Capítulo 8.-
PrejuicioCapítulo 8.-
Me cubrí hasta la cabeza con las cobijas, la sentí sentándose a mi lado y puso una mano en mi cuerpo.
-Chae…
-¿Cuándo me ibas a decir que tenías novia?
-¿Qué? Jessica no es mi novia.
-¿Y por qué te beso en los labios?
-Es un tonto juego que tiene ella.
-¿Qué juego?- ella rio suave mientras me movía un poco.
-Actuará como mi chica hasta que ella encuentre novia. Chae, me estás haciendo una escena de celos.
-Tampoco es tan así, no te des tanta importancia.
Ella solo volvió a reír y se metió a la cama conmigo, me abrazo por atrás, pero no me di vuelta, me quedaría así toda la noche.
Maldita vida, cuando me desperté yo estaba boca arriba y ella tenía media cara hundida en mi hombro, era demasiado adorable, me moví un poco para poder salir de la cama, pero tras un pequeño movimiento de mi parte ella puso medio cuerpo sobre mí, impidiéndome todo movimiento. Maldita sea, necesito salir de aquí.
-Dara… hey… flacucha…
Nada, parecía inconsciente, como si le hubieran dado un mazazo en la cabeza. La volví a mover pero esta vez mas bruscamente.
-¡Flacucha!
-Mmmhh… no me digas así.-reí internamente por lo adorable que se vio.
-Me estas aplastando.
-¿Y no que soy tan flacucha? No debería ser molestia para ti.
-No es molestia, pero son las nueve.- fue como si le hubieran puesto un resorte bajo su cuerpo.
-¿¡Las nueve!?
-Si no te apuras…
-¡Joder! ¡Mierda! ¡Maldición!
Se fue al baño maldiciendo y yo solo reía al verla tan desesperada, me quedé en la cama un momento más y luego fui a preparar un poco de café. Cuando ella salió del baño para irse directo al cuarto me acerque con las tazas y le entregué una.
-Tienes todo listo.- dije apuntando a las maletas.- no veo tanto apuro.- ella miró su equipaje y tomó la taza.
-Soy modelo, no puedo andar mal arreglada en el aeropuerto, y lograr mi look, me demora.
-Yo solo te pondría un poco de rubor, delineador y lápiz labial, tu piel natural es preciosa.
-Pero no puedo solo hacer eso.
Bebió su café y comenzó a maquillarse, decidí ayudarla con el cabello y ella me agradeció. Unos minutos después llamaron a la puerta, la dejé terminar de arreglarse y fui a abrir.
-¿Sandara?
-Está terminando de arreglarse.
-Que se apure, en diez minutos nos vamos.
-Yo le digo.
El hombre se fue y yo volví al cuarto, Dara en ese minuto estaba tomando sus maletas.
-¿Te ayudo?
-¿Hasta la puerta?
-No, hasta abajo.
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