Capitulo 7

El Camino menos transitado
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  —Señora, por favor, no puede atacar a una persona esposada. —Uno de los agentes de seguridad miraba a Byul para ver si estaba dispuesta a ayudarlo a separar a Solar de la mujer a quien la policía intentaba llevarse detenida. En cuanto le quitaron el pasamontañas, todo el mundo se quedó de piedra cuando Solar se lanzó contra Kimi con la intención de machacarla y de hecho consiguió darle unos cuantos puñetazos antes de que los de seguridad lograran sujetarla. —¿Y por qué no? Acaba de intentar matar a Byul. Yo creo que eso me da derecho a pegarle un puñetazo. —Tenía el puño preparado por si el agente de seguridad estaba de acuerdo con ella. —Vamos, matoncilla, no te vayan a llevar a ti también al calabozo —dijo Byul. Fue Kimi la que trató de abalanzarse sobre ellas cuando Byul se acercó más y pegó a Solar a su cuerpo abrazándola. El hombre alto que la había estado sujetando tiró a Kimi al suelo y se sentó encima de ella hasta que la policía que acababa de llegar se la pudiera llevar detenida. —¿Conoce a esta mujer, señorita Moon? —El hombre que se lo preguntó mostró su placa mientras otros dos agentes se llevaban a Kimi a un coche patrulla que esperaba. Byul explicó de qué conocía a Kimi y por qué creía que la mujer la había atacado. Lo único que no sabía era si había sido Kimi quien la había atacado aquella noche fuera del restaurante. Cuando Minhyun, las hermanas de Byul y Hyeong Eun llegaron para recogerlas, la policía ya se había llevado a Kimi. —¿Estás segura de que no te ha herido? —Solar tenía ganas de volver a echarse a llorar, ahora que el motivo de su ira estaba sentado en la parte trasera de un coche de policía. Se había querido morir al ver el cuchillo que se hundía en el costado de Byul con toda la fuerza de la que era capaz Kimi. —Estoy bien, cariño, te lo juro. Ni me ha rozado, pero ojalá los de seguridad no hubieran llegado tan deprisa. Las pequeñas manos no se detuvieron hasta que Solar se convenció de que el cuchillo sólo había rajado la bolsa y no a Byul. —¿Por qué? —Porque... —empezó a decir Byul al tiempo que se agachaba y abría la bolsa, sacando dos de las raquetas—. La muy zorra me ha cortado las cuerdas, y el tipo que me tensa las raquetas está en Florida. —Las dos raquetas que mostró Byul tenían un agujero hacia el centro. —Seguro que podemos encontrar en la ciudad a alguien que te las pueda encordar como a ti te gusta, cielo. —A Solar le entraron ganas de echarse a reír por la cara que le puso Byul, pero pensó que a Byul no le haría gracia. Volvió a tener una sensación de hilaridad desbordante, teniendo en cuenta lo que le podría haber ocurrido a Byul, cuando Minhyun vio lo que sujetaba su estrella y se le llenaron los ojos de lágrimas. —¿Todas? —preguntó el compañero del entrenador. Byul asintió con la cabeza contestando la pregunta de Yoong Min, y al instante éste se puso a marcar un número en su móvil. A su lado, Minhyun se limitó a comentar: —Y Günter está en Tampa. Solar pensó que ya acabarían diciéndole cuál era la tragedia mientras el grupo examinaba todas las raquetas de la bolsa. El trayecto de vuelta al piso de Solar transcurrió en silencio una vez terminaron de hablar con el inspector de policía asignado al caso. Hyeong Eun miró un par de veces por el espejo retrovisor cuando el tráfico se detuvo y vio a Solar abrazando a Byul, que iba dormida. Cuando sus ojos se encontraron, Solar le mostró los dedos cruzados y sonrió. Tener una ex amante que había intentado asesinar a la actual era una experiencia nueva para ella. No sabía que era digna de que se luche por mí hasta este extremo. Después de ducharse, Byul se retiró para