capitulo 16

Afortunado Accidente

— Es por Yoona, ¿verdad? — preguntó mi madre mientras aparcaba en la clínica.

Me encontraba fatal, peor que nunca. No había pegado ojo en toda la noche pensando en la Posibilidad de coincidir con Taeyeon aquella mañana, en la que iban a retirarme la escayola de la pierna Izquierda. Me tranquilizaba pensar que ella no tendría ganas de verme y que haría todo lo posible por Evitarme. Me había fijado en todos los coches estacionados, cuando buscábamos un sitio donde aparcar y No había visto el suyo. Ya eran las ocho y veinte, así que posiblemente se hubiera cogido el día libre, sabiendo que aquel lunes yo tenía cita con el doctor Kling.

— No, mamá — suspiré.

— ¿Os habéis peleado?

— No.

— ¿Estabas saliendo con ella y lo habéis dejado?

— Mamá, por favor — apenas podía respirar. Sentía un nudo en el estómago que me estaba provocando náuseas.

— No entiendo por qué no quieres hablar conmigo.

— Eres mi madre no mi amiga — espeté de mal humor saliendo del coche.

— Y no pretendo serlo, pero sé un poco de mal de amores.

— ¿Y qué vas a decirme?, ¿que aún soy muy joven?, ¿que se me pasará? — elevé el tono de voz y noté que un corrillo de gente me miraba.

— Se te pasará, créeme. Y un día te acordarás de esto y te reirás.

— Mañana vuelvo a clase, si es lo que te preocupa — dije cruzando la puerta automática de entrada a la clínica y sentí que se me aceleraba el corazón.

— No me preocupa que no vayas a clase. Sé que tienes capacidad suficiente para recuperarlo, y si no es así no pasa nada.

— Efectivamente, porque si soy muy joven para una cosa, lo soy para todo.

— ¿Quieres dejar la carrera?

— No he dicho eso — respondí entrando en el ascensor. Me quedé impactada con mi propio reflejo en el espejo. Tenía la cara tan demacrada que parecía que acabara de salir de la cárcel.

— Tampoco pasaría nada, podrías tomarte un tiempo. ¿Te gustaría ir al extranjero unos meses?

— Lo que me gustaría es que dejáramos el tema.

Caminé detrás de ella por el largo pasillo. Levanté la vista por encima de su cabeza para asegurarme De que Taeyeon no estuviera al fondo, hacia donde nos dirigíamos. Tuve que mirar detenidamente porque Había demasiada gente en el pasillo aquella mañana. Pero ella no estaba, la hubiera reconocido a la Lengua. Hallamos un par de asientos libres frente a la consulta de Kling. Tenía la puerta cerrada y leí la Reluciente placa con su nombre. Me pregunté cuánta de esa gente, que ya espera allí cuando llegamos, Tendría cita con él también. Seguro que nos atendía con retraso. Mi madre detuvo el nervioso movimiento De mi pierna.

— Bebes demasiado café — murmuró acariciándome la rodilla.

Bajé la vista a su mano, que la había dejado reposada sobre ella. Agradecí el reconfortante calor que Me daba y la cubrí con la mía. Me miró con cierto aire de sorpresa cuando lo hice.

— ¿Qué? — protesté.

— Tienes unas ojeras que te llegan hasta los pies.

Me sobresalté cuando la puerta de Kling se abrió frente a nosotras.

— Señora Hwang — estrechó afectuosamente la mano de mi madre.

— Tiffany, ¿cómo estás?

— Bien, gracias. ¿Y usted? — estreché también la mano que me ofrecía.

Desvié la vista hacia la puerta abierta detrás de él, cuando sus ojos me observaron más de cerca.

— Bueno, voy a... ¡Ah no, por ahí viene! — exclamó mirando detrás de mí en esta ocasión.

Giré la cabeza y me dio un vuelco el corazón cuando mis ojos chocaron con los de Taeyeon, que me Miraban desde el fondo del pasillo. Hacía diez días que no la veía y su visión me encogió el alma.

Sonrió, dejando ver su preciosa dentadura. Sentía los latidos del corazón en mis propios oídos, Ensordeciendo todo lo que me rodeaba. El sudor impregnó mis manos y resbalé sobre la muleta. Venía Vestida de calle, como si acabara de llegar. Cuando se abrió paso entre la gente reconocí la chaqueta de Piel color camel. El taconeo de sus andares me hizo mirar hacia el suelo.

