Lo que Jessica vio en el espejo

Un sótano en SM Town

La vista que tenía Krystal desde su habitación parecía un arcoíris de otro planeta. En la parte baja la gama de verdes conformada por los árboles del jardín y las palmeras de la playa; después el blanco sazonado de la playa seguido por el azul verdoso del mar y arriba el cielo, de un azul más claro y rayado por nubes efímeras. Eso era suficiente para quedarse sentada sobre la cama sin hacer otra cosa que mirar, como una estatua o una persona encantada. Pero Krystal tenía la tentación de mirar su teléfono celular, colocado sobre el buró al lado. Luchaba por no hacerlo: su terapeuta había sugerido meses antes que empezaba a desarrollar una adicción al aparato y que debía de cortarla antes de que fuese un problema.

Minutos más tarde, sin embargo, se prometió que sería la última vez y tomó el teléfono. Cuando lo tuvo en sus manos se dio cuenta de dos cosas: la primera, de que en ese sitio no tenía señal, algo obvio puesto que se encontraba muy lejos de los dominios de la compañía que le proveía el servicio; la segunda, que su deseo no iba más allá de tener el aparato en sus manos, es decir, que no pensaba llamar a nadie, ni fotografiar nada, ni visitar la internet, ni jugar, nada. Y sin embargo quería seguir sosteniéndolo... Las premoniciones nunca son claras.

 

En Seúl era de madrugada. En el barrio de Guro, una zona residencial tranquila, todas las casas estaban a oscuras y sólo los gatos vagabundos sobre los tejados rompían el silencio. Pero en una habitación sin ventanas en el número 686 de la calle Dong, un hombre llevaba varias horas frente a los monitores que colmaban su escritorio, y empezaba a sudar frío.

Las pantallas mostraban los mapas de los cinco continentes, y algunos países resaltaban en intermitencias amarillas. Un clic en ellos equivalía a un acercamiento satelital, el mapa empezaba a cobrar una forma más geométrica hasta volverse calles y edificios. Pequeñas flechas en verde flotaban sobre ciertas áreas, y al lado de cada flecha aparecía un nombre.

La lista que el sujeto debía revisar era extensa, pero hasta ese día había sido una tarea fácil de cumplir: Taeyeon, Sunny, Yoona, Victoria, Siwon, Tiffany, Minho, Key, Shindong, Kyuhyun, D.O., Sulli...

El problema era Krystal, su nombre y su respectiva flecha en verde no aparecía en ningún mapa. Se acercaba la hora de mandar el informe a la SM y por primera vez tendría que reportar un fallo. Que Krystal no fuera localizable no era su culpa, pero bien sabía que la furia inmediata de los jefes recaería sobre él. Había escuchado qué cosas les pasaba a los “malditos imperfectos”, como llamaban a los que no hacían lo correcto, de forma exacta, en una sola oportunidad. Parecían exageraciones, pero nadie las había desmentido: un director que perdió la cinta original de un MV, fue desaparecido como escarmiento, no le tocaron un pelo, pero su identidad fue borrándose como por arte de magia negra. Apenas se supo su responsabilidad en la pérdida de la cinta, uno a uno fueron borrándose sus registros, su acta de nacimiento, su certificados de estudios, su licencia para conducir, sus tarjetas bancarias, su pasaporte. Cuando acudió a la policía no tuvo forma de demostrar su ciudadanía, ni siquiera su identidad. Sus argumentos sonaban simplemente descabellados, y cuando quiso regresar a su casa, ya tan solo con la humilde pretensión de sentarse a fumar y pensar en cómo salir del atolladero, se encontró con que su llave no abría la cerradura. Nadie en el vecindario quiso darle una mano ni parecía reconocerlo. La última vez que lo vieron corría como un loco, mirando con insistencia sobre su hombro como si lo persiguiera un borrador gigante. Su cuerpo apareció flotando en las aguas del río Han, nadie lo reclamó y terminó en una fosa común.

Se contaba que en los inicios de la corporación hubo un abogado que redactó mal un contrato, pasados los años, esa cláusula descuidada causó que ex empleados ganaran un juicio por varios millones de wones. Como castigo fue engañado para firmar un contrato que lo ligaba de por vida con la compañía; imposibilitado para trabajar en otra parte, tuvo que aceptar un salario miserable en trabajos inútiles y repetitivos, en completa soledad.

