La vez que conocí a una princesa | Lee Yoon Sung

Que sea nuestro secreto | Cinderella and Four Knights

Estaba hablando por teléfono con mi jefe, que me estaba pidiendo algo que yo realmente no quería hacer, pero debía hacerlo. Órdenes del presidente, debo cumplirlas.

Como un robot.

—Sí, presidente, ya arreglé todo lo de la próxima semana… Sí… Yo me encargo, no se preocupe.

—¿Lograste convencer a Ji Woon de volver a Sky House?

Siguiente pregunta. Esa tarea es un castigo por algo que hice y algún día descubriré qué fue.

—Lo estoy intentando, ya sabe cómo es.

—Y no lo culpo, yo tampoco querría vivir allí, siempre es un caos por culpa de mis nietos.

No estoy seguro de si eso fue un chiste, pero elegí no reírme.

—¿Puedo pedirte un favor extra?

—Por supuesto, ¿Qué necesita?

—Mañana tengo una cita con Madame Yi —su voz suena risueña y yo ruedo los ojos ante esto—, pero ella tiene una reunión importante después y yo no podré llevarla por otros compromisos, ¿podrías acompañarla, por favor?

Pídame otra cosa, que me arranque los ojos o me lance del puente, pero por favor no me pida eso.

—Está bien, lo haré, no hay problema —dije en contra de toda mi voluntad.

—Sabía que podía contar contigo —me dijo—. Muy bien, eso es todo, que pases buenas noches, Secretario Lee.

—Igualmente, presidente.

Con un largo suspiro guardé mi teléfono. Yi Hwa-Ja, Madame Yi, es la “novia” del presidente Kang, mi jefe, CEO del Grupo Haneul, y una presencia que me ha atormentado desde que entró a su vida, por ende, a la mía.

Y ahora debo acompañarla a quién sabe qué reunión absurda de prometidas de CEOS. Lo que sea que yo haya hecho no vale esto, por más terrible que sea, matarme sería menos cruel.

Inhalo y exhalo repetidamente para calmar mis emociones, generalmente soy bueno controlándolas, es un don que tengo. Eso y la paciencia, o de lo contrario no estaría en Haneul llevando a la futura primera dama ni buscando al segundo nieto.

Cuando al fin logro calmarme y me volteo para ir al auto siento que algo choca contra mí, distrayéndome de mis pensamientos. Espera, algo no, alguien, una chica para ser exacto. Todo pasó en cuestión de segundos, pero pude reaccionar y me incliné para atraparla al notar que iba cayendo hacia atrás, como reflejo, también rescaté su bolsa de compras de una estrepitosa caída.

Mantuvo los ojos cerrados unos minutos, dándome tiempo para admirarla. Es la niña más linda que se pudo haber cruzado en mi camino, de baja estatura y mejillas rosadas, no debe tener más de veinte años.

—¿Está bien, señorita? —le dije cuando abrió los ojos.

Me sonrió con algo de timidez y se levantó ¡es adorable!

—Sí —contestó rápidamente, aun sonriendo—, solo me… Ehm… Me aturdí un poco, no es nada —de repente hizo una reverencia—. Lo siento mucho, señor, debí haber mirado por donde iba.

Es como una princesa, adorable, educada, bonita… Concéntrate, Yoon Sung.

—No, no —dije igual de rápido—, yo lamento haber estado parado por donde iba usted, señorita… Creo —justo cuando pensé que había controlado mis emociones, de repente me puse nervioso—. ¡Ah! Tenga sus cosas.

Le entregué la bolsa que solo entonces me di cuenta de que aún sostenía en mi mano izquierda, prueba de que la adrenalina te hace reaccionar muy rápido o demasiado tarde.

—Oh, muchas gracias. Me habrían matado si se arruinaban —la escuché susurrar lo último.

Obviamente no me lo decía a mí, pero me tomé la libertad de contestarle.

—Pues que suerte que las atrapé, igual que a usted —dije sonriendo—. Habría sido una pena que una linda señorita como usted se cayera… O que la mataran.

Soy pésimo para demostrar emociones o sentimientos, así que mi frase no sé si sonó a sarcasmo, a broma o a que de verdad me preocupaba que la mataran, pero no dejé de sonreír para no confundirla.

Perdido en no saber si funcionó, decidí cambiar el tema. Ya me estaba preguntando por qué una princesa corría tan apurada que no vio a un hombre de 1.84m vestido de traje.

—Disculpe que pregunte, ¿por qué venía tan apurada? —tuvo una reacción en su rostro— De haberla visto venir me habría apartado, pero corría tan rápido que cuando lo noté ya estaba casi en el suelo.

Volvió a dar esa linda sonrisita tímida por unos segundos, pero de repente su sonrisa cambió a una mueca de terror.

—Uh-oh… Oh no, oh no, oh no —ahora entiendo la reacción— ¡Rayos! Mi madrastra me espera con las compras, mi papá sale de viaje esta noche y no debía llegar tarde —se desesperó—. Ya no creo que llegue a tiempo.

—Ah, si quiere, puedo llevarla a su casa en mi auto —me ofrecí.

—No, no, no quiero molestarlo y quitarle también su tiempo, muchas gracias —dijo rápidamente.

Iba a empezar a caminar, pero la tomé del brazo.

—No es molestia —le dije—. Tengo tiempo suficiente, tómelo como una disculpa por… ¿Estar en el camino?

