capitulo 7

Afortunado Accidente

Desperté melancólica a pesar de ser el último día del año. No había conseguido dormir Profundamente. Me había estado despertando continuamente a lo largo de la noche. Mi cabeza no dejaba de recordar momentos vividos con Taeyeon, detalles triviales y otros que no lo eran tanto. Perduraba en mí Cabeza, especialmente, el instante en que la había visto a través del espejo del baño, contemplando mi Cuerpo desnudo cuando me deshice de la chaqueta del pijama. No podía quitarme aquella mirada de la Cabeza. Había sido fugaz, pero maravillosamente intensa al mismo tiempo. Su breve y penetrante mirada me había abrasado la piel dejándome el corazón en llamas. No conseguía describir con palabras la Expresión de su rostro y sus ojos mientras me observaban. Sin embargo, sí que me atrevía a asegurar por Presuntuoso que pudiera sonar, que le gustaba lo que estaba viendo. Y a mí me gustó que le gustara. 

Me Gustó en exceso el deseo que contenía aquella mirada posada sobre mi piel desnuda. Me había despedido De Taeyeon a las ocho de la tarde del día anterior y no volvería a verla hasta las ocho de esa tarde. Era la Primera vez que tenía que esperar un día completo para poder estar cerca de ella. Por otro lado, me hacía Especial ilusión que le hubiera cambiado el turno a Sunny aquella noche. Iba a pasar la Noche Vieja con Taeyeon. 

Cambiar de año al lado de la persona que más me importaba era una de las situaciones más Ansiadas que había vivido hasta el momento. Cuando dieron las ocho en el reloj, apareció Sunny con su Melena oscura y su habitual simpatía. Le devolví la sonrisa. Sin embargo, nunca había sido tan consciente De lo que podría llegar a echar de menos a Taeyeon hasta aquel preciso instante, aquel en el que otra Persona ocupaba su lugar. El hecho d encontrar a Taeyeon en el horario al que me t nía acostumbrada Taeyeon No ayudó en absoluto. El día anterior mi madre le había pedido permiso para traer una cena especial para Aquella noche. De hecho, la había invitado a que se uniera a nosotros, aunque ella denegara amablemente La invitación alegando que cenaría con el resto de sus compañeros del turno de noche.

Aquella mañana fue Sunny quien me ayudó a ducharme, como lo hizo Taeyeon los dos días anteriores.

Aunque había logrado evitar a mi enemiga la cuña, no había conseguido una total privacidad en el baño.

Aun así, empezaba a acostumbrarme a la desnudez de mi cuerpo frente a los demás. Ya casi no le daba Importancia. Entre las curas y los baños, a veces pensaba que me pasaba más tiempo descubierta que Cubierta. Sentada en la cama devoré los periódicos que Taeyeon me había estado trayendo junto con alguna Otra revista que mi madre tenía por allí. Leía demasiado rápido para lo lento que pasaba el tiempo en Aquel día sin ella. Era curioso, cuando Taeyeon estaba allí, el tiempo volaba y siempre me parecía que las Ocho de la tarde llegaban demasiado pronto, nunca estaba preparada para dejarla marchar. A primera Hora de la tarde recibí una visita sorpresa. Bora y Anthony vinieron para desearnos un feliz año a todos. Apenas pudimos hablar de nuestras cosas, ya que mi madre e Minho continuaron apalancados en el sofá Viendo no sé qué en la televisión. Hablamos entre gestos y frases impersonales, y antes de que se fueran a Ir quise darles las gracias por haberse encargado de las rosas.

— Os debo pasta — confirmé.

Vi que Bora señalaba a Anthony.

— Sí, bastante pasta por cierto — se rio este.

Miré la hora en mi iPod cuando se marcharon y descubrí que aún faltaban un par de horas para que Taeyeon cruzara aquella puerta. Traté de darle un respiro a mi propia cabeza y decidí unirme a mi madre e Minho, que parecían estar pasándoselo muy bien con lo que estaban viendo. Era el típico programa Cómico de Noche Vieja, donde uno de los mejores imitadores del país había preparado una serie de Sketches imitando al presidente del gobierno y a la consabida oposición. Francamente, le imitaba muy Bien, y alguno de los diálogos era realmente ingenioso. No tardamos mucho en reírnos los tres  Carcajadas. Pero ni las risas conseguían apartar mi mente de Taeyeon y del tiempo que aún faltaba para Verla. Se me aceleró el pulso cuando al fin escuché su característico repiqueteo en la puerta y apareció Radiante frente a nosotros. No tenía ni idea de lo que había deseado oír, durante todo el día, aquel Inconfundible modo de llamar.