Recientemente, una chica que debutaría como cantante y que se arrepintió de último momento tuvo que someterse a una serie de operaciones para deshacer las correcciones que para mejorar su imagen le habían hecho con dinero de la compañía. Y como los humanos se suelen equivocar, los cirujanos que la atendieron clavaron de más la cuchilla. Se cuenta que ahora esa chica vive en Filipinas y que es fácilmente reconocible por la profunda cicatriz que le cruza el rostro.

Con esas historias en la cabeza, el sujeto de los monitores llamó a Kim Youngmin, su jefe directo, el jefe absoluto.

—Tenemos un problema...

—Debes ser muy valiente para pronunciar esa palabra conmigo... —apuntó el jefe Kim.

—Lo sé, señor, pero pensé que era mejor decírselo de una vez, así tendremos más posibilidades de retomar el contacto.

—¿El contacto con quién?

—Con Krystal...

—¿No sabes dónde está Krystal!

—El chip ratsreador de su teléfono dejó de funcionar. Ayer, cuando hice la revisión del mediodía todo estaba bien, pero ahora no aparece por ninguna parte.

—¿Dónde estaba la última vez que pudiste localizarla?

—Estaba en Centroamérica.

—¿Qué hacía Krystal allá?

—No sé, señor. Antes estuvo en San Francisco, no es raro que esté en esa ciudad, por eso no emití ninguna alarma...

—Esa chica no dijo que saldría del país... ¡Cómo me molesta que haga eso! Lleva su altanería muy lejos, maldia sea... ¿Crees que pueda ser un error del chip?

—Es posible, es decir, ella se encontraba en una zona de humedad muy alta, eso pudo dañar el rastreador...

—Sigue monitoreando, yo trataré de localizarla por otros medios.

—Sí, señor...

—Oye...

—Dígame...

—Si algo le pasara a Krystal, si yo me enterara de que pudiste avisarme antes y no lo hiciste... En fin..., sigue monitoreando.

 

Kim Youngmin pulsó con furia el botón rojo que cortaba la llamada. Después buscó un número en su lista de contactos, específicamente, en el apartado de SNSD.

Después de seis timbrazos le contestó una voz aguda y aún medio dormida.

—¿Hola?

—Jessica, ¿dónde está tu hermana?

—¿Qué?

—¿Dónde está tu hermana, dónde está Krystal?

—Pues, no sé. ¿Acaso soy la niñera de mi hermana?

—No te hagas la graciosa. ¿Sabías que Krystal fue a Centroamérica y ahora nadie sabe nada de ella?

—No, no me dijo nada.

—Parece que no te preocupa.

—Hace mucho que acostumbra viajar sola. Y más que preocuparme que no sepan dónde está, me alegra. Ha de ser lindo tener momentos de privacidad, y digo “ha de ser” porque yo ya lo olvidé. Sin ir más lejos, me estás llamando a las tres de la mañana y...

—Ten cuidado con tu forma de hablar. Y deberías preocuparte más por tu hermana... creo que sabes a qué me refiero.

—No, no lo sé...

Las últimas palabras de Jessica ya no fueron escuchadas por Kim Youngmin, que nuevamente buscó un número en su teléfono.

Jessica, por el contrario, se quedó repitiéndolas como un mantra. “No lo sé, no lo sé”, lo decía cada vez más rápido y cada vez en voz más baja, hasta llegar a un punto donde las palabras se repetían a sí mismas en las cuatro paredes de su cabeza. La insistencia del pensamiento fue más fuerte que su voz, tanto, que eso fue lo que despertó a Sooyoung, que dormía en la cama de al lado.

Instintivamente volteó hacia Jessica, que permanecía recargada en la pared, abrazando sus piernas flexionadas.

—Sica... ¿pasa algo?

—Habló Youngmin, me ha preguntado por Krystal. No saben dónde está y eso les preocupa.

—¿Y tú sabes dónde está?

—No. Estoy segura Pero me ha preocupado el tono que usó Youngmin... Unnie, podrías guardarme un secreto.

—Tú sabes que sí.

—Esto es diferente.

Jessica puso los pies en el suelo, quedando sentada en el filo de la cama; Sooyoung tomó una posición similar enfrente de ella.