Los vaqueros desgastados contrastaban con las botas de piel natural con las que le había conocido. No Se las había vuelto a ver desde entonces. Observé su belleza y su figura mientras se aproximaba, y no Pude evitar que los ojos se me llenasen de lágrimas. Bajé la vista y los cerré con fuerza antes de que me Viera. ¿Cómo pretendía que la olvidara si volvía a aparecer en mi vida? Era obvio que había sabido Aprovechar la oportunidad que yo misma le puse en bandeja el día que me marché de su casa. Se lo había Puesto demasiado fácil con mi espantada. No le obligué siquiera a pensar en cómo decirme que tenía que Olvidarme de ella, que lo nuestro era imposible. Ni siquiera tuvo que buscar el momento más apropiado, Ya lo había hecho yo por ella. Se agarró a aquella estúpida confesión que le hice como a un clavo Ardiendo. Quizá mi comentario fue atrevido, pero aún le daba vueltas a la cabeza buscando dónde se Encontraba la ofensa. Volví a levantar la vista cuando sus pasos sonaron más cercanos y su silueta se Volvió nítida frente a mí.

— Hola — me tembló la voz. Sentí la humedad en mis ojos y recé para que ella no la advirtiera.

— Hola, Tiffany — aún conservaba la sonrisa que me dedicó mientras sorteaba a la gente en el

Pasillo hasta alcanzarnos. Noté que su brazo me rodeaba cariñosamente la cintura—. ¿Cómo estás? Aprecié que su sonrisa se quebraba cuando vio mis ojos y mi rostro en la proximidad.

— Bien, gracias. ¿Y tú? — me volvió a temblar la voz y besé sus mejillas cuando ella lo hizo en las mías.

Su mano se tensó en mi cintura cuando saludó a mi madre.

— ¡Por fin la última escayola! Tendrás ganas, ¿verdad? — trató de sonar simpática y sus ojos volvieron a estudiar mi rostro.

— Sí — asentí agachando la cabeza.

Era incapaz de mirarle a los ojos más que en instantes muy precisos. Podía oler su aroma y recordé Las veces que había estado abrazada a ella, sintiendo su calor y su cuerpo contra el mío. ¿Cómo iba a ser capaz de olvidarme de aquello? Avanzamos detrás de mi madre y el doctor Kling. Me temblaban las piernas y las manos, sabía que Taeyeon notaba mi temblor. Cuando su mano acarició mi espalda las lágrimas volvieron a brillar en mis ojos. Apreté la mandíbula con fuerza y tragué saliva.

— Lo siento — anuncié deteniéndome en el umbral de la puerta, tratando de controlar la voz para que no sospecharan que estaba cerca de romper a llorar—. Necesito ir al cuarto de baño.

— ¿Ahora mismo?, ¿no puedes esperar? — preguntó mi madre girándose hacia mí.

Se produjo un silencio, porque ya no me salía la voz necesaria que no delatara mi estado. Mantuve la Vista clavada en el suelo aunque se dibujara borroso bajo mis pies.

— Por supuesto, no hay ninguna prisa. Yo le acompaño — Taeyeon se apresuró a llenar el silencio.

— No, está bien, gracias. Puedo esperar — confirmé recuperando de nuevo la voz.

Me senté en la silla que me indicaron al lado de mi madre. Hice un esfuerzo descomunal y alcé la Vista para mirar al doctor Kling mientras nos hablaba. No estaba segura de hasta qué punto mi extraño Comportamiento fuera, había hecho sospechar a alguien que el verdadero motivo de mi penoso estado era Taeyeon. No quería que se sintiera incómoda, y mucho menos ponerla en evidencia. Respondí a las Preguntas del doctor y hasta me reí cuando hizo una broma sobre mí y mis ojeras, relacionándolas con un Exceso de vida nocturna. Sentía la mirada de Taeyeon, aunque yo no desviara la mía del rostro de Kling. Bajé la vista cuando sus dedos tamborilearon la mesa. Llevaba las uñas cortas, como siempre, pero se las Había pintado de color rojo oscuro. Seguro que aquella tonalidad tenía nombre propio, aunque yo lo Desconociera. No era precisamente muy amiga de los esmaltes de uñas. Reconocí que le favorecía mucho, tenía las manos preciosas. Observé detenidamente sus dedos, y las venas y tendones que se marcaban en El dorso. Por mucho que le molestara oírlo, se me seguía encogiendo el corazón cada vez que imaginaba Sus manos tocando a alguien que no fuera yo. Levanté la vista al fin y la miré. En esta ocasión, le sostuve La mirada que no fui capaz de mantener desde que la viera en el pasillo. La sorpresa brilló en sus ojos, Regalándome una sonrisa. Bajé de nuevo la vista y la posé sobre su mano. Volví a mirarla cuando sus Dedos se recogieron en un puño. Negué imperceptiblemente con la cabeza para que no me la ocultara.

Recorrí una vez más el camino hacia su mano y me estremecí cuando sus dedos temblaron levemente al Estirarlos sobre la mesa. Alcé la vista y sonreí brevemente en agradecimiento. Aquella intensa mirada Que en otras ocasiones me brindara, se asomó a sus ojos y me fundí en ellos durante unos instantes.

