eso no importa. Lo importante ahora es salir sin ser visto”.

Jun intentó pensar rápidamente una mentirilla (aún siendo bastante malo para mentir) que le sirviera como coartada, cuando de repente todas las luces de la casa se apagaron… “El mundo debe estar confabulado para que yo vaya a verlo”, pensó para sí mismo. Jun intentó abrirse paso hacia la puerta sin tocar a nadie. Con las voces de todos los invitados preguntando qué estaba pasando, Jun logró abrir la puerta cuidadosamente sin ser escuchado, y así mismo la cerró.

Muy sigilosamente, una delgada y esbelta figura se escurrió hacia el lugar donde se encontraban los interruptores y los encendió, brindando de nuevo la luz al apartamento de Jun. La esbelta figura regresó a la sala con todos los invitados con la excusa de que estaba lavándose las manos haciendo cara de fingida sorpresa. Todos estaban desconcertados pero un poco más tranquilos al haber regresado la luz.

 - “¿Dónde está Jun? No lo he visto desde que se fue corriendo a su habitación”, preguntó la   mamá de Jun.

  - “Sigue en su habitación. Creo que está haciendo algo de su trabajó que olvidó hacer y    debía entregarlo hoy. Dejémoslo un rato que se concentre en sus cosas y ya volverá con  nosotros.  Discúlpenlo, por favor”.

  - “Ah, está bien”. La mamá se tranquilizó y continuó compartiendo con los demás invitados,  pero su segundo hijo era mucho menos ingenuo que ella. Ki Bum se quedó mirando a Eli,  con cara de sospecha, pero ella solo esbozaba una enorme sonrisa de satisfacción mientras miraba hacia la puerta del apartamento.

  –“¿Qué se traman esos dos? Y, ¿Por qué apagó las luces a propósito?”  Pensó el dongsaeng.