— Buenas tardes — saludó.

— Hola, Taeyeon — exclamaron al unísono mi madre e Minho entre risas.

— Hola — sonreí en respuesta al cariñoso guiño de ojo que me brindó de camino hacia la cama.

— ¿Cómo estás hoy? — me susurró para no interrumpir el programa.

— Mejor, ¿y tú?

Desvió la vista a la televisión cuando mi madre le anunció que estaba a punto de terminar, y Enseguida se rio con una tontería de conversación que estaba manteniendo el imitado presidente por Teléfono. Me recosté más cómodamente en la cama y aproveché para contemplarla con más detenimiento Mientras ellos seguían pendientes del especial. Desde mi nueva posición apenas podía verle la cara. Me Detuve a admirar su pelo rubio, que caía sobre una camisa roja con rallas blancas, detalles en azul y Cuero en los puños. Su melena ondulada le cubría los omoplatos y su cercanía hacía que cada vez me Costará más no perder el control. Deseaba tocarle el pelo y acariciar aquella espalda que se dibujaba Perfecta bajo la camisa, pero me limité a seguir mirándola ensimismada. Podría haberme pasado una vida Entera solo mirándola.

— ¿A ti no te hace gracia? — me sobresalté cuando caí en que la pregunta iba dirigida a mí, que sus Ojos me miraban.

Asentí tratando de regresar a toda prisa de la galaxia a años luz a la que había viajado fascinada por Su belleza. Comprendí que se había dado cuenta de mi embobamiento en el instante en que se sonrió, Antes de volver a centrarse en la pantalla de televisión. Me alegré cuando el programa llegó a su fin y Apagaron la tele. Aunque estaba encantada con la proximidad de Taeyeon, la presencia de mi madre y su Novio empezaba a incomodarme.

— Mamá, ¿por qué no os vais a tomar algo?

El rostro de Minho se iluminó con mi sugerencia. El pobre pasaba demasiadas horas en aquella Habitación. Taeyeon continuaba de pie junto a mi cama cuando ambos cerraron la puerta y por fin nos

Dejaron a solas.

— ¿Qué? — me reí cuando sus ojos me miraron fijamente.

— Desde luego que lo tuyo no es la sutileza — respondió sin moverse de su sitio, como si estuviera

Anclada al suelo.

— ¿No has visto la cara de Minho?, lo estaba deseando. Tiene que estar harto de pasar todo el día Aquí metido. No soy su hija. Mi madre también tiene que estar agotada, aunque jamás lo reconocería.

— Eres de lo que no hay — exclamó metiéndose las dos manos en los bolsillos del vaquero.

— Estás muy guapa — dije después de observarla unos instantes—. De rojo en Noche Vieja... ¿eres supersticiosa?

— No especialmente. ¿Por qué? ¿Te parecería mal? — musitó burlona.

— Siento decepcionarte, pero no hay nada de ti que me pudiera parecer mal.

Sacudió la cabeza, pero no pudo evitar esbozar una sonrisa.

— ¿Qué has hecho hoy? — pregunté al tiempo que me rascaba la ceja.

— No mucho, dormir y hablar por teléfono. ¿Y tú?

— Echarte de menos.

— Tiffany...

— Era broma — me burlé—. Me he leído todos los periódicos que me trajiste y también las revistas De mi madre, todo eso para tratar de no pensar en ti — añadí tras una pausa, llevándome una vez más la mano a la ceja.

— Tiffany por favor... — volvió a suspirar—. Y deja de rascarte la ceja, te vas a hacer daño. ¿Qué te ocurre? ¿Te pica mucho?

— Hoy sí, me lleva picando todo el día.

— Déjame ver — dijo acercándose a mí agarrándome de la barbilla para levantarme la cara.

— Qué bien hueles siempre — murmuré cuando su rostro estuvo frente al mío.

Sonrió levemente y continuó mirándome la cicatriz.

— Está todo bien, es porque está cicatrizando. Dentro de muy poco te quitaré los puntos.

