Sungjong se sintió finalmente obligado a darles los números de teléfono de las chicas a sus compañeros, no sin antes haberse resistido un poco, acabando por ganar una semana entera sin hacer las tareas domésticas.

Al día siguiente, mientras tomaban rápidamente el desayuno, a Woohyun se le ocurrió una idea.

“He pensado… ¿Por qué no invitamos a Miss A al karaoke? Hace tiempo que no vamos” dijo con un tono de ilusión en la voz, cuando acabó de tragar lo que estaba comiendo.

Los demás asintieron alegando que era una muy buena idea pasar una tarde libre en el karaoke sin pensárselo demasiado, acabando de dejar las cosas en la cocina para salir corriendo hacia el Music Bank.

Esa misma tarde, Woohyun permanecía con el teléfono en la mano, preguntándose a cuál de las cuatro debía llamar. Tenía muy claro a quién quería hacerlo, pero quizás debía disimular la primera vez, para que no llamase demasiado la atención algo de lo que los demás ni siquiera se habían percatado, excepto uno de ellos. Así que llamó a Jia.

“¿Sí?”

“¿Jia-sshi? Soy Woohyun, Sungjong me dio tu teléfono”. Carraspeó la garganta, algo avergonzado por si la chica se molestaba al saber que tenía su número sin habérselo dado. Pero para su sorpresa, esta le respondió alegremente, como si hubiera sido lo más normal del mundo.

“Oh, cuánto tiempo. ¿Estáis bien todos? Deberíamos vernos un día, ni siquiera podemos coincidir en los programas” contestó, bajando el tono de voz en esta última frase, algo apenada.

“Ah…Por eso te llamaba justamente. Hoy tenemos la tarde libre y bueno… ¿os apetecería ir al karaoke con nosotros?”. Ella se apartó el teléfono de la oreja, preguntando a sus compañeras, que parecieron tan emocionadas como lo estaban ellos el día anterior, y él esperó nervioso apenas unos segundos a que ella le diera una respuesta totalmente afirmativa.

Se habían quitado las gafas y las gorras que les cubrían cuando habían entrado al karaoke, esperando que los siete chicos ya estuvieran allí. Y en efecto, estaban hablando entre ellos cuando Sueji tocó a la puerta. Seguida de sus compañeras, entró a la habitación del karaoke, donde ellos se levantaron para saludarlas educadamente.

Habían ordenado bebidas y algunas cosas de comer, que estaban en la pequeña mesa central.

Sueji, mientras estaba sentada observando como Fei y Hoya cantaban, le dijo a Sungyeol, “¿Vuestro líder no iba a venir?”, a lo que este contestó, negando con la cabeza “le ha surgido un imprevisto con uno de los mánagers que le ha llamado a última hora, ya sabes… el pobre ya no tendrá tardes libres esta semana.” Hizo una mueca con los labios y ella desvió la mirada de nuevo a Fei por un momento, dándose cuenta del porqué del cambio de humor que su amiga había tenido nada más entrar a la sala, ya que ella era la única que se había percatado de que  últimamente Fei había hablado de una persona más de lo que solía hacerlo de los demás en general.

Después de esto, y aprovechando el ensimismamiento de Sueji, Sungyeol le cogió el teléfono móvil de las manos, haciendo lo que parecía buscar algo en este. Ella giró la cara sorprendida, pero tenía el móvil de vuelta en las manos antes de que le diera tiempo a reaccionar. Después, el chico le señaló algo en la pantalla con una gran sonrisa.

“Ese es mi número. Me parecía injusto que yo fuera el único que tuviera el tuyo, así que ahora estamos en paz. Cuando no sepas qué hacer o necesites distraerte, puedes mandarme mensajes”.

“Okay, okay” La chica le miró con la misma cara de sorpresa por un segundo más, bajando la vista hacia el móvil, y asintiendo entonces sin poder evitar reír al ver que él mismo le había guardado su número como ‘Yeollie’. “Pero tendrás que respondérmelos todos”.

Él rio ante eso, asintiendo con la cabeza y cogiéndola de la muñeca inesperadamente para levantarse y arrastrarla al frente del televisor de la sala, cuando se había acabado la canción anterior. Cuando se vio allí en frente, empezó a cantar saltándose algunas palabras del principio por la acción repentina del chico, después de que este le pusiera uno de los micrófonos en la mano. Justo en ese momento Myungsoo entraba por la puerta, avisando de que había ido a pedir más bebidas, ya que se las habían acabado todas. Lo primero que vio al entrar fue a Suzy y a Sungyeol mirándose el uno al otro mientras cantaban, cosa que le hizo sentir un pequeño escalofrío instantáneo. Se dijo a sí mismo que no tenía por qué importarle, y retiró la vista de estos para cruzar la sala y  sentarse junto a Woohyun, que intentaba elegir una de las canciones de la lista mientras hablaba con Min y Hoya. Pero tras unos segundos, volvió a mirar a los que estaban cantando, algo inquieto. Lo que le molestaba no era el hecho de cómo y por qué estaba cantando con él, sino que siempre que no podía estar a solas con Sueji era porque Sungyeol estaba con ella. “Tampoco tendría nada que decirle si estuviera a solas con ella, a parte de ‘lo siento’” pensó a la vez que suspiraba fuertemente.

