capitulo 9

Afortunado Accidente

Al día siguiente la rutina volvió a mi vida. Sin embargo, no me sentí como siempre. Había Amanecido con Taeyeon en mi pensamiento y mi cabeza no dejaba de pensar en ella, en lo que estaría Haciendo en ese momento. Cuando Bora bajó por la avenida, miré en dirección a la calle de Taeyeon con La esperanza de poder verla o adivinar cuál de todas sería su casa. Pero no tuve suerte, no había ni rastro De ella ni de su coche. Busqué la hora en el reloj del salpicadero, eran las ocho menos cuarto de la Mañana. Perfectamente podríamos haber coincidido. Ella también entraba a las ocho y debería tomar La avenida en la misma dirección que nosotras para llegar a la clínica. Me fijé en los coches de alrededor Y agudicé la vista en el horizonte, por si se hallaba varios metros por delante.

El día transcurrió lento y pesado. Aunque me gustaban las clases, y por encima de todo las prácticas En el hospital, me sentí inquieta ante la incertidumbre de cuándo volvería a verla. La tarde anterior no Me atreví a pedirle su número de móvil y ella tampoco preguntó por el mío. Había memorizado el Teléfono de su casa, pero lo consideraba demasiado personal como para marcarlo. A las seis de la tarde, Mientras cambiaba la bata blanca por el abrigo, me sentí triste. Hacía ya dos horas que Taeyeon había Salido de trabajar y posiblemente se hubiera acercado a su local de la costa. Durante unos instantes, la Idea de preguntarle a Bora si me llevaba en coche hasta Kray pasó por mi cabeza, pero desistí cuando Imaginé la cara que podría poner Taeyeon si me veía aparecer por allí, acompañada de otra cría como yo. Y Tampoco quería desvelar la parte de su vida que quiso compartir conmigo. Me senté en el coche Resignada a volver a casa, como lo hacía casi todas las tardes de entresemana antes de que ella Apareciera en mi vida. A dos manzanas de mi casa estallé.

- ¡Bora, necesito decir que voy a estar contigo! - espeté.

- ¿Taeyeon? - preguntó con la mirada fija en el coche que nos precedía.

- Sí.

- ¿Estás con ella?

- No - suspiré.

- ¡No me digas que vas en serio con esa mujer!

- Solo necesito verla.

- ¿Qué edad tiene, Tiffany? - se detuvo ante un semáforo en rojo y me miró.

- No lo sé - mentí—. No se lo he preguntado.

Me escudriñó con la mirada y sonrió levemente.

- ¿Y ella sabe la edad que tienes tú o tampoco te la ha preguntado?

- Lo último que necesito es un sermón, en serio.

- ¿Te das cuenta de en dónde te estás metiendo?

- No ha pasado nada.

- Pero tú quieres que pase.

- Sí, pero ella no.

- Pues pasará.

- Lo dudo, ella no quiere.

Soltó una risotada antes de meter la primera y poner el coche en movimiento de nuevo.

- Para no querer que pase nada te ve muy a menudo ... ayer, hoy ...

- Hoy no ha estado conmigo, soy yo la que quiero verla.

- ¿Dónde te dejo entonces? - sonó como si se rindiera.

- Sé lo que estás pensando.

- ¿El qué?

- Si hubiera querido acostarse conmigo haberlo hecho ya. Te aseguro que se lo he puesto muy fácil.

- ¿Por qué la defiendes? Yo no he dicho nada.

- Porque no quiero que pienses lo que no es.

- Tranquila, en absoluto pienso que sea una ertida o algo así.

- ¡Joder, Bora! ¡Por supuesto que no lo es!

Me puso la mano sobre la pierna.

- Anda, no te enfades. ¿Dónde te llevo?

- Una casa por favor.

- ¿Pero no querías ir a verla?

- Sí, pero iré en autobús.

- ¿Con la escayola?

- Sí. Lo único que te pido es que si te encuentras con mi madre o vienes a casa hagas ver qué has estado conmigo. Mi madre no te va a llamar, siempre me llama a mí, confía en mí.

- Hasta que deje de hacerlo ...

- ¿Crees que me gusta mentirle?

- No, ya sé que no, pero se terminará dando cuenta.

