Second Spark

Unknown Flames


Es hora de sus inyecciones y KyuHyun se recuesta en ese sillón reclinable de cuero negro, en esa habitación de blanco inmaculado ya tan conocida y, de un tiempo hasta ahora, tan distinta.

Entonces piensa... no. Siente. Por primera vez, conscientemente, siente que no le gusta estar ahí. Pero no se enfoca en lo que siente, sino en que realmente siente. Y es raro, porque sabe que tal vez nunca dejó de sentir, que siempre tuvo un vacío en el pecho y en su vida. No sabe por qué, ni cómo, pero siempre ha estado allí: un gran hueco oscuro, frío y estéril, lleno de deseo insatisfecho. Y es irónico que tamaña revelación se le de en un lugar así, tan carente de vida y de significado... como él y su existencia. Porque hasta ese momento sólo ha vagado por la vida como una sombra. Hasta ese momento en el que él apareció y le enseñó lo que era realmente importante. Ese momento en el que SungMin, de alguna manera, llenó ese vacío con su presencia.

Mientras el hombre de anteojos entra y se acomoda en la silla junto a su sillón, KyuHyun lo mira y se da cuenta de que no puede contarle nada. Se da cuenta de que es alguien especial para ellos; tan especial que no se le permite tener nada... tan especial que no le se permite sentir nada. Se da cuenta de que, de tener algo, no dudarán en arrebatárselo y no esta dispuesto a perder nada de lo que ha ganado. No está dispuesto a perder lo que SungMin le ha reglado.

Por eso calla y se pone una máscara de rutina e indiferencia. Una máscara que hasta hace poco era su rostro.
 

--۞--


"¿Crees que alguna vez podré salir de este lugar?", escucha que SungMin pregunta una noche después de... después de tantas noches.

Por supuesto, KyuHyun no lo sabe. Cuando alguna vez preguntó si podía ir afuera, le respondieron que no lo necesitaba y creía que a SungMin le había sucedido lo mismo. Lo que sí sabe ahora, es que ese latido errático que se le escapa a su corazón es de preocupación.

¿Qué sucedería conmigo si SungMin se fuese?, se pregunta repentinamente.

"No te sucedería nada porque tú vendrías conmigo", responde determinado SungMin a la pregunta mental de KyuHyun. "Somos amigos, ¿no? No te dejaría aquí, eres lo único que me mantiene cuerdo".

Y ante esto, sabe que el latido que se le escapa esta vez a su corazón es de alegría... y algo más. Algo que aún no puede definir y que siente sólo con SungMin (aunque todo lo que siente es gracias a él).

—¿Por qué quieres salir? —pregunta entonces KyuHyun—. ¿Qué hay ahí afuera que aquí no?

Ciertamente KyuHyun no lo sabe. Nunca ha estado afuera y ahora le intriga. ¿Qué tiene el exterior?

"KyuHyun... ¿quieres te te muestre un truco?".

—¿Un truco?

"Sí. Algo como el truco que uso para hablar contigo"

—Está bien —contesta sin dudarlo. Es SungMin quien lo pide de todas maneras.

"Para hacerlo, necesito que me dejes entrar en su mente", explica SungMin. "Sólo puedo hacerlo si tengo tu consentimiento".

—Esta bien.

"¿Listo? Entonces cierra los ojos".

KyuHyun obedece, y cuando lo hace, diferentes imágenes inundan su mente, una tras otra. No parecen tener relación entre sí, y cada vez que una imagen nueva aparece, escucha la suave voz de SungMin explicando lo que ve.

Seúl de noche. El amanecer. Niños jugando. Parque. Una familia. El océano. El cielo estrellado. Amigos. Mesa con alimentos. Una sonrisa. Lágrimas. Una pareja besándose.

Con cada imagen, KyuHyun se maravilla más y más. Nunca ha visto nada parecido. Lo único que conocía eran esa habitación gris, el pasillo por el que se llegaba al salón de las inyecciones, el salón en cuestión.

Si salía de ahí alguna vez... ¿podría ver esas cosas?

Repentinamente SungMin llega a la última imagen. Muestra a dos personas muy mayores, agarradas de la mano y sentadas una al lado de la otra en una banca, en un lugar muy parecido al que SungMin llamó 'parque'. La mujer apoya la cabeza en el hombro del hombre y ambos sonríen.

SungMin denomina a esta última amor.

"Esas son todas escenas que vi a lo largo de mi vida. Cosas que presencié afuera", dice con nostalgia calando cada palabra.

—Todo eso... —comienza a decir KyuHyun—, si salgo, ¿yo también podré verlo? —pregunta con tono esperanzado. Quiere verlo. Quiere ver todas esas cosas que SungMin le mostró y quiere verlas con sus propios ojos.

"Claro que sí".

—¿Incluso eso llamado 'amor'? Esas dos personas sentadas en la banca... ¿a ellos también? —y ante esto, SungMin suelta una risita que desconcierta al otro.

