01

Frío Leo

No me lo puedo creer. Nunca, nunca puedo tener unas vacaciones tranquila en casa, viendo la TV, o navegando en internet como el resto de las personas de mi edad. No, mis padres, en su afán por que aprenda otro idioma, me mandan a diferentes campamentos durante las vacaciones de verano e invierno.

No es que me queje, pero desde los 10 años no he pasado unas vacaciones en mi casa, y 8 años haciendo eso ya cansa. Por suerte, este es último año que lo haré, ya que la edad límite para hacer estos campamentos es de 18 años. Y bueno, quitando las cosas malas, está bien conocer a gente nueva y hacer nuevos amigos. El problema es que por mucho que digas “estaremos en contacto”, nunca lo logras.

-¡Adiós hija! ¡Pásatelo bien!-me gritaron mis padres mientras me despedían en el aeropuerto.

-Sí... Bien... Vamos a ver qué tal sale...

Como de costumbre, los vuelos para ir a los campamentos no son directos. Cuantas más escalas, más barato. Y eso quiere decir que aunque Irlanda y España estén la una al lado de la otra, tenga que pasar por Alemania.

Como de costumbre, llegamos casi de madrugada, por lo que cuando llegamos al complejo donde nos alojaríamos, lo que más queríamos hacer todos era irnos a dormir. Al día siguiente no habría actividades, así que podríamos dormir todo lo que quisiéramos.

El sitio estaba mucho mejor de lo que yo pensaba. El edificio era bastante moderno, muy diferente a los sitios que había ido los años pasados. Mira por donde, parece que este año me lo voy a pasar mejor.

-¡A ver, chicos! Aquí tengo vuestras llaves, dormid todo lo que queráis y procurad no despertar a los que ya están en las habitaciones...

Mi habitación era la número 136. ¿Cuántas habitaciones tendría este sitio? El pasillo era bastante bonito, con paredes y techo azules iluminadas. Definitivamente mucho mejor que el sitio ruinoso y viejo al que fui hace dos años.

130, 132, 134... Aquí, 136. A ver la llave... Llave... Llave no. Dentro de la cajita no hay una llave, sino una tarjeta. Qué moderno... A ver, deslizo la tarjeta y... ¡Tininí! Sí, esta es.

Lo siento por la chica que ya esté dentro, pero la voy a despertar. Son las 3 de la mañana. Que se aguante, estoy cansada y de mal humor. O espera, tengo otra idea. Déjame ver si el móvil alumbra lo suficiente para ver... No, el móvil no alumbra nada. Pues habrá que encender la luz. A ver dónde está el interruptor... ¡Ah, aquí!

¡Cachis! ¡Era el interruptor de la lámpara principal de la habitación! ¿No habrá una lamparita más pequeña?

-Mm...-oí venir desde la cama que estaba delante de mí.

¡Cachis, cachis, cachis! Le eché un vistazo rápido. La habitación estaba organizada en dos pisos. Abajo había una cama, un escritorio y un armario. Al lado de la cama había una escalera de caracol (Diminuta... ¿Se supone que tengo que subir por ahí?) así que supongo que mi cama será la de arriba. Genial, yo toda cansada y tengo que subir por una escalera de caracol...

Dejé mi maleta abajo, ya la desharía al día siguiente.

-¿Puedes apagar la luz?-dijo la chica que estaba en la cama. Con una voz bastante ronca. Será porque estaba durmiendo...

-Va, va... ¿Arriba hay interruptor?

-Sí...

Subí las escaleras como pude, (es decir, casi matándome dos veces, dichosa escalera) y me tiré en la cama. Luego estiré el pie y apagué la luz. Madre mía, qué cansancio...

Al día siguiente me desperté con la luz que entraba por el tragaluz del techo. Oh, genial... ¿Eso no se puede cerrar?

Ah... Que dolor de cabeza... ¿Qué hora es? Me acerco al reloj y veo que marca las 13:32... Ah, pues tampoco es tan temprano, menos mal... Igualmente, me duele la cabeza...

Ay, debo tener pelos de loca... Con dificultad me levanto y bajo las escaleras de caracol, para dirigirme al baño y darme una duchita. Qué frío tengo... Pero cuando estoy a punto de abrir la puerta del baño, me paro en seco y me doy la vuelta.

Sobre la cama de abajo hay un chico leyendo un libro. Un chico. ¿Por qué hay un chico en mi cuarto?

-Eh... ¿Quién eres?-pregunto.