La miré aprovechando que se encontraba muy cerca. Sus ojos color ónice, que seguían inspeccionando Mi ceja, desprendían de vez en cuando destellos verdes bajo la luz de la lámpara. No me cansaba nunca De admirar su belleza. Para mí era como estar contemplando una escultura de Miguel Ángel. Siempre Descubría algo nuevo en ella, algo en lo que no había reparado en otras ocasiones debido a la falta de luz O de proximidad, algo que me arrastraba a un abismo de sentimientos en el que no podía pensar y solo me Permitía sentir. Bajé la vista por su recta nariz y me detuve en sus labios. Estaban ligeramente Entreabiertos, casi imperceptiblemente. Los tenía tan cerca que podía distinguir con claridad las finísimas lineas que los adornaban. El deseo de besar aquellos labios actuó por mí y antes de saber lo que estaba Haciendo me acerqué más para besarlos. Justo antes de alcanzarlos, ella detuvo mi recorrido con un Elegante movimiento de cabeza y frenó mi trayectoria, apoyando su frente contra la mía.

— Tiffany, no — susurró suavemente.

Quedamos tan cerca que sentí su aliento sobre mi piel cuando habló.

— Lo siento — dije entrecortadamente. Percibir su aliento sobre mí me había desbocado el corazón.

— ¿Tienes idea de cuántos años tengo? — susurró otra vez sin cambiar de posición.

Volví a sentir su aliento una vez más y me ardió la piel.

— No me importa.

— Pero a mí sí — en esta ocasión se separó, perdiendo el contacto con su frente—, podría ser tu madre.

— Pero no lo eres.

Me cogió de nuevo de la barbilla y me obligó a mirarla.

— Pero podría serlo — dijo clavando su mirada en la mía—. ¿No quieres saber qué edad tengo?

Negué con la cabeza.

— No me importa.

— Treinta y nueve.

— Me da igual. Además, no los aparentas.

— Ni siquiera te has sorprendido — exclamó.

— Pensaba que tenías treinta o treinta y dos, pero te repito que no es algo que me importe en absoluto.

— Pues debería — replicó—. Deberías buscar a alguien de tu edad — añadió, retirando la mano de mi barbilla.

— Las de mi edad no me gustan, y Yuri Kwon tampoco. Además, ella no es que sea de mi edad, es más mayor.

— Pero la diferencia con ella es mínima si la comparamos, ¿no te parece? —dijo caminando hacia la puerta.

— Dejemos el tema — murmuré.

Se giró y me miró antes de abandonar la habitación.

— Me parece bien. Voy a traerte aloe vera a ver si te alivia el picor.

Miré en dirección a la puerta cuando oí que tocaban y Taeyeon entró con un dispensador y unos guantes De látex en la mano. Caminó hacia mí con sus vaqueros y camisa roja. Era tan atractiva... Permanecí Inmóvil esta vez, para que no pensara que iba a intentar algo, dado que volvíamos a estar exactamente en La misma posición que cuando tuve la brillante idea de intentar besarla. Me deslizó los dedos por la Melena evitando mancharme el pelo y se dispuso a aplicarme el gel verde sobre la ceja.

— ¿Estás enfadada conmigo? — pregunté al ver que no hablaba desde que había vuelto.

— No — me miró—. Que una chica de dieciséis años tan guapa como tú me quiera besar me halaga. ¿A cuántas cuarentonas crees que les pasa algo parecido?

— A muchas.

— ¿Eso crees?

— Desde luego. Y no utilices el término «cuarentona», no me gusta.

Me sonrió. Después, recogió los bártulos dejándome sola y pensativa en la habitación. Lo cierto era Que entre ella y yo existía algo que había rebasado sutilmente la frontera entre médico y paciente. No Tenía dudas de lo que ella significaba para mí, sin embargo no podía decir lo mismo de lo que yo pudiera Significar para Taeyeon. No sé si solo se preocupaba por mí, y por el estado en que me encontraba, o si algo Dentro de ella había cambiado respecto a mí desde que ingresara por urgencias aquella mañana de sábado Y compartiéramos todas esas horas juntas. Fuera lo que fuera lo que estuviera naciendo en su interior, me Constaba también, que era en contra de su propia voluntad. Sus recientes y constantes alusiones a nuestra Evidente diferencia de edad le preocupaban en exceso y a mí en defecto. No obstante, era capaz de Comprender que si fuera ella la que estuviera yaciendo en la cama y yo la doctora encargada de sus Cuidados, también me hallaría perdida entre los límites de lo que pudiera considerar correcto y lo que no Lo era. O como ella misma lo había calificado en una ocasión, lo que era apropiado y lo que no. En cierto Modo, algo dentro de mí podría haberle concedido la razón, pero no quería hacerlo. Me negaba a admitir Que un puñado de años pudiera hacer naufragar mis sentimientos con tanta facilidad, como lo hace la ira Del mar con un barco surcando sus aguas.

