Una mano desde el abismo

Un sótano en SM Town

Tras un día de inactividad, Krystal se sintió oxidada. Las piernas y los brazos le pesaban, y suponía que la mente tampoco le andaba bien. Decidió ponerse en acción antes de que se acostumbrara a ese abotagamiento y se volviera una persona lenta, en todos los sentidos de la palabra. Después de todo, estar en movimiento ayuda a pensar mejor, y el propósito de su lejano viaje era reflexionar sobre ella misma, sobre su carácter que últimamente le había causado problemas con la gente que la quería.

Estuvo un rato considerando qué actividad podía hacer, mas como no se decidía, simplemente salió a caminar.

La cabaña que alquilaba formaba parte de un conjunto de ocho casitas iguales; cuatro a cada lado de la calle empedrada que servía cómo única vía de entrada y salida. La zona estaba protegida por tres altas bardas y una reja. Junto a ésta estaba una caseta donde un vigilante miraba la televisión. Cuando Krystal pasó a su lado se quitó la gorra a manera de saludo.

El camino más allá de la verja se bifurcaba, una opción llevaba a la playa, la otra a un pueblo que parecía vivir de la pesca y de los pocos turistas que llegaban hasta ahí. Detrás de todo se levantaba un cerro pleno de verde y confusión que hacía pensar en un laberinto hecho por locos.

Sin proponérselo siguió el sendero hacia el pueblo. La poca gente que había en la calle a esa hora de la mañana la miraba con insistencia. Krystal, acostumbrada a ser el centro de atención, no pudo evitar sentir algo extraño en todo eso, era que esa gente la veía de una manera distinta. No la reconocían, como solía sucederle en aeropuertos y restaurantes, la mirada que ahora sentía era la de la extrañeza. Krystal era lo nunca antes visto, lo raro, lo que rompía con el paisaje. Hubo quien la recordaría como un sueño intenso o una alucinación implacable. Por ello, cuando semanas más tarde otras personas preguntaran por ella, todos los consultados sabrían decir con exactitud qué fue de Krystal

Estuvo aquí —les contaría el anciano que atendía un puesto de comida—, con señas me pidió un pescado asado y una cerveza que dejó a la mitad. Me quiso pagar con dólares, no me gusta recibir dólares porque me fastidia hacer la conversión..., además, para cambiarlos, debó ir a otro pueblo. Le dije, también con señas, que no me pagara, que así estábamos bien, pero insistió. Le mostré que no tenía cambio... tal vez no nos entendimos, pero me dejó el billete y se fue sonriendo. Yo supongo que me pagó por adelantado lo que pensaba comer después, porque movía los brazos como diciendo que volvería...”

Una señora la vio entrar al templo. “Yo creo que trataba de no hacer ruido, porque caminaba despacio y con cuidado. Aunque de todos modos se oían sus pasos, sonaban como un reloj que se estuviera quedando sin cuerda. Se detuvo un momento delante de cada estatua y estuvo a punto de tocar la de San Juan de la Cruz. Al final se arrepintió y se fue...”

Krystal fue vista en un jardín público mirando las dahlias; cruzando una y otra vez, a manera de juego, el puente colgante sobre el arroyo; un niño les diría que Krystal acarició a un gato que se atravesó en su camino...

Siguiendo esas y otras pistas, las personas en busca de Krystal harían el recorrido desde las cabañas al pueblo y del pueblo a la playa. Ahí encontrarían al último hombre que la vio en el lugar. Un pescador que lanzaba sus redes sin convicción.

El día en que la chica vino por aquí el mar estaba revuelto, no bravo sino batido, lleno de vegetación, arena y peces de otros lados... a veces ocurre eso aunque no se porqué. En ese tipo de días no es bueno pescar, porque las redes terminan llenas de ramas secas y de peces que no son comestibles. Me estaba lamentando por ello cuando la vi, a la chica... más blanca que la arena. Se sentó de frente al mar y estuvo un buen rato ahí, yo diría que más de media hora. No podía dejar de mirarla, aunque cada vez fui mirándola menos, como si su quietud poco a poco la hubiera ido volviendo parte del paisaje. Seguí con mis asuntos y cuando regresé la mirada ya estaba de pie, junto al mar. Las olas le llegaban a las pantorrillas, a veces la hacían trastabillar. Se sacó la camiseta y los pantalones, su traje de baño era rayado, blanco y negro. Hizo unos estiramientos antes de adentrarse al agua. Cuando el agua ya sobrepasaba su cintura empezó las brazadas. En un punto se paró y se quitó la vegetación muerta que se le había enredado en el cabello... Se fue alejando, a la distancia ya sólo veía su cabello y sus brazos. Debí ir por ella antes, pero no lo hice, no sé, fue como si el mar me hipnotizara, a mí, que siempre he vivido aquí, que soy pescador y estoy acostumbrado a la marea. Una abulia inmensa se apoderó de mí... de repente reaccioné, esa chica ya estaba muy lejos, y un destello del sol la borró. Pasé la vista por toda el agua y no la vi, al final vi algo negro y esparcido como su cabellera. Creí que se ahogaba, que se había ahogado. Nadé hasta ese punto, perdiendo la orientación por momentos, cuando llegué al sitio me di cuenta de que aquello que flotaba era una enredadera de algas podridas. La playa se veía muy lejos, la chica no se veía por ningún lado. Estuve el resto de la tarde buscándola, navegando en círculos, pasando la red...”

