Capitulo 47 Perdida
Aprendiendo a vivirPOV Taeyeon
A paso lento, perdida en el sonido del piano, absorbiendo las notas musicales, sintiendo el llanto irse y regresar, como una pelota de pimpón en el juego mas candente de todos, viendo sombras pasar en ráfagas de viento, fieles contrincantes de su calma inexistente.
Caminaba sin rumbo, perdida en un sinfín de pensamientos, preguntas infinitas que se aglomeraban en los recovecos que dejaban las canciones, los auriculares le tapaban cualquier sonido proveniente del exterior, distrayéndola, sin presar atención mas que al mundo dentro de ella, un mundo que se sentía asfixiado, como si le hubieran puesto una soga a su abdomen y jalaran de ella, sofocándola con el paso de los días, dejándole caer gotas de desesperación con las horas, sin poder hacer nada, dejándose llevar como las hojas cuando caen de su hogar, perdiendo la vida, moviéndose livianas entre los bostezos del aire, sin rumbo fijo, sin esperanza, sin poder impedirlo.
Se sentía cansada pero no físicamente, se sentía cansada emocionalmente, el miedo, los pensamientos, la ironía de la vida le pesaban, la debilitaban tanto, era desesperante seguir absorbiendo el miedo de afrontar las situaciones, sentía como se desbordaba por su paciencia, como se mezclaba con la ira, como se aferraba al dolor, en una pequeña parte de su ser sentía latente el impulso de borrar todo y no sentir más.
Y esa pequeña parte se había cansado de no vivir, de detenerse a ver como el tiempo fluía mientras ella seguía viviendo en el pasado, se había cansado de llorar como si la lluvia del mundo dependiera de ella, se había cansado de todos, de todo, se había cansado de ser ella.
Era importante salir adelante, dejar de sentir compasión, era importante dejar ir, y sobre todo era importante ser feliz, se lo merecía incluso sino hubiera hecho nada para serlo, valia la pena vivir, valia la pena sonreír, valia la pena luchar.
Como al destino le gustaba jugar con ella, lo dejaría, le daría las riendas, jugaría con él, jugaría con el tiempo, con el miedo, con la felicidad, les daría el control, les dejaría que hicieran con ella lo que estaba destinada a ser sin importar nada mas que su felicidad, dentro de todo era el más importante.
El abrigo le había provocado calor, después de haber caminado por un tiempo sin rumbo fijo, sentía las perlas de sudor deslizarse por su rostro, lo abrió, permitiéndole al viento abrazarla, provocándole escalofríos, se sintió revitalizada, se sintió segura.
Vacía, pero sintiéndose llena, ¿Cómo puede explicarse algo así? Sus pies la dirigieron al lugar que visitaba desde hace algunos años, ese lugar silencioso donde podía llorar sin que la molestara, un sitio tranquilo lleno de soledad y lamentos.
No tenía una filosofía de vida, pero sabía que vivía en el pasado, atesorándolo, aferrándose a él, venerándolo incluso y eso le dolió, ahora entendía que el pasado ya no podía guardarlo si quería continuar y su inútil espalda ya estaba cansada de tanto cargar.
¿La vida le debía algo? Probablemente no, no después de la llegada de Tiffany, y entonces una vez más ahí estaba el motor que le daba cuerda, su novia era lo que siempre había esperado, era la forma mágica que había enviado el destino para compensarla por quedar encapsulada en la tristeza. Su novia era la persona que le enseñaría que si aceptaba lo que había pasado la carga no dolería, y que todo lo que habías pasado era la contribución de la vida, preparándote para ser la persona que estabas destinada a ser, convirtiéndote en luz, en estandarte para los demás, demostrándote a observar lo extraordinario a través de lo ordinario.
¿Qué pasa si la tristeza es la antesala a la perpetua felicidad? Se pregunta mientras se sienta en la banca fría de mármol contemplando las lapidas de sus padres, inerte y pensativa como si la inspiración las hubiera tomado entre sus brazos.
Tal vez vivir no tenga un trasfondo mas que el de disfrutar estar aquí, el de poder sentir, saborear, observar, amar. Tal vez al final del túnel no tenga mas para dar que una meta, un final y mientras h
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