Sonreí para tranquilizarla. Una parte de mí estaba realmente disculpándose por casi hacerla caer, la otra luchaba contra no decir que quería estar con ella otro rato.

—Está bien —dijo simplemente.

Si mi día mañana va a ser tan malo como para llevar a Madame Yi a una reunión, que el de hoy al menos culmine llevando a una princesa a casa.

 

Me estaba comenzando a preguntar qué puede pensar de mí una joven de veinte años a la que un desconocido mayor que ella le ofrece llevarla a su casa en la noche. Pero aceptó, tan malo no le debo parecer.

Pude ver que jugueteaba con una pulsera en su mano. Poner a una chica nerviosa es bueno y es malo, espero que su nerviosismo sea del bueno… Espera, ¿Qué estoy pensando?

—Muchas gracias por esto —la escuché interrumpir de nuevo mis pensamientos—, salvó mis compras, mi cabeza y me trae a casa. Pero en serio, lamento haberle quitado el tiempo.

¿Puede ser más tierna?

—Son varias las cosas que me quitan el tiempo y descomponen los planes a diario —si no me crees, mira mi agenda de mañana y todas las cosas que no planeaba hacer—. Es agradable que usted fuera la de hoy. En serio, deje de disculparse.

De nuevo me vi en la necesidad de sonreír para tranquilizarla. Es que esta niña tiene la imagen del ser más puro del universo, simplemente me hace sonreír. ¿Es eso normal? ¿Qué alguien que acabas de conocer te haga sonreír así?

La vi relajarse y sonreír antes de cambiar su expresión y hablar.

—Eh… Ahjussi, ¿le molestaría dejarme en esta esquina? Ya me trajo bastante cerca, de aquí doy unos pasos y estoy en casa —¿Que la deje sola en le esquina? —. Es que si me ven bajando del auto de un extraño… Quizás no sea a mí a quien maten.

Ah, ya entendí. Soy un extraño, cierto… Y acaba de llamarme señor…

—Ah, claro, no hay problema —me orillé y frené el auto—. Bueno, sana y salva… Cerca de casa —sonreí bajándome del auto.

Ya era muy tarde cuando recordé que no estaba trabajando y que ella no era una de las personas pretenciosas que llevaba a diario, pero ya me había bajado. De cualquier forma, no está de más mostrar un poco de caballerosidad para con una princesa.

Rodeé el auto, le abrí la puerta y le ofrecí mi mano para salir.

—Por favor vaya con cuidado, ya es algo tarde y no me gustaría haberla dejado aquí y luego enterarme de que le sucedió algo.

Juro que esto también es caballerosidad, no es como que me preocupe mucho una chica que acabo de conocer… En serio.

—No se preocupe —dijo sonriendo—. De aquí no es nada hasta mi casa. Gracias a usted llegaré a tiempo, realmente agradezco eso.

—Si sigue agradeciendo o disculpándose me hará sentir un santo o me enojaré, usted elige —sonreí—. Fue un placer conocerla esta noche, señorita.

—Igualmente —dijo simplemente.

Me quedé apoyado en el auto mirándola cuando comenzó a caminar, unos pasos más adelante ella volteó y me miró sonriente.

—¡Ahjussi! —gritó en medio de la calle— ¡Kamsamnida!

Se volteó de nuevo y siguió caminando, en ningún momento dejé de sonreír. Me metí al auto cuando desapareció de mi vista, esperando solo que haya llegado bien a casa.

Antes de comenzar un solitario viaje a mi solitario departamento, vi al asiento del pasajero, donde ella había estado sentada, y vi una pulsera en el piso. La recogí, parece ser la misma pulsera con la que había estado jugando…

¡Rayos! Si su casa estaba tan cerca ya debe haber entrado, no pedí su número, no sé su nombre y no puedo ir de casa en casa preguntando de quién es la pulsera. ¿Qué hago ahora?

De situaciones desafortunadas y otras cosas que le pasan al Secretario Lee.

Pensando en eso recordé mi horrible agenda de mañana. De nuevo debía rogarle a Ji Woon (que no quería volver a Sky House) que regresara a Sky House y de nuevo debía llevar a Madame Yi (que no quiero llevar a Madame Yi) a un lugar que no me compete.

Además de eso, de nuevo debo ser el hombre firme y serio que soy a diario y no mostrar mis sentimientos y emociones. Y cumplir con el resto de mis obligaciones y con todo lo extra que se me ordene. Qué asco, debería mudarme a Australia y criar canguros… Sí, no es el pensamiento más maduro que he tenido hoy.

De nuevo miro la pulsera, al menos algo bueno me pasó hoy, no todos los días uno se encuentra con una princesa. Quizás esta pulsera sea una excusa para volver a verla, ya me ingeniaré cómo hacer para devolvérsela.

—Gracias por aparecer hoy, Princesa —sonreí—, lograste que mi día no terminara siendo tan miserable… Espero que nos volvamos a ver.

Encendí el auto y manejé a casa, sonriente por el encuentro espontáneo con esa chica y convencido de que volvería a verla a como dé lugar.

—Tengo derecho de prometerme algo a mí mismo de vez en cuando —me dije.

Ignorando lo que ocurriría al día siguiente, esa noche la pasé feliz.


Alguien aparte mío se enamoró perdidamente del Secretario Lee? Pa hacernos amixes


Purpurina✨✨

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