No volví a verla durante lo que quedaba de tarde, tampoco durante la suculenta cena que había Encargado mi madre para recibir el nuevo año. Pasaban unos pocos minutos de las doce cuando pensé Que igual no volvería a verla hasta el día siguiente. Aunque m había dicho que no estaba enfadada Conmigo, yo no tenía la misma sensación.

Ya nos habíamos besado y abrazado los tres para desearnos lo mejor en el año que estrenábamos, y Ella, Taeyeon, la única persona que podría garantizar mi felicidad durante los próximos doce meses, no Aparecía. Estuve pendiente del reloj y vi con tristeza como los minutos pasaban sin noticias de ella. A las Doce y media en punto, mi deseo de verla una vez más se hizo realidad. Llevaba puesta la bata blanca Sobre su camisa roja y en su cara se dibujaba esa sonrisa perfecta que tanto me gustaba.

Mi madre se levantó de un salto y besaron, felicitándose el año mutuamente. Luego le tocó el turno a Minho. Me incorporé en la cama tan rápido como pude. En cuanto Taeyeon me vio caminó apresuradamente Hacia mí.

— No, no te levantes — susurró con una sonrisa—. ¡Feliz Año, Tiffany! — sus ojos me miraron

Profundamente, asegurándose de que comprendía que de verdad sentía lo que decía.

— Igualmente — le devolví la misma mirada cargada de sentimiento.

Alzó la mano y la posó sobre el lateral de mi cabeza. Con un movimiento rápido me acercó a ella y Me besó inesperadamente cariñosa en la mejilla.

Era la primera vez que me daba un beso y mi ritmo cardiaco se aceleró al sentir la intensidad de sus Labios sobre mi piel. Cuando le devolví su cariñoso beso su mano se tensó, reteniéndome contra su suave Mejilla durante un instante. Sin embargo, ese instante se grabó en mí para siempre.

— No quiero ser aguafiestas, pero Tiffany tiene que dormir — anunció a mi madre y su novio.

Su mano había abandonado mi pelo y ahora reposaba junto a mí sobre el colchón. Recogieron los Restos de comida, guardándolos en las mismas bolsas en las que habían llegado allí. Cuando terminaron, Minho rodeó mi cama y me despedí de él con un be o antes de que mi madre le acompañara hasta su Coche.

— ¿Puedo hacerte una pregunta personal? — dijo Taeyeon cuando ambos salieron de la habitación.

— Sí — asentí.

Seguía estando a mi lado y no se había movido desde entonces. Su mano continuaba junto a mí, Aunque no me tocara.

— ¿A tu padre le ves mucho?

— No, no le veo nada. Ni siquiera le conozco.

— Vaya, lo siento — me miró a los ojos pensativa.

— No pasa nada — dije quitándole importancia—. ¿Qué tal tu cena?

Se encogió de hombros.

— Bien — no sonó muy convencida.

— Menuda gracia trabajar en Noche Vieja, ¿verdad?

— No creas, esta vez no me ha importado. Para ti sí que es una gracia tener que pasarla aquí.

— Que va, es la mejor Noche Vieja que he pasado — confirmé fundiéndome en sus ojos.

Sonrió rehuyendo mi penetrante mirada.

— Es muy tarde, tienes que dormir, y aún tengo que darte la pomada.

— Tengo que lavarme los dientes primero.

Me ayudó a levantarme y me dio soporte mientras caminábamos juntas hasta el cuarto de baño. Dejé Que me ayudara cuando mi empeño por ser lo más autosuficientemente posible empezó a pasarme factura Y no pude mantener mi brazo alzado el tiempo suficiente para cepillarme bien los dientes.