- Me he pasado la vida estudiando. Tengo dieciséis años y lo único que he hecho es eso, estudiar. Estudiar medicina, estudiar dibujo, música, piano ... Cuando salgo no bebo, no fumo, no voy a llegar a casa embarazada porque afortunadamente no me gustan los tíos. Soy la hija perfecta. Tampoco le he reprochado nunca no tener un padre y apenas saber nada de él. Ella ha vuelto a enamorarse, entra y sale con Minho cuando quiere. Ahora soy yo la que se ha enamorado. Ahora me toca a mí. ¡Que Taeyeon no tiene mi edad! No, no la tiene. Y si solo por ese motivo alguien cree que debe protegerme, alejándome de ella, Está muy equivocado. Sería capaz de muchas cosas si pretendieran separarme de ella, y te aseguro que dejaría de ser esa hija perfecta. La única persona que puede alejarme de Taeyeon es ella misma, sé que terminará haciéndolo, pero hasta que ese momento llegue solo quiero verla. Tampoco pido tanto.

Me miró fijamente sin pestañear.

- ¿Dónde te dejo?

- En casa.

- No me importa llevarte - insistió -. Tienes razón.

Denegué su ofrecimiento porque tampoco quería que nadie supiera dónde vivía Taeyeon. Antes de Dirigirme a la parada de autobús comprobé que mi madre no había llegado aún a casa. En realidad era Pronto para ella.

Difícilmente conseguiría llegar antes de las ocho de la tarde. Caminé todo lo deprisa que pude hasta la Parada y deshice parte del camino que recorrí en el coche con Bora. Toqué el timbre cuando nos Aproximábamos al cruce con Klekken. No estaba segura de la altura a la que se situaba la parada más Cercana. Para mi sorpresa, se encuentran en la misma esquina. Dejé atrás la avenida y avancé por el Comienzo de la calle de Taeyeon. Su casa no podría estar muy lejos, era el número siete. El paseo tenía las Aceras anchas y estaba lleno de árboles que ya no conservaban ni una mísera hoja en sus ramas. El frío Del invierno había acabado con ellas. Sin embargo, ese invierno había provocado en mí justo lo contrario Que en la naturaleza; estaba brotando un mundo de sentimientos, absolutamente desconocido hasta Entonces, que yo hacía sentir viva por primera vez, receptiva con todo lo que me rodeaba. Me fijé en el Color claro que lucían las cortezas de los árboles. Eran chopos. Lo sabía no porque fuera una experta en Botánica, sino porque el sonido de las hojas de los chopos moviéndose con el viento me encantaba.

Caminaba por la acera opuesta a la que sabía se situaba la casa de Taeyeon. Quería ver la numeración con Claridad, sin necesidad de pasar justo por delante de su domicilio. Cuando la manzana estaba llegando a Su fin el número siete se dibujó frente a mí. Brillaba resplandeciente bajo la luz de las farolas. El corazón Me pegó un vuelco y comenzó a latirme a toda velocidad. Aún era incapaz de controlar mi sistema Nervioso cuando algo relacionado con Taeyeon aparecía delante de mí. Observé su casa desde la acera de Enfrente. La luz estaba apagada. No parecía que había alguien, aunque la puerta del garaje y la de la Entrada peatonal eran demasiado altas como para ver más allá. Me armé de valor y crucé al otro lado.

Las puertas que definían su propiedad no eran tan altas a pie de calle y me asomé para ver el interior.

Tenía un porche muy bonito y un frondoso jardín. Supuse que habría ido a BouAzzer y que no volvería Hasta más tarde, ya que su coche no se encontró allí. Me decidí entonces a rodear la casa, que hacía Esquina y colindaba por el lateral derecho con otra vía delimitando la manzana. Los altos y apretados Setos no me dejaron ver absolutamente nada. Solo pude intuir que aquel jardín tenía unas buenas Dimensiones. Volví a la entrada y todo permanecía con la misma quietud de antes. Reparé en la baja Repisa que se formaba junto a la puerta peatonal y me senté, apoyando la espalda contra la alambrada que Sostenía la vegetación. Dejé descansar la muleta a mi lado y aproveché la iluminación de una farola Cercana para leer los apuntes del día. Ya llevaba bastante tiempo allí y el frío de la noche empezaba a Notarse. Había hecho un día tan bonito y cálido como el anterior, pero una vez se ponía el sol la Temperatura caía precipitadamente, recordándote que estábamos en invierno. Compaginé la lectura con el Deseo de que fuera Taeyeon quien condujera alguno de los coches que contemplaba rodar ante mí. El tiempo Pasaba, los coches también, pero ninguno era el suyo.

Llamé a mi madre para mentirle una vez más. Me atendió desde el coche, activando las manos libres Del teléfono. Se encontró de camino a casa y había invitado a cenar a Minho. Le dije que no me Esperará, que seguramente comiera en casa de Bora y que si no era así yo misma me prepararía algo Cuando llegara. Me aseguró mi plato de comida ante la duda, aunque creo que pensó que me quedaría a Cenar con Bora, debido a que Minho iba a casa aquella noche. Pobre, por una vez no era su novio el Culpable de mi absentismo.