Regresé a su mano y a los cinco dedos que me apuntaban sobre la mesa, para memorizar cada detalle.

Supe en ese momento a qué iba a dedicar el resto del día, a dibujarla de memoria. Pasé con Taeyeon y Kling a la habitación de al lado, ya la conocía. Había pasado por lo mismo con las otras dos escayolas. 

Me tumbé en la camilla, esta vez, para que Kling pudiera cortarla. La sensación de ligereza cuando me Puse en pie de nuevo me resultó familiar. Aún la sentía entumecida y me fijé en el color de la piel por la Falta de oxigenación. Dejé que Kling me examinara mientras me hacía caminar. Después, me pidió que me Desnudara de cintura para arriba, porque quería ver mi tórax. Me puse nerviosa otra vez ante la presencia De Taeyeon. No es que fuera a ver nada que no hubiera visto con anterioridad, pero yo no me hallaba en mí Mejor momento para desnudarme delante de ella. Aun así, hice un esfuerzo y me desabroché la camisa, Dejando ver el vendaje. La deslicé hasta descubrir los hombros, esperando con todas mis fuerzas que Aquello le bastara a Kling.

— ¿Podrías quitártela, por favor? — dijo amablemente.

Se me erizó el vello del cuerpo cuando sentí a Taeyeon detrás de mí y sus manos resbalaron por mis Brazos ayudándome a desprenderme de la camisa.

— Gracias — murmuré sin mirarla.

— De nada — respondió posando su mano un segundo sobre mi espalda.

—Tiene muy buen aspecto, veo que has estado cuidándotelo — comentó Kling cuando me retiró el vendaje.

Asentí. En realidad había sido gracias a Taeyeon, pero no la miré porque seguía detrás de mí en algún Punto de aquella habitación.

— Date la vuelta, por favor — habló de nuevo Kling.

No me lo podía creer, justo cuando comenzaba a relajarme, porque Taeyeon había decidido quedarse en Un segundo plano fuera de mi campo visual, lo que agradecía enormemente, aquel hombre me pedía Aquello. Me di la vuelta, pero bajé la vista al suelo. Veía su figura frente a mí aunque no la mirara. Me Sentía tan ridícula como la primera vez que me bañó. Las manos de Kling palparon mis costillas y noté Que la camisa se movía. Levanté la vista lo suficiente para ver las manos de Taeyeon jugueteando con la Etiqueta del cuello. Estaba apoyada sobre una mesa y sostenía mi camisa, que caía cubriéndole gran parte De las piernas. Alcé aún más la vista hasta alcanzar su rostro. Tenía la mirada ausente mientras pasaba Los dedos por la trabilla de tela que permitía colgarla. Me sobresalté ligeramente cuando sus ojos me Miraron de pronto y me descubrieron observándola. Esbozó una sonrisa triste y su mirada recorrió mí Piel desnuda durante un instante, deteniéndose sobre la pulsera que me había regalado.

— Perfecto — dijo Kling—. Taeyeon, ¿puedes vendarla otra vez?

Me giré con sorpresa hacia él, pero este ya se había dado la vuelta a su vez. Observé con pavor cómo

Cerraba la puerta tras de sí, dejándome a solas con Taeyeon en aquella habitación.

— Puedo hacerlo yo misma, no te preocupes — me tembló la voz.

Hubo un pequeño silencio hasta que habló.

— ¿Ya no quieres que lo haga yo?

— ¿Dónde me pongo? — pregunté con la misma suavidad con la que ella me había formulado la

Pregunta. Desistí sobre la marcha ante la duda de que otra insistencia por mi parte pudiera molestarla.

— En la camilla, por favor.

Giré la cabeza hacia el lado donde se encontraba la camilla. Ella aún seguía detrás de mí, apoyada Sobre la mesa, intuía, ya que no había sido capaz de mirarla desde que Kling abandonara la habitación.

Me sentía tan estúpida y expuesta, que me cubrí el pecho con el brazo izquierdo antes de darme la vuelta Para dirigirme a donde me había dicho. Me apoyé en la camilla al advertir que se encaminaba hacia la Puerta. Pensé que se marchaba cuando posó la mano en el picaporte. Sin embargo, bloqueó el pestillo, Dio media vuelta y vino hacia mí. Bajé la vista al suelo antes de que me viera pendiente de lo que hacía.

Sentí su mano sobre mi cabeza, deslizándose después por el lateral de mi rostro.

— ¿Cómo estás? — susurró antes de besarme en el nacimiento del pelo.

— Bien, gracias — se me había hecho un nudo en la garganta cuando me tocó cariñosamente.

— Estás más delgada — suspiró, y su mano se tensó en mi rostro acariciándome.

