capitulo 19

Afortunado Accidente

La luz del día hizo que me despertara. Cuando abrí los ojos encontré el bello rostro de Taeyeon junto al mío y el corazón, como siempre que la veía, me dio un vuelco. Me sentí más feliz que nunca. Era la primera vez que pasaba la noche entera con ella. Aún dormía profundamente, por lo que no me moví para no despertarla, solo me dediqué a contemplarla en la proximidad, sabiendo que nadie, ni siquiera ella, interrumpiría aquel momento durante un largo rato. Parecía una niña, casi tan cría como yo.

Hasta su cuerpo parecía más pequeño de lo que en realidad era. Respiraba con regularidad y su peso sobre el mío me hacía pensar que aún se hallaba lejos de despertar. Una de sus manos reposaba en el comienzo de mi pecho, dándome calor, y una de sus piernas descansaba entre las mías. Me hubiera quedado así el resto de la vida. Deseé tocarla, pero no lo hice y permanecí quieta, admirando sus facciones. Pasé mucho tiempo así, y enseguida reparé en que cuanto más la miraba más la deseaba.

Quería besarla y acariciarla. Mi respiración se agitó demasiado rápido, para mi propia sorpresa. Lo mejor era que me levantara y le dejara dormir, y así para cuando se despertara podría llevarle el desayuno a la cama. Me moví muy despacio para que no me sintiera.

— No — murmuró abrazándose a mí por detrás—. No te vayas.

— ¿Te he despertado?

— Ya dormiré cuando no esté contigo — me susurró al oído. Sonreí al reconocer mis propias palabras de la noche anterior—. Es una de las cosas más bonitas que me han dicho nunca — volvió a susurrarme. Tiró del cuello de mi chaqueta y sus labios besaron mi piel hasta la nuca. Su boca descendió hasta el final de mi espalda. Cuando la alcanzó, levantó la chaqueta dejándomela al aire—. No sabes cuánto me gusta despertarme a tu lado — dijo moteándome la piel con su aliento.

Volví a sentir sus labios recorriendo mi espalda lentamente, pero esta vez sin el fino tejido de por medio. Bajó la mano hasta la parte de atrás de mis muslos, deslizando los dedos entre ellos. No pude pensar en otra cosa que en aquel movimiento entre mis piernas, que a cada caricia iba acercándose peligrosamente a mi o. Sus labios se dirigieron a mi cintura y su brazo me rodeó las piernas, acariciándome ahora los muslos por delante.

— Tienes un cuerpo precioso — jadeó descansando su rostro en la curva de mi cintura.

Permanecí quieta, con la respiración desbocada, esperando su siguiente movimiento. Quería que me tocara, pero no iba a pedírselo esta vez. El ridículo que había hecho la noche anterior me había bastado para el resto de mi vida. No iba a ser yo quien le volviera a poner alguna parte de mi anatomía más íntima directamente en sus manos, para que me tocara de una vez por todas. Me acarició la cintura con la mejilla y su boca volvió a humedecerme la piel a besos. Sus labios regresaron al final de mi espalda, tirando del pantalón y descubriendo ligeramente el comienzo de mis glúteos.

Posó un jadeante aliento sobre ellos y el cuerpo me ardió en llamas. Ahogué un gemido cuando la excitación de su boca recorrió aquella pequeña zona de piel dejada al descubierto. Sus manos me guiaron para que me diera la vuelta.

Volví a quedar de lado, pero en esta ocasión mirando hacia ella. Temblé bajo su aliento cuando cubrió la piel de mi estómago al tiempo que su mano ascendía. Apenas sentí su roce en la curva donde se me perfilaba el pecho, antes de que se retirara a mi costado. Me subió aún más la chaqueta del pijama, cuando sus labios ascendieron hasta donde lo habían hecho sus dedos hacía un instante.

Pensé por un momento que al fin iba a abandonar aquel pudoroso comportamiento conmigo, pero una vez más me equivoqué. Volvió a descender por mi estómago una vez hubo alcanzado el límite de piel que ella misma se había marcado. No protesté, aunque no estuviera de acuerdo con ella, tampoco permití que mi cuerpo mostrara deseo por que continuara.

Dejé que se deslizara por mi piel a su gusto, incluso cuando aquellos dedos me bajaron el pantalón, descubriéndome las caderas para cubrirlas con la humedad de sus besos.

Podía escuchar sus jadeos, que se solapaban con los míos, y que sonaron más fuertes cuando cedió un poco más mi pantalón, hasta el comienzo de mi pubis, incendiando mi cuerpo. Se detuvo, como siempre, y yo permanecí sin aliento esperando a que se decidiera. Sentía el calor de su boca, ahora inmóvil, contra mi piel y yo misma decidí separarme tumbándome boca arriba. Noté el suspiró que dejó escapar y cogí su barbilla levantándole la cara.