Levanté el cuello de mi abrigo para protegerme del frío. Llevaba mucho tiempo sentada sin moverme Y la humedad comenzaba a calarme el cuerpo. Acaricié impaciente la pulsera de Taeyeon, como lo había Hecho la noche anterior hasta que me quedé dormida. No me la quité desde que ella misma me la pusiera, A excepción de cuando entré en la ducha por la mañana. No quería que se mojara y también pretendía que Preservara su olor. Olía a ella. Me la volví a llevar a la nariz para asegurarme de que aún persistía su Aroma, a pesar de haber transcurrido un día entero fuera de casa. Empecé a tiritar ligeramente. Había pasado bastante más de una hora desde que me sentara en la dura repisa, no más alta que un Escalón, y el frío del asfalto comenzaba a congelarme los pies. Volví a mirar la hora en el reloj.

Posiblemente se había marchado a BouAzzer y quizás cenara allí, con Blyth, quizás había quedado con Alguien, quizás me había mentido con respecto a que no había otra persona en su vida. Me pasaron Demasiadas posibilidades por la cabeza y cada una me ponía más triste que la anterior. Quizá, Simplemente, hacía su vida, como lo había estado haciendo hasta antes de conocernos. Quizá yo me creía Importante en su vida porque ella era lo más importante en la mía.

Era yo la que no podía vivir sin ella y temía que aquel sentimiento no era recíproco. Guardé de nuevo Los apuntes en la mochila y me abracé a ella para que me diera calor. No sabía qué hacer. Todavía me Sentía con fuerzas para aguantar el frío de la intemperie, sin embargo me derrumbaría como un castillo de Naipes si recibía el frío rechazo de Taeyeon al verme allí, ante su casa, sin previo aviso. ¿Y si volvía a casa Acompañada? Pegué un respingo al pensarlo. Volví a sobresaltarme cuando me di cuenta de que un coche Blanco se había detenido frente a mí. Reconocí las ruedas al instante, por sus llantas de aleación, y Levanté la vista para encontrarme con Taeyeon. Tenía la ventanilla del copiloto bajada y me miraba Fijamente. Estaba tan absorta en mis pensamientos, pasaban tantos coches en la oscuridad de la noche, Que no me fijé en el único que me importaba. No sé por qué motivo había pensado que accedería a su Casa desde la otra dirección en el lugar de mi izquierda, como se hallaba en ese momento.

Probablemente fue eso lo que hizo que no le prestara excesiva atención.

- Eres tú - sonó sorprendida, pero enseguida me brindó una de sus sonrisas.

- Sí, soy yo - se me quebró la voz y el corazón empezó a latirme demasiado rápido en cuanto me puse en pie.

- Hola Tiffany - continuaba mirándome.

- Hola - me tembló la voz - la observé entumecida bajarse del coche y rodearlo para llegar hasta mí—. Lo siento, necesita verte - espeté sin saber lo que decía—. Pero ya me voy.

- ¿Por qué? - cuerpo impidiendo con su intención de huir de allí.

- Porque igual no ha sido una buena idea - bajé la vista al suelo.

- Pensaba que eras el cobrador del frac - me pasó la mano por el brazo.

- ¿Tienes deudas? - sonreí.

- ¿Conoces a alguien que no las tenga? Hasta tú las tienes. ¿Has pagado ya las rosas?

- Sí - admití, echándome a reír.

- ¿Cuánto te han soplado?

- Eso no importa, te lo aseguro.

- Creía que venías a pedirme el dinero que te han levantado por las rosas - bromeó—. ¿Has cenado ya?

- No.

- ¿Cenas conmigo entonces? - se me iluminó la cara y asentí—. ¿Aquí o te apetece ir a algún sitio?

- Donde tú prefieras.

- Estoy un poco cansada, ¿te importa en casa?

- Si estás cansada mejor me marcho.

- Tampoco estoy tan cansada - volvió a mirarme con ternura—. Anda, vamos - tiró suavemente del puño de mi abrigo.

Esperé a que abriera la puerta del garaje y caminé despacio detrás de su coche. No merecía la pename con ella con la escayola, la mochila y la muleta a cuestas.

- ¿Qué tal la vuelta a la dura realidad? - me preguntó cerrando la puerta del coche con más fuerza de la que pretendía.

- Dura.

- ¿Has tenido un mal día?

- Digamos que el hecho de no verte se convierte en un mal día.

