Sí eres real

Que sea nuestro secreto | Cinderella and Four Knights

Yo escribo raro ^^'


Eun Ha Won caminaba tranquilamente hacia su trabajo, con su uniforme ya puesto para ahorrar tiempo y con tiempo de sobra, pues no había dormido nada. Pasó varios días, pero finalmente había encontrado sus cosas en los escondites de su madrastra, el problema era que no había podido encontrar ni una de las fotos de su mamá y el pensamiento la había despertado permanentemente desde las 3am.

            Miró al cielo y suspiró.

            —Al menos haberte visto de nuevo pudo haber hecho la diferencia —dijo para sí misma al pasar por una conocida esquina—. Pero no.

            Había pasado una semana de su encuentro con el “Ángel” y, por más que lo había intentado, no había vuelto a topárselo. A pesar de que había tomado exactamente el mismo camino cada día de ida al trabajo y de vuelta a casa.

            —Tal vez de verdad eras un ángel, o tal vez solo te imaginé —suspiró con cierta tristeza—, tal vez ni siquiera existes.

            Al principio le pareció una tontería, creyendo firmemente que ese hombre solo había estado en el lugar indicado para ayudarla a llegar a tiempo a casa y levantarle un poco el ánimo. Sin embargo, al día siguiente se vio tomando el mismo camino con la esperanza de volver a encontrárselo, y al día siguiente, y al siguiente, pero no lo volvió a encontrar, por más que lo deseara.

            —Aún no encuentro las fotos de mi mamá, ni tampoco la pulsera de Ja Young… Dentro de poco comenzará mi último semestre de preparatoria y aún no he ahorrado ni una pequeña parte de lo que necesito para la universidad —reflexionó con tristeza—. Aigoo, debo dejar de tener pensamientos tan negativos.

            Intentó convencerse a sí misma de que hay una luz al final de todo, pero simplemente le cuesta creerlo, aún más cuando recibió una llamada de su mejor amiga, quien aun no sabe que perdió su pulsera favorita.

            —Hola, Ja Young —contestó el teléfono, fingiendo tranquilidad.

            —¡Hola, Ha Won! ¿Cómo has estado?

            —No tan bien como tú —“en serio”— ¿qué tal tus vacaciones?

            —Divertidísimas. Pero ¿y tú? No me digas que en serio has usado todas tus vacaciones para trabajar.

            —No, me he dedicado a alimentar patos en un estanque y pintar el atardecer —contestó con sarcasmo.

            —¡Eun Ha Won!

            —También he estado practicando mi inglés —dijo divertida para seguir molestándola.

            —Vamos, Ha Won, ¿no has conocido algún chico siquiera? ¿O hecho algo que te haga olvidar un poco el trabajo?

            Muy inconscientemente, un rostro apareció en su mente, serio y masculino, pero increíblemente dulce, y cómo desearía volver a verlo.

            De repente se puso nerviosa, considerando que no debió tener un pensamiento como ese, y comenzó a tartamudear.

            —Eh… Bueno…

            —¡No! NO, no puede ser real —Ja Young sonaba entusiasmada— ¿de verdad conociste a un chico?

            —No lo llamaría “conocer a un chico”, digamos que más bien me topé con él.

            —¿Eso es un chiste o es sarcasmo o…?

            —Es lo que pasó —explicó Ha Won— yo iba tarde a mi casa corriendo como si me persiguieran porque mi papá salía de viaje de nuevo esa noche y en el camino me estrellé con un hombre.

            —Dime que con hombre no te refieres a un CEO anciano y millonario.

            Ha Won no pudo evitar reír con la petición de su amiga.

            —No, es un joven, debe tener como 25 años, no lo sé. Lo que sé es que es el hombre más dulce y caballeroso que he conocido…

            —Ooohhh ¿qué pasó? Cuéntamelo todo.

            —Me atrapó antes de que me cayera, salvo mis compras, me hizo reír, y me trajo a casa… Se portó como un ángel —le contó ilusionada.

            —No imaginas lo emocionada que estoy ¿qué pasó después? ¿Te pidió una cita?

—No —dijo ella con cierta decepción—, solo me trajo a casa y me animó una noche horrible… Y quizás jamás lo vuelva a ver.

            —¿Qué? No inventes ¿Ni siquiera le pediste su teléfono?

            —Era un joven, pero mayor que yo, Ja Young, no iba a pedirle su número.

            —¡Aun así!  Nunca has tenido un novio, creo que ni siquiera te ha gustado alguien antes, y de repente me hablas con tantos suspiros de este hombre ¿pero no lo volverás a ver? NO LO ACEPTO.