echarse una siesta a solas, pues Hyeong Eun y Solar iban a salir a encargar comida en el restaurante del final de la calle. Solar había invitado a cenar a las hermanas Moon y a Nahyun después de que le juraran que no les importaba comer en el suelo. Regresaron y cuando estaban a media manzana de distancia las dos mujeres vieron un coche que se detenía y del que bajaron dos hombres. Ambos hombres, de constitución atlética, sacaron unas grandes bolsas negras del maletero del coche y luego consultaron un trozo de papel, como si buscaran una dirección. Antes de que pudieran echar a andar por la calle buscándola, Solar y Hyeong Eun llegaron junto a ellos. —¿Necesitan ayuda? —Solar sujetó bien la bolsa de comida en los brazos y se mantuvo a una distancia prudencial de los dos desconocidos. —Por favor, ¿sabe dónde es esta dirección? —El alto hombre rubio tenía un fuerte acento alemán y le ofreció a Solar el papel que tenía en la mano. —Eso es fácil, porque es la mía. ¿Desean algo? —Solar le devolvió el papel y esperó a que contestaran. —Tenemos una entrega para Moon Byul Yi y Minhyun dijo que la encontraríamos aquí. Solar reconoció la forma de las bolsas, parecidas a la que Byul usaba para llevar su equipamiento, y sonrió, pensando que a Byul le gustaría lo que hubiera en ellas. —¿Raquetas, supongo? —Sí, señora. Algunas de las que estaban cortadas y otras que nuestro jefe ha pensado que le gustaría probar. La compañía ha enviado a Günter en un vuelo especial para ocuparse de todo, así que esperemos que esta noche haya terminado con todas las que quedan. La puerta del edificio se abrió y salió Byul, vestida con el pantalón de chándal y la camiseta que había dejado en la cama esa mañana. Con aspecto más descansado y calzada con zapatillas deportivas, llegó al lado de Solar y le dio un beso. —¿Quién es su jefe? —Solar señaló a los dos hombres, vestidos de forma parecida a la de Byul. —Uno de los vicepresidentes de la empresa que fabrica las raquetas Head —contestó Byul antes de adelantarse para estrecharles la mano a los dos repartidores. Una vez intercambiados los saludos, uno de los rubios se puso a abrir latas de pelotas, echándolas en una canasta de entrenamiento que había sacado del maletero. Cuando Solar estaba a punto de preguntar qué estaba haciendo, Byul abrió una de las bolsas en la acera y sacó un montón de raquetas. Durante la hora siguiente, Solar y la gente a la que había invitado se quedaron sentadas en los escalones de su edificio viendo a Byul jugar al tenis en la calle. Metódicamente, Byul iba sacando todas las raquetas de las bolsas y probándolas hasta que quedaron seis apoyadas en las piernas de Solar. Byul cogió una de las nuevas que le había enviado su patrocinador y abrió la última lata de pelotas. Con una sonrisa, llamó a Hyeong Eun. —¿Quieres jugar conmigo? —Ooh, Hyeong, yo que tú tendría cuidado, conozco bien esa cara que se le pone. Vas a tener problemas —dijo Nahyun riendo cuando la amiga de Solar tragó con fuerza a su lado. —Intenta recordar que yo no me gano la vida con esto. ¿Vale? —Procuraré. —Byul le guiñó un ojo a Solar y luego lanzó la primera bola. Algunos de los niños que estaban mirando corrieron detrás de la pelota cuando Hyeong intentó golpearla y falló. Los nuevos vecinos de toda la manzana de Byul estaban encantados con la oportunidad de ver un Abierto más personal desde sus ventanas. A D.ana se le salió la cerveza por la nariz cuando una anciana le pidió a Solar que si a continuación tenía planeado salir con Becky Hammon del New York Liberty se lo comunicara para poder bajar a la cancha de baloncesto del parque para mirar. La jugadora de voleibol no sabía qué tenía más gracia: el comentario de la anciana o el sonrojo