Mi respuesta hizo que se detuviera antes de llegar hasta mí y me mirara durante un instante con aire interrogante.

Me quedé inmóvil. No podía evitar decir la verdad cada vez que me preguntaba, pero me dije a mí misma que tenía que ir con más cuidado si no quería que me echara de su vida.

- ¿Que tal tu dia? - me anticipé a preguntar para no darle margen a que me dijera algo que no quería oír.

- Digamos que me alegro mucho de que hayas venido a verme.

- Puedo venir siempre que quieras.

- ¿Hasta cuándo ?, ¿hasta qué te aburras? - preguntó no sin cierta ironía.

- Dudo mucho que me aburra.

- Por supuesto que sí, terminarás aburriéndote.

Negué imperceptiblemente con la cabeza, optando por permanecer callada. La seguí en silencio hasta La puerta de entrada y me situé detrás de ella mientras metía la llave en la cerradura.

- Ya sé que me ves como a una cría, pero no eres ningún capricho para mí - volví a hablar más de la cuenta, no podía evitarlo.

- El problema es que ya no sé cómo te veo - suspiró.

- ¿Prefieres que me vaya?

Miró hacia atrás por encima de su hombro.

- No, prefiero que te quedes a cenar conmigo. Por cierto, no sé qué tengo para comer.

- Da igual, tampoco tengo mucha hambre. Lo que tengo es frío.

Giró sobre sí misma en el amplio hall y me cogió los dedos, que asomaban por la escayola, Atrayéndome hacia ella para que entrara.

- Estás helada - exclamó cuando tocó mi mano—. ¿Cuánto tiempo llevas ahí fuera?

- No lo sé, un rato.

- ¿Cuánto es un rato para ti? - comprobó la hora en el reloj.

- No importa.

- ¿Cómo qué no? ¿Quieres pillarte una pulmonía o qué?

Me encogí de hombros.

- Si me ingresan y me cuidas tú, no me importaría. Así te vería todos los días.

- Ya me ves todos los días.

- No lo suficiente.

- ¿No lo suficiente para qué?

- Para no echarte de menos.

Clavó sus ojos del color del ónice en los míos.

- Dime, ¿qué voy a hacer contigo?

No pronuncié una palabra, aunque pensé - lo que quieras—. Sin embargo, no conseguí evitar que mi propio pensamiento se reflejara en mi cara.

- No hace falta que contestes. Era una pregunta retórica - aclaró con rapidez en cuanto interpretó mi mirada.

- No iba a hacerlo —me reí.

- Tiffany ...

Me desprendí de la mochila y le entregué mi abrigo cuando me hizo una señal para que me lo quitara.

- La verdad que tienes mérito. Nunca te he oído quejarte y aún no sé cómo puedes ir a clase escayolada, cargando con la mochila y la muleta.

- Es fácil. Que me atropellara Kling es lo mejor que me ha pasado en la vida, te conocí a ti. Y si me quedo en casa convaleciente no podría estar ahora contigo. ¿De qué iba a quejarme? Todo es perfecto.

- Definitivamente, lo tuyo es increíble - suspiró.

Miré a mí alrededor. Desde el recibidor se divisaba el amplio salón y un pasillo grande con muchas Puertas. Las molduras eran blancas, al igual que las puertas, que contrastaban con el azul grisáceo de las Paredes.

- Tienes una casa preciosa, en consonancia con la dueña - añadí con cautela—. ¿Podría ir al cuarto de baño, por favor?

- En consonancia con la invitada, diría yo - precisó señalando la puerta más cercana.

Salí del cuarto de baño y vi la luz de la cocina encendida. Avancé hacia allí, deteniéndome en el Umbral de la puerta. La visión de Taeyeon en su propia casa me había vuelto a cortar la respiración. La Observé en silencio. Apoyada en el fregadero frente al grifo abierto, a parecíausente además de cansada. 

Se llevó una pastilla a la boca y bebió un largo trago de agua, del que la había visto servirse en un vaso Directamente del caño.

- ¿Te duele la cabeza? - entré en la cocina. Se sobresaltó ligeramente cuando me oyó y miró en mí Dirección -. Perdona, te he asustado.

- No pasa nada - sonrió.

- ¿Te duele la cabeza? - volví a preguntar, cuando estuve a su lado.

- Un poco, pero no es nada.

Me fijé en la piel oscurecida bajo sus ojos. La luz de la cocina era blanca e intensa, permitiéndome Verla con nitidez por primera vez aquella noche.

- Estás cansada, es mejor que me vaya.