— Buenos días — dije acariciándole el rostro, agachándome para besarla.

— Buenos días, mi amor — me respondió con sorpresa, y me devolvió el beso con una intensidad que agradecí, pero que no esperaba.

— Quédate aquí, vengo ahora — anuncié. Me sentí mareada por el deseo cuando me puse en pie y me tambaleé al caminar, al tiempo que recomponía mi pantalón de pijama.

— ¿Qué mirabas antes?

Me giré sorprendida y la encontré apoyada sobre un codo contemplándome desde la cama con una sonrisa en los labios.

— Lo increíblemente guapa que eres y lo locamente enamorada que estoy de ti.

Esta vez fui yo quien sonrió al ver que rehuía sonrojada mi mirada y mis palabras.

Descubrí que la nevera estaba llena de chocolate Cadbury. No sé en qué momento se hizo con semejante provisión, pero me encantó que se acordara de mí, de que me gustaba frío. Preparé huevos y bacon, tosté pan y exprimí naranjas hasta que obtuve dos vasos llenos. Dejé el café haciéndose y dispuse todo en una bandeja para llevarlo a la habitación. No quería que se enfriara la comida y además ya la echaba de menos, me moría de ganas por verla. Me apresuré por el largo pasillo cargada con la bandeja.

Se incorporó de un salto cuando me vio aparecer bajo el marco de la puerta.

— ¿Has preparado el desayuno?

— Te prometo que esto está mucho más bueno que mis espaguetis, es lo único que sé preparar, huevos con bacon.

— Tus espaguetis estaban deliciosos — repuso con dulzura caminando hacia mí—. Y tu sopa de verduras también — me ayudó con la bandeja, tomándola por el otro lado y estiró el cuello para besar mis labios—. Muchas gracias. No me lo merezco.

— Si hay alguien que se lo merece eres tú, que te pasas el día cuidándome y cocinando para mí.

Aproveché para contemplar sus bonitas piernas desnudas mientras ella dejaba la bandeja en la mesa de madera blanca, frente al sofá.

— Me preparas el desayuno y me lo traes a la cama... cásate conmigo — rio antes de volver a besarme.

Me abrazó con más fuerza contra su cuerpo cuando perdí ligeramente el equilibrio, debido a su apasionado beso.

Cuando su lengua rozó la mía, renació el estado de excitación al que me había llevado en la cama y que había tratado de olvidar preparando el desayuno.

— Me parece una idea genial. A ver si así conseguimos consumar — bromeé cuando se separó.

Soltó una carcajada echando la cabeza hacia atrás.

— En serio, casémonos. Pero te recuerdo que a partir de ese momento, tendrás deberes conyugales de obligado cumplimiento.

Tiró de mi mano entre más risas, dirigiéndome al sofá.

— Es perfecto — comenté sentándome allí—. No sé cómo no se me ha ocurrido a mí antes. Tú dejarías de vivir bajo esa absurda dicotomía, porque tendrías el beneplácito de un juez, por consiguiente, también del resto de la sociedad, y yo sería la persona más feliz del mundo.

Me observó con un fingido aire de asombro, ya que aún mantenía la sonrisa en los labios.

— ¿Eso crees? ¿Qué necesito el consentimiento de los demás?

— Bueno... — la miré dudosa— el mío ya lo tienes.

Sonrió con dulzura.

— ¿Y qué hay del mío propio?

— Ah... no había pensado en eso — confesé desanimada.

Me tomó de la barbilla elevando mi rostro y se inclinó para besar mis labios. Cuando lo hizo, la chaqueta de pijama que vestía se despegó de su piel, dejando ver el interior. No pude evitar aquella visión y mi mirada se posó sobre sus pechos desnudos. Me encogí de dolor cuando mis ojos detectaron con rapidez la cicatriz que se dibujaba en su pecho derecho.

Todo cobró sentido abruptamente y el puzle se completó desgarradoramente en mi cabeza. Aquella era la última pieza que conformaba el cuadro, un cuadro que jamás pensé que contemplaría tan cerca, mucho menos en la mujer que más quería en el mundo. Miles de momentos vividos con ella pasaron por mi mente como una película. Detalles insignificantes, en aquellos momentos, me golpearon de lleno, arrancándome de la nube en la que vivía para estrellarme contra la cruel realidad.

Pude sentir el vértigo de la caída libre de mis propias emociones antes de que el mortal impacto me reventara, partiendo en dos mi corazón. ¿Cómo era posible que no me hubiera dado cuenta antes de que algo estuviera ocurriendo? Mi cerebro recordó las ocasiones que la descubrí llevándose una pastilla a la boca, las veces que se ausentaba, sin motivo, cuando comíamos juntas. Su constante rechazo a desprenderse de la ropa y a que mis caricias se desplazaran sobre su pecho tenía la única explicación que jamás deseé escuchar, un cáncer de mama.