de Solar. —Gracias, chicos, decidle a Wilson que le agradezco la celeridad. —Byul estrechó la mano de los dos tenistas que le habían traído las raquetas. —¿Se llama Wilson y trabaja para Head? —preguntó Solar. Byul le dio un pescozón delicado y luego cogió una bolsa para llevarla arriba. Minhyun y Yoong Min cogieron la otra, contentos de que todo hubiera salido bien, incluido el detalle de tener todas las herramientas que iba a necesitar Byul para el resto del torneo. Una vez arriba, Solar y Nahyun se afanaron en la cocina calentando la comida que había quedado olvidada en los escalones cuando Byul se puso a jugar. Solar tomó nota de la cantidad que tendría que encargar la próxima vez que se le ocurriera la idea de invitar a cenar en casa a una jauría de atletas hambrientos. Después de despedirse en los escalones del edificio con besos y abrazos, New Sun y D.ana se ofrecieron a acompañar a Hyeong Eun y Nahyun a sus respectivos hogares esa noche y los hombres llamaron a un taxi que pasaba, de modo que Solar se llevó a su tenista arriba para darle un baño caliente. —Debes de haber perdido dos kilos a base de sudar ahí fuera y seguro que has ganado casi tres a base de mugre. Byul no se tomó demasiado en serio los aspavientos de Solar, puesto que la castaña estaba de rodillas desnuda al lado de la bañera. Se metió dentro y se arrodilló entre las piernas de Byul para poder lavarle el pelo. —Levanta una pierna, por favor, tesoro. Byul dejó colgando media pierna izquierda por fuera de la bañera para que Solar tuviera espacio para acercarse más. Cuando Solar así lo hizo, Byul se metió en la boca el pezón que tenía justo delante, haciendo que Solar se olvidara de lo que estaba haciendo por un instante. —Qué bien sabes —dijo Byul alrededor de su amigo ahora todo animado. —Ah, no, quieta ahí. Ya sé que mañana no tienes que jugar, pero te vas a dar un baño y a acostar. Por mucho que me guste ver tu lindo culito corriendo por toda la pista, los partidos cortos me gustan mucho más. Y me da la sensación de que a ti también. —Solar oyó y notó que Byul la soltaba con un pop. —Aguafiestas. —Sólo quiero cuidarte. —Solar aclaró el jabón del pelo de Byul y terminó la tarea con un beso. —Y yo te lo agradezco —dijo Byul con una sonrisa. Cuando Byul estuvo seca y vestida con otra camiseta y pantalones cortos, Solar la instaló apoyada en el cabecero de la cama y le dio de comer el postre. Byul oía a Solar lavando los platos que habían usado, pero la mujer más menuda le había dado órdenes estrictas de quedarse en la cama y no entrar en la cocina. Tenía la esperanza de que fuese porque Solar quería que descansara y no porque no sabía qué decir después de lo que había ocurrido esa tarde. Solar se acurrucó pegada a ella en cuanto apagó las luces y se puso un corto camisón. —Gracias por venir a todos mis partidos hasta ahora. Para mí es muy importante levantar la mirada y verte sentada en las gradas —dijo Byul suavemente y estrechó más a Solar. El sólido cuerpo cargado de curvas le resultaba tan gozoso pegado a ella que Byul no pudo evitar dejar que sus manos se pasearan un poco. Solar era tan bella físicamente que le recordaba a Byul una cosa que había leído una vez en un libro. "Tenía figura de reloj de arena con treinta minutos extra añadidos porque sí". O algo así, y ahora sé a qué se refería. El pensamiento vagó por la mente de Byul mientras su mano se posaba en el trasero de Solar. La boca de Solar se curvó en una sonrisa al oír lo que había dicho Byul. Era muy tierno, teniendo en cuenta la cantidad de gente de todo el planeta pegada a sus televisores para poder ver jugar a Byul, que fuese Solar quien más le emocionaba a la tenista tener allí. —No más importante de lo