- No, de verdad, me apetece que te quedes.

- Yo preparo la cena entonces.

- La preparo yo, tú eres la invitada.

- ¿No te fías de mí? Cocino mejor que en tu clínica, ya lo verás.

- Eso no es difícil de superar.

- Lo sé - me reí—. Por eso lo digo, ven conmigo - cogí su mano y la guie fuera de la cocina.

- ¿Dónde me llevas?

- Al salón, ¿es aquí, verdad?

Encendió la luz con la mano que le quedaba libre antes de cruzar la entrada. Aquella sala era Espectacular, pero mis ojos se dirigieron al piano negro de cola que lucía poderoso en una esquina.

- Guau, ¿es un Steinway & Sons? - exclamé.

Me miró con sorpresa.

- ¿También sabes de pianos?

- ¿Lo es? - insistí.

Asintió con una sonrisa.

- Era de mi madre.

- ¿Tocaba el piano?

- Sí, era pianista.

- ¡Qué pasada! ¿Tú lo tocas? - pregunté cuando llegamos junto al sofá blanco en forma de ele.

- No. Siempre quiso que aprendiera, pero yo nunca tuve mucho interés. Apenas lo que me Enseñó cuando era pequeña y ahora, cada vez recuerdo que lo miro, no sabes cuánto me gustaría haberle hecho Caso.

- Esas cosas pasan. Pero tiene fácil solución, puedes aprender ahora.

- ¿Ahora?

- Sí. Y no empieces con que también eres muy mayor para eso.

- No he dicho nada - se defendió.

- Túmbate y descansa un rato en lo que yo preparo la cena.

- ¡Pero qué estoy bien! —Protestó—. ¿Cómo voy a dejar que prepares tú la cena?

- Dejándome - le empujé suavemente los hombros para que se tumbara.

- ¿Y ahora qué haces? - preguntó dejándose caer en el sofá.

- Quitarte las botas - se echó a reír, contagiándome la risa a mí también—.

¿Puedo ver el piano?

- Por supuesto.

Caminé hasta él todo lo rápido que la escayola me vendrá y lo admiré detenidamente.

- Es precioso.

- Puedes abrirlo, incluso puedes tocarlo si quieres. ¿También sabes tocar el piano, verdad? Levanté la vista un instante y la miré desde el otro extremo del salón. Volví al Steinway y lo rodeé Para apreciarlo desde todos los ángulos. Taeyeon continuaba tumbada en el sofá, pero se había acostado de Lado para seguirme con la mirada.

- Voy a preparar la cena - anuncié encaminándome hacia ella.

- No - alcanzó mi mano desde su posición y tiró de mí para que no me fuera—. Ven, siéntate.

Me giré para buscar asiento en el otro sofá, pero me lo impidió de nuevo tirando otra vez de mi mano.

- Aquí, conmigo - se movió para hacerme sitio y me senté despacio evitando tocarla. No Que pensara que aprovechaba la más mínima oportunidad para buscar lo que estaba deseando en todo Momento, su proximidad. Los latidos del corazón se me han vuelto a acelerar desde que sintiera su Mano en la mía y ahora, sentada junto a ella, me era imposible obviar su cuerpo tumbado a tan corta Distancia—. La llevas puesta - dijo pasando el dedo índice por encima de la pulsera que me había Regalado el día anterior.

Bajé la vista a su mano sobre la mía.

- Solo me la he quitado para ducharme. Aún huele a ti.

- Mira.

Por fin tuve el valor de mirarle a los ojos desde que me sentara a su lado.

- Detrás de ti - levantó las cejas indicándome el lugar—, tus rosas.

Efectivamente, el enorme ramo de rosas presidía la mesa situada detrás del sofá, en un jarrón blanco opaco.

- No es posible que aún no se hayan secado todas. ¿Cuánto tiempo ha pasado?

- Hoy hace exactamente treinta y seis días. No he dejado de echarles aspirinas para que durara lo máximo posible.

- Parece que lo ha conseguido.

- ¿Te gustan? - me preguntó con una mirada pícara.

- Sí, son muy bonitas.

- Mentirosa - rio—, a ti no te gustan.

- Sí me gustan - me reí también—. Tal vez me gusten más otras cosas, pero son bonitas.

- ¿Qué cosas?

- Tu pulsera, por ejemplo.

- ¿Y qué más?

La miré otra vez. Ella, a su vez, me contemplaba mientras esperaba a que le contestara.

- I don't know. Me gustan muchas, casi tantas como las que detesto.

- Hummm, no está mal. Yo detesto muchas más de las que me gustan.