-Leo.

Y no dice nada más. Chico, si te pregunto quién eres no es para que me digas tu nombre, sino el porqué de tu estancia aquí. Pero parece que no lo entiende, porque deja de mirarme y continúa con su libro.

-¿Y por qué estás aquí?

-Mi cuarto.

Ah. Encantada. Yo ser toro sentado. Si tú no importar, hablar con verbos.

Algo confundida abro la puerta de la habitación y miro fuera, donde está la placa con el número de la habitación.

 

136

Leo

Luna

 

¿¡Por qué estoy con un chico!?

No, no, vamos a pensar con la cabeza fría. Decido cerrar la puerta y volver a entrar. Primero, necesito ducharme y arreglarme un poco. Ya luego discutiré todo con los responsables. Un momento. Arreglarme. Pelo. Mi pelo. Oh oh.

Hay un espejo en la planta baja de la habitación, así que me acerco temerosa de lo que pueda ver. Me asomo lentamente y...

¡¡¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHHH!!!

Puntas en todas direcciones, un volumen tres veces más grande de lo que mi pelo en realidad es, fleco con forma de ola hacia arriba... Oh, dime que esto es una pesadilla...

Echo un rápido vistazo al susodicho autodenominado “Leo”. No se ríe. Ni siquiera me mira. Oh.

Bueno, mejor. Me apresuro a entrar al baño y me pego ahí un buen rato con mis pensamientos. ¿Qué voy a hacer si no me dejan cambiar? Obviamente debo convivir él, pero a mí eso de vivir con un chico...

Después de ducharme el pelo, secármelo y cambiarme, me dio por mirar la hoja de la reserva. No, supongo que no... Pero, y si... Déjame verla.

 

Estudiante: Luna González García

País: España

Nivel: B2

Tipo de habitación: Mixta

 

 

No puede ser. Rápidamente cojo el móvil y abro el Whatsapp, y le mando un mensaje a mi madre.

 

Mami, ¿qué es esto de habitación mixta? ¿A qué viene? 14:07✓✓

Era más barato. 14:08✓✓

No me lo puedo creer... 14:08✓✓

 

No, no, no, no... Si lo pusieron ellos, es imposible cambiarlo. No, no, no... Esto no puede estar pasando. No, no, no...

No. Luna. Aceptémoslo. No por negarlo se va a hacer realidad. Cuanto antes me haga a la idea de que tengo que vivir con un... chico... antes terminará mi sufrimiento. Bua...

Volví a bajar por las escaleras, esta vez con intención de hablar con el chico. Si es que habla conmigo, claro...

-¡Hola!

Cri, cri, cri. Suenan los grillos.

Decido sentarme en el suelo delante de él, quien sigue leyendo el libro en su cama, para mostrarle que no me voy a ir a ningún lado hasta que no hable conmigo. Si él es cabezota, más lo soy yo.

-Me llamo Luna, y vengo de España. Dijiste que te llamabas Leo, ¿no? ¿De dónde eres?

-Corea del Sur.

Sí. Los ojos rasgados me decían algo...

-Siento haberte despertado anoche. No sabía si había otra luz en esta habitación, la cual por cierto es bastante bonita y moderna. Este sitio está mucho mejor que los que he ido otros años... Lo único malo es el frío. ¿Tenemos calefacción, no? Es que—

-No es bueno que hables conmigo.

Oh, mira, si sabe usar los verbos. Y espera, ¿por qué?

Eso me cogió desprevenida. Pues empiezo bien si mi compañero de cuarto (ㅠ.ㅠ) no me quiere hablar...

-Bueno... Vale...

Ya que hoy no hay actividades, decido salir afuera a airearme un poco. Siento las lágrimas a punto de salir, y si me quedo... No será una buena idea.

Tan pronto como salí del pasillo y llegué al vestíbulo, me encontré con varias chicas. Bueno, supongo que debo hacer nuevos y nuevas amigas pronto. No me quiero quedar sola.

-¡Hola!-dije saludando con la mano.

-¡Hola! ¿De dónde eres?-dijo la que parecía ser... ¿la líder?

-España. ¿Y vosotras?

Alemania, Italia, EEUU y Rusia. Carla, Valentina, Ashley y Natasha. Oh, genial qué combinación. Y aquí la española pobretona. Lo digo porque la italiana tiene pinta de tener pasta. Y el resto…

-¿Y quién te ha tocado de compañera? O compañero, sé que hay unas cuantas que han cogido habitaciones mixtas. Pobrecitas, falta de dinero...-dijo Ashley.