Se me llenaron los ojos de lágrimas y me llevé la mano derecha para presionar mi sien, en un intento Por controlar el llanto. Bajó la suya hasta mi barbilla e intentó levantarla, pero opuse resistencia. No Quería que me viera llorar. Agaché aún más la cabeza al tomar mi cara entre sus manos. Traté de Separarme cuando las yemas de sus pulgares resbalaron bajo la humedad de mis ojos.

— No llores, por favor — susurró con dulzura, y me besó la piel humedecida por mis lágrimas.

— No tendrías que estar hoy aquí — le reproché ante la rabia que sentía por no haber conseguido retenerlas.

— Quería verte.

— No tendrías que haber venido — insistí.

— ¿Por qué no?

— Porque no me gusta hacer el ridículo delante de todo el mundo.

— Tú no haces el ridículo — volvió a besarme donde lo había hecho antes.

— No eres tú la que te pones a llorar en mitad del pasillo — le reproché de nuevo, antes de secarme

Los ojos con el dorso de la mano.

— Nadie se ha dado cuenta.

— Tú sí.

Alzó mi cara y al fin la miré. Tenía las pupilas dilatadas. Su pierna se hizo sitio inesperadamente Entre mis muslos cuando se acercó más a mí. Sus ojos recorrieron mi rostro y se detuvieron en mis labios Cuando apoyó su frente contra la mía. Mi respiración sonó más fuerte cuando respiré la suya en la Proximidad. Me ardió la piel cuando sus labios rozaron imperceptiblemente los míos.

— Te he echado tanto de menos... ¿Lo sabías? — susurró. Negué con la cabeza, porque no me salía

La voz. Traté de besar sus labios, pero se separó lo justo para que no les diera alcance—. ¿Hoy sales a las seis? — preguntó con la voz ronca.

— Hoy no voy a clase — respondí entrecortadamente.

Tenía el corazón fuera de control palpitándome a toda velocidad. Me tembló el pulso cuando apreté El botón del interfono a pie de calle. Había quedado con Taeyeon en que me pasaría por su casa, tan pronto Mi madre me llevara de vuelta a la mía y se marchara a trabajar. Durante el trayecto en coche con mí Madre y el que realicé en el autobús de camino a su casa, no había podido dejar de pensar en el roce de Sus labios y lo cerca que estuvieron de besarme. Me seguía estremeciendo cada vez que revivía una y Otra vez, aquella imagen en mi cabeza.

— Pasa, está abierto.

Empujé la puerta y la encontré con medio cuerpo dentro del maletero. En el suelo junto a sus pies, Esperaba una maleta, mientras estibaba otra dentro del coche. Al parecer se iba de viaje y sentí un dolor Agudo en la boca del estómago. ¿Me había pedido que fuera para despedirse? Ahora entendía la razón Por la que no trabajaba aquel día y solo había ido a la clínica para verme a mí. Se había cambiado de Ropa. Estaba más delgada también y me extrañó no haberme dado cuenta en ningún momento durante el Tiempo que compartí con ella en la consulta de Kling.

— ¿Te vas de viaje? — soné abatida.

Se incorporó y se dio la vuelta.

— Hola, Tiffany — sonrió.

Me sobresalté y di un paso atrás cuando vi su rostro.

— ¿Qué te ocurre?

— Perdona, pensaba que eras Taeyeon.

— ¿Cómo dices?

Estudié estupefacta su rostro y su melena, el parecido era asombroso, como dos gotas de agua.

— Pensaba que eras Taeyeon — repetí.

— Y lo soy. ¿Te encuentras bien?

— No, tú no eres Taeyeon.

— ¿Cómo qué no? ¿Estás bien? — su mano se alzó tratando de alcanzarme, pero la esquivé antes de que me tocara —. Buenos reflejos —sonrió otra vez.

— ¿Dónde está Taeyeon?

— Me estás empezando a preocupar.

— ¿Esto es una broma, no?

— Lo tuyo es una broma, querrás decir.

Bajé la vista por su cuerpo. Llevaba un jersey fino de cuello alto color azul marino y unos pantalones Safari, del mismo color. Calzaba botas de montaña. Reparé enseguida en sus uñas pintadas de aquel rojo Oscuro que había visto en Taeyeon hacía un rato.

— En serio, ¿dónde está Taeyeon?

— Me estás asustando, Tiffany, ¿qué te pasa?

Di un par de pasos atrás sin dejar de mirarla y me asomé por el lateral del coche para tener una Mayor perspectiva del entorno. La puerta de la casa estaba abierta y agudicé el oído en busca de algún Ruido en el interior.

— ¡Taeyeon! — la llamé todo lo alto que pude.

Se echó a reír y recortó nuestra distancia.

— ¿Qué haces?

— ¿Dónde está?