Tras la canción que había cantado con Sungyeol, le dedicó a este una gran sonrisa, llevándose la mano al pecho para suspirar una vez con la boca entreabierta, por la sed que le había entrado. Volvió a coger uno de los botes de la mesa, para poder beber algo de agua.

Se había olvidado completamente de la situación incómoda que había tenido con Myungsoo hasta que se cruzó en su mirada en ese momento, sentado en uno de los sofás mientras hablaba con Woohyun y Min, y  pensó que no habían hablado desde entonces, mientras que con todos los demás sí que lo había hecho en un momento u otro. Se sintió mal porque quizás le había dado demasiada importancia en aquel momento, lo que había hecho que él la evitara, obviamente sintiéndose culpable, cuando él no había tenido la culpa. Así que se sentó en el hueco libre que había a su lado.

“No has cantado nada… Aun así, supongo que tendrás sed” le dijo de repente mientras le tendía sonriente uno de los vasos que acababa de rellenar, lo que hizo que el chico se girara hacia ella algo perplejo, sin saber por un momento qué decirle a eso. Cogió el vaso, y bebió un trago de este, sintiendo que todas las preocupaciones que había tenido hasta ese momento cada vez que pensaba en la chica se habían esfumado de repente. Se sintió cómodo de nuevo al saber que ella había querido arreglarlo y acercarse a él, y entonces le devolvió su más sincera sonrisa.

“…Lo siento, de verdad. No era mi intenci-…” Dijo tras unos segundos de silencio, pero ella le interrumpió sin dejar que acabara la frase “No te preocupes, empecemos como si nos acabáramos de conocer ¿está bien?” y avanzó la mano, que él estrechó aliviado.

Mientras ellos hablaban, Woohyun le había propuesto cantar a Min una segunda canción, a lo que esta aceptó, esperando aún la oportunidad para pedirle a Hoya que cantara con ella. Apenas se levantaron, Hoya cogió la muñeca de Min en un impulso que ni él mismo acabó de entender y se levantó también del sofá, dirigiéndose a su compañero que lo miraba algo desconcertado. “Déjame cantar a mi, Woohyun-ah, que aún no lo he hecho” y arrastró a Min hacia el centro de la sala. “Puedes elegir una con rap, quedará bien si la cantamos juntos”. Min, que no se esperaba para nada la reacción de Hoya, pasaba ahora la lista de canciones totalmente ilusionada, y eligió una canción movida, que pudieran bailar también. Los demás se giraron a mirarles, más atentos que entusiasmados, por lo bien que se compenetraban ‘actuando’ juntos, tanto en el baile como en el canto. Estaba claro que entre ellos había química. Una química que a Woohyun no le acababa de gustar, y que le hizo apartar la mirada para beber un trago del bote que había dejando en la mesa anteriormente. Notó como Jia, que era la única, a parte de él, que había dejado de prestarles atención, le daba un par de palmadas en la espalda, intentando reconfortarle. Se había fijado en cómo miraba a su amiga, y también en la cara de desilusión que había puesto cuando ella había seguido a Hoya sin rechistar, cosa de la que él no se había podido quejar porque habría quedado demasiado obvio. Quería hacerle sentir mejor, pero no sabía cómo. Nunca sabía como tratar con este tipo de cosas y se sintió inútil. Woohyun suspiró ante las palmadas de la chica, antes de permanecer un momento en silencio, girando la cabeza hacia ella para admirar su sonrisa, que tenía algo que hacía sentir mejor a los demás sin importar en qué situación, sin que ella fuera consciente.

Siguieron comiendo, bebiendo, cantando, bailando y riendo juntos, hasta que, sin que ninguno de ellos se diera cuenta, se hizo tarde y decidieron irse a casa, ya que ambos grupos tenían que madrugar para seguir con sus horarios al día siguiente.

No lo habían pasado tan bien desde hacía tiempo, así que prometieron volver a quedar cuando tuvieran otro rato libre. Así, las visitas a ambas casas y las tardes juntos se acabaron convirtiendo en un hábito.

Esa misma noche, Sungyeol, ya acostado en la litera y a punto de dormir, cogió el móvil un momento para, inconscientemente, enviar un mensaje. “Que tengas dulces sueños, Sueji”.