            Ha Won solo pudo reírse de la actitud de su amiga. Solo quiere que ella sea feliz y lo entiende, pero de cualquier forma no tiene tiempo para novios y no quiere seguir dándole vueltas al asunto del hombre con el que no se ha vuelto a encontrar.

            —Tranquilízate, el día que me enamore serás la primera en saberlo y me aseguraré de volver a ver a esa persona sea quien sea.

            —Más te vale.

            —Okay, ya estoy llegando al trabajo, luego te llamo.

            —Está bien, pero me tienes que dar detalles del ángel cuando vuelva ¿de acuerdo?

            —Of course, no te privaría de información tan importante ¡adiós!

            —¡Bye bye!

            Luego de colgar guardó el teléfono para entrar a la cafetería donde trabaja. Bueno, la llamada de Ja Young fue buena y fue mala. El saber que su amiga se preocupaba tanto por ella le hacía muy feliz, pero recordar su único encuentro con el ángel la hace desear volver a verlo y sabe que eso no va a suceder. O eso cree.

            —Por lo menos dame una señal de que eres real —dijo mirando hacia afuera— demuéstrame que sí existes y que no estoy esperando una alucinación.


            Lleva todo el día manejando ¿la razón? Hay dos, de hecho.

            Primero: el presidente.

            Su jefe ha estado mandándolo de aquí a allá desde hacía dos días y apenas le ha dado tiempo de descansar, o de pensar, o de respirar. Quiere que hable con este ejecutivo, que lleve estos informes a aquella empresa, que lo lleve a almorzar con la otra esa… Y preferiría no meter el hecho de que Ji Woon aun no vuelve a Sky House y tiene que seguir rogándole.

            Una cosa sobre Lee Yoon Sung: él odia rogar.

            Si una persona no quiere, no le nace hacer algo, no hay que obligarla a hacerlo porque lo hará mal, sufrirá o te odiará. Y quizás Kang Ji Woon no sea su persona favorita, es un poco insoportable (como sus primos), pero no estaba en la posición de ser odiado por obligarlo a algo que no desea.

            No planea ser su mejor amigo, pero no quiere su odio. El chico tiene cicatrices que le recuerdan a él y eso le causa cierta empatía. Si no quiere vivir con una familia que no vio de él en veinte años, no tiene problemas en dejar que haga lo que quiera.

            Pero de nuevo, Yoon Sung es solo el secretario.

            Segundo: la princesa.

            Sin querer (o eso se ha dicho a sí mismo) ha estado yendo de cafetería en cafetería por toda la ciudad en medio de sus labores, con la única intención de volver a encontrar a la chica que juró haber visto hace dos días con el uniforme de una cafetería que reconoció, pero no recuerda su ubicación.

            Y está a punto de volverse loco.

            —Esa mujer es real —dijo para intentar convencerse—. La vi, la toqué, hablé con ella en una calle transitada y nadie me miró raro así que ella es real. Además —miró la pulsera que llevaba en su bolsillo—, alguien no real no lleva accesorios reales.

            “Y no creo en fantasmas” pensó.

            De repente sonó su teléfono y se sorprendió de ver el nombre de Kang Ji Woon en la pantalla. Contestó.

            —Yeoboseyo —mantuvo su tono serio y profesional.

            —Hyung —lo llamó hyung, o sea que aun no lo odia— ¿Podemos vernos? Quiero hablar contigo.

            —Claro, Ji Woon ¿Dónde estás?

            —En el taller —su voz tiene un tono extraño.

            —Te oyes cansado, ¿estás bien?

            —Estoy bien, solo quiero hablar —a pesar de sonar sincero, tenía cierto deje de “no es asunto tuyo” en su frase.

            —Está bien, en un rato estoy allá —dijo no muy convencido—. Te llevaré café.

            Ji woon tardó un poco, lo que le hizo a Yoon Sung creer que colgó, pero finalmente volvió a hablar con su voz igual de cansada.

            —Gracias, Hyung —y colgó.

Para este punto, Kang Ji Woon le preocupaba. No solo su voz sonaba como si no hubiese dormido en días, si no que le parecía extraño que de repente lo llamara solo para hablar. Ji Woon nunca quiere hablar, es por eso que su misión de llevarlo a casa es tan difícil.

—¿En qué se habrá metido? —se preguntó a sí mismo, deseando que su presentimiento estuviera equivocado y no le hubiese pasado algo realmente malo.

Se estacionó en un café al azar y, antes de bajar, apagó el auto y apoyó su cabeza en el volante, intentando relajar un poco el estrés y agotamiento al que ha estado siendo sometido.