"Eso es distinto, KyuHyun. El amor no se ve; se siente. Eso que te mostré es lo que yo creo que mejor representa al amor: dos personas que envejecen juntas. Dos personas que eligieron estar juntas por siempre, pase lo que pase, aceptándose tal cual son, con sus virtudes y sus defectos. Dos personas que existen como si fuesen una. Dos personas que se llevan en el corazón por la eternidad", explica SungMin de la mejor manera que puede. KyuHyun hace un sonido de asentimiento.

A la mañana siguiente, mientras va de camino a la sala de inyecciones pensando en lo que le dijo SungMin acerca de amor, KyuHyun decide que ama a SungMin.

--

—Muy bien. Ahora respira hondo mientras cuento lentamente de diez a uno...

KyuHyun lo escucha y obedece. Es lo mismo de siempre. La misma habitación, el mismo hombre, el mismo sillón. Lo único diferente es él mismo.

Cuando la cuenta llega a uno, vuelve a sumirse en sueños. Como siempre, pero no igual. No es el mismo sueño que tiene en el salón cada vez que se duerme. No es el sueño donde está en su habitación gris —lo único que conocía antes—. No.

Está en el parque que SungMin le había mostrado. Está sentado en una banca, pero luego se pone de pie y da un par de pasos hasta el centro del parque, porque hay alguien allí, de espaldas a él. Con cada paso que da, el susurro que escucha desde que estuviera sentado se va haciendo cada vez más fuerte y ahora, mientras sigue avanzando a paso lento hacia esa persona, se da cuenta de que es la voz de SungMin la que escucha. La voz de SungMin que lo llama de manera insistente, casi desesperado. Cuando está lo suficientemente cerca, apoya la mano sobre el hombro de la persona y todo sonido cesa cuando tira de él y lo voltea, sólo para encontrarse con que es él mismo.

Son sus mismos ojos café los que le devuelven la mirada con una vacía e insondable. Es su mismo rostro el que está manchado de mugre y sangre y surcado por las lágrimas. Son sus brazos los que cuelgan laxos a sus costados y son sus manos las que están empuñadas y temblorosas.

KyuHyun levanta una de sus manos lentamente, con intención de tocar el rostro y comprobar que no es una ilusión, pero esta choca con una superficie fría y lisa. Lo desconcierta, por decir lo menos, pero antes de que siquiera su rostro comience a formar aquella expresión, el susurro vuelve en un grito desgarrador, la temperatura sube y todo tras el espejo estalla, consumido por las llamas.

Abre los ojos abruptamente y se encuentra a sí mismo parado en el medio de lo que antes fuese la habitación blanca de las inyecciones, sólo que ahora la mitad ha sido reducida a cenizas. Las paredes frente a él y a sus costados —e incluso el techo—, arden en tonos anaranjados y rojizos. El suelo parece haber sido carbonizado y aún puede ver secciones que parecen estar al rojo vivo.

No entiende nada, está confundido y le duele la cabeza y quiere expresar mil preguntas al respecto de lo sucedido y de por qué lo han dejado ahí, pero antes de poder siquiera limpiarse el sudor que le recorre la frente y que cae como lluvia desde su mentón, siente un dolor punzante en su brazo derecho y antes de desvanecerse en la negrura, cree ver al hombre de anteojos tras él.
 

--۞--


Cuando KyuHyun despierta nuevamente, es como siempre que despierta después de una sesión: el hombre está a su lado, sentado en su silla mientras que él se incorpora sobre el sillón. Está en esa habitación blanca y el hombre lo ayuda a ponerse de pie, porque se siente mareado nuevamente.

Exactamente como siempre sucede. No hay fuego ni calor.

El hombre de anteojos le dice que han terminado por hoy y por primera vez, le da una pastilla y le dice que debe tomársela, que le ayudará con el mareo. KyuHyun se la mete en la boca y bebe del vaso que ofrece el hombre, el cual luego le insta a abrir la boca para cerciorarse de que efectivamente la hubiese tragado y todo sigue su curso habitual después de eso.

Salvo que KyuHyun escupe la pastilla en el inodoro al llegar a su habitación, murmurando acerca de que a ellos nunca les ha importado que sufra de mareos.

Salvo que esa noche, por más que KyuHyun lo llame, SungMin no habla.
 

--۞--


KyuHyun comprende que algo no anda bien cuando vuelve a escuchar la voz de SungMin recién dos noches después de la última vez que lo hiciera. Suena distinta. Suena agotada, vacía y sin ese tono suave y tranquilizador. No suena como SungMin.

"Debo salir de aquí KyuHyun", dice y KyuHyun cree escuchar que la pequeña voz en su cabeza se quiebra en pequeños pedazos de una emoción con la que aún no esta familiarizado, pero que le produce escalofríos: miedo. "Ambos debemos huir. Pronto".

—¿Por qué? —inquiere KyuHyun, no queriendo saber, pero a la vez sí.

En vez de contestar a la pregunta cuya respuesta SungMin cree obvia —¿quién no querría escapar de aquel infierno?—, decide probar algo, porque recuerda que KyuHyun no es como los demás.

"KyuHyun, ¿me dejarías entrar nuevamente?", a lo que KyuHyun responde que sí, porque sabe a lo que se refiere sin necesidad de que el otro se explaye mucho.

Cuando cierra los ojos, espera ver un montón de imágenes inundando de nueva cuenta su mente, pero nada de eso ocurre. Sólo siente un ligero cosquilleo en su cabeza; como esa picazón que no puedes rascar porque no sabes exactamente de dónde proviene.

Al cabo de unos momentos el cosquilleo se desvanece, y KyuHyun pregunta un "¿qué hiciste?" para nada acusatorio, sólo por simple y recientemente descubierta curiosidad.

KyuHyun no sabe que SungMin ha hurgado en su mente y en sus recuerdos, y que lo que ha encontrado lo ha dejado sin habla. O mejor dicho, lo que no ha encontrado.

Ignorando la inquisición del otro, SungMin pregunta: "KyuHyun, ¿desde cuándo estás aquí?". No quiere, pero un poco de incertidumbre se cuela en su tono. También un poco de miedo.

—Desde que recuerdo —responde sin vacilar.

"¿Y qué recuerdas?".

—Ésta habitación, el pasillo y el salón de las inyecciones —y ante esto, SungMin suelta un jadeo estrangulado—. También recuerdo al hombre de los anteojos y a la mujer que trae la comida —expresa KyuHyun con una calma que a SungMin le eriza la piel.

"¿Nada más?".

—Nada más —confirma KyuHyun, y a SungMin le duele la honestidad palpable en el tono del otro.

"KyuHyun, lo que acabo de hacer es colarme en tus recuerdos", y a pesar de que SungMin espera algo, cualquier cosa que indique que KyuHyun se sienta invadido ante esta revelación, nunca llega, por lo que prosigue. "Lo hice más que nada para saber cómo te tratan aquí, y si bien las inyecciones que te administran me preocupan mucho, no parecen tener un efecto demasiado nocivo a simple vista". Entonces SungMin hizo una pausa, más que nada para ordenar sus pensamientos, antes de continuar. "El problema es, KyuHyun, que me encontré con un bloqueo".

—¿Un bloqueo? ¿Qué es eso? —pregunta, curioso. Ha estado escuchando lo que está diciendo, pero aún no sabe dónde quiere llegar con eso.

"Es... como una habitación cerrada que contiene tus recuerdos y de la cual no tienes llave".

Ante esta explicación, KyuHyun suelta un pequeño 'oh', y SungMin se da cuenta entonces de que a KyuHyun realmente no le importa. No puede importarle porque todo lo que necesita para decidir si algo es importante o no, está escondido tras un muro en su mente. Además, SungMin ahora considera que debe haber un motivo por el cual gran parte de sus recuerdos estén sellados. Incluso pudo haber sido el mismo KyuHyun quien ocultara esos recuerdos inconscientemente.

"Olvida lo que dije, KyuHyun. Sólo quería asegurarme de que te estuviesen tratando bien", explica SungMin a la vez que su voz va perdiendo la fuerza que había ganado debido a los inquietantes descubrimientos hechos, pero realmente se sentía tan cansado y dolorido...

—¿Por qué no me tratarían bien? ¿A ti no te tratan bien? —pregunta KyuHyun y hasta suena ingenuo, lo que hace que SungMin suelte una risa carente de gracia, aunque le conmueve —y le sorprende— el ligero tono de preocupación que oye.

"No tan bien como quisiera", responde. "Por eso debo salir de acá".

—¿Qué te hicieron? —pregunta al escuchar la urgencia en la voz ajena.

"No quieres saberlo".

—Sí, quiero —insiste.

"No es necesario, KyuHyun, pero de verdad debo irme".

—Me dijeron que tampoco era necesario que tuviese un nombre, y tú me diste uno. Me dijeron que no era necesario que conociera la música, y tú cantaste para mi. Ahora sé que hay muchas cosas que 'no son necesarias' y, sin embargo, aún las deseo —explica KyuHyun y piensa que jamás dijo algo tan sentido y tan real como aquello.

Hay unos momentos de silencio en los que SungMin considera si contarle o no al otro y cae en la cuenta de que no todo es color de rosa en la vida. Que si bien le encantaría que KyuHyun nunca tuviese que ver el lado oscuro de humanidad, si pensaban salir de ahí algún día, debería saberlo para cuidarse, porque SungMin saldría sólo con él; nunca se perdonaría dejarlo atrás.

"Esto no va a ser agradable, KyuHyun, y realmente lamento que tengas que saberlo", dice con un suspiro derrotado.

—Yo lo pedí —sentencia.

"Entonces, cierra los ojos. No creo poder ponerlo en palabras", dice SungMin con un temblor en la voz, la angustia y el dolor estrujando cada palabra.

KyuHyun obedece, y de un momento a otro sus manos empuñan las sábanas y aprieta los dientes en un intento por no soltar un sollozo, el cual no sabía que era capaz de producir.

Porque lo que ve es un enorme cuadro pintado con la sangre y los miedos de SungMin. Un cuadro de matices cambiantes en donde la alegría y la seguridad se tiñen de desdicha y terror.

El claroscuro de la vida se SungMin.

 

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