¿Has mirado con atención el estudio amarillo?, es decir: ¿no has notado nada raro en él? Yo solía practicar sola ahí. Muchas veces me sentí insegura de mi habilidad para bailar y me quedaba hasta noche para perfeccionar mi técnica. Tal vez recuerdes que de entre nuestros padres, los míos eran los últimos en recogerme, eso no era casualidad, ellos creían que los ensayos terminaban a las diez de la noche, cuando en realidad terminaban a las ocho. Cuando ustedes se iban yo bajaba al estudio amarillo, que siempre estaba solo, y me ponía a bailar y cantar.

La boca de Jessica apenas se movía, temblaba como iluminada por una vela, y sus ojos permanecían entrecerrados. Sooyoung se esforzaba por observarla, como creyendo que si lograba vencer la penumbra también podría entender con claridad lo que su unnie le decía. De vez en cuando su atención era distraída por los ruidos suaves de la noche que se colaban por la ventana o por el umbral de la puerta.

Una vez me sorprendió la ajumma que se ocupaba de la limpieza. Creí que me regañaría, mejor dicho, que me delataría y los directores me regañarían por utilizar las instalaciones sin permiso, pero fue lo contrario, ella se mostró preocupada y me dijo que no debería estar ahí d enoche porque..., porque en ese lugar había “espíritus enojados”...

Jessica estiró el cuello para mirar sobre el hombro de Sooyoung antes de continuar:

Me dijo que todas las noches se escuchaban golpes y gritos. Apenas pude contener la risa. Le expliqué que estaba confundida, que los ruidos que escuchaba no era un fantasma, sino yo misma repitiendo las lecciones del día. La señora no se convenció. Insistió en que no debería estar ahí, por lo menos no sola.

A partir de entonces me visitaba de vez en cuando; en medio de los giros me parecía ver un rostro en el espejo y la notaba a mis espaldas, sentada en la escalera, mirándome practicar. Hubo ocasiones en que incluso me llevaba bebidas... Pero también otra persona acudía a mirarme... un hombre.

Notar su presencia era más difícil, de algún modo se mimetizaba con la escalera o con los cachivaches que por ahí abandonaban. Al poco rato de verlo, él se iba. No era una situación cómoda, a pesar de creer que él, al igual que la señora, tenía buenas intenciones... Un día especialmente malo, no soporté su mirada. Era un hombre feo, alto y encorvado, con una palidez de enfermo. Viéndolo a través del espejo le pedí que me dejara sola. El tipo ni siquiera dio muestra de oírme, siguió quieto y atento, cuando volteé para mirarlo directamente.. Sooyoung, detrás de mí no había nada. Y aún pude regresar al espejo para ver la estela de su huida.

Me has asustado...

Jessica movió la cabeza como diciendo que no era su intención, pero también para aclarar que aún no terminaba.

No volví a ese lugar. Y no se lo conté a nadie. Pero, escucha esto, tiempo después Krystal me contó que, siendo niña, había visto a un hombre extraño en ese mismo edificio, la manera en que lo describió, era tal y como yo recordaba a ese que me miraba.

Sooyoung no supo que decir y sintió un escalofrío que se despeñaba por su columna vertebral. No era el miedo todavía sino el airecillo que se metía por la puerta, repentinamente entreabierta.

Sin pensarlo, Jessica saltó hacia la puerta; Sooyoung la siguió. En el pasillo no había nadie, pero se adivinaba que el espacio había sido desocupado hacía poco. En la atmósfera flotaba un ligero olor a parafina.

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Comments

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aleschiffer13 #1
Chapter 3: Continúa la historia, me gusto mucho
isidora46859 #2
Realmente está muy buena tu historia ;) continua haciéndolo ♡
everytime #3
Chapter 2: Tu historia es increible me encanto sigue escribiendo plisss
L_ight_ #4
Chapter 2: Wow! me dio escalofrío!!
continua :D
Skyth06
#5
Fue estupendo , y comparto tu manera de pensar la vdd , espero el sig cap!
KwonGG #6
Chapter 1: Wow! Tu historia hasta el momento me a gustado, sobre todo por Krystal quien es mi ejemplo a seguir. Espero tu siguiente capítulo y deverdad quiciera que la historia se base en Krystal. Tu historia apezar de ser el primer capítulo es unica.
#KRYSTALIZED♥