— ¿Estás bien? — me preguntó, besándome la frente.

Me abracé a sus piernas y apoyé la mejilla en su vientre. Los ojos se me habían llenado de lágrimas, sabía que estaba a punto de romper a llorar.

— Compréndelo, Tiffany — dijo suavemente, acariciándome la melena.

Reparé en que ella seguía enfrascada en nuestra conversación anterior, ajena al dolor que me había roto por dentro, atribuyendo mi abrazo a su persistente aplazamiento cuando se trataba de hacer el amor conmigo.

— No me importa — me apresuré a contestar—. Yo solo quiero estar contigo, no tenemos que hacer nada que no quieras.

Deslizó sus manos por mi espalda.

— ¿Y ese cambio de opinión? — rio ligeramente.

— Voy a por el café — es todo lo que alcancé a decir mientras deshacía nuestro abrazo, rehuyendo cualquier tipo de contacto visual. Apenas logré cruzar el umbral de la puerta cuando, incapaz de retenerlas, mis lágrimas se derramaron por mi rostro. Me alejé deprisa con la vista borrosa y me cubrí la boca para silenciar el llanto, pero el angustioso dolor dobló mi cuerpo haciendo que me apoyara en la pared para no caer al suelo.

El largo pasillo se desdibujó a través de mis lágrimas y supe que Taeyeon no podía verme así. Alcancé el cuarto de baño y me encerré en él. Abrí el grifo del agua fría y sumergí la cara, tratando de calmar mi estado. A los pocos segundos el llanto me ahogó bajo el agua, dejándome sin oxígeno.

Cerré el grifo y me senté en el helado borde de la bañera. No podía dejar de llorar, permanecí allí un buen rato dejando que el dolor fluyera a través de mis ojos. No conseguía reponerme ni apartar de mi mente su cicatriz, por qué le había tenido que pasar a Taeyeon. El cáncer de hígado que había acabado con la vid de su madre me hizo recordar que era uno de los órganos más comunes donde solía diseminarse el cáncer de mama.

Pero cuando Taeyeon me lo contó, una tarde en la que al fin tuve valor para preguntárselo, no me habló de que su madre hubiera desarrollado una metástasis en el hígado, tras padecer inicialmente un cáncer de mama.

— Tiffany, ¿dónde estás?

Su voz llamándome me alarmó y cogí el papel higiénico para sonarme.

— En el baño.

— No sé por qué siempre usa este baño — murmuró para sí, me pareció—. ¿Por qué nunca utilizas el de la habitación?

— Me gusta este.

La oí reírse.

— Se está quedando frío el desayuno. ¿Te falta mucho?

— Come tú. Yo no tengo hambre — respondí sucintamente.

— ¿Cómo que coma yo? Me gustaría desayunar contigo — su voz sonó más cerca al otro lado de la puerta.

Me miré en el espejo. Tenía la cara enrojecida por la congestión y los ojos hinchados por la llorera.

Iba a necesitar bastante más tiempo para lograr borrar las huellas de haber estado llorando.

— Voy a ducharme.

Hubo un silencio demasiado largo y sentí que se acercaba más la puerta.

— ¿Estás bien?

— Sí — respondí al tiempo que más lágrimas rodaron por mi cara.

— ¿Podrías dejar la ducha para luego y desayunar conmigo ahora?

— No tengo hambre — se me quebró la voz.

— Tiffany... ¿Te encuentras bien?

— Sí — tardé en contestar porque no me salía la voz, intentando acallar mis sollozos.

— ¿Puedo entrar?

— Está cerrado.

— Pues ábreme.

— Estoy desnuda.

— ¿Y cuál es el problema? No sería la primera vez que te veo desnuda, mi amor...

— Enseguida salgo.

Me pareció que al fin se alejaba y abrí el grifo otra vez para lavarme la cara, pero ni el agua helada conseguía que mi llanto cesara. Estaba tan fría que me dolían las manos bajo el chorro. Necesité otro largo rato para que mis lágrimas dejaran de caer. Me lavé la cara tantas veces que se me irritó la piel, pero al menos logré que la hinchazón de mis ojos disminuyera ligeramente.

El agua había empapado los puños de la chaqueta del pijama y traté de secarlos con una toalla. Respiré hondo y alboroté mi pelo para cubrir mi rostro en la mayor medida. Cuando salí del baño di gracias de no coincidir con Taeyeon en el pasillo. Me encaminé hacia su habitación tomando aire y haciendo un esfuerzo por apartar aquella cicatriz de mi cabeza. Necesitaba aparentar que estaba bien cuando la viera.

— Estoy aquí — la oí detrás de mí.

Me di la vuelta despacio y la encontré con un hombro apoyado en el marco de la puerta que daba acceso al salón. Se había puesto una bata de corte masculino y tenía las manos hundidas en los bolsillos delanteros.