— Yo soy Taeyeon, ¿pero qué te ocurre? — volvió a acercar su mano y dejé que me tocara.

Sabía que aquella mujer frente a mí no era quien decía, el tacto de su mano sobre mi piel lo confirmó.

— Tú no eres Taeyeon.

— ¿Ah, no? ¿Y entonces quién soy?

— Por el parecido tan idéntico deduzco que su hermana gemela. La otra Gioconda.

— ¿Cómo?

— La otra Mona Lisa, como la del Museo del Prado de Madrid.

— Impresionante — esbozó otra sonrisa, tan exactamente atractiva a la de Taeyeon—. ¿Cómo puedes estar tan segura?

— Tengo mis motivos.

— Dime alguno.

— Tú estás más delgada y ella tiene más pecho.

Cierta sorpresa se reflejó en su mirada.

— No tenía ni idea de que hubierais intimidado tanto.

— Lógico, porque no lo hemos hecho, solo me da clases particulares — me giré un poco para que viera mi mochila. — ¿De qué?

— ¡Helena ya!, déjala tranquila — surgió Taeyeon como una aparición de detrás del coche.

Suspiré aliviada y me reí cuando reconocí su preciosa cara. Mis ojos no dejaron de saltar de una cara A la otra.

— ¡Gemelas idénticas! ¡Alucinante!

— Te ha llamado gorda, por cierto — se rio Helena mirando a su hermana.

— No, no lo he hecho.

— Pero tu pecho le gusta más que el mío — volvió a reírse.

— Tampoco he dicho eso — me defendí enrojeciendo cuando los ojos de Taeyeon me miraron.

Así que aquella era Helena. No había conseguido quitarme el nombre de la cabeza durante los largos Días que no supe nada de Taeyeon. Estaba segura de que aquel nombre pertenecía a su ex. Nunca me había Alegrado tanto de estar tan equivocada.

— No ha sido idea mía, te lo prometo — me dijo Taeyeon cuando Helena entró en casa riéndose.

— ¿Cómo no me habías dicho que tenías una hermana... gemela?

— No lo sé, nunca me lo preguntaste — la observé un instante. Aquello era justo lo que iba a preguntarle el día que se enfadó tanto conmigo, desencadenando un dolor y una tristeza que aún me acompañaban—. ¿Qué ocurre?

— Nada.

— No, dime — insistió acercándose a mí.

— No tiene importancia. ¿Te vas de viaje con ella?

— No, yo me quedo aquí contigo — dijo con dulzura—. ¿Me acompañas al aeropuerto?

— Claro — respondí, y me di la vuelta para que no viera que las lágrimas habían vuelto a empañar mis ojos.

Me instalé detrás y estiré la pierna izquierda, que aún sentía extraña, sobre el asiento para Demostrarle a Helena que allí iría más cómoda, puesto que no me sentía bien usurpando el asiento del Copiloto, que consideraba le correspondía a ella. Volaba de vuelta a Colombia, así que le esperaba un Largo viaje. Helena era médico también y desde hacía tres años trabajaba para Médicos sin Fronteras, en El Hospital San Francisco de Asís, en Quibdó. Siempre me había fascinado aquella organización y sentía Un especial interés por su labor humanitaria. Se produjo un breve silencio cuando quise saber qué hacía Ella allí exactamente.

— De todo un poco — respondió.

Mis ojos se encontraron con los de Taeyeon en su retrovisor y supe al instante que aquella vaga

Respuesta tenía un porqué.

— En el programa de asistencia médica y psicológica a víctimas de violencia ual — me dijo Taeyeon.

Asentí agradecida por no haberme ocultado la verdad. De hecho, fue precisamente en algo así en lo Que pensé tras la imprecisión de sus palabras. No volví a hacer más preguntas y me mantuve ajena a su Conversación mientras contemplaba el paisaje de la autopista que nos llevaba al aeropuerto. Les ayudé Divertida a plastificar las maletas bajo las protestas de Helena ante la insistencia de Taeyeon. Tampoco me Pronuncié, pero efectivamente, Taeyeon tenía razón. No costaba tanto hacerlo y garantizaba cierta Tranquilidad con la cantidad de gente que las manipularían hasta la llegada a su destino. Me despedí de Helena y me alejé unos pasos para dejarlas a solas. Al mirarlas mientras se abrazaban, me pregunté si Helena tendría pareja. Yo no hubiera sido capaz de dejar marchar a Taeyeon y continuar con mi vida a Miles de kilómetros de ella. No me hubiera quedado más remedio que convertir su vocación, fuese la que Fuese, en la mía.

— ¿Estás bien? — le pregunté a Taeyeon cuando su hermana desapareció tras pasar el control de

Seguridad.

— Sí, no te preocupes, ya estoy acostumbrada.