De repente una voz lo sacó de su ensoñación, una que le sonó vagamente familiar y especialmente importante.

—¡Que tenga buen día, Ahjussi!

Inmediatamente levantó al cabeza y buscó a la dueña de la voz. Y ahí estaba. Una princesa vestida como mesera, despidiendo a un cliente mientras recogía la basura de una de las mesas de la acera del café. Tan linda que le parece incorrecto que este sea realmente su trabajo, tan dulce con sus pequeños ojos y mejillas rosadas que tuvo que reprimir el impulso de sonreír.

Y es tan increíble que le parece absurdo que tenga que agradecer a Ji Woon por esto.

Ella ya había vuelto a entrar en el establecimiento cuando él bajó del auto, pero no demoró en seguirla. Tardó un momento en ubicarla cuando entró, la encontró luego de varios segundos, detrás del mostrador, pero fuera de su alcance. Se acercó esperando que el plan que lleva en mente funcione.

—Disculpe, señorita —le habló a otra chica, pero solo la miraba a ella—, me gustaría ordenar.

La otra chica, que estaba ocupada en la caja, se tomó un momento para mirarlo y asentir con al cabeza a modo de saludo.

—En un momento lo atienden, señor —le dijo con una sonrisa.

Esperó lo suficiente para que ella estuviera tan cerca como para escucharlo y, si es posible, reconocerlo, aunque estuviera de espaldas.

—No tengo prisa —dijo sin dejar de mirarla—, solo busco a la dueña de esto —dijo un poco más alto, mostrando la pulsera en su mano, que hizo un tintineo por los cascabeles en ella.

Como si pudiera sentir su insistente mirada en su espalda o si su voz la hubiese llamado directamente por su nombre (que aun no conoce), ella volteó.


            “Ese sonido… Esa voz”. Pensó al voltear.

Eun Ha Won no lo podía creer. Primero el hecho de que la pulsera de Ja Young estuviese de nuevo en el miso espacio que ella, aunque eso no era lo más importante. Lo importante era que la pulsera era sostenida por la única persona que había deseado ver estos últimos días, aferrándose a ello como si de eso dependiera su vida.

            —Ahjussi —susurró sin poder creerlo.

            Él le sonrió con tanta calidez que sintió que la horrible semana que había tenido, por este segundo, valía completamente la pena.

            —Yo lo atiendo, Mi Soon —le dijo a su compañera cuando logró recobrar la compostura, devolviéndole la sonrisa al ángel frente a ella.

            —Gracias, Ha Won.

            Cuando se acercó más al mostrador él puso la pulsera en su mano.

            —Creo que esto es suyo, señorita.

            —Ahjussi, gracias, pensé que la había perdido —“Y no creí que lo volvería a ver”.

            —La encontré en el piso del auto del lado del pasajero —explicó en un tono innecesariamente robótico, pero con una voz muy cálida—. La noté jugando con una pulsera aquel día y supuse que era suya.

            —Y ¿Cómo me encontró? —preguntó con timidez.

            “La esperé en el mismo lugar durante días y luego investigué cada cafetería de la ciudad buscándola.”

            Obviamente no iba a decirle eso, así que pensó rápido.

            —¿Casualidad? —se encogió de hombros— Voy camino a una reunión y paré a comprar café, la vi limpiando unas mesas afuera y recordé que aun tenía la pulsera en la guantera.

            —Muchas gracias —dijo efusivamente—, es de mi mejor amiga y me iba a morir si ella se enteraba que la perdí.

            —Bueno, fue una buena casualidad entonces —sonrió—, tuve la oportunidad de volver a evitar su muerte.

            Esto la hizo reír, alertando a su jefe que la observaba desde lejos.

            —¡Eun Ha Won! ¿El cliente ya ordenó algo? —preguntó con sospecha.

            Al notar su reacción apanicada, antes de que ella pudiera responder, él lo hizo.

            —Estaba a punto de hacerlo, señor. Solo le consultaba algo a la señorita.

            Con esto aclarado, el hombre le dio una mirada de advertencia a la chica y siguió haciendo su ronda alrededor del local.

            —Así que, Srta. Eun Ha Won —ambos rieron un poco—. No quiero volver a ponerla en peligro mortal con su jefe, creo que debería ordenar ya.

La forma en que decía cosas así con su rostro completamente serio la desconcertaba y la hacía sentir a gusto al mismo tiempo.  Era una sensación tan agradable.

