Sowon despertó por segunda vez esa mañana por el ruidoso sonido de su alarma. Aún manteniéndose al final de la cama se encontró a si misma buscando por los fríos dedos de Sinb recorriendo su piel, pero para su sorpresa, no los encontró. Todo lo que quedaba era un espacio vacío y cálido al lado de Sowon que desprendía olor a mentas frescas, haciendo a la mayor extrañar la presencia de SinB aún más. Llevándose a sí misma fuera de la cama, dejando ir la esencia de SinB, Sowon fue recibida por el acogedor y amargo aroma de un café recién preparado. En su mesa de escribir notó su “lisa y simple” taza al lado de un pedazo de papel, café caliente vertido dentro de ella. Sowon tomó un sorbo y curvó sus labios al sabor, su otra mano recogiendo y desdoblando el papel.

“Aún eres un fastidioso y caliente desastre.

-SinB.”

Sowon sintió una sonrisa formarse en sus labios, que probablemente apareció sin querer, tal vez por el apodo de Hwang Eun Bi, o puede que solo la existencia de SinB haya hecho algo en ella que aún no pudiera entender. Tomó el amargo café que SinB preparó, sin siquiera molestarse en agregarle azúcar, alistándose para las clases, agarrando la pequeña maleta que había preparado hace tres días. Mientras estaba caminando fuera tropezó con una pequeña caja. Fue ahí cuando se dio cuenta de todas las pequeñas cajas y la maleta rosada posicionada en frente de la puerta. Encogiéndose de hombros e ignorándolas Sowon caminó fuera, tal vez un poco entusiasta de que su compañera al fin se hubiera mostrado, o almenos sus cosas lo hicieron.

Mientras estaba caminando hacia la academia, llevando sus manos dentro de sus bolsillos, se dio cuenta de que el frío no la estaba molestando como si siempre hubiese sido así, al contrario, estaba lleno con un tipo de encantador recuerdo de la otra chica.

Finalmente, llegando a la Academia Sowon se quedó parada fuera y recorrió con sus ojos alrededor, tratando de reconocer rostros, pero sin encontrar nada familiar ahí, excepto a la chica alta que estaba sentada sola en una mesa jugando con su teléfono, su nariz roja del frío y sus ojos concentrados. Sowon trató de recordar dónde había visto ese aspecto, pero su memoria no la dejaba, hasta que sintió un hombro chocar contra el de ella y ver a dos chicas caminando hacia la muchacha que Sowon había visto tocando el piano unos días atrás.

Al principio no podía reconocer las figuras de las dos chicas que pasaron junto a ella, pero luego notó el abrigo blanco que le había ofrecido a SinB la noche pasada, tirado sin cuidado en uno de los hombros de ella. Luego notó el cabello despeinado, el arrastre de los zapatos mientras la chica caminaba y la actitud no tan cariñosa, y por un breve momento SinB se volteó y atravesó sus ojos negros con los de Sowon, sin una mirada juguetona, sin una sonrisa, sin nada. Solo una mirada sin emociones que hizo temblar a Sowon, una lágrima rebelde cayendo de su ojo izquierdo.

Sowon la limpió rápido recordándose a sí misma que ni siquiera conocía a la chica. Y luego frunció el ceño, resopló y miró la espalda de SinB por unos segundos, hasta que una gentil mano tomó lugar en sus tensos hombros.

“Perdón por mi amiga” la dulce voz de Eunha habló mientras se inclinó con sus mejillas tornándose de un color rosa. “Está un poco de mal humor hoy. Un poco más de lo usual.”

Sowon solo asintió y se inclinó en respuesta hacia Eunha, pero sus ojos no se movieron de SinB, el frío de Septiembre al fin abrazando su cuerpo desde que había salido de los dormitorios esta mañana. Eso era probablemente el por qué a Sowon no le importaba que SinB fuera fría, o sus congeladas manos viajando dentro la camisa de su pijama, pero SinB pasando, chocando con su hombro e intercambiando una mirada fría con ella la hizo tornarse azul tanto dentro como por fuera. Hizo que ella se diera por vencida del frío del clima sin un cálido y amargo café para llenar sus venas.

“¿Puedo ver tu programación?” Eunha rompió el silencio que se creó y Sowon le pasó un pequeño pedazo de papel. “Hmm” la menor echó un vistazo a la información con sus ojos cuidadosamente comprobando cada detalle.

“Bueno, tu cuarto periodo está libre. Te veo entonces y tal vez me podrás conseguir un poco de helado” la chica terminó regresándole a Sowon el papel que contenía su programación.

“Por supuesto” Sowon dijo automáticamente, con una pequeña sonrisa, porque a ella actualmente le gustaba gastar su tiempo estando con Eunha y escuchándola raramente hablando, haciendo esas preguntas de ella, pero al mismo tiempo hablar lo suficiente para llenar el silencio, sin permitirle al momento volverse