04

Frío Leo

Después de una velada en la pista de patinaje donde me divertí con Leo (sí, habéis escuchado bien, y no me he vuelto loca), al volver a casa descubrí el por qué de su silencio. Al rechazar a una de las divas, estas convirtieron su vida en un infierno, condenándolo a la soledad. Ahora por fin se ha abierto a mí. Y yo por fin tengo a alguien con quien pasar el tiempo en el campamento. Estas Navidades serían diferentes.


El día siguiente, como era Navidad, no tuvimos actividades. Este sitio llevaba haciendo campamentos tanto tiempo que sabía que si ponía clases u otras cosas la gente iba a terminar por fugarse.

Sin embargo, mi situación era diferente al del resto de personas que estaba aquí. Un año más, lo más probable será que me quede en la habitación mirando la tele, pero no viendo nada.

-Buenos días…-sonó una tímida voz detrás de mí, después de bajar las escaleras.

Oh. Es verdad. Este año sería diferente.

-Buenos días. Leo, dime una cosa… ¿Tienes pensando hacer algo hoy?

Leo, sin entender nada se limitó a negar con la cabeza.

-¡Perfecto! Entonces hoy te vienes conmigo a… Yo qué sé, salir por ahí. No quiero quedarme aquí.

Bueno, ahora la pregunta es el qué hacer. Ya tengo acompañante, y lo que me falta es un sitio al que ir. Veamos, podemos ir al cine, o a comer algo, o volver a la pista de patinaje…

-Mm… ¿Alguna sugerencia sobre el sitio a donde ir?-le pregunté a Leo. Aunque él simplemente me miró y se encogió de hombros. Qué raro por su parte…

Cogí el móvil e introduje la palabra Dublín en Google, a ver si me salía algo. Después de un rato mirando, una frase en azul me llamó la atención: “Tramore Amusement Park”. Un parque de atracciones. Oh…

-Leo, ¿te dan miedo las alturas y la velocidad?

-Más o menos… Depende…-dijo muy bajito.

-Está un poco lejos, pero donde yo vivo no hay, así que… ¿Podríamos ir…?-dije enseñándole el móvil.

-¿Un parque de atracciones? Es que…

-PORFAAAaaaa…-dije poniendo ojos de cachorrito.

Leo me miró con una lucha interna. Se ve que por un lado no quería ir, pero por otro tampoco se quería quedar el día de Navidad allí, en un edificio vacío.

-Encima no cierran el día de Navidad. ¡Venga, vamos!-dije cogiéndolo por el brazo y zarandeándolo un poco. Según leí ayer en internet, en Corea existe algo llamado “aegyo” que a los chicos les encanta. ¿Por qué miré lo que les gusta a los chicos coreanos? Ni idea. Alguna que otra vez que he entrado a Youtube para ver un vídeo de Rihanna y termino viendo un vídeo sobre cómo hablar con una alpaca.

-Bueno, si te hace ilusión…-dijo muy bajito.

Eso fue música para mis oídos. ¡¡YUUUUUUUPIIII!!

Tardamos bastante en llegar, y el trayecto no pudo ser más incómodo. Sentada al lado de Leo durante tanto tiempo sin nada de lo que hablar puede ser desquiciante. Yo intentaba darle conversación, pero si él apenas me contestaba…

Cuando por fin llegamos, sentí que estábamos en el paraíso. Había una especie de montaña rusa, y un par de atracciones que giraban en el aire, y un simulador, y una casa del terror, y un minigolf, y… ¡AAAAAAH, ME ENCANTA ESTE SITIO!

En cambio, Leo se iba poniendo cada vez más blanco. No sé si fue una buena idea traerlo para aquí… Bueno, empecemos con algo sencillito.

-Leo, ¿quieres que vayamos al minigolf?

-Bu-bueno…

Según que entramos al sitio y nos dieron los palos, Leo fue poco a poco recuperando el color. Aunque creo que pronto lo volvería a perder, pero esta vez no por miedo, sino por rabia…

Empecé yo, ya que sabía cómo hacerlo. Coloqué la pelota, palo hacia detrás y ¡pac! La bola se desplazó un par de metros. A simple vista parecía fácil, pero…

Al llegar al sitio donde había que salir, Leo colocó la bola en el piquito, y echó el palo hacia detrás para darle. Le salió un swing digno de profesional, pero con un pequeño inconveniente.

-¿Y la bola…?-dijo Leo buscándola.

Poniéndome la mano en la boca para no explotar en carcajadas, le señalé el suelo. La bola no se había movido nada.

-¿Eh?-dijo Leo sorprendido.

Otra vez. Volvió a levantar el palo, apuntó para darle a la bola y… Y esta vez se quedó corto, pues el palo se clavó en la tierra al llevarlo demasiado bajo.

-No me lo puedo creer…-dijo Leo, cada vez más frustrado.

Y así un buen rato. O no le daba, o le daba poco y la pelota solo avanzaba unos centímetros, o le daba hacia donde no era y se iba en la dirección contraria… No había pasado ni una ronda y Leo ya estaba resoplando. Cuando por fin le consiguió dar, sonrió de tal manera que cualquiera pensaba que había ganado la lotería o algo. Tenía una sonrisa bonita. ¿Por qué estoy pensando esto…?

-Mira y aprende.

Lo hice otra vez. Puse la bola, eché el palo hacia detrás, y utilizando mi cuerpo para darle más fuerza golpeé la pelota blanca. Leo, en cambio, me miró como si hubiera utilizado magia o algo por el estilo.

