Third Spark

Unknown Flames


Se encuentra acostado en la cama, con lo ojos cerrados y lo único que siente es el roce de las sábanas en sus manos cuando las imágenes comienzan a llegar. Básicamente es una sucesión de imágenes que adquieren movimiento, como si tuviesen vida, y no hace falta que SungMin le diga que es su vida. 
 
Ve todo desde el punto de vista de SungMin y desde que él tiene memoria (SungMin, hijo, no te lleves eso a la boca). También nota como pequeños carteles o palabras pegados a las imágenes, con datos cortos como edades, fechas y a veces, sentimientos. 
 
KyuHyun se relaja y observa cómo, a grandes rasgos, la vida de SungMin va transcurriendo poco a poco en el seno de una buena familia (lo cual es algo que hasta KyuHyun puede apreciar), con un hermano menor y padres presentes. La infancia y adolescencia de SungMin son, por lo que KyuHyun puede apreciar, felices. 
 
Hasta que sus padres fallecen en un accidente automovilístico. 

Entonces las imágenes dejan de tener vida para pasar una tras otras, inconexas, y cada una tiene un cartel indicando algo: hospital, desesperación, funeral, angustia, dolor. Cambian incluso los colores; lo que antes se mostrara lleno de luz y color, pasa a ser deslavado y gris. 
 
Y luego ve una lista en las manos, cree KyuHyun, de SungMin, encabezada con el título "Cosas para hacer a partir de ahora" seguida por varios items: dejar la universidad, conseguir un trabajo, conseguir otro trabajo más, pagar el alquiler, pagar el colegio de SungJin, comprar víveres, no llorar, demostrarle a la trabajadora social que puedo cuidar y mantener a SungJin, no llorar, ser fuerte, no llorar. Este último estaba borroneado con lo que parecían ser gotas de agua.
 
La imagen se diluye hasta que sólo quedan unas palabras: dos años después. 
 
Lo que ve después es nuevamente una sucesión rápida de fotos que toman vida y le muestran un par de focos demasiado brillantes y gente corriendo hacia él —SungMin— antes de que todo se vuelva negro. A continuación sólo escucha una conversación en donde SungMin (KyuHyun podría reconocer a voz donde sea) le explicaba a alguien que desde el accidente podía leer mentes e introducir pensamientos e imágenes en ellas. Que sólo puede hacerlo si la persona está a su lado y si la misma se lo permite. La persona le pide que deje de decir estupideces y se ríe. 
 
La negrura vuelve a mutar hasta formar nuevamente las palabras "dos años después"
 
Ahora son imágenes con vida y sonido. Es una discusión, en una casa, y el chico delante suyo le dice que ya no necesita que lo cuiden, que quiere buscar un trabajo y que no necesita seguir estudiando ya habiendo terminado el secundario. Que así puede ayudarle con el alquiler, que ya tiene dieciocho años y que de esta manera SungMin pude volver a estudiar. Pero SungMin refuta que no, que él debe seguir estudiando, que no hace falta que trabaje y que él puede arreglárselas con el dinero, que ya está acostumbrado .El chico sacude la cabeza en negación y sale de la habitación dando un portazo. KyuHyun escucha un suspiro y ve el trayecto que SungMin hace hasta el baño, donde se para frente al lavamanos, da el agua y se lava la cara. Se lleva las manos con agua un par de veces al rostro para terminar apoyándolas a los costados del semicírculo de cerámica blanca, y levanta la cabeza para quedar mirando de frente al espejo. En ese momento, es la primera vez que KyuHyun ve el rostro de SungMin. 
 
Tiene el cabello castaño claro, ojos marrones y mejillas sonrosadas. Las gotas que se deslizan por su rostro delinean una nariz respingada y unos labios rosados en forma de "m" para fluir hasta su mentón y terminar precipitándose al vacío. Y KyuHyun, sin saber de dónde sale el pensamiento, cree que nunca había logrado ver algo tan hermoso. 

Pero pronto es arrancado de su ensoñación cuando SungMin ve movimiento tras de sí por el reflejo del espejo, y antes de que alcance a voltearse completamente, una persona de negro se abalanza sobre el y le cubre el rostro con un pañuelo blanco y todo se vuelve negro. 
 