que es para mí estar ahí para verte jugar. En cierto modo, es un poco raro. El largo cuerpo que estaba debajo de Solar se agitó un poco cuando se echó a reír. —¿Raro? —No raro en el sentido de extraño, mi amor. Raro en el sentido de ver a alguien que hace una cosa para ganarse la vida que otra gente quiere ver y aplaudir. ¿Tú le ves el sentido? —Nunca me lo he planteado así. —No me quejo, me gusta ver cómo haces algo que te encanta. A mí me encanta volar, pero no tengo un club de fans y no aparezco con el culo al aire en un cartel publicitario en Times Square. —Solar besó la extensión de piel que tenía bajo los labios, deseando que el torneo terminara para que Byul se pudiera relajar un par de semanas. —No estés tan segura, yo soy una gran fan tuya, y si quieres, puedo decirle a Yoong Min que hable con Nike. He visto tu culo y sin la menor duda puede competir perfectamente con el mío en Times Square. —No sé por qué eres fan mía. Hoy casi logro que te maten. —Solar se subió un poco y apretó la boca de Byul con los dedos para detener la protesta que se avecinaba—. Sabes que tengo razón. La loca ésa no habría intentado matarte de no ser por mí. Byul abrió la boca y mordisqueó los dedos de Solar, logrando que la mujer más menuda se echara a reír y olvidara la depresión que le estaba entrando. —Yo también querría matar a alguien si te apartaran de mi lado, Solar. Eres tan especial y te quiero tanto... Los dedos volvieron a detener a Byul al tiempo que la cara de Solar se teñía de rojo. La idea de lo que podría haberle ocurrido a Byul se coló de nuevo en el cerebro de Solar como una pesadilla y soltó un sollozó desde lo más hondo del pecho. Cuando el cuchillo de Kimi se clavó en la bolsa de Byul, en ese instante de violencia, Solar se dio cuenta de estaba tan enamorada de ella que se habría muerto al ver herida a Byul. Qué tragedia habría sido saber eso en un instante para que se lo arrebataran al instante siguiente. —Tú no me has apartado de nadie, Byul. Lo intenté, de verdad que lo intenté, pero las peleas y la bebida me habían agotado. Esa noche Kimi me dio miedo en aquellas dunas y no he podido olvidar la cara que tenía mientras luchaba por no pegarme. Ahora ha intentado hacerte daño a ti. —Solar se echó a llorar de verdad al confesar esto. —Oye, Solar, tranquila. Estamos bien y Kimi ya no puede hacernos daño. Venga, todo va a ir bien. —Byul estrechó a la llorosa mujer entre sus brazos y la sostuvo mientras hablaba—. ¿Quieres saber una cosa de la que me he dado cuenta hoy? La cabeza castaña asintió contra su pecho y el llanto se fue calmando, sustituido por hipidos. —Hoy estaba jugando y Marsha me estaba dando una paliza, regodeándose a placer, y por un momento pensé que iba a perder contra la niña bonita de América. —Solar levantó la cara del pecho de Byul, interesada por saber por dónde iba la historia—. El año pasado la mera idea me habría cabreado, por todo el esfuerzo que supone prepararse para un torneo como el Abierto, pero este año pensé que tú no me ibas a despreciar si perdía, por lo que no me importaba tanto. Levanté la mirada y te vi ahí, mordiéndote las uñas, y de repente caí en la cuenta. —¿De qué, tesoro? —De que te quiero, Solar. Entiéndeme bien, no te considero un trofeo, pero si pudiera ganar tu corazón, podría no volver a ganar otro partido de tenis y me daría igual. En los libros cuando alguien confiesa su amor, la chica le da un besazo, no se echa a llorar como si se le acabara de morir el perro, pensó Byul cuando Solar se puso de nuevo a sollozar pegada a su pecho. —Podrías decirme eso un millón de veces al día y jamás me cansaré de oírlo. Byul usó el faldón de su camiseta para secarle la cara a Solar después de que lograra decir