-¿Cómo…?

-Ven aquí, que te enseño.

Tímidamente, Leo se acercó a mí y cogió el palo de golf, probando varias veces a hacer un swing despacito.

-Mmm... No, deja que te enseñe.-dije acercándome a él.

Cogí sus manos y usándolo como una marioneta le mostré cómo hacer el swing para que la pelota despegara del suelo. Y aunque les había enseñado esto a muchas personas sin problemas, con Leo me ponía nerviosa, y notaba cómo mi corazón latía a una velocidad tan rápida que por un momento pensé que me estaba dando una taquicardia.

Entre tartamudeos y movimientos cortados (tanto Leo como yo), Leo por fin le consiguió dar a la bola, la cual salió volando y quedó a escasos centímetros del hoyo.

-¡Bien! ¡Así se hace!-dije aplaudiendo.

Fue imperceptible. Si hubiera pestañeado me lo hubiera perdido. ¿Que de qué estoy hablando? Pues de que juro que las comisuras de Leo se curvaron ligeramente hacia arriba, formando una pequeña sonrisa que soy capaz de detectar porque ya llevo un par de días alrededor de él.

Tras terminar el mini-golf, el cual nos tomó más tiempo del que pensábamos, miré a mi alrededor. Montaña rusa, para Leo descartado. Parece que no se lleva bien con las montañas rusas. A ver qué más hay por aquí. Veamos.

Caída libre. Descartado. Cosa que da vueltas. Descartado. Cosa que da vueltas pero de otra forma. Descartado también. Coches de choque. Umm...

Pero a Leo no le veo yo pinta de ser una persona que pueda interaccionar con el resto de las personas ahí dentro. Lo veo en el centro, dando vueltas en el coche sin darle a nadie... Y asustado viendo a los animales que van a por él...

-Ehm... Leo... ¿Quieres ir... a los... autos de choque?-dije señalando tímidamente.

Leo no dijo nada. Simplemente se dedicó a mirar a la atracción y luego a mí. Pero sus ojos no mostraban miedo. Al contrario. En ellos brillaba una chispa. Una chispa que nunca imaginé encontrarme en los ojos de Leo. Y por raro que pareciera esto, se le veía impaciente por montarse.

-Lo entenderé como un sí. Venga, vamos...

¡Contra, pues no tenía yo razón! ¡Fue decir eso y Leo casi que se acercó a la cola más rápido que yo! ¡No sabía que podía moverse a semejante velocidad!

Tras diez minutos esperando, nos tocó montarnos en los coches. Teníamos dos posibilidades: una era subirnos los dos en un coche, por lo que sólo uno conduciría mientras el otro se dedicaría a mirar, y de esta forma iríamos los dos a por los demás; y la otra posibilidad era coger cada uno un coche, por lo que sería un versus entre nosotros dos. Estaba claro cuál íbamos a elegir.

El versus, por supuesto.

Llegado el momento, los dos nos subimos cada uno en nuestro propio coche, y esperamos a que sonara la sirena para que empezaran a moverse. Y no me gustaba la situación.

Mi coche estaba en posición perpendicular al de Leo. Y la que salía perjudicada era yo. En cuanto los coches empezaran a moverse, me iba a llevar un golpe. Espero que Leo sea más bien tranquilito...

¡Tininininini!

No habían pasado ni cinco segundos cuando oí un “¡PUMBA!” y noté cómo todo el cuerpo se me iba hacia un lado a causa del impacto. Casi que me dio un latigazo en el cuello.

-Aaaahhh... ¿Con que esas tenemos?-le dije a Leo, quien daba vueltas alrededor mío con... A ver, estoy soñando. ¿Con cierta expresión de gallito? ¿Leo? ¿Gallito? ¿En qué portal me metí que me llevó a otro universo?-Pues vale. ¡¡¡ESTO ES LA GUERRAAAAAAAAAAAA!!!

Un giro de volante y mi coche se puso en marcha también. Intenté ponerme en posición para embestirle, pero siempre se las arreglaba para ir por detrás de mí. Cachis...

Oh... Espera. Tengo una idea.

Dejé de intentar dar vueltas y me aseguré de que Leo me estaba siguiendo. Al verme mirar hacia detrás, Leo sonrió. Pero no una de esas sonrisas que te dan un vuelco al corazón. No. Una de esas sonrisas que la ves y dices “NOOOOOOOO!!!”, porque sabes que nada bueno te va a pasar. Ja ja ja... Sí, sí, tú piensa eso. Que soñar es gratis.

Iba derechita a uno de los lados de la pista. En el momento justo en el que iba a chocar, di un volantazo y cambié de dirección de una manera muy brusca, haciendo que a Leo no le diera tiempo de reaccionar y pegándosela contra el murito.

Di una pequeña vuelta sobre mí misma y me acerqué a él.

-¡VENGANZA! ¡MUAJAJAJAJA!

Leo nunca decía nada, pero su sonrisa lo compensaba todo. Es más, estoy segura de que si te acercabas podías ver fueguito en sus ojos.

-Vas a morir.-dijo bajito, casi en un susurro. Me costó oírlo. Y por cierto, esa frase me mandó un escalofrío por la espina dorsal... Me estaba entrando miedo.

Miré a mi alrededor. Entre tantos coches no podía distinguir al de Leo. Se había metido entre la multitud a propósito. Tengo una mala espina....