Asintiendo y riendo suavemente, ella estuvo de acuerdo y tomó su orden. Se encargó de prepararla ella misma y de anotar (y memorizar) bien su nombre. “Lee Yoon Sung”. Tuvo que abstenerse de escribir “Ángel” en el vaso. Le entregó su pedido con una sonrisa y él se la devolvió.

—Gracias. Ah, olvidaba preguntarle ¿logró llegar bien a su casa? ¿pudo cenar con su padre?

“¿Cómo recordó eso?”

—Ahm… Sí y no —no pudo mentir—. Sí llegué bien a casa, pero la cena con mi padre no pudo ser.

Él puso una cara de duda y preocupación, pero antes de que pudiera preguntar alguien la llamó.

—Ha Won-ssi, ¿me das una mano aquí?

—Sí, en un momento.

—Supongo que tendremos que hablar otro día —dijo él con una linda sonrisa—. ¿Cuánto es?

—Esto va por la casa —dijo ella deteniéndolo de pagarle—, considérelo agradecimiento por haber evitado mi muerte… dos veces —rió.

—Oh, no puedo aceptar esto —dijo con una risa nerviosa.

—Sí puede y me enojaré si no lo hace —le dio una mirada que habría convencido hasta a Chuck Norris.

—Muy bien —accedió—, aceptaré esto, pero volveré y haré mi propia compra, entonces yo al invitaré a usted y podremos hablar, quizás —sonrió tímidamente.

Ella igual, sus mejillas enrojecieron sin poder creer que él quisiera volver a verla.

—Está bien, me parece un buen trato.

—¿Qué días puedo encontrarla?

—Estoy aquí lunes, miércoles y viernes por la mañana, martes y domingo por las tardes —toda la información salió de su boca de forma automática y casi se arrepintió.

Pero lejos de causarle vergüenza, a Yoon Sung le causó ternura.

—Bueno, entonces nos veremos otro día por aquí, Ha Won-ssi —se despidió aun sonriendo—. Adiós.

—Adiós, Ahjussi —ella sonreía con una timidez que le pareció muy linda.

Cuando él se hubo marchado, ella se tapó el rostro con las manos para ocultar su sonrojo y su enorme sonrisa, y continuó trabajando más feliz de lo que había estado en meses.

—Esperen a que le cuente a Ja Young —dijo a nadie en particular.

No tiene demasiadas ganas de contarle a cualquier extraño que su papá se marchó antes de que ella pudiera cenar con él ni de lo insufribles que son su madrastra y hermanastra. Pero reunirse con este “extraño” en particular es algo de lo que sí tiene muchas ganas.

“¿Habrás llegado a iluminar mi vida”

            De ser así o no, la existencia de este hombre hace que el triste interior de la animada Ha Won sea de nuevo feliz.


Yoon Sung condujo hasta el taller donde trabaja Kang Ji Woon sin recordar ni una mínima pista de por qué iba a verlo con tanta prisa. Su normalmente estoico y serio rostro mostraba la más brillante de las sonrisas y sus mejillas tenían un leve tono rojizo.

—Necesito recuperar la compostura, estoy en horario laboral —se dijo a sí mismo.

Respiró hondo, exhaló, se puso serio y miró al frente.

No funcionó.

El solo recuerdo de la joven y sonriente Eun Ha Won lo hacía sonreír de nuevo. “¿Qué me está pasando?”. Sea lo que sea, lo que le pasa se siente realmente bien, lo hace feliz.

Lamentablemente esa felicidad no duró mucho, porque el lindo rostro de la princesa se desvaneció de su mente cuando llegó al taller y vio a un joven de unos 20 años sentado en el suelo con la cabeza entre las rodillas. Si miraba bien parecía estar temblando.

—Ji Woon —se alertó y bajó rápidamente del auto, olvidando los cafés.

No era su mejor amigo, era un empleado, pero se esforzaba lo mejor que podía por que los Kang lo vieran como a un hermano, alguien en quien pudieran confiar. Supuso que eso estaba funcionando al darse cuenta de por qué lo llamó Ji Woon, no era para hablar, era un grito de ayuda.

—Kang Ji Woon —repitió su nombre cuando llegó hasta él.

Al levantar la cabeza pudo notar su rostro pálido y a la vez colorado, ojos llorosos y labios agrietados, era verano y estaba temblando, eso no puede estar bien.

—Hyung —logró decir antes de perder la conciencia.


Aclaro que no tengo ninguna intención de hacer sufrir ni lastimar a Kang Ji Woon, lo amo... O sea no, lo odio, pero también lo amo. Es un amor/odio.

Gracias por leer!!

Purpurina✨✨

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