First Spark

Unknown Flames

Se despierta con el chirrido que produce la puerta al ser abierta. Cuando mira al costado, ve a una mujer vestida de blanco depositar una bandeja con comida en la mesa, al lado de su cama. Se vuelve hacia la pared.

Otro día ha comenzado.

Cuando la mujer se retira, el se incorpora y mira el contenido de la bandeja. No tiene mucha hambre y la comida es igual que siempre, como parte de la rutina que tiene que seguir. Como todos los días, simplemente la come.

A las nueve de la mañana es el desayuno. A las diez viene el hombre de los anteojos para "enseñarle lo necesario". A la una de la tarde es el almuerzo y a las dos vuelve el hombre de los anteojos para seguir enseñándole. A las cinco de la tarde es la hora de las inyecciones; la sesión dura aproximadamente dos horas y luego tiene una hora de lectura. A las ocho de la noche es hora de su baño, a las nueve llega la cena (traída por la misma mujer de blanco del desayuno) y a las diez de la noche se apagan las luces. Esa es la rutina de todos los días, cada día desde... desde ese día.

Ese día despertó mirando un techo blanco, en la misma cama que despertaría en los días por sucederse. Se sentó, miró a su alrededor, y las preguntas lo asaltaron. Muchas de ellas. Porque ahora lo sabía —el hombre de los lentes se lo había enseñado—, pero en ese momento todo era nuevo. Había una cama (¿qué es una cama?), había una mesa (¿qué es una mesa?), había dos puertas (¿qué es una puerta?). Se levantó y trató de abrir la puerta más cercana (esto es una puerta). No se abrió. Fue hacia la segunda y al abrirla se encontró con un baño (¿baño?). Dio un par de pasos hacia el interior y al ver movimiento a su derecha se volteó sobresaltado, sólo para encontrarse con que un rostro le devolvía la mirada. Tenía el cabello negro revuelto, ojos marrones, leves cicatrices en las mejillas y labios gruesos. Al bajar la mirada notó que vestía una remera de manga larga de cuello en "v" y unos pantalones, ambos blanco y de algodón, algo que supo mucho después. Sin embargo, cuando la mano que extendió hacia ese rostro chocó contra algo duro, liso y frío, su mente gritó "espejo", y entonces comprendió, a través de la niebla de confusión en su mente, que ese rostro era el suyo, pero... ¿qué era?

(Una persona).

Mientras toma el desayuno, piensa que en su momento, luego de varias sesiones con el hombre y después de haber leído bastante —los libros que le daban ahí—, se lo preguntó al hombre de anteojos (¿Qué soy? Una persona valiosa. ¿Cuál es mi nombre? No lo necesitas).

Y así su día transcurre como cualquier otro. Como todos los anteriores. Como todos los que vendrán.

Siempre es así.

Hasta que no lo es.

Sucede justo después de su sesión de inyecciones (¿Por qué? Son necesarias). La cabeza le da vueltas y está confundido y mareado, por lo que ni bien llega a la habitación, se desploma sobre la cama y lo último que escucha antes de dormirse, es el sonido del cierre automático de la puerta.

Cuando se despierta y mira a su izquierda, ve sobre la mesa la bandeja con su cena. Parece estar fría, por lo que deben ser pasadas las nueve y media de la noche, calcula. El reloj de pared, ubicado sobre la puerta metálica de entrada le da la razón, marcando ya siete minutos pasados de la una y media de la madrugada y por eso, al verlo, piensa en darse media vuelta y volverse a dormir, hasta que algo interrumpe el silencio inmutable. Un sonido (canción) llama su atención. Cree nunca haber escuchado algo así, por lo que sigue instintivamente la fuente de aquel sonido hasta encontrarse con la oreja pegada a la pared (y aún así no está seguro de que provenga de ahí).

Es un sonido suave y por alguna razón se siente atraído hacia el mismo. No logra discernir que dice —porque está seguro de que es alguien hablando—, pero sabe que tiene un ritmo. Una canción. Lo había leído en un libro (¿Puedo escuchar lo que es una canción? No lo necesitas). Alguien cantaba. Otra persona.

Él nunca ha visto a nadie aparte del hombre de anteojos y a la mujer que trae los alimentos. Tampoco ha escuchado a nadie más que al hombre de anteojos (la mujer nunca habla), por lo que esto es nuevo. Esto no forma parte de su rutina.

Repentinamente el canto cesa y puede escuchar otra serie de sonidos (llanto). Sabe lo que es; también lo ha leído, pero jamás lo ha experimentado. No que recuerde —y está consciente de que no recuerda muchas cosas; un tema con su cabeza le dijeron—, aunque no le importa. Nada le importa realmente.

Y no sabe en qué momento sucede, pero todo sonido se detiene y el silencio inunda su habitación. Él simplemente se acomoda en la cama y se vuelve a dormir.
 

--۞--


Se despierta con el sonido de la puerta al abrirse y su mirada adormilada sigue el trayecto que hace la mujer hasta su mesa para depositar sobre la misma la bandeja con su desayuno y de vuelta. Mira su comida. Es lo mismo de siempre, pero aún así lo come y su día sigue como siempre.

Sólo que no es tan así.

Sucede a los pocos minutos del apagón de luces, esa misma noche. Su día hasta entonces ha sido normal, pero todo cambia cuando vuelve a escuchar la canción. No realiza ningún movimiento más que el parpadear de sus ojos y se da cuenta de que el sonido no viene desde la pared, contrario a lo que pensara inicialmente, sino que pareciera escucharla dentro de su cabeza. Es por demás anormal, y no puede dejar de preguntarse quién es.

La canción se detiene y él se acomoda para seguir durmiendo, porque todo carece de importancia en su mente. Nada merece su prolongada atención. Nada le afecta. Nada-

"¿Puedes oirme?"

Sus ojos se vuelven a abrir y surcan la habitación entre las sombras. No hay nadie ahí más que él. Sin embargo, lo ha escuchado. Era suave y clara a la vez. Una voz nueva. Una voz distinta a las que ha escuchado.

"Sí, lo escuché", piensa para sus adentros, como una confirmación de que no estaba loco y ciertamente no como respuesta a lo escuchado. Y aún así...

"¿Dónde estamos?", escucha nuevamente y esta vez se incorpora sobre la cama, los oídos tratando de captar cualquier sonido.

—¿Dónde estás? —pregunta en voz alta, esta vez casi seguro de que hay alguien más en la habitación con él.

"No... no lo sé", escucha. Nuevamente no con los oídos, sino con su mente. Y entonces se levanta y registra la habitación.

No hay nadie más allí.

"Por favor, ¿puedes decirme dónde estamos?", vuelve a escuchar, aún parado en el medio del cuarto y con las manos cubriéndole los oídos a modo de no escuchar, lo que había probado ser inútil. Por eso, intenta otra cosa.

—No lo sé. No me interesa saberlo —explica volviendo a recostarse en la cama y, cerrando los ojos, intentando volver a dormirse.

"¿Cómo puedo saber que no estás mintiendo?", pregunta la voz en su cabeza, y él contesta con lo obvio, antes de volver a sumirse en sueños:

—No puedes saberlo.
 

--۞--


Varios días pasan y, de cierta manera, se ha acostumbrado a escuchar aquella voz en su cabeza, puesto que la escucha todas las noches desde la primera vez. Al principio sólo le hace preguntas: que dónde estaban (no lo sé), que quiénes eran las personas de blanco (no lo sé), que para qué lo querían (no lo sé). Pero esa noche es diferente.

Está acostado en su cama y sabe que debe esperar a las preguntas. Siempre llegan y quiere que esta vez lo encuentren despierto (no como tantas otras veces), pero ésta pregunta en particular, cuando llega, golpea con fuerza.

"¿Cuál es tu nombre?".

Silencio.

Por primera vez no encuentra palabras para contestar a una simple pregunta. Eso nunca le ha sucedido y lo deja aturdido por unos segundos, tras los cuales contesta con un escueto "no tengo".

"¿No lo recuerdas?"

—No lo necesito —corrige en voz alta y prosigue—. Simplemente no lo necesito —explica, y no sabe si lo hace para convencer al otro o a sí mismo.

"Eso no puede ser", escucha que dice la voz. "Yo te daré uno entonces", y antes de que tenga tiempo de protestar que no hace falta, que él es especial y que no lo necesita...

"KyuHyun. Ese puede ser tu nombre. Creo que es lindo".

Pero casi ni presta atención a lo que dice luego del nombre. No lo necesita y no le interesa, porque él es especial, pero ahora tiene un nombre, y contrario a lo que le gustaría admitir, se siente diferente. Como si hubiese despertado de un profundo sueño. Como si fuese alguien diferente; alguien vivo.

Y por primera vez, inconscientemente, 'KyuHyun' se va a dormir con una leve sonrisa en el rostro.
 

--۞--


—Muy bien. Ahora respira hondo y contaré lentamente de diez a uno —dice la voz áspera y ronca del hombre de anteojos—. Cuando llegue a uno, caerás en un profundo sueño.

Lo hace. Es parte de la rutina después de todo, así que lo hace.

—Diez...

Aunque ya no es tan indiferente.

—Nueve...

Piensa que tal vez tenga que ver con el otro.

—Ocho...

Y que tal vez debió contárselo al hombre de anteojos.

—Siete...

Porque puede ser que la voz sea producto de algo mal en su cerebro.

—Seis...

Pero es poco probable.

—Cinco...

Por eso piensa que es mejor seguir como ahora.

—Cuatro...

Porque el hombre de anteojos dijo que no necesitaba un nombre.

—Tres...

Y tenía toda la razón.

—Dos...

Hasta que le dio uno. El otro...

—Uno...

SungMin.

Entonces, su cerebro se apaga.
 

--۞--


Una noche, dos días después de haber recibido un nombre, son las once de la noche y el otro, SungMin, aún no ha irrumpido en su mente. Por eso mismo, y casi sin darse cuenta, se encuentra preguntándose por él.

—¿Por qué no hablas hoy?

"...no me encuentro bien".

—¿A qué te refieres? —pregunta, porque de verdad no comprende. ¿Se refería acaso a algún malestar físico?

"Extraño a mi familia", dice el otro con la voz un poco ahogada con lo que KyuHyun sabe es llanto. Pero hay otra cosa que le llama la atención.

—¿Qué es extrañar? ¿Qué es familia? —no puede evitar preguntar, porque lo hace casi por inercia. Nunca había escuchado ni leído acerca de esos conceptos antes.

El otro le responde con silencio, antes de hablar:

"Una familia son personas que están relacionadas con uno, ya sea por lazos sanguíneos o por sentimiento... ¿y tu familia?".

¿Su familia? Él no tenía lo que el otro describía como 'familia', por eso le dijo exactamente eso, y antes de que SungMin tuviese tiempo de comentar al respecto, KyuHyun volvió a hablar.

—¿Y extrañar?

"¿Extrañar...?", pregunta un tanto desconcertada la voz. A esas alturas ya se está dando cuenta de que KyuHyun no es del todo normal.

—Sí. ¿Qué es? —inquiere en tono plano.

"Es un sentimiento", lo escucha decir en su cabeza. "Es cuando deseas ver a alguien a quien quieres y que no tienes a tu lado".

Un sentimiento. KyuHyun no tiene ni idea de lo que eso significa. No está en los libros que ha leído, que sólo hablan de política y economía y de cómo hay personas especiales que deben purgar el mundo. Además, el hombre de anteojos nunca le ha hablado al respecto y, aún así, el timbre de esas palabras hace que se le remueva de manera incómoda algo en el pecho. Es casi como un malestar físico.

Decide entonces que es tarde para ponerse a analizar lo que ha escuchado y el otro pareciera no estar dispuesto a seguir hablando, así que se acomoda en la cama y cierra los ojos.
 

--۞--


Las conversaciones con SungMin son gradualmente más extensas y KyuHyun se acostumbra eventualmente a su nombre. Al principio se le hace raro y lo confunde, porque nunca antes nadie se ha referido a él por un nombre, pero descubre que no le molesta. También se encuentra preguntando cada vez más mientras más escucha al otro, porque a SungMin le gusta hablar y contarle cosas. Dice que lo hacen sentir menos solo (¿Qué es sentirse solo? Es cuando no tienes cerca a nadie que te quiera lo suficiente como para abrazarte y decirte que todo va a estar bien), y KyuHyun lo deja, porque por primera vez siente interés en algo.
 

--۞--


Ha pasado una estación completa cuando una noche, es el turno de SungMin de preguntar.

"KyuHyun... ¿somos amigos?".

—¿Qué es un 'amigo'?

"Un amigo es una persona con la que puedes hablar de cualquier cosa. Una persona que te entiende, te quiere y se preocupa por ti", explica SungMin, y KyuHyun pregunta:—¿Eres tú mi amigo?

Ante eso, SungMin responde en tono sincero con un "por supuesto", y luego de una pequeña pausa cargada de duda, vuelve a preguntar: "¿Tú quieres ser mi amigo?".

KyuHyun lo piensa unos momentos. Él y SungMin hablaban, eso era seguro. También supone que hablan de cualquier cosa, pero no estaba seguro de quererlo o preocuparse por él (SungMin en su momento le había explicado casi todos los sentimientos que podía nombrar, pero KyuHyun nunca los había experimentado de primera mano). Aún así, su voz reverberó en la habitación, así como en su mente, fuerte y clara.

—Creo que sí.

"No sabes cuánto me alegra saberlo. Muchas gracias..."

Y KyuHyun le creyó, porque casi podía sentir eso llamado alegría en aquella voz.

Por segunda vez, KyuHyun se fue a dormir con una sonrisa insospechada.
 

--۞--


KyuHyun aprende bastante acerca de los sentimientos de los que habla SungMin, los cuales, según él, son indispensables para las personas. Recuerda claramente las palabras de SungMin cuando le dijo que no recuerda haber tenido estos sentimientos —y que lo único que recordaba haber sentido era aquello relacionado con lo físico—: un "lo siento" dicho en un tono y cadencia tan extraños que KyuHyun sintió que le ardían los ojos.

Sí, KyuHyun ha aprendido bastante, pero no es hasta que comienza a experimentarlos conscientemente que piensa que no sabe si quiere tener algo que ver con ellos.

 

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
No comments yet