Di otro volantazo para cambiar de dirección bruscamente, evitando justo a tiempo el golpe que me iba a asestar Leo. Pasó tan cerca que no pude reprimir un pequeño grito. Y juro que oí a Leo riéndose de mí.

Leo. Riendo. Sí, lo sé... Resulta difícil de creer.

Intenté camuflarme entre la multitud (multitud que cada cierto tiempo me chocaba, seamos claros, son coches de choque) cuando de repente vi un coche viniendo hacia mí de frente. No tenía escapatoria.

-Mmm... Vale, tú lo has querido.

Pisé el pedal a fondo, y a Leo le cambió la cara cuando se dio cuenta de que yo también iba a por él. Y fue como el choque supremo. Casi me caigo del coche. En serio. Y juraría que Leo se golpeó la cabeza contra el palo que conecta el coche con el techo de alambre.

¡Tininininini!

Con el cuerpo medio entumecido salí con dificultad del coche, aunque a Leo le costó más porque era bastante más alto. Mientras que yo ya estaba fuera del área de la atracción, Leo seguía peleándose con sus piernas y el coche.

-¿Puedes salir?-dije levantando la voz, ya que de lo contrario no me oiría.

-Sí, sí...

Intentaba hacerlo de una manera disimulada para que no me diera cuenta, pero vi a Leo frotándose la cabeza, justo en la parte donde se había dado.

-¿Estás bien?-dije mientras caminábamos por el parque, buscando algo que hacer.

-Sí, no te preocupes...-dijo él, apenas en un susurro.

De repente, algo cogió mi atención. Un puesto de tiro al blanco. Oh...

-¡LEO, LEO! ¡VAMOS AHÍ!-dije señalando y arrastrándolo hacia el puestito.

Cada uno cogió una escopeta y miró hacia las dianas. Cada persona tenía 8 tiros, y 3 dianas, unas más grandes que otras. Dependiendo de dónde acertaras, ganarías un premio u otro. Tras apartar la vista de las dianas, miré a mi alrededor.

Había peluches, bolsos, collares y otras cosas para la diana más grande. Si acertabas en la diana mediana, podrías ganar CDs de música, entradas para cine, o entradas para venir otro día al parque de atracciones. Por último, para la diana más pequeña, había cosas de más valor como cosas de marcas, relojes, e incluso un Iphone.

El primero en disparar fue Leo. Usó dos de sus tiros, y dio en la diana mediana. Uno de ellos llegó cerca del centro, mientras que el otro por poco pasa de largo de la diana. Aún así, la diana no era muy grande, así que estaba muy bien.

-¡Señoressssssssssss, tenemos ganador hoy y todavía no ha usado todos sus tiroooooooooooooos!-dijo el feriante con el típico tono de feria, valga la redundancia.- Tenga, dos entradas para ir a ver cualquier película en 4D en los mejores cines de Dublín, bebida incluida. Ah, y un peluche gigante de oso.

Solté la escopeta y me puse a aplaudir como una loca. Vale, los premios son de él, ¿pero los compartirá, no?

-Toma. Para ti...-dijo Leo bajito, dándome el oso de peluche.

-¿De verdad?-dije intentando coger el peluche de forma que no me aplastara. Era casi más grande que yo...

-Sí... Yo con un peluche, como que no...

-Pues gracias.-dije poniendo mi mejor sonrisa. Leo al verme se ruborizó y apartó la mirada. Oooohhh, que mono... Un momento. ¿Eh? ¿Mono? Bueno, sí, mono era. ¡Aish! Luna, vuelve a la Tierra.

-Si quieres, puedo tirar yo por ti. Así puedes elegir los regalos...

¿Este chico no sabía hablar alto?

-Eeeeeeeeh... No. Yo puedo.

-¿Ah sí?-dijo -otra vez- con ese tono burlón.

Mi sonrisa desapareció, y en su lugar mi cara era pura concentración. Preparé la escopeta... Chac-chac

¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!

Los tres a la diana pequeña. Uno casi en la parte exterior. Otro cerca del centro. Y el tercero JUSTO en el centro.

Un CD de Trey Songz, un collar con pinta de ser caro y un Iphone.

-Mm... Quería cambiar de teléfono de todas formas...-dije mirando la cajita.

Mientras tanto Leo y el feriante me miraban con la boca abierta. Leo de asombro. El feriante de miedo por su mercancía. Entre Leo y yo le íbamos a vaciar todo el puesto...

-Ah, toma.-dije dándole a Leo el CD.- Sé que te gusta Trey Songz, te oí diciéndolo cuando estuviste hablando con tus amigos.

Leo no sabía qué decir. Tenía cara de estar alucinando.

-Gracias...-dijo bajito, pero con un toque de alegría en la voz.

Leo y yo salimos de aquel puesto con varias bolsas. Yo llevaba la mayoría, mientras que Leo llevaba el super oso de peluche. Juraría que hasta oí al feriante decir “y no volváis más” por lo bajo cuando se despidió.

Dejamos todos los premios en la consigna y nos fuimos a comer. Poco a poco, las horas fueron pasando. Nos habíamos montando en casi todo. Sólo nos faltaban dos cosas. La casa del terror (a la cual Leo quería entrar, yo no era tan partidaria) y alguna montaña rusa. Y YO NO ME IBA A IR DEL PARQUE DE ATRACCIONES SIN MONTARME EN LA MONTAÑA RUSA. COMO SI ME MONTABA SOLA. ME DABA IGUAL.