eso entre lágrimas. —Basta de lloros por esta noche, cosita bonita. Vamos a dormir para que mañana no estés cansada en el trabajo. ¿Dónde vas por la mañana? —Tengo un vuelo por la mañana hasta Houston y de ahí a Dallas, donde me quedo enfriando motores tres horas antes de volver. He aceptado el horario cacoso esta vez para poder cogerme unos días para ver el resto de tus partidos. Byul rodó de lado para poder arropar el cuerpo de Solar con las mantas. Después de un tierno beso, Byul se pegó a ella por detrás y se relajó. —¿Cómo voy a dormir cuando vuelvas a Florida? —preguntó Solar, poniendo la mano sobre la que Byul le había colocado en el abdomen por debajo del camisón. —Muy fácil, no voy a volver a Florida. Al menos, no sin ti. Solar sonrió en la oscuridad al oír la respuesta y se puso la mano de Byul entre los pechos. Detrás de ella, Byul sonrió también al saber que la respuesta había acabado con algunos de los demonios que poblaban la mente de Solar.         —Señor, hemos encontrado esto en uno de los cajones del escritorio que había en el estudio. También hemos recogido numerosos artículos de periódico sobre la señorita Moon y su programa de partidos. —El agente uniformado le pasó al inspector al mando una bolsa en la que había una carta. La nota que había dentro de la bolsa de plástico era como muchas de las otras que había recibido Byul declarando que iba a morir porque era una abominación ante Dios. —Esto no tiene sentido —murmuró Logan Sully entre dientes tras leer la nota por tercera vez. Había escuchado la explicación de Byul sobre cómo conocía a Kimi y por qué la corredora de bolsa la había atacado. —¿Por qué no, señor? —preguntó uno de los agentes que habían acompañado a Logan para registrar el piso de Kimi. —Porque atacó a Moon Byul porque la mujer le robó a la novia. ¿No les parece que eso también convertiría a la señorita Kimi en una abominación ante Dios? Esta vez no hubo ninguna amenaza durante el ataque. —Logan continuó cuando le dio la impresión de que los dos policías no seguían lo que estaba diciendo—. Fuera del restaurante, Kimi se acerca corriendo a Moon Byul y la ataca con un cuchillo. Antes de hacerlo, dice, "Muerte a los que pecan contra Dios" o algo por el estilo. Dos semanas más tarde, hace lo mismo, sólo que esta vez a plena luz del día, pero vestida igual y con la misma arma. Yo no creo que esto lo ha
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Comments

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LyndaM #1
Chapter 9: Awww me gusto mucho la historia, y creeme no eres la unica que quiere que byul bese de una vez por todas a solar
KrySulDay17
#2
Chapter 9: woooooww geniaaaaallll... me encantó demasiado :D
merugoo #3
Chapter 8: D: termino? hay epilogo? jaja
sabrina528 #4
Chapter 8: Genial pero cuando llege a leer el fin quede en shock ....fue tan corto.....uff ahora con que nos deleitaras??
LyndaM #5
Chapter 8: Awwww me ha encantado, en verdad aun no estaba lista para el final, y si me.dejo en shock saber quien era el loco, pero bueno, muchas gracias por el fic, ay muy pocos moosun en español ojala puedas hacer otro
merugoo #6
Chapter 7: yay \o/ feliz cumpleaños atrasado, triángulo :) haha y joder, kimi estaba más loca de lo que imagine
merugoo #7
Chapter 4: wow has vuelto jajaja
merugoo #8
Chapter 3: Ah, que bueno llegar del trabajo a comer algo y relajarse leyendo algo aqui <3

che kimi está loca xd
sabrina528 #9
Chapter 3: La kimi ke planea...mmm esto esta bueno... ahora keda la tortura de esperar....
merugoo #10
Chapter 2: Wow, que bien lo que mencionaste al final. Muchas personas le dan toques romanticos a lo que es, sin lugar a duda, abuso. Basta de eso, mujer, eres hermosa y te mereces el sol <3