-Stephanie, que gusto tenerte en casa-su madre la recibía con esas palabras y un fuerte abrazo. La pelirroja la abrazó fuertemente, inundándose de la calidez materna y del suave perfume que resolvían mágicamente todos sus problemas desde que era una niña. Su madre le dirigió una mirada penetrante, sabía que le ocultaba algo, sabía que moría por decirle algo; pero tendría que esperar. Eso solo podía contarlo una vez y sería mejor si fuese delante de todos los involucrados.

-¿Cómo ha estado, madre?-preguntó caminando por el salón que estaba lleno de fotografías de la vida de una sonriente Tiffany, desde su nacimiento hasta que consiguió su título universitario. ¿Estaría colgada en la pared la foto de ella y su hijo dentro de 8 meses?

-Bien, pequeña-respondió la mujer de sociedad sentándose en su sillón europeo favorito-Es tu padre quien no lo ha pasado bien…

-¿Qué le ocurre?-cuestionó preocupada la pelirroja.

-Se siente agobiado con la edad, hija. Él piensa que no logrará conocer a sus nietos-así que de eso se trataba. Sus padres en verdad estaban empeñados en que ella tuviese un hijo. Pues bien, hoy les daría la buena noticia de su embarazo.

-Apenas tiene 46 años, madre. Está exagerando-se atrevió a decir, esperando un reclamo de su madre.

-Pero yo tengo 70 años, Stephanie, y temo no conocer a mis bisnietos-su abuelo entraba al recinto acompañado de su hijo mayor.

-Abuelo, padre, que gusto verlos-corrió a saludar a ambos hombres con dos besos en cada mejilla.

-Mi pequeña Stephanie. ¿A qué debemos el motivo de esta cena?-preguntó su padre quien acariciaba su sedoso cabello rojizo.

-Padre, usted me ha enseñado que eso solamente puedo responderlo después del postre y de un buen vino-comentó con una sonrisa traviesa, mientras su abuelo tomaba su brazo y la guiaba hacia el gran comedor.

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Esperó a que los presentes terminasen con sus copas de vino. Por supuesto, ella no bebió, era muy estricta en todos los cuidados para su bebé, aunque nunca había pensado en ser madre y no tenía nada de instinto materno.

-¿Y bien, qué quieres decirnos, hija?-cuestionó su madre quien tomó la mano de su esposo y ambos clavaron la mirada en ella. Su abuelo esperaba con tranquilidad.

Bebió un sorbo de agua antes de respirar profundamente y responder-Estoy embarazada-dijo con firmeza y el rostro en alto.

Los rostros de sus familiares se transformaron, pasando de la seriedad a la máxima felicidad. – ¡Lo sabía! Por eso no quiso beber alcohol-argumentó su padre, corriendo a abrazarla.

Tiffany se vio envuelta por los mimos de su madre, quien acariciaba su cabello y su vientre plano-¡Mi nieto será precioso!-exclamó con felicidad.

Los hombres alzaban sus copas en alto para brindar por la futura madre.-Estás equivocada, cariño. Sé que será una hermosa princesita-comentó el varón antes de besar la frente de su hija.

Tras las manifestaciones de felicidad por el bebé que venía en camino, el patriarca Hwang tocó el tema que ella prefería evitar-¿Y quién es el padre de mi bisnieto? ¿Dónde está tu futuro esposo, Stephanie? ¿Es de buena familia?-lanzó las tres preguntas, sin titubeos y exigiendo las respuestas.

-Yo…pienso ser madre soltera...

-¿Es una broma, verdad, hija?-dijo muy escandalizada la señora Hwang.-No puedes ser madre soltera. ¿Qué clase de ejemplo te hemos dado, Stephanie?

-No es la edad media, madre. Soy autosuficiente y puedo cuidar excelentemente a mi hijo-alegó con calma, debía mantener la cabeza fría si quería seguir en pie en el campo de batalla.

-Stephanie, lamento decirte que no podrás heredar si sigues en ese plan-dijo su abuelo sentándose nuevamente, llevándose una mano al corazón. Su nieta más querida estaba a punto de ocasionarle un infarto.

-¡Voy a tener un hijo antes de los 25 años!

-Como dice en el testamento, concuerdo contigo-accedió el hombre mayor-y por si no recuerdas, allí también está establecido que debes estar casada para poder darle una familia adecuada a nuestra descendencia.

Ella apretó los puños de impotencia tras esa oración. ¿Cómo había olvidado ese pequeño detalle? No podría decirles a sus padres que el padre de su hijo era un donador de a quien no conocía ni en fotografía.

-Sé que harás lo correcto, nieta mía. Para la próxima ocasión que nos visites, asegúrate de traer contigo al padre de tu hijo para que podamos iniciar los preparativos de su boda-sentenció su abuelo antes de ponerse de pie y caminar con ayuda de su bastón hacia sus habitaciones.

Imploró la ayuda de sus padres con la mirada… Ellos la adoraban, pero en esta familia, era su abuelo quien tenía la última palabra.

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-¡Estoy jodidamente arruinada!-lloraba desconsolada en el hombro de Yoona, mientras Jessica sobaba su espalda. Había puesto al tanto a sus mejores amigas casi al momento en que salió de la residencia de sus padres.

-Podemos pagarle a un actor-sugirió la castaña con una sonrisa. Le dolía ver a su adorada pelirroja en ese estado.

-No creo, Jessie. Mi abuelo va a investigar todo sobre él-se sentía desesperada. No sabía cómo correr, a dónde huir, dónde esconderse.- ¡El único que sería el indicado es ese donador de a quien ni siquiera conozco!-gritó antes de llorar más.

La castaña y la pelinegra se vieron al instante. Ellas si sabían sobre ese hombre, incluso tenían su nombre.