-Bien, Leo, ¿montaña rusa o casa del terror? ¿Cual primero?

-¿Y si lo decidimos mediante un método justo?

INCREÍBLE. HA HABLADO POR PROPIA VOLUNTAD.

-¿Cuál?-dije yo.

-Piedra, papel o tijera.

Juro que hasta sonó el típico vientito. Pues vale.

Y, bueno, cómo tengo tanta suerte. Ganó él, así que íbamos a ir primero a la Casa del Terror. Je je je... Qué ilusión... La... La casa del terror...

Leo se dio cuenta de que mi paso se había ralentizado, ya que él me había dejado atrás. A medida que nos acercábamos a la cola, notaba cómo mi corazón se iba acelerando por el miedo, mientras las palmas de mis manos se ponían a sudar sin parar. Juraría que incluso me había puesto más blanca...

-¿Luna? ¿Estás bien?

No le oí. Estaba demasiado ocupada pensando en cosas más importantes. Como por ejemplo, el miedo que iba a pasar ahí dentro.

-¿Luna?-dijo Leo pasando su mano por delante de mi cara.

-¿Eh?-dije volviendo a la Tierra por fin.

-¿Estás bien?

-Claroporquénoibaaestarloesunasimplecasadelterrornovaapasarnadaestodomentira...

-¿Seguro que estás bien?-dijo Leo entre risas.

-Las cos-s-sas de terr-rror no s-son mi pu-punto fuerte... Y-ya ni pued-do hablar b-bien...

La cola se había hecho más pequeña, y sin darnos cuenta (más bien sin darme) nos encontramos que los siguiente seríamos nosotros.

-¿¡QUÉ!? ¿¡NOS TOCA YA!?-dije cuando el de la atracción nos indicó que pasáramos.

-Tranquila...-dijo Leo esta vez riéndose de verdad. Cachis, Leo por fin riéndose y yo no lo puedo disfrutar porque me estoy cagando de miedo...

-Tranquila, yo estoy muy tranquila, muy tranquila, sé que todo esto no es real, es para divertirse, son actores, así que estoy muy tranquilaaa-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHGGGGG~!!!!!!!!

No habíamos hecho más que entrar y fue un dar un par de pasos cuando un esqueleto vino directo a nosotros. A eso súmale las luces tenebrosas, los sonidos de gente muriendo y violínes desafinados y un frío que pela y entenderás mi grito.

-Leo... Leo... ¡¿LEO DÓNDE ESTÁS?!-me asusté todavía más porque no veía nada.

De repente, noté cómo una mano me agarraba por el hombro.

-¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!-grité. Este sería mi final. Sip. Adiós mundo cruel. Fue un placer conocerte.

-Luna, tranquila. Soy yo.

Cuando por fin abrí los ojos -no me había dado cuenta de que los tenía cerrados- vi a Leo al lado mío. Bueno, concretamente yo apoyada en el pecho de Leo, mientras me envolvía con sus brazos. Ayyyyyy... Probablemente estaba sintiendo mi corazón asustado ir a mil por hora, y cómo mi cuerpo temblaba sin parar... Qué vergüenza...

-Yo iré delante, ¿vale?-dijo cogiéndome la mano.

Ahora era yo la que no hablaba. No me salía la voz. Así que simplemente asentí y dejé que Leo me guiará.

Tras pasar por el túnel que conectaba la entrada con la atracción en sí, oímos una voz de narrador de National Geographic pero más macabra:

-Bienvenidos a la Casa del Terror. Esperemos que os guste gritar, porque estáis a punto de embarcar en un viaje espeluznante.

Inconscientemente me acerqué a Leo, escondiéndome entre sus brazos. Tengo una mala espina...

-¿Veis la luz roja?-dijo la voz.

Leo y yo miramos a nuestro alrededor. Sí, había una luz roja delante de nosotros. Una luz que parecía los ojos de una bestia que nos iba a comer.. Maldita luz...

-Debéis seguirla si queréis salir de aquí... Con vida...

-¡IIIIIIIIIIIGHIIIIIIIIIIIIIIGHIIIIIIIIIII~!-no sé que tipo de grito fue ese. Mezclé llanto con espanto. Que mona la rima que me ha quedado.

-Vamos...-dijo Leo riendo.

Caminamos despacio. Yo ya ni siquiera iba siguiendo a Leo detrás de él, sino que me llevaba refugiada entre su brazo y su pecho. Cabía bastante bien, ya que yo medía 1,60 y él... Por lo menos... 1,80...

-¡¡DETENEOS!!-dijo la voz en off, haciéndome dar un gritito. Gritito del que Leo se rió.

-Te veo yo disfrutando mucho con mi miedo...-le susurré a Leo.

-Es que es divertido.-dijo él.

Genial. Para poderle ver reír yo tenía que pasar miedo. Bah. Total. ¿A quién no le gusta la sensación de que se te va a salir el corazón por la boca?

-En este lugar en la antigüedad hubo una epidemia... Nadie se salvó...-dijo la voz en off.

De repente. La única fuente de luz se apagó. Cuando se volvió encender, un foco apuntaba a un zombie. Tenía muy mala pinta, la verdad. Estaba... Demasiado bien hecho... Quería dejar de mirar, pero no podía...

-Nadie...

Tras decir eso, las luces de la sala se encendieron. Pero eran unas luces rojas, bastante escalofriantes. Cuando nos dimos cuenta. Tooooooooooooooooda la sala estaba llena de zombies. Zombies que venían hacia nosotros.