Lo que ve a continuación es lo que siempre creyó KyuHyun como su habitación, la cual, se da cuenta, no es más que una más de muchas al parecer. El lugar donde despierta SungMin es este lugar. Ve su primera semana allí y como el hombre de anteojos le dice que necesitan de su talento, que lo pueden ayudar a exacerbarlo, pero SungMin no quiere. Les dice que quiere irse, que tiene a su hermano y que no puede dejarlo, sólo para que le contesten que tendrá que quedarse de ahora en más, que ya no es decisión suya. Cada día de esa semana se repite la misma conversación.  

Hasta el to día.  
 
"El to día todo cambió", susurra SungMin en su mente. "El to día, lo que era malo se volvió horroroso, y lo que yacía al acecho tras esos anteojos de marco grueso se volvió tangible , doloroso e inconcebible"
 
Las siguientes escenas se suceden como si la luz se prendiera y apagara en la habitación de los recuerdos de SungMin: Luz. Oscuridad. Un tubo fluorescente en el techo que casi lo ciega. Negrura. Una mesa de metal con pequeñas botellas de vidrio y jeringas  a su costado izquierdo. 
 
De esta manera, entre el encendido y apagado de la memoria de SungMin, KyuHyun ve en primera persona cómo le toman del brazo y le inyectan algo a la altura de la cara interna del codo. A pesar de que SungMin trata de quitarlo con todas sus fuerzas, no puede hacer mucho porque está atado a una camilla y sólo le resta mirar, pero no quiere, por lo que aparta la mirada, la cual cae sobre el hombre de anteojos que está sentado en una esquina de esa habitación blanca, y que observa el trabajo de aquellos dos hombres sobre SungMin con el rostro impasible. La melena blanca, la nariz aguileña y los labios finos y secos que KyuHyun bien conoce comienzan a desdibujarse y repentinamente, como si alguien hubiese apagado la luz por completo, y todo vuelve a las tinieblas. 
 
KyuHyun se pregunta si acaso ha terminado cuando entre la oscuridad comienza a formarse una sola palabra que parpadea entre el rojo sangre y el amarillo enfermo: DOLOR. 
 
Repentinamente la quietud lúgubre es atravesada por incontables gritos, chillidos y alaridos en una voz proveniente de las entrañas de la desesperación, con un timbre rayano en la locura y KyuHyun no quiere pensar (Por favor, ¡no! ¡BASTA!). No quiere y, sin embargo, su propia mente lo traiciona susurrándole vilmente que esa voz desgarradora pertenece a SungMin, y siente como a bilis le sube por la garganta para terminar depositándose allí como un peso muerto y sofocante, y no puede hacer más que abrir los ojos e incorporarse en la cama con las manos cubriéndole los oídos y la boca abierta de manera que el aire logre entrar de alguna forma a sus pulmones. 
 
Cuando por fin exhala el aliento contenido, lo hace en forma de sollozos ahogados y las lágrimas le empapan el rostro antes carente de expresiones que ahora muestra una mueca entre la angustia y el horror. Entonces, de forma lenta pero segura, siente cómo las emociones y sentimientos de los que le hablara SungMin alguna vez se agolpan en su pecho, y no los quiere, porque son la ira, el miedo, el dolor, la desesperación y la impotencia que nunca creyó —ni deseó— llegar a sentir. 
 
Siente cómo lo arañan y socaban por dentro, buscando salir de alguna manera, y le arden los ojos y el rostro, y le suele el cuero cabelludo en donde se incrustara las uñas sobre las orejas en un intento de suprimir los gritos y no sabe qué hacer. Siente que le martillean el cerebro y que la cabeza le va a explotar y— 
 
"¡¡KYUHYUN!!", grita SungMin dentro de su cabeza y el foco de luz de su habitación se prende sólo para estallar en mil pedazos que terminan esparcidos por todo el piso, y de repente lo único que se escuchan son los jadeos erráticos y temblorosos que deja escapar KyuHyun. 
 
Al cabo de unos segundos, la voz de SungMin vuelve a inundar su mente, ya no con gritos y desesperación (oh, gracias, ¡gracias!), sino con dulzura y preocupación que actúa cual compresa fría en su sobrecargada mente. 
 