- ¿Y te gustan además del mar, la playa y los minerales? —Quise saber

- Tus manos.

- Gracias - murmuré con timidez.

Deslizó su mano debajo de la mía.

- ¿Qué tal llevas las escayolas?

- Bien - estaba más pendiente del movimiento de sus dedos sobre mi piel que de la conversación.

- ¿Y el pecho?

- Bien también, gracias.

- ¿Te has echado la pomada?

- Sí, esta mañana.

- Tienes que echártela tres veces al día por lo menos.

- Ya, pero es que he ido a clase y luego tenía prácticas.

- La cuestión es que creo que no deberías estar yendo a clase todavía. Que te den el alta no significa que estés recuperada del todo.

- No me quiero quedar en casa.

- ¿Por qué no?

- Ya sabes el motivo.

- No, no lo sé. Dímelo.

- Porque en ese caso no podría verte.

- No me parece razón suficiente.

- A mí sí - repliqué.

- Déjame ver cómo lo tienes - dijo incorporándose en el sofá.

- Taeyeon ... no ...

- No seas boba.

- ¿Qué tal va tu dolor de cabeza?

Sonrió ante mi estúpida forma de tratar de distraerla de su propósito.

- Perfectamente. Anda, déjame verlo.

- No, por favor.

- Como quieras ... - suspiró y se levantó del sofá, abandonando el salón al instante.

Escuché sus pasos hasta que dejaron de oírse tras una puerta y al rato volví a oírlos de vuelta al Salón. Me giré cuando entró.

- Toma, al menos date this while preparo la cena - me dijo alcanzándome una cajita rectangular de color amarillo.

La acepté por el respaldo del sofá.

- No te enfades, por favor.

- Ya sabes dónde está el baño - dijo antes de volver a salir por la puerta del salón.

Seguí sus pasos hasta la cocina, donde la encontré con la puerta del frigorífico abierta.

- ¿Me ayudas por favor? - cambié de opinión tan rápido como supe que le había molestado mi Negativa.

- No - respondió sin ni siquiera mirarme y continuando revisando las existencias de su nevera.

Di media vuelta de inmediato y salí por donde había entrado para dirigirme al cuarto de baño.

- ¡Tiffany! - noté que corría detrás de mí. Reconozco que me encantaba cuando me llamaba por mi nombre. Me giré para mirarla—. ¡Claro que te ayudo!

- Muchas gracias - esperé a que me alcanzara.

- De nada - cogió la caja de mi mano y me llevó al fondo del pasillo.

Entramos en una habitación. Supuse que era la suya, pero no hice preguntas. Había una cama muy grande de madera blanca, que resaltaba con las patas de aluminio pulido y un par de mesillas a juego. A Un lado se encuentran un sofá de tres plazas tapizado en blanco frente a una mesa baja, al otro lado Aparecía un espejo, en el que nos reflejábamos y que compartía la pared con un armario. Pensé que me Llevaría al cuarto de baño de dentro de la habitación, pero se detuvo al borde de la cama. Reparé de Nuevo en una de las mesillas. Una funda de plástico transparente protegía el retrato que le había hecho a Lápiz la tarde anterior en BouAzzer.

- Aún no he tenido tiempo de enmarcarlo —me había seguido con la mirada.

Estaba claro que era su habitación. No es que hubiera muchas dudas, pero aquello lo confirmaba. Me Quité el jersey y me desabroché los botones de la camiseta hasta que se abrió por completo, dejando ver La venda que cubría mi tórax. Luego, me deshice también de la camiseta.

- Buen vendaje, ¿es tuyo?

Asentí con la cabeza. Tiré del esparadrapo sujeto a mi hombro izquierdo para liberar la venda. Fui Desenrollándola al tiempo que trataba de enrollarla en mi mano, pero no conseguía hacerlo bien y aunque Me ayudaba de mi otra mano, la escayolada, comencé a sentir los brazos excesivamente cansados.

- ¿Me ayudas, por favor? - me rendí y la miré. Ella me observaba sin mediar palabra, supe de su disconformidad por su mirada—. No te enfades, por favor - susurré.

Sacudió la cabeza sin disimular su absoluta desaprobación. Después, tomó la venda en sus manos y Fue dejando mi piel al descubierto.

- Joder, Tiffany - musitó también, cuando ya no quedó venda que ocultara mi estado. Me miré, después levanté la vista hacia ella con reparo—. Esto no está bien, ¿te duele?

- No.

- No me mientas.

- Un poco.

- Anda, siéntate - dijo apoyando su mano en mi hombro.

Me senté despacio en el borde de la cama.