-¡¡LEEEEEEEEOOOOOOOOOOOOOOOOO!!-dije aferrándome a él.

No teníamos escapatoria. Había zombies por todos lados. Leo buscó por todos lados la lucecita, roja, y cuando por fin la encontró, no podíamos llegar hasta ella. Había que atravesar toda la multitud de zombies. Y no.

O eso pensé yo.

-Tenemos que atravesar la multitud de zombies.-dijo Leo levantando la voz para que le pudiera oír.

-¿¡QUÉ!?

No me dejó exponer mi muy lógica y trabajada teoría de por qué adentrarse en una multitud que grita “cereeeeebrooooooooss” y se les cae la piel a cachos no es la mejor de las ideas. Literalmente, no me dejó. Porque empezó a correr, y como me tenía cogida por la mano, pues yo tuve que seguirle.

Por los zombies. Que guay. Qué ilusión. Que asco...

-¡¡LEO!! ¡¡LEEEEEEO!! ¡¡¡LEEEEEEEEEEEEOOOOOOOO!!

Notaba como tocaban mi pelo (¡¡QUÉ ASCOOOOOOOOO!!). Me empezaba a sentir incómoda ahí dentro. Estoy segura de que tengo carne podrida en el pelo... Iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiggghhhhhh...

Cuando por fin salimos de los zombies, la voz del National Geographic macabra continuó:

-Veo que os desenvolvéis bien... ¿Qué tal se os da correr?

De repente, oímos un sonido metálico. Como de un motor. Pero estaba lejos.

-Leooo...

-Sí, lo oigo.

El sonido se fue acercando poco a poco. Sonido metálico... Motor... Un momento... Era...

-¡LEO, LEO, LEO, LEO, LEO!-dije incapaz de decir otra cosa.

-¿Qué, qué, qué, qué?

Muy gracioso.

-Una moto... Moto...

-¿Una moto? Sí, que suena a motor, pero tanto como a moto...

-¡NOOOOOO! ¡MOTO... MOTO... MOTO-MOTOSIERRA! ¡¡¡MOTOSIERRA!!!

En efecto. Fue nombrar la palabra motosierra y apareció como si la hubiera invocado. Y eso que no dije motosierra delante de un espejo 3 veces.

Un tío con una máscara blanca, metal por todo su cuerpo (por lo que cada vez que daba un paso se oían cadenas y chops chops chops chops) y una motosierra se acercaba a nosotros. Corriendo. A mucha velocidad. ¿¡NOS IBA A CORTAR EN PEDACITOS!?

-¡¡¡¡¡LEEEEEEEEEEEEEEOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!-dije echándome a correr, llevándome a Leo conmigo.

¿Seguí a la luz roja? Ni idea. Tenía que escapar del tío de la motosierra. UNA MOTOSIERRA. ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGGGGGHHHHHHHHHHHHH!

Oh, la luz. Está ahí. Pronto Leo me pilló y corrió delante de mí, tirando de mí como si de una muñeca ligera se tratara. No es muy difícil tampoco, no peso tanto...

Cuando por fin el sonido de la motosierra se desvaneció, llegamos a una sala donde no había ni una sola luz. Pero ni una sola luz. Ni la lucecita roja. Ah, y tampoco ni un solo sonido. Lo que hacía que diera más miedo todavía. Tan solo se oían mi respiración y la de Leo. Bueno, eso y mi corazón. Como me diera un infarto iba a demandar al parque de atracciones.

-¿Leo?

-Me vas a desgastar el nombre. Por cierto, no paras de temblar.-dijo Leo riéndose-otra vez.

-Tengo muy mala espina, llevamos aquí un buen rato, no se ve nada, no se oye nada, esto no es bueno, ahora sale el esqueleto, los zombies y el de la motosierra todos juntos...

Leo. Riéndose. A carcajadas. Otra vez.

-Leoooooooooooo~-dije gimoteando.

-Queeeeeeeeeeee~-dijo él imitándome.

-No te rías de mi sufrimiento~

-Vaaleeeeeeeee~

Por un momento me olvidé de la casa del terror y me giré hacia donde creía que estaba Leo y le di un puñetazo amistoso. Pero que no le faltara fuerza, eso sí.

-Aauuu...-dijo riéndose.

De repente, se encendieron las luces, con un foco enfoncándonos a nosotros. Fue en ese momento cuando nos dimos cuenta de que estábamos abrazados.

Estábamos muy cerca. Apenas nos separaban unos centímetros. Yo tenía apoyadas mis manos sobre su pecho, y él me rodeaba con sus brazos. Por un momento, el mundo se empezó a mover a cámara lenta, y sentí que Leo y yo éramos los últimos habitantes de la Tierra. Mi corazón se relajó, y hasta vi la típica aura rosada que aparecen en las típicas películas románticas tostón americanas. No podía apartar la vista de Leo. Y por lo que parecía, él tampoco de mí, ya que en vez de mirar a nuestro alrededor (lo normal, ya que nos encontrábamos en una casa del terror) nos estábamos mirando fíjamente el uno al otro. Un momento. Oh oh.

De vuelta a la tierra, salí de mi ensimismamiento y miré alrededor. ¿Cuánto habría pasado? Me estaba poniendo nerviosa...

La luz dejó de apuntarnos a nosotros y iluminó el techo. En ese momento, se me cayó el alma. Bueno, el alma, el corazón, y toda esperanza de salir viva de aquí.

