capitulo 3

BESOS

Dunas de Arenas y Lágrimas Saladas…

 

 

 

Taeyeon

 

 

—Tae, tenemos que hablar contigo—dijo mi papá, mientras comíamos nuestro almuerzo en el restaurante con vistas a la playa.

 

— ¿Se van a divorciar?

 

La cara de papá palideció.

 

—Dios, no, Tae—aseguró rápidamente y tomó la mano de mi mamá para hacer énfasis.

 

Mi mamá me sonrió, pero podía ver las lágrimas formándose en sus ojos.

 

—Entonces, ¿qué?—pregunté.

 

Mi papá se inclinó lentamente hacia atrás en su silla.

 

—Tu mamá ha estado molesta por mi trabajo, TaE, no conmigo.

 

Estaba completamente confundida, hasta que dijo:

 

—Me están transfiriendo de vuelta a Seúl, tae. La compañía se ha topado con un problema técnico ahí y estoy siendo enviado de regreso a solucionarlo.

 

— ¿Por cuánto tiempo?—pregunté— ¿Cuándo vas a estar de vuelta?

 

Mi papá pasó la mano por su pelo oscuro y corto, justo en la forma en que yo lo hacía.

 

—Aquí está la cosa, Tae—dijo con cautela—Podrían ser años. Podrían ser meses—suspiró—Siendo realistas, cualquier cosa, desde uno a tres años.

 

Mis ojos se abrieron.

 

— ¿Nos estás dejando aquí en los ángeles por tanto tiempo?

 

Mi mamá alargó la mano y cubrió la mía con la de ella. Me quedé mirándola fijamente. Luego, las verdaderas consecuencias de lo que estaba diciendo papá comenzaron a filtrarse en mi cerebro.

 

—No—dije en voz baja, sabiendo que no me haría esto.

 

No podía hacerme esto.

 

Miré hacia arriba.

 

Vi la culpabilidad resbalar por toda su cara.

 

Supe que era cierto.

 

Ahora comprendía.

 

Por qué vinilos a la playa.

 

Por qué quería que estuviéramos solos.

 

Por qué se rehusó a que nos acompañara jessica.

 

Mi corazón se estaba acelerando mientras mis manos no dejaban de moverse sobre la mesa.

 

Mi mente giraba en círculos... ellos no lo harían... él no lo haría...

 

¡Yo no lo haría!

 

—No—escupí, en voz fuerte, atrayendo las miradas de las mesas cercanas—Yo no voy. No voy a dejarla.

 

Me volví a mi mamá en busca de ayuda, pero bajó la cabeza. Retire rápidamente la mano de debajo de ella.

 

— ¿Mamá?—rogué, pero negó lentamente con la cabeza.

 

—Somos una familia, Tae. No vamos a separarnos durante tanto tiempo. Tenemos que irnos. Somos una familia.

 

— ¡No!—grité esta vez, empujando mi silla de la mesa. Me puse de pie, mis puños apretados a los costados— ¡No voy a dejarla! ¡No puedes obligarme! Este es nuestro hogar. ¡Aquí! ¡No quiero volver a Seúl!

 

—Tae—dijo mi papá, de manera conciliadora, levantándose de la mesa y extendiendo las manos.

 

Pero no podía estar en este espacio cerrado, con él. Girando sobre mis talones, corrí fuera del restaurante tan rápido como pude y me dirigí a la playa.

 

El sol habia desaparecido tras densas nubes, causando que un viento frio azotara la arena.

 

Seguí corriendo, en dirección a las dunas, los granos ásperos golpeando mi rostro. Mientras corría, traté de luchar contra la rabia que me desgarraba.

 

¿Cómo podría hacerme esto?

 

Ellos saben cuanto necesito a jessica.

 

Estaba temblando de ira mientras subía la duna más alta y me dejé caer para sentarme en su punto más alto. Me recosté, mirando al cielo grisáceo, y me imaginé una vida en Seúl sin ella.

 

Me senti enferma.

 

Enferma ante sólo la idea de no tenerla a mi lado, tomando mi mano, besando mis labios...

 

Apenas podía respirar.

 

Mi mente se aceleró, en busca de ideas de cómo podría quedarme. Pensé y pensé en todas las posibilidades, pero conocía a mi papá.

 

Cuando se decidióa por algo, nada lo cambiaría de idea. Iba aire; la expresión de su rostro me había dicho claramente que no había salida.

 

Me estaban alejando de mi chica, mi alma.

 

Y no podía hacer una maldita cosa al respecto.

 

Oí a alguien subiendo la duna detrás de mí y sabía que era mi papá. Se sentó a mi lado. Aparte la vista, mirando hacia el mar.

 

No quería reconocer su presencia.

 

Nos quedamos en silencio, hasta que finalmente me rompí y le pregunté:

 

— ¿Cuándo nos vamos?

 

Sentí a mi papá tensarse a mi lado, haciendo que mirara en su dirección. Él ya estaba viendo mi cara, con simpatía en su expresión.

 

Mi estómago se hundió aún más.

 

— ¿Cuándo?—presioné.

 

Papá dejó caer la cabeza.

 

—Mañana.

 

Todo se quedó inmóvil.

 

— ¿Qué?—susurré conmocionada— ¿Cómo es posible?

 

—Tu mamá y yo lo sabíamos desde hace aproximadamente un mes. Decidimos no decirte hasta el último minuto porque sabíamos cómo te sentirías. Me necesita en la oficina para el lunes, Tae. Hemos organizado todo con tu escuela, se transfirieron tus expedientes. Tu tío está preparando nuestra casa en Seúl para nuestro regreso. Mi empresa ha contratado encargados de mudanza para vaciar nuestra casa en los ángeles y enviar nuestras pertenencias a Seúl. Llegan mañana, poco después de irnos.

 

Mire a mi papá.

 

Por primera vez en mi vida, lo odiaba.

 

Apreté los dientes y aparté la mirada. Me siento enferma por la cantidad de ira corriendo por mis venas.

 

—Tae—dijo mi papá en voz baja, poniendo su mano en mi hombro.

 

Me encogí de hombros soltándome de su mano.

 

—No—susurré—No vuelvas a tocarme o hablar conmigo de nuevo—estallé

Comprendiendo—Nunca te perdonaré—prometí—Nunca te perdonaré por alejarla de mí.

 

—Tana, lo entiendo…—trató de decir, pero lo interrumpí.

 

—No lo haces. No tienes idea de lo que siento, lo que significa jessica para mí. Ni una mala idea. Porque si lo hicieras, no estarías alejándome de ella. Le habría dicho a tu empresa que no te mudarías. Que tenemos que quedarnos.

 

Papá suspiró.

 

—Soy el técnico principal, Tae, tengo que ir a donde se me necesite, y en este momento eso es Seúl.