"KyuHyun... ¿estás bien?", pregunta tentativamente. "Lo siento. Sabía que no debía mostrártelo, pero tú insististe y luego los recuerdos se me salieron de control y yo--" continúa SungMin atropellándose con las palabras. Porque tiene miedo de haberle hecho daño. Porque lo ha llamado mil veces cuando sintió interrumpida la conexión y la temperatura subía y KyuHyun no contestaba y... ¿qué haría si ya no le contestaba nunca más? No. SungMin no tenía miedo. Estaba aterrado, porque KyuHyun era lo único que tenía ahí y sin él... 
 
"Lo siento, KyuHyun", dijo en una voz temblorosa, atenazada por el temor. 
 
Entonces KyuHyun se desploma sobre su cama, con los ojos abiertos e inundados. El cabello se le pega a la frente y tiene el rostro empapado de sudor y lágrimas, y cuando habla, lo hace con un hilo de voz. 
 
—Tengo que sacarte de aquí. 
 

--۞--

 
La idea sale de sus labios antes de que pueda procesarla como es debido en su mente, por eso es que, recién después de unos minutos en los que de alguna manera logra calmarse y  se incorpora nuevamente en la cama. 
 
Su mente entonces comienza a trabajar a mil por hora. Porque tienen que salir de ahí. Lo ha dicho sin pensar prácticamente, pero eso no quita que sea cierto. El problema es cómo hacerlo. 
 
Por eso KyuHyun se pone de pie y, tras calzarse, comienza a mirar y revisar cada rincón de su habitación. Sabe que no tienen oportunidad de salir por la puerta principal porque, aún si lograra forzarla, los atraparían en menos de cinco minutos. Además, aún estaba el problema que él no sabía exactamente dónde estaba SungMin. Bien podría estar al otro lado del mun— 
 
«Sólo puedo hacerlo si la persona está a mi lado y si la misma me lo permite»
 
La voz de SungMin llega nuevamente a él con ese fragmento de información al cual no le había prestado atención, y entonces se vuelve bruscamente hacia su cama, a la cual se sube de un salto para quedar mirando a la pared y apoya amas manos sobre la misma. 
 
SungMin tenía que estar al otro lado. Tenía que estar lo suficientemente cerca como para alcanzarlo con lo que fuese que usara para entrar en su mente. 
 
Mira detenidamente la pared y la acaricia con las palmas, como queriendo encontrar algún resquicio por donde atravesarla, y entonces, la golpea fuerte con ambos puños. 
 
"¿Qué fue eso?", pregunta SungMin. 
 
—¿Lo sentiste? 
 
"Sí. Fue una pequeña vibración en la pared. Como si retumbara. ¿También lo sentiste?"
 
—Yo lo hice —afirma y, como queriendo reforzar su teoría, vuelve a golpear fuerte la pared, esta vez tres veces seguidas. Luego de unos segundos, siente los mismos golpes salir de la pared—. ¿SungMin? 
 
"Sí", contesta. "No puedo creer que siempre estuvieras a mi lado. Pensaba que podías escucharme porque también, inconscientemente, podías hacer lo mismo que yo"
 
KyuHyun está a punto de contestar que él no puede hacer nada ni cercano a lo que SungMin cuando decide que no es momento de hablar. Tiene que pensar en una manera de salir, por lo que vuelve a escudriñar en la habitación. 
 
Hasta que su vista recae sobre la rejilla de ventilación. 
 
Está ubicada justo en el techo, sobre la cabecera de su cama. No es tan grande, pero cree que podría entrar, pero ¿a dónde lo llevaría? Realmente no lo sabía, pero mínimamente lo sacaría de entre esas cuatro paredes, que era lo que necesitaba. Una vez afuera, se las arreglaría para llegar hasta SungMin. 
 
KyuHyun entonces se para sobre la cama, camina sobre la misma hasta la cabecera y trata de alcanzar con las manos la rejilla, cosa que no logra, por lo que se baja, toma la mesa de luz y la coloca sobre la cama. 
 
Una vez ubicada la mesa en el lugar deseado, KyuHyun se sube encima y queda con la rejilla a su alcance. Acto seguido, cuela sus dedos por entre las rendijas, empuña los listones de metal y tira hacia si con todas sus fuerzas, pero la placa no cede. Debe pensar en otra manera de quitarla. 
 
"KyuHyun, ¿qué estás haciendo?", pregunta SungMin, aún cauteloso por lo sucedido minutos antes, pero KyuHyun lo ignora en pos de seguir pensando, tirado en la cama después de que se le resbalaran las manos luego un tirón particularmente fuerte. 
 