Murciélagos. MURCIÉLAGOS. ¿¡QUÉ CLASE DE LUGAR ES ESTE!? ¡¡TIENEN MURCIÉLAGOS DE VERDAD!!

Y un ¡pam!, probablemente un disparo, hizo que todos se despertaran y pasaran volando sobre nuestras cabezas. Chillando. Murciélagos.

-¡¡LEOOOOOOOOOOOOOO!!-dije casi que saltando a sus brazos.

Después de pasar por un par de salas más donde se estaban realizando sacrificios, exorcismos y otras cosas que no eran nada del otro mundo, llegamos a un túnel que al final tenía un gran letrero: SALIDA.

-¡¡Leoooooo!!-dije tirándole de la manga para captar su atención y señalando el cartel de salida. Sabía que lo estaba viendo, pero es que me quería asegurar que no era una visión mía y que de verdad estábamos delante de la salida.

Pero claro, todo era demasiado bonito. Porque de repente oí el sonido de un motor y metal. ¿Una motosierra?

Oh, los zombies también están. Y el esqueleto. Y el del sacrificio. Y el del exorcismo. Y todos los monstruos con los que nos hemos topado en la atracción. Y venían a derechitos a nosotros. Genial.

-¡¡¡LEEEEEEEEEEEEOOOOOOOOOOOOOOOO!!!-dije incapaz de moverme.

-¡¡¡VAMOS!!!-dijo él corriendo hacia la salida y arrastrándome a mí mientras tanto.

Cuando por fin vimos la luz del sol, volví a respirar. No me di cuenta de que estaba aguantando la respiración... Por fin se ha acabado...

-18.

-¿Eh?-dije sin entender nada.

-Es el número de veces que dijiste “Leo”.

-Oh... Bueno, estaba un poquito asustada...

-¿Un poquito?-dijo riéndose.

-Montaña rusa.

Fue decir esas dos palabras y Leo se puso blanco. Si es que era posible. Como asiático que es, muy moreno no es...

-Mont-taña... ¿rusa?-dijo tartamudeando.

-Aaaaahhhhhhhh... ¿Ahora no somos tan valientes?-dije tirando de él

Cuando por fin llegamos a la cola de la montaña rusa, me fijé que aunque intentaba disimularlo, Leo estaba muy nervioso. MUY nervioso. Me estaba haciendo daño en la mano. Un momento. En la mano. Uy. Todavía estábamos cogidos de las manos.

Sin embargo, no me atrevía a retirarla. Leo parecía asustado.

-Ya verás. No es tanto. Esta montaña rusa es pequeñita. Y tampoco tiene tantos loops.

-Vas boca abajo en muchas partes del viaje...-dijo con la voz entrecortada.

-Tonterías.

Cuando por fin nos tocó subir, nos soltamos las manos y ocurrió una cosa muy extraña. Sentí una vacío raro... Vale, a quién voy a engañar... Ya seguiré con mi guerra interna luego...

Nos tocó justo delante. En los primeros asientos. Muy buena suerte para mí, pero poca para Leo. En cuanto nos sentamos vino el chico a comprobar que el cierre funcionaba bien. Tras asegurarse de que todo el mundo estaba sentado y seguro, le dio al botón y la atracción empezó.

Un impulso rápido hizo que la ristra de asientos, los cuales estaban sujetos desde arriba, así que llevabas tus pies colgando, empezara a subir por el raíl. A más altura, más blanca estaba la cara de Leo.

Al llegar arriba, sonó un clonc y la atracción dio un giro que hizo que el suelo se volviera azul, y que el cielo estuviera lleno de personas boca abajo. De reojo miré a Leo, quién tenía los ojos cerrados. Sin embargo, su expresión se suavizó y se atrevió a abrir los ojos. Y ocurrió algo de los más extraño.

Su expresión de terror cambió a una de diversión. ¡¡NO ES JUSTO!! ¿¡POR QUÉ SOY LA ÚNICA QUE HE PASADO MIEDO EN ESTE SITIO!?

Ah, y lo que fue más raro.

Leo. Estaba. Gritando. De. Diversión. Osea. Gritando. GRITANDO.

Y quién lo hubiera dicho. Detrás de ese susurro que suena cuando habla, Leo tiene un vozarrón. Me di cuenta cuando lo oí cantando, pero... Nunca me imaginé que fuera tanto.

La atracción duró menos de lo que esperaba. SE HABÍA TERMINADO DEMASIADO RÁPIDO. Leo y yo bajamos mareados, incapaces de andar en línea recta. Razón por la cual nos íbamos riendo como dos idiotas.

“Atención señores clientes, les avisamos de que el parque cerrará sus puertas en 15 minutos”.

Leo y yo fuimos a la consigna para ir a buscar lo que ganamos en el puesto de tiro al blanco. Corriendo para que no nos dejaran encerrados en el parque de atracciones (aunque sonaba muy tentador), corrimos hasta la salida, riéndonos otra vez como tontos. En ese momento me di cuenta de algo.

Desde que salimos de la casa del terror, Leo se había estado riendo. Pero ese tipo de risa que hace que sus ojos se conviertan en dos medias lunas, que iluminan el mundo, que sería capaz de conseguir la paz mundial... Vale, ya paro.

El trayecto a casa fue mejor que el de ida. Los dos estábamos bastante cansados, así que sin darnos cuenta nos apoyamos el uno en el otro, usándonos mutuamente como almohada, y nos quedamos dormidos. Y era una sensación increíble.