 

No dije nada.

 

No me importaba que él fuera el maldito técnico principal de alguna empresa en crisis.

 

Estaba enojada porque sólo me lo estaba diciendo ahora.

 

Estaba molesta de que nos íbamos, y punto.

 

Cuando no hablé, mi papá dijo:

 

—Voy a reunir nuestras cosas, hija. Ve al auto en cinco minutos. Quiero que tengas esta noche con jessica. Quiero por lo menos darte eso.

 

Lágrimas calientes se construyeron en mis ojos. Volví la cabeza para que él no me viera. Estaba enojada, tan enojada que no podía detener las malditas lágrimas.

 

Nunca lloró cuando estaba triste, solo cuando estaba enojada. Y en este momento, estaba tan molesta que apenas podía respirar.

 

—No va a ser para siempre, Tae. Unos pocos años a lo sumo, y luego, vamos a estar de vuelta. Lo Prometo. Mi trabajo, nuestra vida, está aquí en los ángeles. Pero tengo que ir a donde la empresa me necesita—dijo papá—Seúl no será tan malo; es de donde somos. Sé que tu mamá estará feliz de estar cerca de la familia de nuevo. Pensé que podías estarlo, también.

 

No le respondí.

 

Porque algunos años sin jessica eran toda una vida.

 

No me importaba mi familia.

 

Estaba perdida, viendo el ritmo de las olas, y esperé durante todo el tiempo que pude antes de ponerme de pie.

 

Quería llegar a jessica, pero al mismo tiempo, no sabía cómo decir que me iba.

 

No podía soportar la idea de romper su corazón.

 

El claxon sonó, y corrió hasta el auto, donde mi familia estaba esperando. Mi mamá salió de sonreírme, pero no le hice caso y me deslicé en el asiento trasero.

 

Mientras nos alejábamos de la costa, miré por la ventana.

 

Sintiendo una mano en mi brazo, me giré para ver a Ricardo aferrándose a la manga de mi camisa. Su cabeza estaba inclinada hacia un lado. Revolví su pelo oscuro desordenado. Ricardo rio, pero su sonrisa se desvaneció, y no dejó de mirar en mi dirección todo el viaje de vuelta. Me parecía irónico como mi hermanito parecía entender la cantidad de dolor que sentía, mucho más de lo que lo hacían mis padres.

 

El viaje se sintió una eternidad.

 

Cuando nos estuvimos en la entrada, prácticamente me zambullí fuera del auto y corrí a la casa de los Jung.

 

Llamé a la puerta y la señora Jung respondió después de sólo unos pocos segundos. Al minuto en que notó mi expresión vi que sus ojos se llenaron de simpatía. Miró a través del jardín hacia mi mamá y papá que estaban desempacando el auto.

 

Ella les dio un pequeño saludo.

 

Ella lo sabía también.

 

Sabía que nos íbamos antes que yo.

 

— ¿Está Jessi aquí?—me las arreglé para preguntar, empujando las palabras a través de mi garganta tensa.

 

La señora Jung me dio un abrazo.

 

—Está en la arboleda de cerezos, cielo. Ha estado ahí toda la tarde, leyendo—besó mi cabeza—Lo siento tanto, tae. Esa hija mía tendrá el corazón roto cuando te vayas. Eres toda su vida.

 

Ella es toda mi vida también, quería añadir, pero no me atreví a decir una sola palabra.

 

La señora Pierce me soltó y me alejé, saltando desde el porche, corriendo todo el camino a la arboleda.

 

Llegué ahí en cuestión de minutos, divisando inmediatamente a jessica debajo de nuestro árbol de cerezo favorito. Me detuve, manteniéndome fuera de la vista mientras la veía leyendo su libro, sus auriculares púrpuras sobre su cabeza.

 

Ramas llenas de pétalos de cerezo rosa caían a su alrededor como un escudo protector, protegiéndola del sol brillante.

 

Ella puso un vestido blanco corto sin mangas, un gran lazo blanco fijado en el costado de su largo pelo rubio.

 

Me sentí como si hubiera entrado en un sueño.

 

Mi estómago se encogió.

 

Había visto a jessica todos los días desde que tenía cinco años.

 

Dormí a su lado cada noche. La besé todos los días desde que tenía ocho años, y la amaba con todo lo que tenía por tantos días que había dejado de llevar la cuenta.

 

No tenía idea de cómo vivir un día sin ella a mi lado.

 

Cómo respirar sin ella a mi lado.

 

Como si hubiera sentido que estaba ahí, levantó la vista de la página de su libro.

 

Cuando me paré sobre la grama, me mostró su sonrisa más grande.

 

Era la sonrisa que solo tenia para mi.

 

Traté de devolverle la sonrisa, pero no pude.

 

Caminé sobre las flores de cerezo muertas, por lo que el camino cubierto de hojas parecía un río de color rosado cayendo y blanco debajo de mis pies. Vi la sonrisa de jessica desvanecerse a medida que me acercaba.

 

No podía ocultar nada de ella.

 

Me conocía tan bien como me conocía yo misma.

 

Ella podía ver que estaba molestando.

 

Le habia dicho antes que no habia ningun misterio conmigo.

 

No con ella.

 

Ella era la única persona que me conocía por completo.

 

Jessica se quedó inmóvil, moviéndose únicamente para quitar los auriculares de su cabeza. Puso su libro a su lado en el suelo, envolvió sus brazos alrededor de sus piernas dobladas y se limitó a esperar.

 

Tragando, caí de rodillas ante ella y mi cabeza cayó hacia adelante en derrota. Luché contra la opresión en mi pecho. Finalmente, levanté la cabeza. Las lágrimas ya estaban en los ojos de jessica, como si supiera que lo que iba a salir de mi boca lo cambiaría todo.

 

Nos cambiará.

 

Cambiará toda nuestra vida.

 

El fin de nuestro mundo.

 

—Nos vamos—finalmente precisar expresar.

 

Vi su rostro palido.

 

Una sola lágrima deslizarse por su suave mejilla.

 

Alejando la mirada, me las arreglé para inhalar otra corta respiración, y añadí:

 

—Mañana, Mi Jessi. De regreso a Seúl. Papá me va a llevar lejos de ti. Ni siquiera está tratando de quedarse.

 

—No—susurró en respuesta e inclinada hacia delante—Debe haber algo que podamos hacer—la respiración se le aceleró— ¿Quizás puedes quedarte con nosotros? ¿Irte a vivir con nosotros? Podemos arreglar algo. Podemos…

 

—No—interrumpí—Sabes que mi papá nunca lo permitiría. Lo saben desde hace semanas, ya me han trasferido de escuela. Solo que no me lo dijeron porque sabían cómo iba a reaccionar. Tengo que ir, Mi Jessi. No tengo otra opción. Tengo que ir.