Caminamos de vuelta al parking en silencio, pero nuestras miradas se buscaban cada vez que la gente Nos separaba al interponerse en nuestro camino.

— ¿Cómo has sabido que no era yo? Eres la primera persona que se da cuenta sobre la marcha — me dijo dentro del coche.

Me encogí de hombros.

— No lo sé.

— Es porque yo estoy gorda, ¿eh? — bromeó dándome un suave codazo.

— No, tú no estás gorda, pero aunque lo estuvieras seguiría igual de... — me callé antes de terminar la frase.

— ¿De...? — me miró para que continuara.

— Ha sido todo y nada — cambié mi respuesta— no sé cómo explicarlo, una sensación muy extraña, veía tu cara pero sabía que no eras tú.

— ¿De...? — volvió a preguntar.

— ¿Qué?

— No has terminado la frase.

— Ah... no sé qué estaba diciendo.

— Seguirías igual de... — me la recordó ella.

— Ah... — sonreí—. Es que no quiero terminarla.

— ¡Ah! —exclamó, pero ella ya no sonrió.

Desvié la vista de sus ojos color ónice, que me observaban en la proximidad.

— También ha sido por el tacto, tú no tocas así — dije sin mirarla.

— ¿Y cómo toco yo?

— Tú sabrás Taeyeon — vi la expresión de su rostro y me di cuenta de que le había dolido mi desairada respuesta—. En realidad, no estoy segura — hablé de nuevo suavizando el tono de voz—. Solo sé que cuando ella me ha tocado no he sentido nada y no ha habido una sola vez que haya pasado eso cuando eres tú la que me tocas.

Sus ojos brillaron otra vez y deslizó la mano por el lateral de mi rostro acercándome a ella. Me miró Fijamente a los ojos. No sé si esperaba una reacción por mi parte o estaba pensándose dos veces lo que Iba a hacer. A mí, desde luego, me abandonó el valor para besarla, aunque no hubiera nada que deseara Más.

— ¿Qué te apetece comer? — su voz sonó grave.

— Lo que te apetezca a ti, yo no tengo hambre.

— Tienes que comer — dijo, y besó la piel de debajo de mi mejilla antes de separarse.

Rodamos de vuelta por la autopista. Había más tráfico de entrada a la ciudad que en sentido Contrario. Conducía tan pendiente del tráfico como de mí, que la miraba de reojo, pretendiendo estar Atenta a la carretera.

— ¿Por qué no viniste al Havet el sábado por la noche? — preguntó rompiendo el silencio que

Compartíamos.

Dudé antes de contestar y sus ojos me miraron por mi silencio.

— Porque pensé que no querías verme.

— ¿Y por qué te fuiste de casa?

— Por el mismo motivo.

— Pues estabas equivocada.

— A mí no me lo pareció en ese momento.

— ¿Por qué dices eso?

— Si te encierras en tu habitación durante más de una hora mientras yo estoy en el salón de tu casa,

Está claro que lo último que tienes es ganas de verme.

— Me di una ducha.

— ¿Otra? — Sonreí escéptica—. ¿Para qué, para relajarte y así no echarme tú misma de tu casa? Te ahorré el trabajo.

Vi que la mirada se le apagaba. Volvimos al silencio y yo volví a contemplar la autopista frente a mí.

— ¿No vas a preguntarme por qué no te he llamado yo? — habló de nuevo pasado un rato.

— No — respondí sin dudarlo. Giró la cabeza en mi dirección y me miró sorprendida—. Y tampoco quiero oírlo ahora, gracias. Dejémoslo en que no pudiste, había venido tu hermana Helena a visitarte, ¿no te acuerdas?

Asintió perpleja y el silencio volvió a reinar en el habitáculo del coche.

— Sigues enfadada conmigo, ¿verdad?

— No, no estoy enfadada. ¿Crees que lo estoy porque no quiero saberlo? Lo que ocurre es que no quiero que me mientas y tampoco quiero oírte diciéndome la verdad. Sé de sobra por qué no lo has hecho. Prefiero dejarlo como está. Además, no tienes por qué llamarme, yo tampoco lo he hecho.

— ¿Y por qué no?

— Porque ya no voy a seguir persiguiéndote, Taeyeon — suspiré—. Si quieres que desaparezca de tu vida, lo haré. Empiezo a sentirme como una puta acosadora.

Sus ojos se helaron mientras me miraban.

— ¿Te has parado a pensar cómo coño me siento yo persiguiendo a una chica de dieciséis años? ¿Te has parado a pensar qué nombre tiene eso?

La miré atónita tras sus palabras.

— No el que estás pensando. Joder, Taeyeon, eso déjalo para los hijos de puta que violan y abusan de las niñas que luego tiene que atender tu hermana, a las mafias y chulos que trafican con ellas y a los pedófilos del mundo.