— Gracias — le agradecí cuando cogió mi cepillo.

— De nada — respondió con dulzura —. El otro día me fijé en que eras zurda.

Asentí con la cabeza.

— Los zurdos sois más inteligentes.

— Eso no está demostrado. También dicen que morimos una media de nueve años antes que los

Diestros.

— ¡Por Dios!, eso sí que no está demostrado. De todos modos, ese jamás será tu caso.

— No importa. En realidad eso me convierte en alguien nueve años mayor. Así que ahora mismo

Tengo veinticinco, ¿lo verías mejor así?

Se echó a reír como respuesta.

De vuelta en la habitación me ayudó a tumbarme en la cama. Se había puesto los guantes de látex y Comenzaba con la cura cuando habló.

— He estado pensando durante la cena que me gustaría verte hacer Parkour. Cuando estés recuperada Del todo, claro, y en el gimnasio, nada de en la calle.

La miré sorprendida pero feliz.

— ¿Has visto a Yuri alguna vez?

— Sí, he acompañado a Sun a un par de competiciones.

— Entonces olvídalo, yo no soy ni la mitad de buena que ella.

— Eso no me importa.

— Yuri es de lo mejor que puedas ver por aquí. Lo mío es puro hobby.

— Pero yo te quiero ver a ti.

— De acuerdo, pero solo si tú lo haces conmigo.

— Qué más quisiera yo... Ya soy muy mayor para eso.

Deslicé mi mano y la cogí por el codo.

— Tú no eres mayor. Además, hay un par de movimientos básicos que no son difíciles de aprender. Solo hay que practicar.

— ¿Cuáles?

— El pasa-vallas y el del gato.

— ¿Tú quieres que me parta la crisma o qué?

Me reí con ella.

— El pasa-vallas sí que puedes conseguirlo, te lo aseguro — la observé unos instantes mientras se Reía. Me pregunté en ese momento qué iba a ser de mí sin ella, todo había cambiado tanto en mi vida Desde que la conociera. Levanté la mano y le acaricié la cara muy despacio—. Si no quieres no tienes por qué intentar nada.

Mi repentino gesto hizo que interrumpiera su labor para mirarme.

Después acaricié su pelo bajo su inquieta mirada.

— Si crees que puedo, lo intento — habló con la voz ronca y bajó la vista.

— Pensaba que esta noche no te iba a volver a ver — pasé nuevamente mis dedos por su rostro.

— ¿Por qué? — me miró otra vez.

— Porque tardabas mucho en volver después de las doce.

— Quería dejaros más tiempo por ser Noche Vieja.

— El único tiempo que me importa es el que paso contigo — regresé a su pelo.

— Por favor... Tiffany.

— Ya sé que no quieres oírlo, pero es verdad. No soporto estar sin verte. Cuando no estás aquí porque no es tu turno lo llevo mal, pero cuando sé que estás al otro lado del pasillo y sigo sin verte me pongo fatal. Esta noche he estado a punto de tirar la puerta abajo.

— Tiffany... yo no puedo trabajar así. ¿No te das cuenta? — volví a acariciar su piel antes de

Reposar el brazo en el colchón. Ni siquiera deseaba disculparme esta vez. No consideraba que tuviera Que pedir disculpas por decir lo que sentía. Sus ojos avellanados me miraron y regresó a mi tórax con Premura. Cuando apretó el tubo descubrí que le temblaban levemente las manos. Exhaló aire al ver que Me había dado cuenta y agachó ligeramente la cabeza.

Deslicé los dedos entre su cabello, a la altura de la frente—. No podemos seguir así —murmuró. Me mantuve en silencio y seguí cosquilleando su cabeza—. ¿Tú me escuchas cuando te hablo? — me preguntó suavemente al tiempo que levantaba la vista para mirarme.

Esbocé una frágil sonrisa ignorando su pregunta y abrí la mano para cogerle el rostro.

— ¿Mañana a qué hora vienes? — pregunté en su lugar.

— Mañana no vengo.

Algo se me quebró por dentro, pero continué acariciándole la cara.

— ¿Y el sábado tampoco?

— El sábado sí — sonrió vencida por mi insistencia, por primera vez desde que le acariciaba

Mientras hablábamos —. Vendré a las ocho, como siempre.