Aunque se podía reconstruir cada paso que Krystal dio en ese pueblo, nada quedaba claro. Todos la vieron, pero nadie penetró en su pensamiento. Nadie podría decir lo que Krystal pensó mientras caminaba por el pueblo, mientras miraba el mar desde la playa. Nadie pudo decir que Krystal pensaba en que últimamente pocas cosas la apasionaban; que el canto, antes una expresión de su alma, se le estaba volviendo una cuestión técnica de tonos y semitonos, que el baile, en tiempos pasados una necesidad de su energía desbordándose, ahora era como una máquina de precisión. Nadie les diría que pensó en sus compañeras de f(x), especialmente en Amber, por quien tenía una mezcla de sentimientos confusos. Nadie les diría que pensó en cómo hubiera sido su vida si en vez de seguir el ejemplo de su hermana mayor se hubiera dedicado a estudiar matemáticas o medicina. Si no hubiera dejado Estados Unidos, si no hubiera entrado a practicar para volverse una idol del pop... Krystal inició a nadar sin pensarlo, solamente para sentirse en movimiento... “Tal vez mi vida, mi destino verdadero, no era la música”..., creyó que la suciedad del agua sólo estaba en la orilla, que más adentro encontraría agua más limpia y fue hacia allá... “La actuación me va bien, pero las historias que interpreto son tan bobas, tan irreales”... Las algas se le enredaban en los tobillos como telerañas, como manos con propósitos pero sin fuerzas... “He llegado a dudar del amor de las personas que me rodean, ¿es una ingratitud de mi parte? ¿O es un acto inteligente? En este mundo la gente suele ser egoísta y no duda de fingir buenos sentimientos si le conviene pero, ¿yo siempre he sido honesta, nunca he engañado a nadie?”... Se cansó de bracear y nadó de espaldas, impulsándose con los pies y dejando el resto de su cuerpo al capricho del mar... “He sido ambiciosa, vanidosa... Y mi noción de éxito es ser mejor que mi hermana, como si para triunfar tuviera que estar por encima de ella; así, mi deseo de éxito es en cierto modo el deseo de que ella fracase”... Krystal ya sólo flotaba, y escupía el agua salada de que se le metía por la boca a cada murmullo. “¿Existe el karma? Tal vez me merezca este vacío...” Krystal ya no quiso pensar, dejó que la mente caminara sola, y sin ella quererlo fueron apareciendo imágenes de sus padres, de sus primeras mascotas, de la primera vez que vio a Jessica bailar, de la academia de la SM, de sus pasillos, del estudio amarillo, las bocinas en los rincones, las lámparas en el techo, el piso de madera, las paredes de espejos, el espectro... Lanzó un grito que el agua apagó rápidamente. Algo la sujetaba desde el lecho marino, una rama, dura y fría como los huesos de un muerto. Se sumergió con la idea de utilizar las manos para zafarce pero la corriente la enredó sobre si misma, la sal le quemó los ojos, el agua le apagó los oídos... las escenas que venían apareciendo en su mente se aceleraron recreando toda su vida: el espectro, un águila en el zoológico, una guitarra clásica, los regalos que recibió en su treceavo compleaños, la primera vez que vio a Amber, su primer beso, su debut musical, un estudio de grabación, su primer premio... el aeropuerto, la playa, el mar que ahora la tenía prisionera, el agua salada que le cerraba los ojos y reducía todo el mundo a un bloque de negrura sorda y sólida.

 

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Comments

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aleschiffer13 #1
Chapter 3: Continúa la historia, me gusto mucho
isidora46859 #2
Realmente está muy buena tu historia ;) continua haciéndolo ♡
everytime #3
Chapter 2: Tu historia es increible me encanto sigue escribiendo plisss
L_ight_ #4
Chapter 2: Wow! me dio escalofrío!!
continua :D
Skyth06
#5
Fue estupendo , y comparto tu manera de pensar la vdd , espero el sig cap!
KwonGG #6
Chapter 1: Wow! Tu historia hasta el momento me a gustado, sobre todo por Krystal quien es mi ejemplo a seguir. Espero tu siguiente capítulo y deverdad quiciera que la historia se base en Krystal. Tu historia apezar de ser el primer capítulo es unica.
#KRYSTALIZED♥