Su mirada se enturbió antes de regresar a la carretera, y ya no pronunció ni una sola palabra más.

Ocupamos una mesa al fondo del restaurante, junto a la cristalera sobre la playa. Éramos las únicas En el comedor. Aún era pronto para que se produjera el bullicio de la hora punta de la comida. Me fijé en Que los ojos de Taeyeon saltaban sin cesar de una página a otra de la carta, abierta entre sus manos. Ni Siquiera estaba leyéndola. Levantó por fin la vista hacia mí cuando el camarero nos preguntó si nos Habíamos decidido.

— Nada, gracias — respondí—. No tengo hambre.

— Yo tampoco voy a comer. Tráigame una copa de vino tinto, por favor. ¿Quieres beber algo o tampoco? — volvió a mirarme.

— Una Coca-Cola, gracias.

Miró al camarero asegurándose de que había oído mi petición y después dirigió la vista al mar. Me Recliné sobre el respaldo al ver que no tenía ganas de conversación y aproveché para contemplar sus Manos, apoyadas sobre la mesa. La miré cuando bebió de un solo trago la mitad de la copa que le Acababan de traer. Después, encendió un cigarrillo y expulsó el humo con aire ausente.

— ¿No vas a hablarme? — pregunté en voz baja, después de que continuara un largo rato con la

Mirada fija a través de la cristalera.

— Sí que te hablo Tiffany... — suspiró y vació la copa de vino en un segundo trago. Se giró en busca del camarero, pero reparó rápido en el avisador que había en la mesa—. Esto es un invento, ¿no te parece? — Comentó apretando el botón de llamada—. Ya era hora de que a alguien se le ocurriese...

Sonreí con el sopor que había desprendido su voz con aquella observación y vi al diligente camarero aparecer detrás de ella.

— Otra copa de vino, por favor. ¿Tú quieres otra? — señaló con el dedo mi bebida, que prácticamente se encontraba intacta.

— No, gracias.

— Bueno, cuéntame. ¿Qué tal todo?, ¿qué tal las clases?

— No he ido a clase.

— ¡Ah! — Exclamó con sorpresa—. Bueno... — dudó—. ¿Y qué has hecho entonces?, ¿has ido a algún sitio?

— No, en realidad no he hecho nada. ¿Y tú? — pregunté mientras el camarero dejaba la segunda copa De vino sobre la mesa—. No bebas más, por favor, Taeyeon — susurré cuando vi que volvía a dejar el Contenido de la copa a la mitad de su capacidad.

— Tranquila, ahora en un rato llamo a un taxi y te vas con él.

— No quiero irme, quiero estar contigo.

Sus ojos me observaron detenidamente desde el asiento de enfrente.

— Es para que no te pase nada y llegues bien a casa, si es lo que te preocupa.

— No me preocupa eso. Prefiero matarme contigo que vivir sin ti.

Vi que la mirada se le humedecía y bajó la vista a la mesa con rapidez. Después, agachó la cabeza, apoyándose sobre la mano.

— No digas esas cosas ni en broma — murmuró.

— Taeyeon, no, no llores, por favor — susurré otra vez, y me incliné acercándome a ella. Le rodeé la muñeca para apartar su mano, pero no me dejó.

Me colé entonces por un lateral y acaricié su rostro. Cuando mis dedos ascendieron por su piel me Detuvo, llevándose mi mano a los labios. Sentí que me besaba los dedos suavemente y la acaricié en Respuesta. Me levanté y me senté a su lado. Continuaba ocultándome el rostro y apoyé la barbilla en su Hombro, abrazándola. Acaricié su melena y bajé por su espalda hasta la cintura. Se tensó bajo mi mano e intenté con la otra retirarle la suya una vez más, pero tampoco me dejó.

— Ya he llorado yo suficiente por las dos estos días, así que no llores tú, por favor —confesé besándole la sien.

Su mano se movió al fin, sujetándome contra ella.

— Te aseguro que no tienes motivos por los que llorar — habló en voz baja.

— Yo creo que sí.

— No — negó con la cabeza.

— Entonces no vuelvas a decirme en tu vida lo que me has dicho en el coche — giré su cara y por fin Pude verle los ojos. Los tenía enrojecidos, y las pestañas mojadas parecían casi tan negras como las Mías. Le sequé las lágrimas y me acerqué. Bajó la vista a mis labios cuando me aproximé aún más, no se Separó. Se me aceleró el corazón, y aunque dudé un momento, esquivé aquellos labios que tanto deseaba Besar, para hacerlo en la mejilla—. Me parece bien si quieres beber, pero entonces come algo — dije cogiendo su copa y apurando el vino que quedaba en ella de un trago.

— ¿Qué haces? — miró estupefacta.

Sacudí la cabeza cuando lo tragué.

— Yo también quiero beber.