— Te voy a echar mucho de menos mañana.

No me miró y terminó de cubrir mi tórax con una gasa. Se quitó los guantes dándoles la vuelta y los Dejó a un lado de la cama. Deslicé una vez más mi mano por un lateral de su rostro y para mi sorpresa se Apoyó durante un instante sobre ella. Otro instante fugaz, ya que al momento me rodeó la escayola y retiró Mi mano de su cara.

— En serio, no podemos seguir así.

Me desperté con náuseas y un dolor de tripa que hacía que me retorciera bajo las sábanas. En seguida Noté la espesa humedad entre mis piernas. Avisé a mi madre que tuvo la genial idea de tocar el timbre de Emergencia a pesar de mis negativas. Nunca había visto a Taeyeon aparecer con tanta rapidez en la Habitación.

— ¿Estás bien? —me preguntó desde el umbral de la puerta.

— ¿Me puedes dar algo para el dolor, por favor? Me ha venido la regla — dije tratando de levantarme de la cama.

Caminó rápidamente hacia mí.

— Por supuesto, ahora mismo. ¿Dónde vas?

— Al baño.

— Vuélvete a acostar — me pidió posando la mano en mi hombro.

— Me he manchado — volví a encogerme por el dolor.

— No te preocupes por eso — dijo retirándome el pelo de la cara.

Observé, sin cambiar de posición, cómo se hacía de una ampolla y una jeringuilla y otros utensilios del armario que colgaba en la pared.

— Túmbate otra vez, por favor.

Iba a hacerle caso en esta ocasión, pero al separar las piernas para volver a acostarme me fijé en la Mancha oscura que había en mi entrepierna. Miré la sábana y descubrí que también la había manchado.

— Lo siento, lo he puesto todo perdido.

Bajó la vista siguiendo mi mirada.

— No pasa nada, Tiffany — sonrió—. Primero vamos a quitarte el dolor, después hacemos todo lo demás.

Asentí y dejé que me inyectara la ampolla.

— Esto es lo más rápido que hay. ¿Te duele mucho, verdad?

— Un poco.

— Con lo que tú aguantas el dolor, me temo que es más que un poco. ¿Siempre te duele tanto?

— Sí, siempre — hablamos a la vez mi madre y yo.

— Y en ocasiones ha llegado a vomitar — continuó informando mi madre a mi pesar.

— ¿Tienes ganas de vomitar ahora? — la palma de su mano me cubrió la frente.

— Apenas. Se me ha adelantado, no tendría que haberme venido hoy.

— ¿Cuándo te tocaba? — preguntó, y su mano se deslizó por debajo de la cinturilla de mi pantalón de pijama.

Tenía la mano caliente y no pude ignorar su tacto directamente sobre mi piel.

— El día nueve.

— ¿Cada cuánto reglas? — su mano se movió despacio palpándome la tripa.

— Cada veinticuatro días.

— ¿Es la primera vez que tienes un desarreglo?

Asentí con la cabeza.

— ¿Es normal? — preguntó mi madre.

— Sí, tranquila — miró a mi madre y sentí su mano masajeando suavemente mis ovarios—. Me hubiera inclinado a pensar que probablemente tendrías un retraso o incluso que no la tuvieras este mes, pero aun así es absolutamente normal — añadió dirigiéndose a mí en esta ocasión.

El calmante comenzaba a hacer efecto, y aunque el dolor era agudo se había vuelto más intermitente.

A pesar de los pinchazos que aún sentía, era incapaz de pensar en otra cosa que no fuera su mano Desplazándose sobre mi piel.

Exactamente en el espacio de piel que limitaba con el comienzo del pubis. El calor de su mano iba Aliviando mi dolor y avivando mi corazón. No conseguía entender qué pasaba por la cabeza de Taeyeon.

Horas antes había desaparecido de la habitación con una frase tajante acerca de mi actitud hacia ella. Sin Embargo, en aquel momento volvía a estar cariñosa conmigo y no dudaba en hacer todo lo que estuviera En ella por evitar mi malestar. No es que no quisiera aquellas atenciones, pero no las comprendía. Me Pregunté si Sunny hubiera actuado exactamente igual que ella si aquel accidente me hubiera ocurrido Durante su turno. Un no es lo que hallé por respuesta.