Cuando por fin recuperé la conciencia y Morfeo me dejó en la Tierra, permanecí un rato con los ojos cerrados. Yo estaba apoyada en el hombro de Leo, y él a su vez se apoyaba en mi cabeza. Lo cual me estaba dejando con el cuello molido, pero bah. En algún momento habíamos juntado nuestras manos entre los dos, y por primera vez en mucho tiempo, mis manos nos estaban frías, ya que Leo tenía las suyas alrededor de las mías. Si por mi fuera, me quedaba así durante todo lo que me quedaba de vida.

Y sabes muy bien Luna lo que eso significa. Cachis.

Me dije “sé que mucha gente va a los campamentos va a ligar, pero de nada servirá si nos separamos y vivamos lejos”. Por eso me dije que algo que nunca debía hacer bajo NINGUNA circunstancia era enamorarme de alguien en un campamento.

Pero claro. Una cosa es decirlo y otro es hacerlo.

Además. ¿¡POR QUÉ TENÍA QUE SER EL PRIMERO!? ¡EN APENAS UNA SEMANA NOS SEPARAREMOS Y NO LE VOLVERÉ A VER!

Lentamente abrí los ojos y como pude (ya que no tengo ojos en la parte alta de la cabeza) le miré. Uuuuuuhhh... Iba a tener problemas... Sólo con mirarle y ya notaba cómo el corazón empezaba a latir a la misma velocidad que iba cuando estaba en la casa del terror.

Ay... Leo... Qué voy a hacer contigo. Bueno, yo contigo nada. Obviamente.

A ver. Plan mental. Uno, actuar con normalidad. No queremos asustarlo. Dos... ¿Se lo digo o...? Tengo miedo de que lo espante. Entonces tendría que pasar lo que queda de este último campamento sola. Y no quiero. Por una vez he conocido a alguien con el que me apetece pasar el rato, y divertirme. AAAAAAAAGGGHHH, ¿¡POR QUÉ TIENE QUE SER EL ÚLTIMO!?

De pronto, noté a Leo moverse, y tras un pequeño gemido abrió los ojos y miró a su alrededor, confundido. ¡Ay, pero si hasta se estaba frotando los ojos con una mano... Parecía un niño pequeño! Luna, para.

-¿Luna...?

-¿Mm?-dije yo, medio dormida.

-¿Qué hora es?

-La misma hora de ayer a esta hora...

-¡Luna!-dijo dándome un... ¿pellizco en el cachete? ¿Eh?

-¡Yo qué sé! ¡Estoy dormida! ¡Míralo tú!

-Pero si te tienes que despertar de todas formas.

-Leo.

-¿Sí?

-Te odio.-dije levantando mi cabeza de su hombro y mirándole con mi cara de dormida.

-Tienes un bonito peinado.

Oh. Que deja vu de la primera vez que nos vimos. Un momento. La primera vez que nos vimos...

Con miedo, me miré en el reflejo de la ventana. Sip. Puntas hacia allí, remolinos... Todo menos bonito.

-¡¡¡Aaaaaghhhhhh!!!-dije intentando arreglar ese desastre con mis manos. Rápidamente cogí mi bolso y saqué de él un pequeño cepillo, con el que me dispuse a hacer volver a mi pelo a su estado normal. Bueno, eso intentaba hasta que noté que Leo me miraba a mí, a mi bolso y a mi cepillo.-¿Qué? Toda chica debe llevar un cepillo.

Leo no dijo nada. Pero se rió, que equivalía a una hora de conversación con él.

-¿Qué? Además, tú no es que estés muy peinado exactamente. Ven aquí...-dije intentando pasarle mi cepillo por su pelo. A lo mejor así consigo su ADN y lo puedo clonar...

-¡Estate quieta!-dijo cogiéndome las manos.

Oh. Otra vez. El mundo volvió a ir a cámara lenta, y podía oír los latidos de mi corazón en mi cabeza. El ruido de fondo desapareció, y se convirtió en un murmullo que hacía que pareciera que estaba debajo del agua.

En un abrir y cerrar de ojos, Leo y yo apartamos la vista. Él me soltó, mientras que yo me dediqué a guardar el cepillo a la velocidad de la luz, notando cómo mis mejillas quemaban. Cachis, debo estar roja ahora.

El ambiente entre nosotros era bastante tenso, cuando algo nos sacó de nuestros mundos. Era el teléfono de Leo.

Los oí hablando en coreano, lo cual me frustraba mucho ya que no entendía nada. Yo quería enterarme de lo que estaban diciendo...

-Luna.

-¿Mm?-dije saliendo de mi mundo interior.

-Los chicos me preguntan con quién estoy.-dijo señalando a su móvil, por el cual hablaba con el resto de los chicos por videoconferencia. Después de colocar el móvil de manera que se nos viera a los dos, dije hola agitando la mano con todas mis fuerzas.

-¡Luna! ¡Hola!

-¡Hola!

-¿Dónde estaban?-preguntó N.

-En el parque de atracciones.-contestó Leo.

Los chicos le dijeron algo a Leo en coreano, y luego él se encargó de traducir.

-Me están preguntando si de verdad me he pasado el día en el parque de atracciones.

-¡Sí, sí! Minigolf, tiro al blanco, casa del terror...-dije haciendo como que jugaba al golf, tiraba con una escopeta y me asustaba por la aparición de un fantasma respectivamente.

-Montaña rusa...-dijo Leo.