 

Me quedé mirando fijamente una sola hoja del cerezo cómo se partía desde una rama baja.

 

Fue a la deriva como una pluma al suelo.

 

Sabía que, de ahora en adelante, cada vez que viera una flor de cerezo pensaría en jessica. Ella pasaba todo su tiempo aquí en esta arboleda, conmigo a su lado.

 

Era el lugar que ella mas amaba.

 

Apreté los ojos cerrados mientras la imaginaba completamente sola en esta arboleda después de mañana, nadie para ir de aventuras con ella, nadie para escuchar su risa... nadie para darle una ráfaga de besos para su frasco.

 

Al sentir un dolor agudo golpea mi pecho, me gire de vuelta hacia jessica y mi corazón se desgarró en dos. Ella estaba congelada en su lugar contra el árbol, pero su linda cara estaba inundada de ríos y ríos de lágrimas silenciosas, sus pequeñas manos en puños, temblando en sus rodillas.

 

—Mi Jessi—dije con voz áspera, finalmente, dejando todo mi dolor libre.

 

Corrí a su lado y la acuné en mis brazos. Jessica se fundió en mí, llorando en mi pecho. Cerré los ojos, sintiendo cada parte de su dolor.

 

Este dolor era mío también.

 

Nos quedamos así durante minutos y minutos, hasta que finalmente, jessica levantó la cabeza y apretó la palma de su mano temblorosa en mi mejilla.

 

—Tae—dijo con una voz quebrada—, ¿Qué voy... qué voy a hacer sin ti?

 

Sacudí mi cabeza, en silencio diciendo que no sabía.

 

No podía hablar, mis palabras estaban atrapadas en mi garganta obstruida.

 

Jessica se relajó contra mi pecho, sus brazos como una mordaza alrededor de mi cintura.

 

No hablamos mientras las horas pasaban.

 

El sol se desvaneció para dejar atrás un cielo naranja encendido. En poco tiempo, aparecieron las estrellas, y la luna también, llena y brillante.

 

Una brisa fresca se deslizó alrededor de la arboleda, obligando a las hojas a bailar alrededor de nosotros.

 

Cuando sentí que jessica comenzaba a temblar en mis brazos, supe que era tiempo de irnos.

 

Levantando las manos, pasé los dedos por el abundante pelo de jessica y susurré:

 

—Mi Jessi, tenemos que irnos.

 

Ella sólo me agarró con más fuerza en respuesta.

 

— ¿Jessi?—lo intenté de nuevo.

 

—No me quiero ir—dijo con voz casi inaudible, su dulce voz ahora ronca.

 

Miré hacia abajo mientras sus ojos azules miraron hacia arriba y se trabaron en los míos.

 

—Si dejamos esta arboleda, significa que es casi hora de que me dejes también.

 

Pase el dorso de la mano por sus mejillas teñidas de rojo. Estaban heladas al tacto.

 

—Sin adiós, recuerdas—recordé—Siempre dices que no hay tal cosa como un adiós. Porque siempre nos volveremos a ver en nuestros sueños. Como con tu abuelita.

 

Las lágrimas se derramaron de los ojos de jessica, y limpió las gotas con la yema del pulgar.

 

—Y tienes frío—dije suavemente—Es muy tarde y tengo que llevarte a casa para que no te metas en problemas por perder el toque de queda.

 

Jessica forzó una pequeña sonrisa en sus labios.

 

—Pensé que las latinas peligrosas no jugaban según las reglas.

 

Me reí una sola vez y presioné mi frente con la suya. Coloqué dos besos suaves en la comisura de sus labios y respondí.

 

—Voy a acompañarte a tu puerta, y una vez que tus padres estén dormidos, voy a estar subiendo a tu dormitorio para una última noche. ¿Qué te parece eso para romper las reglas? ¿Suficiente para una latina peligrosa?

 

Jessica se río.

 

—Sí—respondió, empujando mi pelo largo de delante de mis ojos—Eso es toda la latina que alguna vez necesitará.

 

Agarrando sus manos, besé la punta de cada dedo y me obligué a levantarme. Ayudé a jessica a ponerse de pie y tiré de ella en mi pecho. Envolví mis brazos alrededor de ella, manteniéndola cerca.

 

Su dulce aroma flota en mi nariz.

 

Juré recordará exactamente cómo se sintió ella en ese momento.

 

El viento se hizo mas fuerte.

 

Rompí nuestro abrazo y tomé la mano jessica. En silencio, comenzamos a caminar por el sendero sembrado de pétalos. Jessica apoyó la cabeza en mi brazo, inclinando la cabeza hacia atrás para observar el cielo nocturno.

 

Besé la parte superior de su cabeza y la oí suspirar profundamente.

 

— ¿Alguna vez ha notado cuánto oscuro está el cielo por encima de esta arboleda? Como es mas oscuro que en cualquier otro lugar de la ciudad. Se ve de color negro azabache, pero por el brillo de la luna y los destellos de las estrellas. En contraste con el rosado de los árboles de cerezo, parece como algo salido de un sueño.

 

Incliné la cabeza hacia atrás para ver el cielo, y una sonrisa tiró de la comisura de mis labios.

 

Ella tenia razon.

 

Parecía casi surrealista.

 

—Sólo tú notarías algo así—dije mientras bajaba la mirada—Siempre ves el mundo de manera diferente a todos los demás. Es una de las cosas que me encantan de ti. Esta es la aventurera que conocí cuando tenía cinco años.

 

Jessica apretó su agarre en mi mano.

 

—Sabes, mi abuelita siempre decía que el cielo se ve cómo quieres que se vea—la tristeza en su voz hizo que mi aliento se atorara en mi garganta.

 

Ella suspiró.

 

—El lugar preferido de abuelita era bajo nuestro cerezo. Cuando me siento y miro a lo largo de las filas y filas de árboles, y luego, hacia arriba al cielo negro azabache, a veces me pregunto si ella está sentada en ese árbol exactamente allá en el cielo, mirando a lo largo de los árboles de cerezo, igual que nosotros, mirando hacia arriba el cielo al nocturno igual que lo estoy haciendo ahora.

 

—Estoy seguro de que lo está, mi jessi. Y ella estará sonriendo hacia ti, como te prometió que haría.

 

Jessica perforó la mano y capturó en su mano una flor de cerezo rosa brillante. La sostuvo frente a ella, mirando fijamente los pétalos en su palma.

 

—Abuelita también decía que las mejores cosas de la vida mueren rápidamente, como la flor de cerezo. Porque algo tan hermoso no puede durar para siempre, no debería durar para siempre. Se conserva por un breve momento en el tiempo para recordarnos lo preciosa que es la vida, antes de desaparecer tan rápido como llegó. Dijo que te enseña más en su corta vida que cualquier cosa que está siempre a tu lado.

 

Mi garganta empezó a cerrarse ante el dolor en su voz.

 

Ella alzó la vista hacia mí.

 

—Porque nada tan perfecto puede durar una eternidad, ¿verdad? Como las estrellas fugaces. Vemos las estrellas habituales por encima de nosotros cada noche. La mayoría de las personas las dan por hecho, incluso se olvidan de que están ahí. Pero si una persona ve una estrella fugaz, recuerda ese momento para siempre, incluso piden un deseo en su presencia—tomó una respiración profunda—Se dispara tan rápido que las personas saborean el corto tiempo que tienen con ella. Esa estrella fugaz es demasiado hermosa para durar y volver cada noche.

 

Sentí una lágrima caer sobre nuestras manos unidas.

 

Estaba confundida, sin saber por qué estaba hablando de cosas tristes.

 

—Porque algo tan completamente perfecto y especial está destinado a desaparecer. Eventualmente, tiene que desaparecer en el viento—levantó la flor de cerezo que todavía estaba en su mano—Igual que esta flor—la arrojó en el aire justo cuando llega una ráfaga de viento.

 

La fuerte ráfaga se llevó los pétalos hacia el cielo y lejos por encima de los

Arboles.

 

Desapareció de nuestra vista.

 

—jessi…—iba a hablar, cuando me interrumpió.

 

—Tal vez somos como la flor del cerezo, tae. Como las estrellas fugaces. Tal vez nos quisimos tanto, demasiado jóvenes, y ardimos tan brillantemente que necesita que desaparezca. No había otra opción. Era nuestro destino—señaló detrás de nosotras a la arboleda de cerezos—Belleza extrema, muerte rápida. Hemos tenido este amor el tiempo suficiente para aprender una lección. Para mostrarnos cuán capaces de amar realmente somos.

 

Mi corazón cayó a mi estómago y giré a jessica hacia mí.

 

La expresión devastada en su hermoso rostro me cortó ahí mismo.

 

—Escúchame—dije, sintiendo pánico y colocando mis manos a cada lado de la cabeza de jessica, prometí—Voy a volver por ti. Esta mudanza a Seúl, no será para siempre. Vamos a hablar todos los días, nos escribiremos. Todavía seremos jessica y taeyeon. Nada puede romper eso, mi Jessi. Siempre vas a ser mía, siempre tendrás la mitad de mi alma. Este no es el final.

 

Jessica sordió y parpadeó las lágrimas.

 

Mi pulso se aceleró de miedo ante la idea de que ella se rindiera con nosotras.

 

Porque eso nunca se me habia pasado por la cabeza.

 

No estábamos terminando nada.

 

Di un paso aún más cerca.

 

—No hemos terminado—dije con fuerza—Hasta el infinito, mi Jessi. Por siempre y para siempre. Nunca termine. No puedes pensar así. No con nosotras.

 

Jessica se movió y copió mi postura, colocando sus manos en mi cabeza.

 

— ¿Me lo prometes, tae? Porque todavía tengo cientos de besos que necesito que me des—su voz era tímida y asustadiza… estaba atormentada por el miedo.

 

Me reí, sintiendo el temor filtrarse de mis huesos, el alivio tomando su lugar.

 

—Siempre. Y te voy a dar más de mil. Te voy a dar dos, o tres o incluso cuatro.

 

La sonrisa alegre de jessica me calmó.

 

La besé en forma lenta y suave, sosteniéndola tan cerca cómo me fuera posible. Cuando nos separamos, jessica abrió los ojos y anunció:

 

—Beso número trescientos cincuenta y cuatro. Con mi tae, en la arboleda de cerezos… y mi corazón casi estalló—entonces prometió—Mis besos son todos tuyos, tae. Nadie más tendrá nunca estos labios, sólo tú.

 

Rocé mis labios contra los suyos una vez más e hice eco de sus palabras.

 

—Mis besos son todos tuyos. Nadie va a tener estos labios, solo tú.

 

Tomé su mano y nos dirigimos de regreso a nuestras casas. Todas las luces en mi casa estaban aun encendidas. Cuando llegamos a la puerta de entrada de jessica, bese la punta de su nariz. Moviendo mi boca a su oído, susurré.

 

—Dame una hora e iré a ti.

 

—Está bien—susurró jessica en respuesta.

 

Entonces salté cuando su palma se apoyó gentilmente en mi pecho. Jessica se acercó más a mí. La expresión seria en su cara hizo que de repente me pusiera nerviosa.

 

Se quedó mirando fijamente su mano, luego se movió sus dedos lentamente sobre mi pecho y bajó hacia mi estómago.

 

— ¿Mi Jessi?—pregunté, insegura de lo que estaba pasando.

 

Sin decir una palabra, retiro su mano y se movió hacia la puerta. Espere que se gire y me explique, pero no lo hizo. Entró por la puerta, dejándome clavada al sitio en su entrada.

 

Todavía podía sentir el calor de su mano en mi pecho.

 

Cuando la luz en la cocina de los Jung se encendió, me obligue a caminar de regreso a mi propia casa. Tan pronto como pasé por la puerta, vi un montón de cajas en el pasillo.

 

Deben haber sido embaladas y guardadas lejos para mantenerlas fuera de mi vista.

 

Caminando pesadamente frente a ellas, vi a mamá y papá en la sala de estar.

 

Mi papá me llamó pero no me detuve. Entré en mi habitación justo cuando llegaba detrás de mí.

 

Me moví hacia mi mesita de noche y empecé a recoger todo lo que quería conmigo, especialmente la fotografía enmarcada de jessica y de mí que había tomado la noche anterior.

 

Cuando mis ojos recorrieron la fotografía, mi estómago dolió.

 

Si era posible, ya la extrañaba.

 

Extrañaba mi hogar.

 

Extrañaba a mi chica.

 

Sintiendo que mi papá todavía estaba detrás de mí, dije tranquilamente:

 

—Te odio por hacerme esto.

 

Escuché su rápida inhalación. Me giré y vi a mi mamá de pie junto a él. Su cara estaba tan sorprendida como la de mi papá.

 

Nunca los había tratado así de mal.

 

Me gustan mis padres.

 

Nunca había entendido cómo a otros adolescentes no les gustaban los suyos.

 

Pero lo entendía ahora.

 

Los odiabas.

 

Nunca había sentido tanto odio hacia nadie antes.

 

—Tae…—comenzó mi mamá, pero me di un paso adelante y la interrumpí.

 

—Nunca te perdonaré, a ninguno de los dos, por hacerme esto. Los odio tanto a los dos ahora mismo que no pueden soportar estar cerca de ustedes.

 

Estaba sorprendida por lo áspera que sonaba mi voz.

 

Era espesa y llena de toda la rabia que estaba construyéndose dentro de mí.

 

La ira que no habia sabido que era posible sentir. Sabía que para la mayoría de la gente parecía de mal humor, hosca, pero en realidad, rara vez sintió rabia.

 

Ahora me sentí que estaba hecha de ella.

 

Solo odio corriria por mis venas.

 

Rabia.

 

Los ojos de mi mamá se llenaron de lágrimas, pero por una vez, no me importaba.

 

Quería que se sintieran tan mal como me sentí en este momento.

 

—Tae…—dijo papá, pero me giré de espaldas a él.

 

— ¿A qué hora nos vamos?—gruñí, interrumpiendo lo que sea que estaba tratando de decir.

 

—Salimos a las 7 am —me informado en voz baja.

 

Cerré los ojos; ahora solo tenia unas horas con jessica.

 

En ocho horas la estaría dejando atrás.

 

Dejando todo atrás, salvo esta rabia.

 

Me aseguraría de que viajara conmigo.

 

—No va a ser para siempre, Tae. Despues de un tiempo, sera mas facil. Conocerás a alguien más con el tiempo. Seguirás adelante…

 

— ¡No!—rugí mientras me di media vuelta, lanzando la lámpara de la mesita de noche al otro lado de la habitación.

 

El bombillo de vidrio se rompio en el impacto. Respire con fuerza, con el corazón acelerado en mi pecho, mientras miraba fijamente a mi papá.

 

— ¡No vuelvas a decir algo así de nuevo! No voy a superar a jessica. ¡La amo! ¿No lo entiendes? Ella es mi todo y tú estás haciendo pedazos.

 

Vi su rostro palido.

 

Di un paso adelante.

 

Mis manos estaban temblando.

 

—No tengo más remedio que ir contigo, lo sé. Sólo tengo membrillo; sin soya lo

Suficientemente estúpida como para creer que puedo quedarme aquí sola—apreté los puños—Pero voy a odiarte. Los odiaré a ambos cada día hasta que regresemos. Podrán pensar que sólo porque tengo quince años olvidaré a jessica, tan pronto como alguna zorra de Seúl coquetee conmigo. Pero eso nunca pasará. Y los odiaré cada segundo hasta que esté de nuevo con ella—hice una pausa para recuperar el aliento, y luego añadí—E incluso entonces, los odiaré por haberme alejado de ella en primer lugar. Por tu culpa, voy a perder años de estar con mi chica. No creas que por el hecho de que soy joven o reconozca lo que tengo con jessica. La amo. La amo más de lo que podrías imaginar. Y me estás alejando, sin considerar siquiera cómo me sentiría—le di la espalda, caminé a mi armario y empecé a sacar mi ropa—Así que de ahora en adelante, me importa un bledo cómo se sientan acerca de cualquier cosa. Nunca los perdonaré por esto. Ninguno de los dos. Especialmente a ti, papá—empecé a empacar la maleta que mi mamá debió haber puesto en mi cama.

 

Mi papá estaba donde estaba, mirando al suelo en silencio. Con el tiempo se dio la vuelta y dijo:

 

—Duerme un poco, Tae. Vamos a levantarnos temprano.

 

Cada vello de mi cuello se erizó con disgusto por su rechazo a lo que tenía que decir, hasta que añadió en voz baja:

 

—Lo siento tanto, hija. Sé cuánto significa Jessi para ti. Probé dejar de decírtelo hasta ahora para evitar semanas de dolor. Está claro que no se atribuye nada. Pero esto es la vida real, y este es mi trabajo. Un día lo entenderás.

 

La puerta se cerró detrás de él, y me dejé caer sobre la cama. Arrastré mi mano por mi rostro, y mis hombros cayeron cuando miré fijamente mi armario vacío.

 

Pero la rabia todavía estaba ahí, ardiendo en mi estómago.

 

Si acaso, estaba ardiendo con más fuerza que antes.

 

Estaba bastante seguro que había llegado para quedarse.

 

 

 

Tire la última de mis camisas en la maleta, sin preocuparse de cuántas arrugadas quedarían.

 

Fui a la ventana y vi que la casa de jessica estaba a oscuras, todas a excepción de la lamparita tenue indicándome que la costa estaba despejada.

 

Después de cerrar la puerta de mi dormitorio, me escapé por la ventana, corriendo por el césped. La ventana estaba ligeramente abierta, esperando por mí. Me deslicé por ella y la cerré con firmeza detrás de mí.

 

Jessica estaba sentada en el centro de su cama, su pelo y su rostro recién lavados.

 

Tragué saliva cuando vi lo hermosa que se vio en su camisón blanco, sus brazos y piernas descubiertas, y su piel tan suave y tersa.

 

Di un paso más cerca de la cama y vi el portarretrato en su mano. Cuando levanté la vista, pude ver que había estado llorando.

 

—Mi Britt-Britt—dije en voz baja, mi voz se quebró al verla tan alterada.

 

Jessica colocó el marco en la cama y apoyó su cabeza sobre la almohada, dando palmaditas al colchón a su lado. Tan rápido como pude, me acosté junto a ella, moviéndonos hasta que estábamos a sólo centímetros.

 

Tan pronto como vi los ojos de jessica inyectados en sangre, la dentro de mí parecía estar estallar.

 

—Bebé—le dije, cubriendo mi mano con la suya—, Por favor, no llores. No puedo soportar verte llorar.

 

Jessica tragó.

 

—Mi mamá me dijo que van a irse muy temprano en la mañana.

 

Bajé mis ojos y lentamente asentí.

 

Los dedos de jessica pasaban por mi frente.

 

—Así que sólo tenemos esta noche—dijo ella.

 

Sentí una daga a través de mi corazón.

 

—Sí—respondí, parpadeando hacia ella.

 

Me miraba de forma extraña.

 

— ¿Qué?—pregunté.

 

Jessica arrastró su cuerpo más cerca. Tan cerca que nuestros pechos se tocaron y sus labios se cernían en mi boca. Podia oler la crema dental de menta en su aliento.

 

Lamí mis labios mientras mi corazón empezó a golpear con fuerza.

 

Los dedos de jessica se deslizaron por mi cara, sobre mi cuello y hacia abajo sobre mi pecho hasta que llegaron a la parte inferior de mi camisa. Me moví en la cama, necesitando un poco de espacio, pero antes de que pudiera alejarme, jessica se acercó y presionó su boca contra la mía.

 

Tan pronto como la probé en mis labios, me incliné más cerca, entonces su lengua se abrió paso para encontrarme con la mía.

 

Me besó lentamente, más profundo que nunca.

 

Cuando su mano levantó mi camisa y se apoyó en mi estómago desnudo, tiré de golpe mi cabeza hacia atrás y tragué duro.

 

Podía sentir el temblor de la mano de jessica contra mi piel.

 

La miré a los ojos, y mi corazón dio un vuelco.

 

—Mi Jessi—susurré y pasé la mano por su brazo desnudo— ¿Qué estás haciendo?

 

Jessica movio su mano hacia arriba hasta que su mano estaba en mi pecho, y mi voz se detuvo por la espesura en mi garganta.

 

— ¿Tae?—susurró jessica mientras inclinaba su cabeza para colocar cuidadosamente un solo beso en la parte inferior de mi garganta.

 

Mis ojos se cerraron mientras su boca cálida tocó mi piel.

 

Jesica hablo contra mi cuello:

 

—Yo... el deseo...

 

El tiempo se detuvo.

 

Mis ojos se abrieron de golpe.

 

Jessica retrocedió unos centímetros y levantó la cabeza hasta que sus ojos azules se encontraron con los míos.

 

—jessi, no—protesté, sacudiendo la cabeza, pero ella puso sus dedos sobre mis labios.

 

—No puedo...—se quedó en silencio, luego, se recompuso y continuó—No puedo permitir que me dejes y nunca saber lo que se siente estar contigo—hizo una pausa—Te amo, taeyeon. Tanto. Espero que lo sepas.

 

Mi corazón golpeo con un nuevo ritmo, uno que sabía que tenía el amor de su otra mitad.

 

Era más fuerte y más rápido.

 

Era infinitamente más fuerte que el de antes.

 

—Jessi—susurré, completamente sorprendida por sus palabras.

 

Sabía que me amaba, porque yo la amaba.

 

Pero esta era la primera vez que lo habíamos dicho en voz alta.

 

Ella me ama…

 

Jessica esperó en silencio.

 

Sin saber cómo responder de cualquier otra manera, pasó la punta de mi nariz por su mejilla, retrocediendo sólo una fracción para mirarla a los ojos.

 

—Ta amo.

 

Jessica tragó, luego sonrió.

 

Le devolví la sonrisa.

 

 

 

—Te amo—lo traduje al inglés, sólo para asegurarme que entendía por completo.

 

Su rostro se puso serio, una vez más, y se movió para sentarse en medio de la cama. Estirándose por mi mano, me jaló para sentarme frente a ella. Sus manos cayeron a la parte inferior de mi camisa. Tomando una respiración temblorosa, la llevó arriba y sobre mi cabeza.

 

Cerré los ojos y sentí un cálido beso en mi pecho. Abrí los ojos de nuevo para ver a jessica dándome una sonrisa tímida.

 

Me derreti ante la mirada nerviosa en su cara.

 

Ella nunca se habia visto tan hermosa.

 

Tratando de luchar a través de mis propios nervios, puse mi mano en su mejilla.

 

—No tenemos que hacer esto, jessi. Solo porque me voy, no necesitas hacer esto por mí. Voy a volver; me aseguraré de ello. Quiero esperar hasta que estés lista.

 

—Estoy lista, tae—dijo, con voz clara y firme.

 

— ¿Crees que somos demasiado jóvenes…?

 

—Tendremos dieciséis pronto.

 

Sonreí, al oír el fuego en su voz.

 

—La mayoría de la gente todavía piensa que eso es demasiado joven.

 

—Romeo y Julieta tenían alrededor de nuestra edad—argumentó.

 

No podía dejar de reír.

 

Dejé de reír cuando se acercó más y pasó la mano por entre mi pecho:

 

—Tae—susurró—, He estado lista desde hace algún tiempo, pero estaba feliz de esperar porque usaría todo el tiempo del mundo. No había prisa. Ahora no tenemos ese lujo. Nuestro tiempo, esta vez, es limitado. Sólo tenemos horas. Te amo. Te amo más de lo que nadie podría creer. Y... y creo que sientes lo mismo por mí.

 

—Sí—respondí al instante—Te amo.

 

—Por siempre y para siempre—dijo jessica en un suspiro, luego se alejó de mí.

 

Sin retirar sus ojos de los míos, llevó la mano al tirante del camisón y lo empujó hacia abajo. Hizo lo mismo con el otro tirante, y el camisón cayó a sus caderas.

 

Me quedé congelada.

 

No podía moverme mientras jessica se sentaba frente a mí, desnuda para mí.

 

—Mi Jessi—susurré, convencida de que no merecía esta chica... este momento.

 

Me acerqué más, hasta que me elevé justo encima de ella. Busqué sus ojos y le pregunté:

 

— ¿Estás segura, mi Jessi?

 

Jessica entrelazo su mano con la mía, luego llevó nuestras manos a su piel desnuda.

 

—Sí, tae. Estoy seguro. Quiero esto.

 

No podría contenerme más, así que me deje ir y la besé en los labios.

 

Sólo uso unas horas.

 

Iba a pasarlas estado con mi chica, en todas las formas posibles.

 

Jessica movió su mano de la mía y recorrió mi pecho con sus dedos, sin romper nunca nuestro beso. Pasé los dedos por su espalda, empujándola más cerca de mí.

 

Se estremeció bajo mi tacto.

 

Dejé caer mi mano hasta el dobladillo de su vestido en su muslo. Mi mano viajó hacia arriba, hasta que me preocupé de estar yendo demasiado lejos.

Jessica se separó y apoyó la frente en mi hombro.

 

—Continúa—instruyó sin aliento.

 

Hice lo que me pidió, tragando los nervios construyéndose en mi garganta.

 

—tae—murmuró.

 

Cerré los ojos ante el sonido de su dulce voz.

 

La amaba demasiado.

 

Debido a eso no quería hacer daño.

 

No quería ser responsable de empujarla demasiado lejos.

 

Quería que se sintiera especial.

 

Quería que entendiera que era mi mundo.

 

Nos quedamos así durante un minuto, encerradas en el momento, respirando, esperando lo que sea que viniera después.

 

Entonces las manos de jessica se desviaron hacia el botón de mis jeans y abrí los ojos.

 

Me estaba observando de cerca.

 

— ¿Esto está... esto está bien?— preguntó con cautela.

 

Asenti, incapaz de hablar.

 

Tomando su mano libre, me guio para desnudarla, hasta que todas nuestras tropas habían sido arrojadas al piso.

 

Jessica se sentó en silencio delante de mí, sus manos moviéndose nerviosamente en su regazo. Su largo pelo rubio estaba suelto sobre uno de sus hombros, y sus mejillas estaban encendidas.

 

Nunca la habia visto tan nerviosa.

 

Nunca habia estado tan nervioso.

 

Extendiendo mi mano, pasé mi dedo por su mejilla caliente. Con mi tacto, los ojos de jessica revolotearon hacia arriba, una tímida sonrisa tirando de sus labios.

 

—Te amo, mi Jessi—susurré.

 

Un suspiro suave se escapó de su boca.

 

—Te amo también, mi tae.