— ¿A qué edad te vino la regla? — su pregunta hizo que dejara de darle vueltas a la cabeza.

— A los once.

Su mirada se dulcificó y volvió a acariciar con una ligera presión mi tripa.

— Demasiado joven — suspiró.

La miré y sonreí con su exhalación.

— Ya apenas me duele, muchas gracias.

— Me alegro.

No deseaba dejar de sentir su mano desnuda sin el habitual guante de látex sobre mí, pero empezaba a Notar una excesiva humedad entre mis piernas. — Necesito ir al baño — dije cuando vi a mi madre entrar en él.

— ¿A qué?

— A cambiarme. Estoy empapada, estoy manchándolo todo.

— No te preocupes, yo me encargo.

— No, tú no — susurré.

— ¿Por qué no? — susurró también.

— Porque no quiero que tú tengas que hacerlo.

— ¿Por qué nunca me dejas cuidar de ti?

Bajé la mano y la coloqué sobre la suya, que aún seguía dándome calor.

— Siempre te dejo, pero esto no.

— ¿Y si te digo que quiero hacerlo?

— Taeyeon, por favor — rogué.

— Solo es la regla, Tiffany. Yo también la tengo.

Su apunte me hizo reír.

— ¿Cómo es que eres tan vergonzosa para unas cosas y tan poco para otras?

Capté su directa sobre la marcha.

— No es lo mismo.

— Son casi las cinco de la mañana, es Año Nuevo y no quiero discutir más sobre este tema.

— Yo tampoco quiero discutir, por eso lo mejor es que dejes que me levante, si necesito ayuda se la pediré a mi madre.

Volvió a acariciarme la tripa bajo mi mano, que aún seguía sobre la suya.

— Creo que no me has entendido, lo voy a hacer yo.

— Taeyeon, no.

— Si quieres te lo digo de otra manera para que me entiendas mejor. Aquí mando yo y se hace lo que yo diga.

— Pídeme otra cosa. Hasta que te deje en paz de una vez, pero esto no por favor —supliqué.

— Cuando quiera eso lo haré, mientras tanto solo quiero que me dejes cuidar de ti.

Me incorporé en la cama. No estaba segura de haber comprendido lo que me acababa de decir. No Parecía estar tan molesta entonces con mi actitud hacia ella. Desde luego, reconocía que yo había cruzado El límite en incontables ocasiones. Lo había estado cruzando sin ningún tipo de pudor desde el día que me Ingresaron. Incluso había intentado besarla unas horas antes, y sin embargo, ni una sola vez se enfadó Realmente conmigo. No sé si era porque en el fondo sentía que lo tenía todo controlado. Sabía que yo no Suponía ningún peligro y siempre que recibía una negativa recapacitaba y volvía a comportarme.

Seguramente le resultaba más cómodo de ese modo que haberse enfrentado a mí seriamente. Después de Todo, yo era una paciente que le habían asignado de una manera temporal ante un contratiempo. Por Primera vez me vi como lo que realmente era, parte de su trabajo. Lo había estado ignorando porque yo Me había enamorado. Pero, ¿y ella? Con treinta y nueve años ya se habría enamorado varias veces en su Vida y no iba a ser yo, una chica de dieciséis, la que volviera a despertar ese sentimiento. Se me encogió El corazón del dolor que me provocaron mis propios razonamientos.

— Tiffany — sentí su mano sobre mi mejilla—, ¿en qué estás pensando? — sonó sorprendida.

Se me habían empañado los ojos y retiré la vista para que no me viera.

— En nada.

Se acercó más a mí.

— ¿Por qué te cuesta tanto creer que me guste cuidar de ti? — me susurró al oído.

Apoyé instintivamente mi cabeza contra la suya mientras me hablaba y volví a respirar su perfume.

No lo sé — murmuré.

 

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Comments

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Karly34 #1
Sube amor accidental por favor
Cass_Addiction19 #2
<3
Skyth06
#3
Chapter 23: Hermosa adaptación
natovida #4
Chapter 14: Siento que esto va a tener un triste final, apropósito de quién es la historia original?
ashleyurdiales24 #5
Chapter 11: I love it?
ashleyurdiales24 #6
Chapter 10: Me encanta
Actualiza pronto por favor
Karly23 #7
Chapter 1: Amo todas tus adaptaciones e venido a aquí solo por ti ?