Piensa, piensa, piensa, piensa, piensa..., se dice a sí mismo una y otra vez, pero las ideas no llegan y lo único que acude a su mente son los gritos de dolor de SungMin.  

Siente que le taladran los oídos, una y otra vez, hasta que un pensamiento cruel se cuela en su cabeza. 
 
Él había frenado lo que SungMin le estaba mostrando, lo cual había sucedido la primera semana. Pero, ¿era eso lo único que iba a mostrarle? ¿O había más? 
 
Sí. Había más. Había algo peor, estaba casi seguro, pero ¿qué? ¿Podía haber sufrido algo peor que lo que le había mostrado? ¿Incluso peor que lo que provocara aquellos gritos de dolor? 
 
Y de nueva cuenta lo gritos ahogados de SungMin llenan su mente, lo cuales KyuHyun trata de reprimir, nuevamente cubriéndose los oídos. Pero los gritos nacen de su cerebro, el cual los repite en un ciclo continuo y  asfixiante, una y otra vez, superpuestos uno sobre el otro hasta que ya no puede más. 
 
—¡BASTA! —grita al punto de que le arde la garganta por la fuerza con la que han salido las palabras y cierra fuertemente los ojos. Al mismo tiempo, siente como si una ráfaga de calor se desprendiera de él, a lo cual le sigue un sonido sordo y metálico. Cuando levanta la vista, la rejilla está completamente negra y chamuscada. Los listones de metal están doblados hacia adentro y tres de los cuatro tornillos que la sujetaban contra el techo ya no están. 
 
¿Qué sucedió...?, se pregunta KyuHyun, mirando sorprendido la mancha negra, retorcida y calcinada que fuera antes el ducto de ventilación. 
 
"KyuHyun, ¡KyuHyun! ¿Qué pasó? ¿Por qué gritas?", pregunta sobresaltado SungMin luego de escuchar el grito del otro y el sonido parecido a una explosión proveniente de algún lugar muy cercano. 
 
—No... no lo sé —replica KyuHyun—. Simplemente explotó —continua, azorado. Pero no le dura mucho, porque lo que importaba era que ahora podía colarse por el agujero que había quedado. 
 
Se pone de pie y, de un salto, se ubica sobre la mesa para retirar los restos de metal chamuscado de lo que fuese la rejilla. Cuando los ha quitado, apoya sus manos en la superficie plana que creía era la parte superior de su techo y, dando un salto, se impulsa hacia el oscuro interior. 
 
El espacio es bastante reducido, pero es suficiente como para arrastrarse sobre sus manos y rodillas. Mira entonces hacia adelante y ve que el estrecho conducto continua por varios metros. Tiene que avanzar y llegar a algún lugar dónde pueda salir si que lo vean, para así poder ir a buscar a SungMin. 
 
Por eso mismo empieza a gatear por ese lugar iluminado apenas por la luz que se cuela por otras rejillas. Alrededor de cuatro metros más adelante se encuentra con la primera, por sobre la cual pasa cuidadosamente, para evitar romperla y caer por la misma. 
 
—KyuHyun... 
 
SungMin lo está llamando, pero justo antes de contestar que se quedara tranquilo, que él lo iba  encontrar e iban a salir de ahí, se congela. 
 
Lo ha escuchado en su mente. Pero más sorprendente aún, lo ha escuchado con sus oídos. 
 
Ante esto, voltea la cabeza bruscamente hacia atrás, hacia la rejilla de ventilación que ha pasado, porque había salido de ahí, y retrocede sobre su pasos lo más rápido que puede en ese pequeño espacio hasta que su rostro queda sobre los listones de metal y mira hacia el otro lado. 
 
Es una habitación exactamente igual a la suya, sólo que la distribución es opuesta y hay alguien allí. Esta arrodillado sobre la cama y tiene la frente y la mano derecha apoyadas sobre la pared. Por el ángulo no puede ver su rostro, pero tiene el pelo castaño claro y lleva puesta la misma ropa que él, y justo en el momento en el que quiere seguir, pensando que tal vez había oído mal, la persona voltea el rostro hacia la derecha, para quedar ahora con la mejilla presionando la pared. Y el aire se escapa de sus pulmones. 
 
—¿Sung...SungMin? 
 
