Ahora estás afuera del café, esperando a Yura. No hablaste mucho con Sunny porque Narsha siempre te pedía hacer trabajos en equipo con Yura. No es que la susodicha no te agradara, pero de verdad habías extrañado a Sunny cuando faltó y lo único que querías era poder hablar tranquilamente con ella.
La chica bajita sale y te observa un segundo.
—Adiós—. Se despide sin mirarte.
—Oye—. La detienes. Ella voltea a verte.— ¿Cuándo irás al refugio?
—Mañana ¿Por qué?
—¿Puedo acompañarte?
—¿No saldrás con Yura o algo así?— Está rara.
—No...¿Por qué preguntas eso?
—Ella y tú parecen haberse vuelto muy unid@s...¿No es así?
—No...— Qué extraño que lo diga.
—Olvídalo...Me encantaría que fueras—. Te dice al fin sonríendo, como la Sunny que conoces.—Nos vemos—. Te da la espalda y sigue su camino.
—Nos vemos—. Contestas más que sonriente.

—¡Listo,TN!—Te avisa Yura al salir del local.—Perdona la tardanza, es que Narsha me pidió que...—Se detiene al mirar hacia donde tú lo haces y darse cuenta de que a quien ves es a Sunny.
—Que...—La incitas a continuar, ya prestándole atención.
—¡Ah! Que guardara unas cosas.
—Está bien. ¿Nos vamos?
—¡Sí!— Responde feliz.

—Narsha nos juntó para hacer muchas cosas hoy—. Dices ya al avanzar cierto tramo de camino.—¿Por qué será?
—Debe creer que hacemos un buen equipo—. Responde ella.
—Quizás...
—Por cierto, no te he agradecido apropiadamente por haberme salvado ayer.
—¿Uh? No tienes que hacerlo.
—¡Claro que sí! Vi los costales, eran muchos y estaban muy pesados. ¡Pude haber salido gravemente herida! Pero gracias a ti no fue así.
—Bueno, la verdad es que sí me asusté mucho cuando vi que el costal se resbalaba...pero hice lo que cualquier otra persona hubiera hecho...Aunque tú no te veías tan asustada—. Comentas al recordar su mirada en ese instante.
—Es que no lo estaba...
—¿Enserio?
—Enserio.
—¿En ningún momento?
—Sí, hubo un momento en el que me asusté mucho.
—¿Cuál?
—Cuando el costal te calló encima...Es curioso, me preocupé mucho más por ti que ni por mí...— Dice, con un dedo en su mentón y mirando al cielo.Parece darse cuenta de lo que acaba de decir y baja su mirada, a la par que su mano va a su mejilla tímidamente y su rostro toma un ligerísimo color rojo.Tú también te incómodas un poco por el comentario.—¡Bueno! El punto es que te quiero agradecer: ¡Gracias!— Dice en un tono algo alto y haciendo una reverencia frente a ti.

—Aaaamm...— No sabes qué decir.—¿Y dónde está esa heladería? ¿Ya casi llegamos?
—¡Sí! Está en la esquina de esta calle.
—¡Ok!— Dices. —¿Qué sabor pedirás?
—Vainilla ¿y tú?
—Se me antoja un helado de limón.

Llegan al sitio indicado y piden sus helados. Cuando te dan el tuyo sacas tu dinero para pagar.
—¡Hey!— Interviene tu acompañante.— Yo te lo voy a invitar, ¿recuerdas?
—E-está bien.

La muchacha paga ambos helados y luego avanzan hacia el filo de la banqueta.
—Entonces hasta aquí llegamos—. Dice ella.— ¡Nos vemos mañana,TN!
—¿No quieres que te acompañe?— Preguntas, antes de que dé otro paso.
—Pues...