-Eh... Pues yo estoy en una habitación mixta, por culpa de mis padres.

-Oh...-dijo Natasha. No parece que tenga mucha pinta de sentirse mal por lo que dijo su amiga...- ¿Y quién te tocó?

-Leo, un coreano.

-¿El chino ese?

¿No acabo de decir coreano?

-Ese tío es un pringado. Cuando le hablas no responde, y si le pides cualquier cosa, la hará por ti.

-Oh...-dije asintiendo.

Uno, ya me di cuenta de que no responde. Dos, ¿cómo saben ellas que si le pides cosas las hará?

-¿Conoces a muchas personas aquí?

-No, en realidad no... Llegué ayer, así que...

-¡Oh, pues ya tienes nuevas amigas!-dijo Carla.

Bueno, parecen buenas chicas. Dentro del abanico de posibilidades que permite la palabra “buenas”.

Los días fueron pasando. Antes de que me diera cuenta, había pasado una semana y faltaba otra para navidad. Después de fin de año, nos iríamos a casa.

Y por más que intentaba entablar una conversación con Leo, sentía que estaba hablando con una pared. Sin embargo, por otro lado, tampoco es que me hubiera mandado a callar nunca. Yo hablaba y hablaba (soy una chica, es normal), y él me escuchaba, algunas veces asintiendo con la cabeza, otras contestando “ah” u “oh”.

Así que por muy raro que pueda sonar esto, nuestra relación fue mejorando hasta el punto que Leo parecía que me prestaba atención cuando hablaba, y que le interesaba lo que decía. Aún así, aprendí a no esperar ninguna respuesta de él, y a interpretar cuándo quería él que yo dejara de hablar, o cuándo estaba de acuerdo conmigo y cuándo no.

Las actividades del campamento eran sobre todo clases orales, donde había que hablar para practicar nuestro inglés. Cuando le preguntaban, Leo contestaba, pero nunca se unía a la conversación por voluntad propia. Aunque se notaba que sabía inglés.

Un día, nos anunciaron que la clase del día siguiente sería una clase un tanto especial.

-Como lleváis aquí ya más de una semana, había pensado en hacer algo un tanto diferente. Os pondréis en parejas, e iréis por Dublín con cámaras, fotografiando todo lo que os llame la atención. Después, haréis un PowerPoint y me explicaréis qué os llevó a hacer aquellas fotos.

Miré a mi grupito. Una, dos, tres, cuatro y cinco… Somos impares. Por lo que una se queda sin pareja. Y yo sé a quién le va a tocar…

-Luna, lo sentimos mucho, pero es que son grupos de dos y nosotras somos cinco. Ponte con otra persona, y la próxima vez será una de nosotras la que se vaya con otra persona.

Jo… Yo quería estar con ellas… Después de pasar una semana con este grupo, había descubierto que eran unas chicas muy simpáticas y divertidas… Pero claro, Luna es la que se deja fuera…

Miré a mi alrededor. No había nadie que fuera muy conocido. Ralph, mal rollo; Jessica, no le caigo bien; Marlene, nunca tenemos de qué hablar… Y así con prácticamente todos los de la clase.

Oh, espera. Leo está solo.

Me acerqué a Leo y cogí una cámara. Eran unas Nikon buenas, con sus objetivos y demás. Este sitio tiene que tener unos fondos que aúpa…

-¿Te importa si me pongo contigo?

Leo, al oírme, pareció asustado, e incluso incómodo. Pero luego, al echar un vistazo alrededor y darse cuenta de que estaba sola, su expresión se suavizó y asintió lentamente. Bueno, algo es algo.

-¿Y ahora? ¿A dónde vamos?-dije entusiasmada.

Pero, y qué raro, no me llegó respuesta. Leo se limitó a mirarme, como si yo fuera la que tuviera que decirle por dónde ir.

-Mm… ¿Qué tal si nos damos un paseo rápido por Dublín y vamos fotografiando lo que veamos?

Wow… Esta ciudad, aunque era pequeña, no dejaba de ser impresionante. En el centro de la avenida principal había una gran columna de metal que se veía desde varios kilómetros, y las casas antiguas y modernas se mezclaban en el paisaje de un modo que resultaba fascinante. Tan pronto como empezamos a caminar comenzamos a sacarle fotos a todo lo que veíamos.

¡Clic! ¡Clic!