— Ya — sonrió incrédula—. Pero tú no puedes.

— No me digas... ¿Y qué vas a hacer?, ¿llamar a la poli?

Se echó a reír.

— Creo que puedo yo sola contigo, mi amor...

Claro que podía conmigo ella sola, y más si volvía a llamarme aquello que me había derretido.

Notaba el calor del alcohol en mi cuerpo y la agradable sensación de relajo que conllevaba. Creo que fue La primera vez, después de tanto tiempo, que conseguía estar con ella sin que se me disparara el corazón Ni me temblara el pulso. Pedimos mucha comida, demasiada tal vez. Taeyeon se había empeñado en que Probara varias especialidades de aquel restaurante portugués.

— Da gusto verte comer — me dijo ofreciéndome el último langostino que quedaba en la bandeja.

— Como mucho, lo sé.

— Me encanta, por fin una mujer que no está a dieta.

— ¿Desde cuándo soy yo una mujer?

— ¡Boba! — sonrió, pasándome la yema del pulgar por la ojera.

— Apenas has comido langostinos, pensaba que te gustaban — comenté tratando de obviar la Descarga de electricidad que me había producido su roce.

— Me gusta mucho más ver cómo los disfrutas tú.

Me sonrojé ligeramente y pinche el langostino con mi tenedor ofreciéndoselo.

— No — sonrió otra vez— es para ti.

Negué con la cabeza y se lo acerqué más.

— Insisto, es tuyo.

Bajé la vista a su mano cuando me rodeó la muñeca, me acordé de aquel momento en la consulta de Kling en que había accedido a mi petición y había vuelto a abrir la mano, dejándome que la mirara. Sentí Una punzada de deseo recordando el juego de miradas y la complicidad que compartimos en silencio.

— Te queda muy bien. Tienes unas manos preciosas — murmuré.

— Ha sido cosa de mi hermana, yo no suelo pintarme las uñas. Pero si vas a mirarme así, creo que lo haré más a menudo.

Me ardió la cara y levanté la vista con reparo. Me fundí en la profundidad de sus ojos profundos que Me miraban. Noté que me robaba el tenedor. Supe que no me saldría la voz, así que ni lo intenté y acepté El jugoso langostino que me llevó a la boca.

— Gracias.

— De nada — me guiñó un ojo.

Desvié la vista hacia el mar porque me costaba mantener su mirada. Hubiera bebido más vino, pero Taeyeon no había vuelto a pedir más desde que yo vaciara de golpe lo que quedaba en su copa.

— ¿Qué te apetece hacer ahora? — pregunté temiendo que quizá nuestro encuentro estaba llegando a su fin.

— Que me digas que hoy también quieres dormir conmigo. Solo, si tú quieres, claro.

— ¿Cuándo no quiero hacerlo? — no me atreví a mirarla.

— Estos diez últimos días.

— Eso no es verdad — bajé la vista a la mesa—. Pensaba que querías que desapareciera de tu vida.

— Sería lo más sensato, ¿no crees?

— No, aunque lo haré si tú me lo pides — hice una pausa porque se me hizo un nudo en la garganta y las lágrimas emborronaron mi vista—. Pero ya te lo dije, no me pidas que vea mal lo que siento por ti, eso es imposible.

Se acercó besándome en la mejilla.

— ¿Por qué yo? — me preguntó al tiempo que cubría mi mano con la suya.

— ¿Por qué estoy enamorada de ti? ¿Es eso lo que me estás preguntando?

— ¿Lo estás?

Agaché la cabeza y me cubrí los ojos con la mano que tenía libre. Asentí mientras me secaba las lágrimas, impidiendo que se derramaran.

— Ni te imaginas hasta qué punto — me reí con mi propia confesión y percibí el calor líquido de mi llanto rodando por mi cara.

— Tiffany, no llores por favor, no soporto verte llorar — advertí que sus labios se humedecían cuando me besaron cariñosamente.

— No estoy llorando — me reí otra vez entre lágrimas.

— No lo entiendo, eres guapísima, inteligentísima y tienes un cuerpo espectacular... Podrías tener a quien tú quisieras.

 

Al fin giré la cabeza y la miré. Yo sí que no entendía por qué le costaba tanto comprender que ella era a la única que deseaba tener.

 

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Comments

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Karly34 #1
Sube amor accidental por favor
Cass_Addiction19 #2
<3
Skyth06
#3
Chapter 23: Hermosa adaptación
natovida #4
Chapter 14: Siento que esto va a tener un triste final, apropósito de quién es la historia original?
ashleyurdiales24 #5
Chapter 11: I love it?
ashleyurdiales24 #6
Chapter 10: Me encanta
Actualiza pronto por favor
Karly23 #7
Chapter 1: Amo todas tus adaptaciones e venido a aquí solo por ti ?