“¿No es gracioso?” Sowon preguntó de entre los besos de mariposa que se encontraba extendiendo en el estómago desnudo de SinB. "¿Cómo somos nada más que almas perdidas que siempre terminan arrastrándose en la misma cama? Somos la cita que todos susurran en los dormitorios cuando las luces están apagadas". La muchacha más joven hundió las palabras de Sowon en su mente, pero no se movió, su mirada centrada en el techo llano pintado de oro. Se humedeció los labios, tratando de encontrar una respuesta, o tal vez para rechazar las respuestas que tenía. "Somos los besos de la infancia", Sowon continuó, sus labios ahora encontrándose con la clavícula de SinB, "las páginas arrancadas de un diario, el error fatal en nuestro medio plazo, la mancha de lápiz de labios en el uniforme de la escuela, la marca que puedes ocultar con tu cabello desordenado... "Sowon suspiró, su aliento caliente golpeando a SinB en el cuello.

"Odio cuando hablas así", SinB suspiró y apartó los ojos del techo, sólo para encontrarse con los de chocolate de Sowon y por un breve momento, uno de esos momentos que Sowon había aprendido a apreciar y adorar, su resplandor frío se derritió bajo la mirada suave de la muchacha mayor y tal vez una pequeña sonrisa genuina se curvó en sus labios. “Me tengo que ir” respondió SinB de pronto rompiendo la mirada, sacudiendo la cabeza y levantándose, abrochándose el uniforme escolar.

"Por supuesto."

"Tengo una cita."

"Por supuesto."

“Ja