- Quiero que dejes de ir a clase hasta que no te hayas recuperado - suspiré y bajé la vista al suelo -. Tienes que cuidarte.

- Estoy bien.

- No, no lo estás. No puedes ir por ahí haciendo tu vida normal como si no te hubiera ocurrido nada.

- Solo estoy un poco cansada, eso es todo.

- ¿Cuánto tiempo has estado ahí fuera esperándome? ¡Y no me contestes que un rato!

- Una hora y media, quizás algo más.

Suspiró.

- ¿Dónde has conseguido mi dirección?

- En la guía telefónica de Internet.

- ¿Cómo has llegado hasta aquí?

- En autobús. No le he dicho a nadie dónde vives, Bora me ha dejado en casa y allí he cogido el autobús.

- ¿Por qué no te has quedado en casa entonces?

- Porque quería verte - respondí sin levantar la vista del suelo de madera de abedul.

- ¿Por qué? - me encogí de hombros, pero no hablé—. ¿Por qué? - volvió a preguntar, aunque su tono se había suavizado.

Apoyé los codos en las rodillas y hundí la cabeza entre las manos. No sabía qué contestar más que la Verdad que ella misma conocía de sobra. Pero eso prefería no hacerlo en aquel momento.

Se acercó a mí y posó su mano en mi cabeza acariciándomela.

- Te propongo un trato - su voz se había dulcificado aún más—. En lugar de ir a clase vas a venir Aquí y vas a dejar que te cuide de una vez por todas. Vas a hacer exactamente lo que te pida, sin rechistar.

Cuando te diga que comas, comerás; cuando te diga que duermas, dormirás; cuando te toque la cura, no Pondrás excusas que retrasen el proceso. Mañana tengo que ir a trabajar, pero intentaré coger el jueves y El viernes libre para estar aquí contigo. Me deben días. Mañana a primera hora te paso a buscar y te Traigo aquí. Estaré de vuelta sobre las cuatro y media como muy tarde. Durante mi ausencia quiero que Descanses, que no fuerces el tórax caminando. Si te aburres, estudias. ¿Ha quedado claro?

- Clarísimo - me apresuré a contestar. Me sentí feliz.

Me cogió de la barbilla, levantándome la cara para mirarme a los ojos.

- ¿Me lo prometes?

- Te lo prometo - aseguré—. Haré todo lo que tú me digas, te lo juro.

- Más te vale - dijo—. Ahora túmbate.

La miré tímidamente mientras se sentaba a mi lado sobre la cama.

- ¿Por qué tampoco dejas a tu madre que cuide de ti?

- Para aparentar que estoy bien y que no me deje encerrada en casa.

Sonrió para sí extrayendo el tubo de la caja.

- ¿Estás obsesionada con el hecho de quedarte en casa o me lo parece mí?

- Estoy obsesionada con cualquier cosa que me impida verte.

Levantó la vista y me miró. Tenía la mirada serena, como jamás la había visto antes. Me estudió unos Instantes en silencio. Le mantuve la mirada con apuro, pero conseguí no apartarla de aquellos ojos que Asimilaban mis sinceras palabras, sin enjuiciarlas ni rechazarlas. Continué observándola cuando se Centró en extender la pomada por mi piel amoratada. El tacto suave del edredón bajo mi espalda desnuda Me daba calor y compensaba la mitad de mi cuerpo, desvestido en mitad de su habitación. Miré su pelo Ondulado, que caía cubriéndole casi la mitad del pecho. Después regresé a su rostro. Había desaparecido La piel oscura bajo sus ojos y parecía menos cansada que cuando la vi en la cocina. Trataba de no pensar En su mano, libre de guantes por primera vez, sobre mi dolorida piel. Pero no me resultaba fácil

Abstraerme, a pesar de que el tacto directo había desaparecido por la espesura del ungüento. Contemplé Sus labios carnosos, perfectamente dibujados, y no pude evitar pensar en lo afortunadas que fueron Cualquiera de sus amantes anteriores teniendo el privilegio de besarlos. 

Era consciente de que no dejaba De mirarla. Lo había hecho siempre que me cuidaba mientras yacía en la cama de la clínica privada. Al Menos esta vez ocurrió en su propia cama.

La situación había cambiado favorablemente hacia mí. Hice un esfuerzo por ignorar sus dedos Moviéndose por la parte inferior de mí pecho. No quería que mi cuerpo reaccionara al estímulo, aunque Lo estaba deseando. Hasta aquel instante había esquivado hábilmente esa zona. Siempre lo hacía. Esa Parte de la piel la cubría cuando la aplicación estaba llegando a su fin.

