Ruptura.

Description

Un simple oneshot de cómo una relación terminó. Seulrene, obvio. 

 

Foreword

Nota: No especifiqué un punto de vista en particular, así que puede ser tanto de Seulgi como de Joohyun, ya es decisión suya.

El haberme enamorado de ella era una combinación de felicidad y tristeza constante. La amaba, tanto que no me importaba nada más, aun cuando los tiempos tristes se volvían más presentes que los felices.

Nuestra relación no era perfecta, no, ni siquiera se le acercaba, pero pese a todo habíamos encontrado una manera de mantenerla, de ser felices... al menos eso es lo que creímos.
Fue así durante un tiempo, sin embargo, últimamente se había vuelto aún más difícil, –inestable– casi no teníamos tiempo de hablar y cuando lo hacíamos terminábamos teniendo discusiones sin sentido… de las cuales siempre me arrepentía «¿Por qué tiene que ser así?» pensaba, se estaba volviendo agotador, pero no me preocupaba, porque en el fondo creía que estaríamos bien.

Más equivocada no podía estar.

Comenzamos a distanciarnos más y más, poco a poco, tan lentamente que ni siquiera me di cuenta a tiempo, o más bien no quería aceptarlo, así que preferí ignorarlo.

«Estaremos bien» «Todo está bien» me repetía constantemente a mí misma, como si esas palabras fueran una especie de mantra que me consolaba.

Una noche le llamé, su voz sonaba apagada y sus respuestas eran cortantes, aun así, me hacía feliz el simple hecho de escucharla; además supuse que era debido al cansancio. Pero parte de mí sabía que de nuevo estaba evadiendo la realidad, no quería preguntar si algo pasaba, aunque era consciente de que era así –tenía miedo.
Nuestra conversación no se prolongó demasiado, antes de despedirme hubo un momento de silencio que me pareció más largo de lo que en verdad fue, un momento en el que sólo podía escuchar el sonido de su respiración combinado con el incesante ruido que hacían las manecillas del reloj.

«Te amo»

Cada vez que le decía esas palabras una tonta sonrisa se formaba en mis labios, mi pecho se inundaba de calidez y mi corazón de aceleraba porque sabía que ella también me lo diría; esas palabras eran para confirmar lo que ambas sentíamos, pero esta vez fue diferente, la manera en la que lo había dicho sonó como un intento desesperado de convencerla que era cierto, sentía una opresión sofocante en mi pecho y en mis labios permanecía una línea recta...

Ella no respondió.

Se limitó a decirme que me cuidara y me deseó buenas noches, mordí mi labio inferior y, antes de que un nudo se hiciera en mi garganta, logré desearle lo mismo.

«¿Estamos bien, cierto?» ese pensamiento no paraba de repetirse en mi mente mientras veía el fondo de pantalla de mi celular, tenía una foto de nosotras... ¿En qué momento nos convertimos en esto? ¿Dónde están esas sonrisas? ¿Dónde está nuestro amor? Toda esa clase de dolorosas y torturantes preguntas invadieron mi mente y se volvieron un constante eco.
Las lágrimas que había estado reteniendo comenzaron a deslizarse cínicamente por mis mejillas.

Pasaron un par de semanas en las que la situación no mejoró, tampoco empeoró, sólo se mantuvo. Uno que otro día hablábamos no más de unos minutos e intercambiábamos cortos mensajes. Mentiría si dijera que no me estaba agobiando, algo en esa pasada noche se había roto; el sentimiento de tristeza y desasosiego se habían hospedado en mi corazón sin previa invitación. Llegaron de la nada como si fuera su casa y no podía hacer nada para que se fueran, todo intento era fallido. Me fui acostumbrando a su presencia, estaba comenzando a hacerme a la idea de que se harían inquilinos por tiempo indeterminado.

Salvo por eso, todo lo demás siguió su curso, era obvio, la vida no se iba a detener sin importar cuánto lo deseara.

Cumplí con mis obligaciones como era debido, siempre forzando una sonrisa, pretendiendo estar bien, se estaba volviendo mi especialidad, fingir. Nadie pareció notarlo, tampoco es como si hubiera alguien a quién le importara.

Una noche, finalmente pude verla.

No hacía buen clima, de hecho, era el adecuado para ser dejada. Después de todo estábamos en esa estación del año.

Viento frío, cielo cubierto en su totalidad por nubes grises anunciando que en cualquier momento podría comenzar a caer la lluvia.

Hice una mueca y negué con la cabeza.

Me fui acercando al lugar de nuestro encuentro, un pequeño e insignificante parque que estaba cerca de donde vivía. Ella me había citado ahí.

Pude verla a distancia, como estaba recargada contra un faro de luz mientras frotaba sus manos para mantenerlas cálidas.

Cuando estuve a centímetros de ella pude notar que tenía un color azul opaco invadiendo la parte bajo sus ojos, los labios algo resecos, y su tez pálida.

Después de verla de reojo lo primero que hice fue abrazarla fuertemente, me aferré a ella como si en cualquier momento se fuera a desvanecer.

«Te eché de menos... No sabes cuánto.» murmuré en su cuello, mi aliento la hizo estremecerse.

Esperé a que dijera algo, mas no lo hizo. En cambio, escuché un sollozo salir de sus labios.

«Lo siento...»

«Tonta, no se supone que digas algo como eso luego de un largo tiempo de no vernos.»

Traté de que mi voz saliera lo más natural posible, en serio traté.

«Lo siento...»

Repetía una y otra vez mientras me apretaba contra su pecho, su voz quebrada, rasposa, luchando contra sus sollozos para que sonara con claridad, estaba retumbando en mis oídos.

«Está bien, no tienes que decir lo siento. Las personas dicen lo siento cuando algo está mal.»

Dije con un hilo de voz, acariciaba con delicadeza su espalda tratando de reconfortarla.

«Nada está bien entre tú y yo... Lo sabes, deja de negarlo. Quisiera que no fuera así, pero así es.»

Puso una ligera distancia entre ambas, acarició mi mejilla y apartó una lágrima de las tantas que había derramado. Ella también tenía el rostro cubierta por esa agua salada, y aún ahora no dejaban de salir de sus ojos.

«Te amo.»

«También te amo, pero no podemos seguir así... Lo siento.»

Besó mis labios como si fuera la última vez que lo haría, y así fue.

Todo pasó tan rápido que ni siquiera me dio tiempo se asimilarlo.

Sólo recuerdo ver cómo su cuerpo se alejaba lentamente de mí hasta que llegó a un punto en el que salió de mi vista.

No estábamos bien... Hasta ahora... No volvimos a estar bien.

 

Miitan
Sinceramente fue un poco extraño escribir esto teniendo en mente a Irene y Seulgi porque, no sé... Es mi primer oneshot de este shipp y me parece irónico que ya haya escrito que terminan.
Espero seguir escribiendo sobre ellas.

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