— ¿Desayunamos allí? — indiqué con un dedo el lugar donde se hallaba ella, pero no me moví.

— El desayuno se ha quedado frío — dijo suavemente y sus ojos me estudiaron en la distancia.

— Lo siento, ahora mismo lo caliento.

— No importa. ¿Qué te ocurre, Tiffany?

Su voz sonó tan dulce que no conseguí evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas otra vez.

— Nada — sonreí a duras penas, rehuyendo su mirada.

Su hombro se despegó de la puerta y se encaminó hacia mí. Agaché la cabeza y me sequé las lágrimas antes de que estuviera tan cerca, que no tuviera forma de disimular mi tristeza.

— Nadie llora por nada — indudablemente, tenía razón y su modo de decirlo hizo que rompiera a llorar. Me cubrí el rostro tratando de controlarme pero cuando me abrazó, el llanto me venció—. ¿Qué es lo que ocurre, Tiffany? — había una mezcla de confusión y preocupación en su voz.

— Nada, en serio. No es nada — respondí entre lágrimas, abrazándola con fuerza contra mí.

— ¿Es porque anoche te dije que no?, ¿por lo de esta mañana?

— No, por Dios.

— ¿Te duele algo? ¿Te encuentras mal? — Su mano se deslizó por mi cuerpo hasta mi abdomen — negué con la cabeza y acaricié su pelo, que le caía por la espalda—. ¿Estás bien conmigo? ¿Quizá ya no estés tan segura de que quieras estar aquí?

Su pregunta me impactó, pero sobre todo me dolió llenándome de dudas.

— ¿Eso te ocurre a ti? — pregunté entre sollozos.

— No, mi amor — susurró besándome el cuello—. ¿Crees que hubiera dejado que todo esto ocurriese si no fuera porque estaba absolutamente segura, aunque sea una locura? Solo quiero asegurarme de que no es eso lo que te ocurre a ti, porque si fuera así no pasaría nada, ¿de acuerdo?

— No, no estoy de acuerdo. Si te ocurriera a ti, a mí sí me pasaría, me pasaría mucho — repuse deteniendo mis caricias sobre su melena.

— Y a mí también, Tiffany — suspiró y sus labios subieron por mi cuello hasta alcanzar los míos. Me besó despacio al tiempo que secaba mis lágrimas con sus dedos—. Dime qué te pasa, por favor.

Tomé su rostro entre mis manos y la besé otra vez.

— Nada, de verdad.

Pasé el resto del día abrazada a su cintura y sin dejar de llorar. Cada vez que me calmaba un poco negaba todas las posibles opciones que Taeyeon iba preguntándome para averiguar el origen de mi desconsolado llanto. Me sorprendió cuando nuestro apasionado o contra la puerta de su casa salió a relucir. Le juré hasta la saciedad que me había vuelto loca, que me había encantado, aunque ella pensara que tal vez se había excedido. Supuse que pensó aquello al considerar que había sido mi primera vez.

Si hubiese tenido treinta años estoy segura de que jamás hubiera dudado de lo mucho que me gustó. Me preguntó por la mujer del Havet y le conté nuestra conversación, para que se quedara tranquila. Mi empeño en no revelar que había visto su cicatriz provocó que su mente se disparara, preguntándome por todo tipo de terribles situaciones que, por desgracia, demasiada gente contaba en su haber.

Me sentí mal cuando sus preguntas fueron tomando un cariz tan serio. Estuve a punto de confesarle la verdad cuando llegó a dudar de si me había acostado con alguien, atribuyendo el hipotético suceso al único propósito de facilitarle una relación ual conmigo. Me di cuenta de que mi estúpida pregunta de la noche anterior había calado en ella de un modo que no esperaba. Me eché a llorar otra vez cuando vi el dolor en su mirada.

 

Un dolor que no era necesario y que provoqué por comportarme como una cría. No dejé de negarlo, ni tampoco dejé de decirle que la quería, que estaba loca por ella, mientras la besaba. Lo hice sin descanso durante tanto tiempo que nos olvidamos de todo, dejándonos llevar por el deseo. Ni siquiera dejé de besarla cuando sus labios ya no me respondieron, vencidos por el placer del o.

 

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Comments

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Karly34 #1
Sube amor accidental por favor
Cass_Addiction19 #2
<3
Skyth06
#3
Chapter 23: Hermosa adaptación
natovida #4
Chapter 14: Siento que esto va a tener un triste final, apropósito de quién es la historia original?
ashleyurdiales24 #5
Chapter 11: I love it?
ashleyurdiales24 #6
Chapter 10: Me encanta
Actualiza pronto por favor
Karly23 #7
Chapter 1: Amo todas tus adaptaciones e venido a aquí solo por ti ?