 
Es sólo un susurro inseguro, porque no pensó en ningún momento que pudiese encontrarlo tan rápido, además de que, si se equivocaba y era otra persona, podían dar aviso para que volvieran a encerrarlo. Pero todo eso pasa a segundo plano cuando la persona se voltea hacia el sonido de su voz y KyuHyun vuelve a ver aquellos profundos ojos marrones que viera en su mente, reflejados en un espejo. Era SungMin. 
 
—¡SungMin! —exclama ahora con urgencia. 
 
—¿KyuHyun? —pregunta el muchacho que comienza a bajarse de la cama y avanza cauteloso a la fuente de aquella voz: la rejilla de ventilación—. ¿Eres tú? Pero, ¿que ha—? 
 
—Vine a buscarte —explica—. ¿Querías salir, no? 
 
Y SungMin, por primera vez desde que lo metieran en ese agujero, siente que quiere llorar de felicidad. 
 
—Ahora ayudarme a quitar esto —pide el de pelo negro, golpeando la placa de metal que los separa para darle énfasis a sus palabras. 
 
Sin perder tiempo, SungMin se vuelve hacia la cama para tomarla y arrastrarla hasta abajo del ducto. Luego va hacia la mesa y repite el proceso que realizara KyuHyun. La pone sobre la cama para subirse y, una vez arriba, entrelaza sus dedos entre los listones. 
 
SungMin lo hace todo automáticamente porque ya lo ha intentado, sin éxito, puesto que la placa está firmemente atornillada. Pero ahora son dos, y el de pelo castaño se permite tener esperanza de que con sus fuerzas combinadas será suficiente, por lo que tira con todas sus fuerzas mientras siente que KyuHyun hace lo propio desde otro del otro lado, tratando de empujar hacia abajo, valiéndose del peso de su cuerpo. 
 
La placa cede abruptamente. Dos tornillos contiguos se han zafado y el peso de KyuHyun, combinado con la fuerza de palanca de la placa sobre los tornillos restantes hace que se doble en ese lado, provocando que SungMin caiga de espaldas hacia la cama y que KyuHyun se precipite por el agujero, para caer también sobre la cama, encima de SungMin. 
 
Por nos momentos están ambos demasiado aturdidos por el golpe, hasta que poco a poco KyuHyun comienza a incorporarse sobre sus brazos y rodillas para no aplastar al otro, pero apenas logra levantar su cuerpo unos centímetros cuando los brazos de SungMin lo rodean por la espalda y lo estrechan contra su cuerpo. 
 
—Gracias... —dice y lo abraza aún con más fuerza mientras presiona su cara contra el pecho del pelinegro en un intento vano de evitar que las lágrimas caigan.  

Está tan aliviado de verlo. Tan aliviado de tenerlo cerca y de poder abrazar a quien fuese su ancla cuando sintió que vagaría perdido en la desolación. 
 
KyuHyun por su parte no sabe qué hacer, por lo que no hace nada y se queda inmóvil. El otro lo está abrazando, sabe que eso es un abrazo y lo ha tomado por sorpresa, pero se siente tan bien que poco a poco se relaja entre aquellos cálidos brazos. 
 
Cuando por fin el otro afloja su agarre, KyuHyun decide que es momento de levantarse y lentamente se separa de SungMin, quedando sobre sus manos y rodillas sobre él. Y es en ese momento que KyuHyun puede verlo con atención. 
 
Sí, SungMin tiene unos profundos ojos marrones, y las mejillas sonrosadas, pero esto es sólo producto del llanto. Tiene ojeras muy marcadas y está demasiado delgado, mucho más de lo que lo viera en esos recuerdos, cosa que también sintió cuando lo abrazara. 
 
KyuHyun se hace a un costado y se para al lado de la cama, lo cual SungMin aprovecha para sentarse y, al levantar las manos hacia la cara para secarse las lágrimas, las mangas se le bajan y KyuHyun siente que se le detiene el corazón ante lo que ve. 
 
Sendos listones violáceos y rojizos le recorren los antebrazos, mientras que en las muñecas pareciera que la piel ha sido frotada al borde del sangrado. Cuando SungMin se da cuenta de lo que KyuHyun está mirando, se apresura a bajar las manos y acomodarse las mangas. 
 
—¿Eso...? —dice KyuHyun, pero las palabras mueren antes de terminar de escaparse de sus labios, porque sabe la respuesta a su pregunta. 
 
¿Eso te lo hicieron ellos? 
 
—Te dije que ya no podía seguir aquí —le recuerda SungMin, con un tono que deja en claro que no quiere hablar del tema. Y KyuHyun cree que no quiere saber. No aún. 
 
Entonces recuerda las palabras que le dijo SungMin hace algún tiempo, y actúa en consecuencia: se inclina un poco hacia adelante, rodea a SungMin en un abrazo y le dice en una voz suave lo que espera sea cierto: 
 
— Todo va a estar bien — y SungMin lo abraza, empuñándole la remera en la espalda y estallando nuevamente en llanto porque, Dios, hace cuándo deseaba escuchar eso. 
 
Tras unos momentos disfrutando del calor del otro y separándose de él, KyuHyun lo ayuda a ponerse de pie. 
 
—Ahora tenemos que salir de aquí —dice acomodando bien la mesa sobre la cama y guiando a SungMin a posicionarse sobre esta de manera de alcanzar el agujero. 
 
—¿Qué haremos una vez salgamos de la habitación? —pregunta SungMin terminando de colarse en el espacio y rotando e inclinando su cuerpo para ayudar a KyuHyun, quien toma la mano que SungMin le ofrece y se impulsa hacia arriba, quedando con el torso en el estrecho espacio y los pies colgando.. 
 
—No lo sé —contesta entre jadeos debido al esfuerzo—. Lo veremos cuando- 
 
Pero KyuHyun aún no ha terminado de hablar cuando la puerta se abre de golpe, azotándose contra la pared y sobresaltándolos. 
 
El  pánico entonces desdibuja las facciones de SungMin, quien toma a  KyuHyun de la espalda de su remera para comenzar a tirar desesperadamente de él hacia el interior del ducto, mientras que KyuHyun trata de empujarse con los antebrazos. 
 
Repentinamente, el pelinegro cesa todo movimiento y alza la mirada hacia SungMin, quien, a pesar de seguir tirando de él, se la sostiene. Parece una eternidad, pero es sólo un segundo, y  antes de que KyuHyun pudiese decirle hay alguien agarrándolo y que ha sentido un pinchazo en el estómago, su cuerpo retrocede bruscamente hasta que sólo la parte superior de su torso estaba arriba, sostenido por sus antebrazos y por SungMin, quien trata por todos los medios de no soltarlo y de volverlo a subir. 
 
En ese momento de tira y afloje, de una manera extraña, KyuHyun se ve desprendido de la realidad. Siente que todo empieza transcurrir lentamente y deja de escuchar el alboroto que se produce a sus pies para enfocarse en SungMin.  

En SungMin y sus mejillas sonrosadas. SungMin y su rostro empapado de sudor y lágrimas, las cuales delinean su piel para perderse en la comisura de sus labios. Sungmin y su piel delicada y sus abrazos cálidos. 
 
Entonces KyuHyun le dice —o cree hacerlo, ya no sabe— que debe irse, que después encontrará la manera de seguirlo y a pesar de lo borroso que ve, cree que SungMin le responde algo que no logra entender. 
 
Por fin la fuerza abandona sus brazos, aflojando su agarre y SungMin no puede con el peso de su cuerpo. Se le resbala de las manos para precipitarse hacia abajo, donde cae nuevamente sobre la cama y las personas en la habitación —cinco en total, todos vestidos de bata blanca— se apartan rápidamente de su lado, formando un circulo a su alrededor y mirándolo con cautela, como si en cualquier momento les fuera a saltar al cuello. 
 
Su intento de escapar ha fallado, y entre la niebla de su mente, cada vez más espesa, piensa que tal vez debió planearlo mejor, pero que da igual, porque ha logrado su cometido: sacar a SungMin de ahí. Eso hace que se le forme una ligera sonrisa en el rostro casi entumecido y para sorpresa de todos los ahí presentes. 
 
Dura muy poco su momento de triunfo, y la sonrisa se desvanece de su rostro cuando siente que algo cae pesadamente sobre la cama y, al bajar con dificultad la mirada ya casi perdida, ve con estupefacción que se trata de SungMin. 
 
Cuando su mirada se encuentra con la aterrada del otro, escucha algo en su cabeza. 
 
"Te dije que te llevaría conmigo. No te dejaré aquí solo"
 
Y KyuHyun ve con horror como los cinco hombres se abalanzan sobre SungMin antes de perder el conocimiento.

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