-¿MONTAÑA RUSA?-dijeron los cinco chicos al unísono.

-Leo-hyung, cuando vengas te montas conmigo y con Hongbin.

Elro le preguntó algo a Leo, y tenía mucha curiosidad de qué sería porque el resto parece que le dio la razón y empezaron a preguntar lo mismo.

-¿Qué preguntan?

-Pues que... Desde... Desde cuando t-tú y yo somos tan cerc-canos...

Oh. Es verdad. Me acabo de dar cuenta de que me estoy apoyando en el hombro de Leo. Mm...

-Supongo que con tus amigos se puede hacer lo mismo que con Sol...

-Desde ayer-hoy.-dije yo poniendo mis brazos alrededor del suyo, abrazándolo.

Surtió efecto. Los chicos empezaron “¡¡¡WOOOOOWWWW!!!”

-¡Leo-hyung, tienes mucha suerte!

Asentí haciendo aegyo, cosa que les hizo hacer otra vez “WOOOOOOOOOOOWWW!!!”

-Tiene una amiga.-dijo Leo.

-Mañana cogemos un avión y vamos para...

-España.-dije yo.

-España.

-Pero es UNA amiga.-dijo Leo, esta vez con un tono... ¿desafiante? ¿Burlón?

Ah, ya entendí por qué lo hizo.

Los chicos se miraron entre sí y se hicieron el típico gente de “es mía.” Ay, Sol, si tu supieras... Lo más probable es que ella se quedara con los cinco.

-Leo-hyung, nos tenemos que ir. ¡¡ADIÓS~!! ¡¡CUIDA DE LUNA~!!

Los dos nos despedimos y nos dimos cuenta de que el tren estaba llegando por fin a la estación. Con dificultad, ya que todavía estábamos medio dormidos, cogimos todas nuestras cosas y caminamos hacia el edificio del campamento. Y claro, como era Navidad, pues el ambiente era muy diferente al del resto de los días.

Las luces festivas inundaban las calles. Cientos, miles de luces se mezclaban con el blanco de la nieve, haciendo que pareciera que caminábamos por el decorado de una película de fantasía. Por el aire, aunque el frío dificultaba su percepción, flotaban los aromas de manzanas de caramelo, almendras garrapiñadas y otras cosas deliciosas. Y los altavoces de las farolas le ponían banda sonora a la noche. El sonido de los cascabeles te hacía sentir que de un momento a otro aparecería el trineo de Papá Noel surcando los cielos.

Leo y yo nos paramos para admirar el paisaje. Era una pasada. Y ya cuando la noche no podía mejorar...

Leo y yo estábamos admirando el paisaje cuando nuestros ojos se encontraron. Noté cómo mi corazón se ponía a mil por hora. Todo el asunto de qué pasaría cuando Leo y yo nos fuéramos cada uno a nuestro país se desvaneció de mi cabeza. Todas las personas que pasaban a nuestro lado se disolvieron en el aire como si de copos de nieve se trataran. Sólo estábamos Leo y yo.

Esa mirada en los ojos. Mmm... Sabía lo que iba a hacer. Poco a poco nos acercamos hasta que entre nosotros había tan poca distancia que como siguiéramos nos convertiríamos en una persona sola. Nuestras respiraciones iban acompasadas.

¿Pero sabes qué? En vez de cerrar los ojos y esperar, decidí ser diferente. Sí, cerré los ojos. Pero no esperé. Más bien todo lo contrario.

Fui yo la que inició el beso. Hice desaparecer los centímetros que nos separaban, y junté sus labios con los míos poniéndome de puntillas, ya que había unos 20 centímetros entre nosotros.

Leo pareció estar sorprendido (chico, entonces qué hacías tan cerca de mí?), pero enseguida noté cómo me envolvía con sus brazos. Enseguida nuestras lenguas se encontraron, y jugaron hasta que nos tuvimos que separar para coger aire. Aparentemente, por un momento se nos olvidó que los humanos teníamos que respirar para poder vivir.

Leo, que todavía parecía estar ensimismado, pestañeó un par de veces, me miró y dijo:

-Wow...

 

Vale, soy mala, muy mala. ¿Cómo se supone que esto era un one shot para Navidad y estoy escribiéndolo en pleno julio? Es qué... Bueno, creo que ya lo que me queda será el último capítulo, y así podré enfocarme... En los otros tres... Es que soy... 

Tengo planeado escribir un one shot (Y ESTA VEZ SI ESPERO QUE SEA UN ONE SHOT) de VIXX con algo que vi en Tumblr. Pero eso después de que haya terminado este ^^

Wow, he contado las horas que he estado con este capítulo. Cuando lo empecé hoy tendría medio hecho. Empecé a las 6 y media-7, y lo he terminado a las 12. Eso son 6 horas casi seguidas escribiendo. WOW.

Espero no decepcionar a nadie con el final ^^

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Comments

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ImGummyBear
#1
Chapter 2: Vale, señorita escritora, ¿cuando publicaras el siguiente capítulo? ¡Que me he quedado picada en saber que más pasa como para no seguir publicandola!
Me gusta como estás desarrollando a Leo en esta historia. Al principio puede parecer cerrado sólo para protegerse y proteger a alguien más, pero cuando vas avanzando te puede parecer tierno.
Vamos, me tienes colgada de un hilo, que quiero leer el siguiente capítulo y apaciguar la gran curiosidad en mi.
Lo esperocon ansias. (: