Un día lento y demasiado aprisa.

Algo más que amistad.

Un día lento y demasiado aprisa.

Ya habían pasado las primeras horas de clase, literatura, filosofía, física, ciencias, y en todo lo que pensaba era en idear alguna excusa para librarse de su "compromiso" con la recién conocida cuyo nombre era Seulgi. Desde su despedida no había podido dejar de pensar en ello, si bien, necesitaba un recorrido, pero la sola idea tener que hacerlo con esa chica la incomodaba.

No se habían conocido en las mejores circunstancias, la relación entre ellas era tensa, o por lo menos así era como lo veía Irene.

"Tal vez debería simplemente no presentarme y disculparme luego" mas no podía hacer eso. Estaba exagerando las cosas y no tenía ni la más remota idea de por qué lo hacía. Ahora sólo deseaba que el tiempo corriera de manera más lenta o muy rápida para terminar con eso de una vez por todas.

Por otra parte, en un aula no muy lejos de la de Irene, en ese mismo momento, Seulgi se encontraba en hora de estudio, esas horas libres que les dan a los alumnos para que estudien por sí mismos. Claro, muy pocos realmente lo hacen, la mayoría suele aprovechar ese tiempo para conversar, otros para hacer tareas pendientes y algunos para simplemente descansar.

Sentada en su pupitre con la mejilla apoyada en su brazo derecho y la vista perdida en el cielo que se podía apreciar a través de la ventana.

—Quizás se deba a su mirada. — dijo a la nada y soltó un resoplido.

—¿Qué cosa? Espera, ¿siquiera estabas escuchando lo que te estaba diciendo? —preguntó una de sus compañeras con cierto tono de indignación.

Seulgi sólo sonrió y con su mano izquierda rascó ligeramente su cuello.

—Lo siento, ¿Qué decías?- preguntó mientras se enderezaba para esta vez sí prestar atención a las palabras de aquella chica.

—Nada importante, pero dime ¿Qué es lo que te tiene tan distraída? Has estado como que ausente toda la mañana. ¿Te encuentras bien? -comentó preocupada, la verdad es que no era normal en Seulgi estar muy en su mundo.

—Estoy bien, quita esa cara de preocupación. Yo sólo he estado tratando de encontrar la respuesta a una pregunta que ronda por mi cabeza desde la tarde de ayer. —comentó tranquilamente.

—Debe ser importante, incluso tienes ojeras.

—Lo es para mí. Sobre las ojeras... Tenía algo que hacer.

—Que misteriosa eres, pero bueno, así eres tú.

Seulgi respondió con una sonrisa que dio por finalizada la conversación.

¿Por qué había encontrado tan hermosos los ojos de la castaña si eran de un color tan común? Esa era la pregunta que había estado dando vueltas en su cabeza. Esta tarde lo descifraría y así llegaría a la respuesta.

La campana que anunciaba la hora del almuerzo, sonó. Para cuando Seulgi acordó ya había vuelto a sonar la misma campana ahora anunciando que el tiempo para almorzar había acabado.

Las últimas horas de clase también se fueron volando, en un momento estaba sacando su cuaderno para tomar los apuntes que escribían los profesores en el pizarrón y en otro ya estaba guardando todo preparándose para salir. Se despidió de sus amigos y se dispuso a ir a su lugar de encuentro.

Irene no había corrido con la misma suerte, la hora del almuerzo para ella duró una eternidad y las clases iban a un rumbo más lento que los días anteriores. Incluso mientras caminaba en dirección a la fuente sentía que los segundos parecían minutos. Cuando al fin llegó no pudo ver a nadie esperando por ella, ¿había llegado demasiado pronto?, no lo sabía, no acordaron una hora con exactitud, se sentó en el borde de la fuente dispuesta a esperar. Estaría mintiendo si dijera que no sintió cierto alivio al no ver más que alumnos pasar de largo. Decidió practicar lo que diría, una disculpa y agradecimiento, quizá que le había surgido algo de último momento y no se podía quedar. Con suerte no tendría que decir nada de eso, tal vez a Seulgi se le había olvidado o no se presentaría, aunque de alguna manera sabía que eso no sería posible.

—Si sigues haciendo caras raras las personas podrían hacerse una idea equivocada de ti, como que algo anda mal contigo o algo así. —comentó una voz con una pizca de burla en su tono.

—No estarían alejados de la realidad. —la castaña suspiró.

—¿No? De todas formas es sorprendente la facilidad con la que cambian tus gestos faciales. —dijo Seulgi de manera carismática. Hasta ese instante había estado de pie frente a Irene, luego se sentó un lado suyo.

—Exactamente ¿cuánto tiempo llevas mirando?- cuestionó sin dirigir su vista al rostro de Seulgi.

—El suficiente. Quizás poco antes que eso. —contestó. Ella sí estaba prestando atención al rostro de Irene, o mejor dicho, a su perfil izquierdo, gracias a eso pudo darse cuenta de la sonrisa que se formó en los labios de ésta. —Antes de que digas cualquier cosa, quiero aclarar que no es ninguna molestia para mí estar aquí en estos momentos, yo me ofrecí a darte el recorrido, aún si no fuera así lo haría con mucho gusto. Y desde ahora te digo que no aceptaré cualquier excusa para que te libres de esto, si no es hoy será mañana y si no al siguiente, aunque no deberíamos posponerlo tanto. —Irene quedó estupefacta, adiós a todo lo que había pensado, ¿es acaso que Seulgi podía leer la mente?

—Así que en pocas palabras no tengo opción.

—Me alegra que lo veas así. ¿Comenzamos? —Irene asintió, ambas se pusieron de pie y dieron inicio a su camino.

—Muy bien, esta hermosa tarde, con un cielo completamente despejado, yo seré tu guía, una de las mejores si me permite informarle. Preguntas, dudas y/ o sugerencias pueden esperar hasta que termine la descripción del lugar en cuestión. —todo lo había dicho de forma que parecía una verdadera guía, excepto por el elogio a sí misma.

—¿Vas en serio?— preguntó Irene entre quedas risas.

—¡Por supuesto! —le guiñó un ojo y sonrío. Caminaron rumbo a su primer destino. —Nuestra primera parada será el edificio más antiguo e histórico de todas las instalaciones: La biblioteca. Fundada en el año 1976 por una persona cuyo nombre no recuerdo pero que seguro era un amante de los libros. La estructura que ves a continuación esta formada por paredes de hormigón, cristales y metal, o eso creo. La biblioteca alberga una colección general, hay una gran gama de libros, obviamente, incluyendo tesis, videos y módulos. Como el resto de las instalaciones cuenta con conexión inalámbrica a internet. Cuatro aulas para seminarios de investigación, con capacidad para 10 puestos de lectura cada una. Una sala de consulta general para lectura con capacidad para 152 puestos de lectura. Tres aulas equipadas con computadoras, la capacidad de cada una son de 32 puestos. En otra ocasión, si gustas, podemos verla por dentro, pero ahora continuemos nuestro recorrido.

Irene, escuchaba con esmera atención todo lo que decía Seulgi, estaba impresionada, aunque divagaba en ciertas partes, le entendía a la perfección.

Caminaron durante cinco minutos, Seulgi hacía comentarios sobre el clima u otras cosas sin sentido hasta que llegaron al auditorio.

—Construido en 1985, restaurado a principios del año 2000, el auditorio cuenta con una capacidad de más de 700 personas, escenario con las características del teatro. Se tomaron en consideración diferentes aspectos para el diseño, tales como isóptica, panóptica, acústica, y no recuerdo qué tanto más. Suele ser usado para presentaciones como obras, conciertos, funciones de cine, video y conferencias. ¿Alguna duda o cuestión?

—¿Cómo es que sabes tanto al respecto? —preguntó Irene, intrigada.

—Ya te lo dije, tienes a la mejor guía frente a ti.

Continuó mostrándole las instalaciones, esta vez las deportivas. Primero visitaron las que estaban al aire libre, una cancha de fútbol, una de básquetbol que también se utilizaba para voleibol, y una de tenis. Después el gimnasio, el cual según se lo había descrito como muy espacioso. La alberca también estaba bajo techo.

—¿Cansada? —preguntó Seulgi.

—Cansada y hambrienta. —respondió honestamente, lo que sacó unas cuantas carcajadas de la boca de su guía.

—En ese caso vayamos al edificio C, en el que te perdiste ayer, por cierto. Luego podemos ir a la cafetería a descansar y comer algo.

—Gracias por recordarme eso. —dijo sarcásticamente.

Una vez frente al edificio C, Seulgi hizo lo que había estado haciendo con anterioridad, describiendo cómo estaba formado en edificio, explicando la inmueble, etcétera.

En cuanto terminó se dirigieron a la cafetería.

Llegaron y se sentaron en una mesa frente al cristal. Seulgi fue a comprar algo de comer para Irene y dos aguas.

—Su orden, damisela. —el tono que usó para decir eso le causó mucha gracia a Irene, sintiéndose satisfecha de haber hecho reír a la castaña, tomó asiento.

—El salón de ayer, en el que estaban las pinturas, con exactitud ¿de qué es?

—¡Oh! De nada en realidad. Hace tiempo mientras vagaba libremente fui a dar a esa aula. Antes la usaban como tipo bodega, después de muchos intentos y demasiada persistencia logré convencer a la directora y al consejo estudiantil de que me dejaran usarla, aceptaron con la condición de que fuera yo quien la mantuviera limpia y en orden. —explicó.

—Entonces, las pinturas sí son tuyas. —afirmó para sí misma. —¿Por qué no te uniste al club de arte o algo?

—Debido a que no siempre pinto. A veces hago eso, algunas veces hago otra cosa completamente diferente, digámoslo así es un espacio para mi misma.

—Ya veo.

La conversación se detuvo ahí, Irene se centró en comer y Seulgi, bueno, ella estaba tratando de averiguar por qué no podía dejar de pensar que los ojos de la castaña eran los más hermosos que haya visto y de resolver el misterio que según albergaba en ellos.

Cuando Irene terminó de comer, la chica de cabellos rubios trató de reanimar la plática.

—Así que ¿Qué tal tu día? —preguntó mientras Irene tomaba un poco de agua. La pasó por su garganta y finalmente contestó.

—Lento y demasiado largo. Podía sentir cada segundo que pasaba.

—El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan; pero para quienes aman, el tiempo es eternidad. —citó Seulgi con una voz en demasía poética.

—William Shakespeare.

—Así es. ¿Y cómo va todo? ¿Ya te estás adaptando al cambio? —tomó agua y esperó a que la castaña respondiera.

—Ya estoy acostumbrada, no es la primera vez. Tengo años de práctica. —dijo sarcástica. Seulgi no sabía cómo reaccionar al respecto, no quería decir algo que fuera incorrecto o que terminara por molestar su acompañante. —¿No vas a preguntar por qué?

—No lo sé, —se encogió de hombros. —no creo que esté bien preguntar por tu pasado sólo por mi curiosidad. Sin embargo, quiero saber, supongo que esperaré a que tú me lo digas por iniciativa propia. —Irene posó sus ojos en los de Seulgi, ojos que mostraban la seriedad de sus palabras, en los que pudo observar cierta preocupación y comprensión, por algún motivo eso le provocó un ligero rubor en sus mejillas.

—Aprecio que digas eso. Aunque dudo que eso pase. —Y aquí estaba de nuevo, pensando en voz alta. —N-no lo malinterpretes, me refiero a que dudo que nos sigamos hablando, quiero decir, seguro tienes cosas más importantes que hacer. —repuso.

—Ya. Deberíamos continuar. —Seulgi se puso de pie. No entendía por qué pero a Irene le dio la impresión de que algo había cambiado en la actitud de la chica de cabello rubio. 

Siguieron con el recorrido, sólo faltaba el edificio B y el principal que era el A. El ambiente se volvió tedioso entre ambas. Ya no había más comentarios graciosos, incluso el tono de voz con el que Seulgi hablaba era áspero y cortante. Ambas lo notaron, cualquiera lo hubiera notado, Irene lamentó el cambio, había disfrutado tanto toda la tarde, toda esa diversión ahora se convirtió en un sentimiento de culpa, creyó tal vez ella había dicho algo que ofendió a Seulgi. Si tan sólo no tuviera la mala costumbre de pensar en voz alta, sin embargo tampoco había dicho nada grave, así que ¿por qué importaba?

Con ese dilema en su cabeza finalizaron el recorrido con muy pocas ganas y no era debido al cansancio.

—Muchas gracias, por todo.

—No tienes nada que agradecer. —sacó un papel doblado del bolsillo de su saco. —Toma, tal vez te sirva.

—¿Qué es? —Preguntó agarrando el papel de la mano de Seulgi.

—Un mapa del campus. Marqué con rojo los puntos de referencia.

—No tenías que...

—Lo sé, quería hacerlo. —la interrumpió, miró la hora en el reloj que traía en su muñeca izquierda, 6:54, no tardaba en ponerse el sol. —¿Hacia dónde vas?

—¿Eh? Um, hacía la estación que está cerca del parque central, no recuerdo el nombre.

—Sé cual dices, vamos. —dijo y comenzó a caminar en dirección a la estación.

Irene, desconcertada, la siguió de cerca y en todo el camino así se mantuvo, sólo podía ver la espalda de Seulgi. Ninguna de las dos pronunció palabra alguna, el ocaso se puso y estaba comenzando a oscurecer. Llegaron a la estación alrededor de las 7:20, hubieran llegado antes si no fuera porque el paso al que iban era por demás lento.

Estuvieron de pie a la espera del tren, incómodo e insoportable, era como se podía percibir el momento. Irene no podía estar más agradecida cuando vio que el tren estaba acercándose a la estación. Seulgi se dio la vuelta dándole la espalda a la castaña, en esa misma posición, con una voz suave dijo.

—Ten cuidado camino a casa. —siguió su camino sin voltear hasta que desapareció de la vista de Irene.

Otra vez al igual que ayer Seulgi la dejó antes de que pudiera decir algo.

Llegó agotada a su casa, en la cena apenas y probo bocado. Se encerró en su habitación y observó el papel que Seulgi le había entregado. Tenía las marcas con rojo que le mencionó y unas cuantas anotaciones, todas hechas a mano.

Lo primero que pasó por su mente fue: "¿Cuándo había hecho todo esto?"

Ayer salieron tarde y ella todavía regresó al instituto. Hizo memoria y recordó ver ojeras bajo los ojos de Seulgi, también los tenía algo rojos. No estaba segura pero creía que había sido por hacer el mapa para ella, y todas esas curiosidades y descripciones de las instalaciones, quizá se había pasado la noche estudiándolo. Claro, eran solo especulaciones, además el día anterior se tomó la molestia de acompañarla a la puerta principal. Lo que no sabía es que para Seulgi no había sido molestia.

—Ha hecho tanto por mí... Ni siquiera sabe mi nombre.

Mañana hablaría con ella, sin falta.

Tenía que disculparse y agradecerle por todo.

Algo que había aprendido ese día es lo relativo y caprichoso que puede ser el tiempo según la perspectiva de la que se contempla.

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Comments

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Rosy_KimHwang #1
Chapter 4: Actualiza porfaaa
DubuKawaii
#2
Actualiza ;v
Park-Taeyeon #3
Chapter 4: Cuando actualizaras? Esta genial
Me gusta tu historia lei los capitulos y se que sera interesante todo lo que pasara en adelante con ellas ??? ????
DamarisJung
#4
Chapter 4: Yo... yo necesito más de esta historia, me ha encantado.
-SBRPG
#5
cool