Durante varios minutos solo se oían los obturadores de nuestras cámaras. Cada uno inmerso en su mundo. Hasta que noté cómo alguien me tocaba el hombro.

-¿Qué pasa?-dije volteándome.

Leo me señaló un lugar con la mano, y yo al seguir con mi mirada la dirección que apuntaba su dedo vi a unos artistas callejeros, tocando con sus instrumentos, y tres o cuatro personas que pasaban por ahí las cuales se habían fijado en la música, habían empezado a bailar.

-El momento es efímero…-dije para mí. Logró coger la expresión de una de las chicas que bailaba. Su rostro mostraba alegría y diversión.-Gracias.-le dije a Leo sonriendo.

-De nada.

¿Me había respondido? ¡Leo me había respondido! Muy bajito, tanto que apenas lo oí, pero… ¡Me había dicho “de nada”!

Leo volvió a señalar algo con el dedo, y esta vez mi mirada se dirigió al Dublin Eye: una noria intentando parecerse al London Eye, pero sin punto de comparación. Aún así, estaría bastante bien para coger fotos.

-¿Vamos entonces?

Leo asintió. Oh, ya se acabó la racha de buena suerte… Yo le quería oír hablar…

¡Clic! ¡Clic!

Desde aquí la vista era impresionante. Cuando alcanzamos el punto más alto, ante nosotros apareció la vista de un montón de casitas, todas con tejados de diferentes colores. ¡Clic!

-Leo…-dije aprovechando que estábamos bajando y que no me interesaba fotografiar pared.- ¿Te caigo mal?

Pero no me respondió. ¡No te quedes callado! ¡Así no puedo saber lo que estás pensando! ¡No tengo telepatía!

-Es que como nunca me respondes a lo que digo no sé si te aburro cuando te hablo, o si te caigo mal y me odias, lo cual entendería perfectame—

-No te odio.

¿Mm? Que alguien me pellizque. No estoy soñando, ¿verdad? Me ha contestado. ¡Me ha contestado!

-¿No? ¿Entonces por qué nunca me dices que me calle?

-Yo… Yo te escucho.

-¿De verdad?-dije sonriendo como una idiota.- Pero cuando salimos de la habitación actúas como si fuéramos completos desconocidos…

-No es porque te odie. Es… por otra cosa.

Espero. Y espero. No, no parece que vaya a decirme qué es esa cosa.

-Ah… Bueno… Me quedo más tranquila. ¡Gracias por contestarme!

Uy, creo que empiezo a ver visiones. Me ha parecido que las comisuras de la boca de Leo se movían ligeramente hacia arriba… ¿Estaba sonriendo?

 

 

¿Qué tal? ¿Qué tal?

Los primeros capis me salieron bastante raros, como que van muy deprisa, pero bueno, luego todo mejora.

Os presento a mi nueva obsesión:

En serio. No tiene otra expresión. Es el típico "androide sin sentimientos" que aparece como prota en los mangas. Ves al resto del grupo siendo... No sé, normal (no, normal no, el resto del grupo no es normal xD) y Leo mira.

Pero bueno, no vamos al culpar al chico. Si es tímido, él no puede hacer nada. Además, no sé como lo hace, y sus fans estarán de acuerdo conmigo, pero AUNQUE NO ESTÉ HACIENDO NADA, TUS OJOS SE VAN SOLOS PARA ÉL.

Ya cuando sonríe, se ríe o hace cosas como bailar I Got a Boy ya es cuando uno tira confeti.

Aún así, cuando quiere el chico puede ser muy mono.

Te hemos visto Leo, te estabas riendo...

 

Aun así el chico canta MUUUUY bien. Y cuando canta si pone expresiones.

Lo siento, las lentillas me pueden...

Bueno, ya paro, ya paro.

La cosa rara es que si me preguntáis cual es mi favorito del grupo, el puesto se lo lleva N. Igualmente Leo va muy cerca.

Y me despido por ahora, chu~

 

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
ImGummyBear
#1
Chapter 2: Vale, señorita escritora, ¿cuando publicaras el siguiente capítulo? ¡Que me he quedado picada en saber que más pasa como para no seguir publicandola!
Me gusta como estás desarrollando a Leo en esta historia. Al principio puede parecer cerrado sólo para protegerse y proteger a alguien más, pero cuando vas avanzando te puede parecer tierno.
Vamos, me tienes colgada de un hilo, que quiero leer el siguiente capítulo y apaciguar la gran curiosidad en mi.
Lo esperocon ansias. (: