Capitulo 5

El Camino menos transitado
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  —No es posible que hayas estado durmiendo todo este tiempo. —La llamada de Minhyun la había sacado de un sueño exhausto. Por un momento, Byul se preguntó de quién era el cuerpo desnudo que tenía pegado a la espalda, hasta que recuperó el conocimiento por completo y recordó cómo había pasado la mañana. Si con eso no se me han saltado los puntos, jugar al tenis va a estar tirado. —No, durmiendo no. —dijo en voz baja para no despertar a Hae Ryung. —Voy para allá. —Minhyun oyó la voz áspera y pensó que Byul seguía alterada por lo de la noche anterior. —Dame una hora y luego puedes venir. —Byul se soltó del lío de extremidades que tenía detrás y se sentó. —¿Por qué? —preguntó Minhyun enarcando una ceja que Byul no podía ver. —Puedes esperar o puedes venir ahora y ver a Hae Ryung desnuda en mi cama, tú eliges. —A lo mejor si te pegamos un par de veces al día con una raqueta bien tensada, empiezas a aprender de tus errores pasados —dijo Minhyun, dejándose caer en la cama al oír la noticia. —Sí, bueno, cuando Brad Pitt se presente en tu habitación y se eche desnudo en la cama con mirada incitadora, hablaremos de esa fuerza de voluntad más fuerte que el acero que tienes, entrenador. Hasta entonces, deja que me dé una ducha. —Esto podría venir bien, los periódicos llevan toda la mañana llamando ahora que tú y yo hemos aparecido en los titulares. Sácala a comer esta vez y deja que la prensa os vea juntas. Es lo mínimo que puedes hacer por la chica. Porque deja que te diga que si pretendes que yo vuelva a dejarla plantada por ti, dimito. —Minhyun respiró más relajado: esta vez se iba a librar de plantar a la emotiva Hae Ryung cuando Byul no quisiera volver a verla. —Lo tendré en cuenta si quiero un nuevo representante. —¿Dónde vas? —La voz que se oyó detrás de Byul sonaba tan áspera como la suya mientras hablaba por teléfono con Minhyun. —A ducharme, y luego te voy a invitar a comer. Supongo que te vendrá bien que los tiburones nos saquen unas fotos juntas para que tus fans no piensen que eres una maníaca homicida. Vale, Hae Ryung, a ver si lo de sin ataduras iba en serio. Tengo que empezar a pensar mejor estas cosas y tal vez entonces pueda sentarme a disfrutar bebiendo una copa en lugar de llevármela puesta, pensó Byul cuando las consecuencias de lo que había hecho esta mañana le empezaron a quedar tan claras como la luz que entraba por la ventana. —¿Puedo ducharme contigo? —Hae Ryung se sentó en la cama y dejó que la sábana le resbalara hasta las caderas. Byul se quedó mirando y no precisamente su pelo revuelto. Se apoyó en las manos y arqueó la espalda un poco, mejorando el panorama de Byul. —¿Eh? —Byul chasqueó los labios y trató de recuperar el hilo de lo que estaba pensando antes de que los atributos quirúrgicamente mejorados de Hae Ryung acabaran con su raciocinio de un mazazo. —Ya sabes, para ayudarte a que no se te mojen los puntos y esas cosas. —Hae Ryung señaló el pecho de Byul y esperó, pues no quería empujar demasiado fuerte ni demasiado deprisa. —No, tú relájate, que no tardo nada. Byul, Byul, Byul, no estás siguiendo las reglas, cielo, y me estoy empezando a cabrear de verdad. Deberías estar metiéndome mano por todas partes, no duchándote sola. Hae Ryung se levantó y llamó a su agente para decirle dónde estaba y dónde iba, para que hubiera reporteros esperándolas cuando Byul y ella llegaran. En su mente volvían a ser pareja, y ahora era el momento de comunicar la feliz noticia al resto del mundo. Hae salió primero hacia el coche que esperaba mientras Byul recogía los mensajes que había para ella en recepción. Sonrió a la menuda castaña que subía por la calle con un ramo de flores en la mano y Solar, por cortesía, sonrió a su vez. Byul salió por la puerta de entrada y se dirigió a la puerta abierta del coche sin mirar a su alrededor. Un almuerzo más con la estrella del pop y quedaría libre. Mientras comprobaba sus mensajes, repasó todo lo que había dicho en la habitación y se sintió satisfecha al darse cuenta de que no había dicho nada que sonara a promesa. —Vamos, cariño, tenemos mesa reservada y me muero de hambre. —Hae Ryung se metió primero en el coche y cuando Byul entró por la puerta, el chófer la cerró y pasó a la parte de delante para emprender la marcha. Byul no llegó a ver cómo Solar daba el ramo de flores que llevaba en la mano a una mujer sin hogar que pasaba ante el hotel. No me extraña que no me llamara. Solar se alejó en dirección opuesta para que Byul no pudiera verla.           El entrenamiento fue más lento en las siguientes semanas, pues Byul jugaba para ver cuánta movilidad tenía. Minhyun le vendaba el pecho todas las mañanas para evitar que se le saltaran los puntos de la herida que se le iba curando y para reducir el dolor al mínimo. El torneo empezaba al día siguiente, y tenía la impresión de que los partidos iban a durar más, puesto que Byul había perdido un poco de potencia con el primer servicio, pero esperaba que la fuerza del resto de su juego los sacara adelante. —¿Quieres que vaya contigo? —Minhyun recogió todas sus raquetas y cogió la bolsa para que ella no hiciera esfuerzos—. A lo mejor esta vez te da suerte cambiar de tradición. —Sé que Yoong Min ha sacado entradas para que esta noche vayáis a ver Rent, grandullón, así que no, estaré bien. Mi tradición me hizo llegar a la final el año pasado, y si esta vez llego hasta ahí, me daré por satisfecha. —Byul se rascó el pecho, ardiendo en deseos de meterse bajo la ducha en su habitación. Cuanto más se curaba la herida, más le picaba. Lo único que esperaba era poder controlarse para no parecer que se estaba toqueteando delante de las cámaras a partir de mañana. —Vale, pero iremos contigo si quieres. —Minhyun, pásame esa bolsa y lárgate de aquí. —Byul alargó la mano para que le diera la bolsa de raquetas y fulminó a su entrenador con la mirada. —No, la llevo yo durante doce horas más, muchas gracias. Estará esperándote en tu habitación cuando vuelvas, no te preocupes. Que te diviertas esta noche y nos vemos por la mañana. Llámame si necesitas cualquier cosa. Y no te preocupes por la familia, Yoong Min las va a recoger y traer desde el aeropuerto. Cogieron un taxi hasta el hotel y se separaron. En las dos semanas que habían pasado desde el ataque, Byul había trabajado para ponerse más fuerte y había intentado restar importancia a los titulares de los periódicos locales que cubrían la historia de que Hae Ryung y ella volvían a estar juntas. Historia que la cantante no parecía negar y que Byul estaba intentando olvidar. Un almuerzo no significaba una alegre reconciliación. Su mesa la estaba esperando junto a la pared de cristal que daba a los árboles iluminados de Central Park. Estaba preparada para un comensal, y los demás clientes se distrajeron de sus conversaciones y sus comidas cuando entró y se sentó. Bajo un brazo llevaba un libro fino de poemas de Robert Frost que colocó en la mesa cuando el camarero le ofreció la carta. —Bienvenida de nuevo, señorita Moon, ¿quiere tomar lo de siempre? —Gracias, Barry, y sí, lo de siempre está muy bien. —Su camarero se fue a preparar la bebida que había pedido, dándole tiempo para mirar la carta. A Byul nunca le importaba comer sola, y lo hacía siempre que iba a empezar cualquier torneo importante en el que jugaba. La soledad que encontraba en un restaurante lleno de gente y un buen libro le permitía olvidarse del tenis durante un par de horas, puesto que en los días siguientes no iba a pensar en otra cosa. La siguiente adversaria, el repaso de los errores cometidos en los últimos sets, los dolores que la acompañaban tras un par de tardes muy duras en la pista central y todos los demás detalles que querría cubrir Minhyun una vez empezara la competición. Barry regresó, le puso la taza delante y le tomó nota. Cuando se fue, ella abrió el libro encuadernado en cuero que se había traído y se puso a leer, bebiendo sorbitos de la taza colocada en la mesa. Byul dejó de oír los susurros que corrían sobre ella entre la mayoría de los clientes que llenaban el restaurante esa noche. Algunos querían acercarse a desearle suerte, pero al ver lo enfrascada que estaba en el libro y que estaba sentada dando la espalda a casi todo el mundo, se quedaron sentados donde estaban. —Estás mirando. —Hyeong Eun bebió un trago de su cóctel y trató de entablar conversación de nuevo con Solar. Habían salido a cenar para celebrar que Solar había encontrado un piso que le gustaba. La piloto se mudaría en cuanto le llevaran los muebles que había encargado. —Perdona, ¿qué decías? —contestó Solar, pero siguió con los ojos clavados en la mujer que bebía chocolate caliente a tres mesas de distancia. Hyeong Eun y ella también estaban sentadas al lado de los ventanales, pero Byul no había mirado ni una vez en su dirección desde que se había sentado. —He dicho que estás mirando. No te tenía por una aficionada al tenis loca por las estrellas, Solar. La precoz señorita Moon y yo nos conocimos no hace mucho, si quieres te la presento. —Hyeong Eun bebió otro trago e inclinó la cabeza hacia Byul. —¿Tú conoces a Byul? —Solar  apartó por fin los ojos de Byul y se fijó en su acompañante para la cena. —¿Byul? Vaya, puede que haya exagerado mi relación con la niña bonita del tenis. ¿La conoces? —Hyeong Eun dejó su copa y alargó la mano para coger la de Solar. La piloto llevaba un par de semanas muy alicaída, y por mucho que lo intentara, no conseguía que Solar le dijera qué le pasaba. —Sí, nos conocemos. ¿De qué la conoces tú? —Le deseé suerte en el parque una mañana cuando la vi haciendo estiramientos para correr. Me dio las gracias y luego salió disparada como si Satanás la persiguiera por todo Manhattan. La verdad es que la señorita Moon me hizo correr como en mi vida cuando intenté seguir su ritmo y después de esa mañana tuve que descansar una semana para recuperarme. Si hace eso cada mañana, no me extraña que tres sets de tenis le parezcan una cosa tirada. —Sí, Byul parece tomarse todas las cosas de su vida con el mismo entusiasmo. —Hyeong Eun enarcó una ceja al oír eso y Solar volvió a centrar su atención en la solitaria jugadora. —También la vi mirándonos en Gotham aquella noche. Me pareció cosa del destino volver a encontrármela después de verla esa mañana. Miraba con muchísima atención y lo atribuí a que ella también pensaba lo mismo, pero si la conoces, a lo mejor es que te estaba mirando a ti. —¿Qué quieres decir con que nos estaba mirando? —Solar se olvidó de Byul por un momento y volvió a mirar a Hyeong Eun. Lo único que recordaba de esa noche era la sangre que se derramaba entre los dedos de Byul cuando se metía en el taxi. —Yo la estaba mirando cuando entraste tú y sus ojos te siguieron hasta el bar. Estaba mirando cómo nos saludábamos y entonces esa tal Hae Ryung la bañó en vino. Sabes, siempre estás leyendo cosas como ésa, pero nunca te imaginas que las vas a ver de verdad mientras se desarrollan ante ti. —Antes de que Hyeong Eun terminara su observación, descubrió que estaba sentada sola, pues Solar se había trasladado a la mesa donde estaba sentada Byul. —Has herido mis sentimientos —dijo Solar en voz baja, de pie junto a la silla vacía de la mesa de Byul. Ése debe de ser el mantra que inspiro a las mujeres, pensó Byul al levantar la mirada del libro que tenía en la mano y posarla en la mujer que ahora se había sentado a su mesa. —¿Y cómo, por favor, he hecho tal cosa? —Byul levantó la mirada del poema que estaba leyendo y miró por encima de Solar a la alta rubia que parecía ser su acompañante constante. Alzó su taza de chocolate y saludó a la mujer, que ahora parecía pasmada y que estaba mirando a la persona con la estaba cenando sentada con otra. —No me llamaste este verano. —Solar jugueteaba con la servilleta que tenía en la mano y que se había traído de su mesa sin darse cuenta. Estaba respirando hondo para organizar todas las ideas que se le pasaban por la cabeza. Eran todas las cosas de las que había querido hablar con Byul y ahora le salían como reproches. —Es cierto, no lo hice. —Byul echó una larga mirada a la mujer que había ocupado la mayor parte de sus pensamientos cuando no estaba inmersa jugando al tenis durante ese verano. —Pensé que lo harías por lo menos una vez, después de... bueno, después del tiempo que pasamos juntas. —Yo también lo pensé, capitana, pero no me correspondiste con tus números, por lo que no sabía cómo ponerme en contacto contigo. Si querías hablar conmigo, tú tienes todos y cada uno de los números con los que encontrarme al otro lado. En Airlines son muy amables, pero dar información sobre sus empleados no forma parte de su servicio de atención al cliente. Así que ya ves, lo intenté, pero al parecer no querías que te encontrara. —Byul no había cerrado el libro que estaba leyendo y no le había pedido a Solar que se sentara con ella. Tampoco se le había pasado por alto que se estaba enfadando. Solar no le había
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Comments

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LyndaM #1
Chapter 9: Awww me gusto mucho la historia, y creeme no eres la unica que quiere que byul bese de una vez por todas a solar
KrySulDay17
#2
Chapter 9: woooooww geniaaaaallll... me encantó demasiado :D
merugoo #3
Chapter 8: D: termino? hay epilogo? jaja
sabrina528 #4
Chapter 8: Genial pero cuando llege a leer el fin quede en shock ....fue tan corto.....uff ahora con que nos deleitaras??
LyndaM #5
Chapter 8: Awwww me ha encantado, en verdad aun no estaba lista para el final, y si me.dejo en shock saber quien era el loco, pero bueno, muchas gracias por el fic, ay muy pocos moosun en español ojala puedas hacer otro
merugoo #6
Chapter 7: yay \o/ feliz cumpleaños atrasado, triángulo :) haha y joder, kimi estaba más loca de lo que imagine
merugoo #7
Chapter 4: wow has vuelto jajaja
merugoo #8
Chapter 3: Ah, que bueno llegar del trabajo a comer algo y relajarse leyendo algo aqui <3

che kimi está loca xd
sabrina528 #9
Chapter 3: La kimi ke planea...mmm esto esta bueno... ahora keda la tortura de esperar....
merugoo #10
Chapter 2: Wow, que bien lo que mencionaste al final. Muchas personas le dan toques romanticos a lo que es, sin lugar a duda, abuso. Basta de eso, mujer, eres hermosa y te mereces el sol <3