 

Los dedos de jessica se envolvieron alrededor de mi muñeca y se echó hacia atrás con cuidado sobre la cama, guiándome a avanzar hasta que estaba junto a ella, mi torso moviéndose para cubrir el de ella.

 

Inclinándome, coloque suaves besos sobre sus mejillas encendidas y su frente, terminando en un largo beso en su boca cálida.

 

La mano temblorosa de jessica se presionó en mi pelo y me jaló más cerca. Se sintió como sólo unos segundos más tarde, cuando jessica se movió debajo de mí, rompiendo el beso. Colocó su mano en mi mejilla y dijo:

 

—Estoy lista.

 

Acariciando mi rostro contra su mano, besé los dedos apoyados en mi mejilla y absorbí sus palabras. Me quedé mirando a jessica y sus mejillas enrojecidas por la vergüenza.

 

—Sabía que este día llegaría pronto, tae.

 

Besé a mi chica hasta que reuní el valor suficiente para hacer esto.

 

No pasó mucho tiempo, con el toque de jessica calmando la tormenta en mi interior, hasta que supe que estaba lista.

 

Jessica abrió sus brazos, guiándome sobre ella. Mi boca se fundió con la de ella, y por un tiempo más largo, simplemente la besé. Probé el protector labial de cereza en sus labios, amando la sensación de su cálida piel desnuda presionando contra la mía.

 

Me aparte en busca de aire.

 

Me encontré con la mirada de jessica y ella asintió.

 

Pude ver en su cara lo mucho que me deseaba, como yo la deseaba. Mantuve los ojos fijos en los de ella, y no me aparte ni una vez.

 

Ni por un solo segundo...

 

 

 

 

Más tarde, la sostuve en mis brazos.

 

Nos encontrábamos una frente a la otra cuando nos acostamos bajo las sábanas. La piel de jessica estaba caliente al tacto y su respiración estaba ralentizándose de nuevo a su ritmo normal.

 

Nuestros dedos estaban entrelazados sobre la almohada que ahora compartimos, nuestro agarre apretado, con las manos ligeramente temblorosas.

 

Ninguno de nosotras había hablado todavía.

 

Mientras estudiaba a jessica observando cada movimiento que hacía, recé para que no se arrepintiera de lo que habíamos hecho.

 

La vi tragar profundamente y tomar una respiración lenta. Cuando exhaló, bajó los ojos a nuestras manos entrelazadas. Lo más lentamente posible, pasó sus labios sobre nuestros dedos entrelazados.

 

Me quedé inmóvil.

 

—Mi jessi—dije, y sus ojos se alzaron.

 

Una larga hebra de su pelo había caído sobre su mejilla y la empujé suavemente hacia atrás, metiéndola detrás de su oreja.

 

Ella todavía no había dicho nada.

 

Necesitando que supiera qué había significado para mí lo que habíamos compartido, susurré:

 

—Te amo tanto. Lo que acabamos de hacer... estar contigo así...—mi voz se apagó, sin saber cómo expresar lo que quería decir.

 

Ella no respondió, y mi estómago se revolvió, temiendo que hubiera hecho algo mal.

 

Mientras mis ojos se cerraban en frustración, sentía el frente de jessica contra la mía y sus labios susurraban besos sobre mi boca. Me moví hasta que estábamos lo más cerca que podíamos estar.

 

—Voy a recordar esta noche para el resto de mi vida—confesó y el miedo que sintió fue empujado lejos de mi mente.

 

Abrí mis ojos y apreté mi agarre alrededor de su cintura.

 

— ¿Fue... fue especial para ti, mi Jessi? ¿Tan especial como lo fue para mí?

 

Jessica esbozó una sonrisa tan amplia que la vista me robó el aliento.

 

—Lo más especial que un beso puede ser—respondió en voz baja, haciendo eco de las palabras que me había dicho cuando usó ocho años y la besé por primera vez.

 

Incapaz de hacer nada más, la besé con todo lo que tenía, derramando todo mi amor en el beso.

 

Cuando nos apartamos, jessica me apretó la mano, y lágrimas se formaron en sus ojos.

 

—Beso trescientos cincuenta y cinco, con mi tae, en mi habitación... después de que hicimos el amor por primera vez—tomando mi mano, la colocó sobre su pecho, directamente sobre su corazón.

 

Podia sentir sus fuertes latidos bajo mi palma.

 

Sonreí.

 

Sabía que sus lágrimas eran lágrimas de felicidad, no de tristeza.

 

—Fue tan especial que mi corazón casi estalló—agregó con una sonrisa.

 

—Jessi—susurré, sintiendo mi pecho comprimirse.

 

La sonrisa de jessica cayó, y vi que sus lágrimas comenzaron a caer a su almohada.

 

—No quiero que me dejes—dijo con la voz entrecortada.

 

No podía soportar el dolor en su voz.

 

O el hecho de que estas lágrimas eran ahora unas tristes.

 

—No me quiero ir—contesté, con honestidad.

 

No dijimos nada más.

 

Debido a que no habia nada mas que decir.

 

Peiné el pelo de jessica con mis dedos, mientras ella pasaba la punta de sus dedos arriba y abajo por entre mis pechos.

 

No pasó mucho tiempo antes de que la respiración de jessica se hubiera nivelado y su mano se hubiera quedado inmóvil sobre mi piel. El ritmo de su respiración constante arrulló mis ojos hasta cerrarlos.

 

Traté de permanecer despierta el mayor tiempo posible, para saborear el tiempo que me quedará. Pero al poco tiempo, me quedé dormida, con una mezcla agridulce de felicidad y tristeza fluyendo por mis venas.

 

 

 

Parecía que apenas había cerrado los ojos cuando sentí la calidez del sol elevándose besar mi cara.

 

Parpadeé hasta que abrí los ojos, viendo un nuevo día aparecer a través de la ventana de jessica.

 

El día en que me iba.

 

Mis entrañas se apretaron cuando vi el tiempo.

 

Me iba en una hora.

 

Cuando miré a jessica, durmiendo sobre mi pecho, pensé que nunca había parecido más bella. Su piel estaba sonrojada por el calor de nuestros cuerpos, y sonreí al ver nuestras manos todavía unidas en mi estómago.

 

De repente, los nervios me inundaron cuando pensé en la noche anterior.

 

Se vio tan contenta mientras dormía.

 

Mi mayor temor era que se despertara y lamentara lo que habíamos hecho.

 

Deseaba, tan desesperadamente, que amara lo que habíamos hecho tanto como yo lo hacía.

 

Quería que la imagen de nosotras juntas este tan arraigada en su memoria, como lo estaría en la mía.

 

Como si sintiera mi intensa mirada, jessica abrió lentamente los ojos. Vi que el recuerdo de la noche anterior apareció en su rostro. Sus ojos se ampliaron cuando tomaron nuestras manos sobre nuestros cuerpos.