- ¿Ha ido hoy a BouAzzer? - quise romper el silencio que compartíamos y desviar así su atención Sobre mi cuerpo, empeñado en responder a su tacto.

- No, he estado en casa y luego he salido a hacer un recado - respondió, sus ojos no me miraron.

- Espero que no se manche el edredón - hablé otra vez, cuando sus dedos resbalaban ahora por Encima de mi pecho.

- Si se mancha se lava, es una funda.

No había manera de que levantara la vista de su cometido.

- Tienes una habitación muy bonita y la cama mola mucho - me tensé tan pronto terminé de Pronunciar estas palabras. No quería que pensara en una connotación ual cuando le mencioné su cama.

- ¿Mola? - sonrió.

Parecía medio idiota con mis comentarios, pero la situación no me dejaba discurrir hacía nada Inteligente.

- ¿Tú también ves la tele desde la cama? - otra vez volví a pronunciar la maldita palabra cuando Vi el LED reflejado en el espejo—. Lo digo porque yo sí que lo hago. No te creas que desde hace mucho, Solo desde que Minho pasa más tiempo en casa. No me suele apetecer verla con ellos en el salón.

Sus ojos me miraron al fin, a pesar de haber comenzado ya con mi otro pecho.

- ¿No te llevas bien con él?

- No lo sé, no me llevo sencillamente. Quizá estos días en la clínica hemos mejorado.

- No era un reproche, tan solo una pregunta - aclaró interrumpiendo la aplicación.

- Lo sé - dije—. Tampoco me llevo mal. Es el novio de mi madre y yo les dejo a su aire. Pero no Puedo verlo como a un padre, si es lo que pretenden. No necesito uno y menos a estas alturas. Aunque en Realidad tampoco es que lo pretendan, no lo sé. Es un poco confuso todo. Supongo que querrán casarse, Formar una familia y que yo sea parte de ella. Ahí es donde no sé cómo lo voy a hacer. Bueno, sí, Yéndome de casa, pero entonces mi madre me diría que no se casa y yo tampoco quiero eso, porque tiene Todo el derecho del mundo a hacerlo y ser feliz, infeliz o lo que sea ... Total, un rollo.

- Un rollo - repitió. Sin embargo, sonó afligida.

- Toda esta movida por no ponerse una goma aquella noche.

- ¡Tiffany! - exclamó, pero una risa escapó de su garganta.

- Es verdad lo que digo. Con un condón todo se hubiera solucionado. Yo no estaría aquí y ya no sería ni un problema ni una carga.

- No digas eso, me apuesto el cuello a que tu madre jamás lo ha pensado. Además, de ser así, yo tampoco te hubiera conocido - dijo terminando de cubrir la piel de mi pecho.

- De eso que te libras tú también - me reí—. ¡Por Dios, ya está la cría esta quedada conmigo por aquí otra vez ...! - puse los ojos en blanco, como si imitara su reacción cuando me veía aparecer.

- Yo no pienso eso - negó con la cabeza, una sonrisa de medio lado se dibujó en su rostro mientras me observaba.

- ¿Ah, no? ¿Y entonces qué piensas?

- Que eres preciosa, inteligente y divertida. Y que no tienes ni idea de lo que me alegro de que tus Padres no utilizaran anticonceptivos aquella noche - dijo mirándome fijamente a los ojos. Después, Besó mi hombro desnudo y se levantó de la cama.

El suave beso sobre mi piel me había erizado el vello. Giré la cabeza para seguirla con la mirada Hasta que entró en el cuarto de baño. Oí correr el agua. Tenía la mirada fija en el marco blanco de la Puerta y me encontré con la suya cuando apareció de nuevo en mi campo de visión, secándose las manos Con una toalla. Apoyó el hombro en el marco sin dejar de mirarme.

- Y también pienso ... que por qué demonios no tengo veinte años menos ...

 

Lo sabía. No pude quitarme aquella frase de la cabeza durante toda la noche, tampoco pude olvidar la sensualidad que contenía su beso acariciando mi piel desnuda.

 

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Comments

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Karly34 #1
Sube amor accidental por favor
Cass_Addiction19 #2
<3
Skyth06
#3
Chapter 23: Hermosa adaptación
natovida #4
Chapter 14: Siento que esto va a tener un triste final, apropósito de quién es la historia original?
ashleyurdiales24 #5
Chapter 11: I love it?
ashleyurdiales24 #6
Chapter 10: Me encanta
Actualiza pronto por favor
Karly23 #7
Chapter 1: Amo todas tus adaptaciones e venido a aquí solo por ti ?