 

Mi corazón saltó un latido ante la expectativa, pero luego una lenta y hermosa sonrisa se perforó por su rostro.

 

Viendo esto, me moví más cerca de ella. Jessica enterró su cabeza en mi cuello mientras la envolvía en mis brazos. La abracé durante tanto tiempo como me fue posible.

 

Cuando por fin levanté la cabeza y miré el reloj de nuevo, la rabia de ayer vino estrellándose de nuevo.

 

—Mi Jessi—susurré, oyendo la rabia saturada en mi voz grave—Yo... tengo que irme.

 

jessica se puso rígida en mis brazos. Cuando se movió hacia atrás, sus mejillas estaban mojadas.

 

-Perder.

 

Sentí las lágrimas golpeando mis mejillas también. jessica las limpió con suavidad. Cogí su mano y puse un solo beso en el centro de su palma.

 

Me quedé por un par de minutos más, absorbiendo cada centímetro del rostro de jessica, antes de obligarme a salir de la cama y vestirme.

 

Sin mirar atrás, me deslicé por la ventana y corrí a través del césped, sintiendo mi corazón desgarrarse con cada paso.

 

Trepé por mi ventana.

 

La puerta de mi habitación había sido abierta desde el exterior. Mi papá estaba cerca de la cama. Por un breve momento mi estómago se revolvió ante el hecho de que me habían atrapado.

 

Pero entonces la furia se encendió dentro de mí y levanté la barbilla, retándolo a decir algo, cualquier cosa.

 

Le di la bienvenida a una pelea.

 

No lo dejaría avergonzarme por pasar la noche con la chica que amaba.

 

La que él me estaba arrancando.

 

Se dio la vuelta y se alejó sin decir una palabra.

 

 

 

Treinta minutos pasaron en un instante.

 

Eché un vistazo por encima de mi habitación, una última vez. Levantando mi bolso, lo colgué sobre mi hombro y salí a la calle, mi cámara colgada al cuello.

 

El señor y la señora Jung ya estaban en nuestra entrada, de pie con Kristal, abrazando a mis padres, despidiéndose. Al verme salir por la puerta, me encontré al final de la escalera y me abrazaron despidiéndose también.

 

Kristal corrieron hacia mí y se lanzaron alrededor de mi cintura. Despeine su cabello.

 

Cuando se hicieron a un lado, oí una puerta siendo abierta. Alcé los ojos y vi a jessica corriendo.

 

Ella tenía el pelo mojado, claramente acaba de ducharse, pero se veía más hermosa que nunca mientras corría hacia donde estábamos todos, sólo yo en su punto de mira.

 

Cuando llegó a nuestro camino de entrada, se detuvo probablemente para abrazar a mis padres y dar un beso de despedida a Ricardo. Luego se volvió hacia mí.

 

Mis padres se metieron en el auto y los padres y hermanas de jessica volvieron hacia su casa, dándonos un poco de espacio.

 

No perdí tiempo extendiendo mis brazos, y jessica se abalanzó hacia mi pecho. Apreté con fuerza, inhalando el dulce aroma de su pelo.

 

Puse mi dedo bajo su barbilla, levanté su cabeza y luego la besé por última vez. La besé con todo el amor que pude encontrar dentro de mi corazón.

 

Cuando me separé, jessica habló a través del torrente de lágrimas.

 

—Beso número trescientos cincuenta y seis. Con mi tae en su camino de entrada... cuando me dejó.

 

Cerré los ojos.

 

No podía soportar el dolor en el que ella estaba, en el que yo estaba también.

 

— ¿Hija?—miré por encima del hombro de jessica a mi papá—Tenemos que

Irnos—dijo en tono de disculpa.

 

Las manos de jessica se apretaron en mi camisa. Sus grandes ojos azules brillaban con lágrimas, y parecía como si estuviera tratando de memorizar cada parte de mi rostro.

 

Finalmente soltando mi agarre sobre ella, levanté la cámara y pulsé el botón.

 

Capturé este raro momento: el momento exacto en que el corazón de alguien se rompe.

 

Caminé hacia el auto, mis pies sintiéndose como si pesaran toneladas.

 

Cuando subí en el asiento trasero, ni siquiera intenté dejar de llorar. Vi a jessica de pie al lado de nuestro auto, su pelo húmedo volando en la brisa, viéndome ir, despidiéndome con la mano.

 

Mi papá puso en marcha el motor.

 

Abrí la ventana. Extendí la mano y jessica la sostuvo. Mientras miraba su cara por última vez, dijo:

 

—Te veré en tus sueños.

 

—Te veré en mis sueños—susurré de regreso y de mala gana solté su mano

Mientras mi papá condujo el auto lejos.

 

Miré atrás hacia jessica a través de la ventana trasera, mirándola ondear la mano, hasta que estaba fuera de la vista.

 

Guardé el recuerdo de esa mano ondeando, despidiéndose.

 

Prometí aferrarme a ella hasta que esa mano ondeando me diera la bienvenida a casa de nueva.

 

Hasta que una vez más signifique “hola”

 

 

QUIERO PENSAR QUE POR QUE ES UN FIC TAE X JESSI NO GUSTA MUCHO PERO ME ENCANTARIA QUE A ESTA HISTORIA LE DIERAN UNA OPORTUNIDAD PERSONALMENTE AMI ME ENCANTO, YA QUE VEO MUY POQUITOS COMENTARIOS ESTOY PENSANDO SI CONTICONTINUO .

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Comments

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kim_centeno #1
Chapter 4: Hola, amo el taengsic como el taeny y realmente que esta historia me a encantodo desde el momento que la comencé a leer ❤
2597611 #2
Chapter 21: No soy fan del taengsic pero... Dios está historia me saca más lágrimas de lo que llore en mi vida ....... En conclusión me encantó la historia !!
sofiaca #3
Chapter 21: Que bonita historia, yo todavía tengo la esperanza de que se siguen hablando. Mi Taengsic
roguecr #4
Chapter 21: Que hermosa historia, me encanto q bueno q jessi vivio para tae y no paso nada feo.
sone009_ #5
Chapter 21: Ay Dios, menos mal no paso nada grave :), que linda esta historia
Skyth06
#6
Chapter 21: Fue hermoso y el saber que no murió ;0; gracias, estoy completamente de acuerdo en que a ambas se les apoya.
Andyseohyun #7
Chapter 20: y es aquí donde rompo a chillar de nuevo!!! T.T me encantó <3
sone009_ #8
Chapter 18: .... Ojalá puede ir al baile :(
Skyth06
#9
Chapter 18: Tengo fe en q un milagro pasará
roguecr #10
Chapter 18: T.T T.T sica.
xfa q pase un milagro