Capitulo 2

El Camino menos transitado
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  —Aquí, chicos —dijo Yoong Min. El alto coreano estaba en la puerta con dos docenas de rosas en los brazos. Después de recibirlos a los dos con un beso y de coger sus bolsas, entregó una docena a Minhyun y otra a Byul—. Vamos, tengo el coche aparcado fuera y Terminator ha ido a recoger vuestras maletas. —¿Ha venido New Sun? —preguntó Byul No veía a sus hermanas desde hacía seis meses, porque sus programas no habían coincidido. Mientras que Byul dominaba el mundo del tenis femenino, sus hermanas, New Sun y D.ana, hacían lo mismo en voleibol playa. —Sí, D.ana y ella van a estar hoy aquí. Mañana por la mañana se van a un torneo en Palm Beach, así que esta noche te van a hacer la cena y van a ocupar tus habitaciones de invitados. —Minhyun los guió hacia la salida, sabiendo que las hermanas Moon y él habían superado con creces el tiempo que podían estar aparcados fuera, aunque por otro lado, a D.ana no la llamaban Víbora sin motivo. Una sola mirada suya había enviado al joven guardia de seguridad de vuelta a su garita durante la hora que llevaban esperando. —Recuerda, ejercicio primero, reunión familiar después —dijo Minhyun, sabiendo que el recordatorio era innecesario, pero lo dijo de todas formas. —Sí, amo, lo recuerdo. En el Suburban aparcado fuera estaban dos mujeres que eran prácticamente iguales que la tenista salvo por el pelo. New Sun y D.ana llevaban el pelo corto por cuestiones de comodidad al jugar, pero todas ellas tenían la misma constitución fuerte. Todas se llevaban dos años de diferencia y Byul era la pequeña de la familia, mientras que D.ana era la mayor. Para todas ellas, el deporte había sido una forma de escapar de unos padres excesivamente conservadores que querían unas damas recatadas como hijas que les permitieran lucir un montón de nietos. En cambio, habían tenido a tres de las lesbianas más famosas del mundo del deporte, lo cual había bastado para que sus padres las repudiaran. Gracias a la cuidadosa gestión de Yoong Min ninguna de las tres tenía ya problemas económicos, sólo el dolor causado por el rechazo de sus padres. —¿Estamos viendo a la campeona de Wimbledon? —preguntó D.ana, saliendo del asiento del conductor. La sorpresa para Byul les iba a costar dos días de entrenamiento, pero merecía la pena por ver la sonrisa de su hermana pequeña. A las dos mayores les había dado muchísima pena no estar presentes en ninguno de los partidos que había jugado Byul, pero tenían la esperanza de poder estar en las gradas en septiembre para todo el Abierto. La familia se puso al día de lo que estaba ocurriendo en su vida desde la última vez que se habían visto y encargaron a Minhyun que apuntara unas fechas en las que Byul podía ir a ver jugar a sus hermanas. Dentro del aeropuerto, Solar llegó a la salida justo a tiempo de ver que Byul se metía en el coche y éste se alejaba. Como siempre, Kimi llegaba tarde, y Solar esperó dentro con el aire acondicionado, porque no quería enfrentarse al calor hasta tener puesto un traje de baño. Solar acabó esperando cuarenta minutos, apoyada en la pared de cristal de la entrada, hasta que por fin vio a Kimi fuera, saliendo de un coche alquilado. Por su forma de caminar, Solar supo dónde había estado desde que había llegado. Cuando la corredora de bolsa entró y se inclinó para darle un beso, su aliento a whisky sólo fue la confirmación. La castaña se puso al volante mientras Kimi cargaba el equipaje, y se preguntó si la abolladura del guardabarros delantero ya estaba allí cuando Kimi recogió el coche. El fuerte portazo en el lado del pasajero hizo que Solar mirara a la mujer con la que había pasado tres años, que cerró los ojos y se quedó dormida en lugar de hablar. Si no hubiera sido tan triste, a Solar le habría hecho gracia que las dos llevaran casi un mes sin verse y no tuvieran nada de que hablar. Solar arrancó con el coche hacia la casa que habían alquilado.     Las tres hermanas hicieron el circuito completo de la sala de entrenamiento mientras las dos mayores se metían con Byul por lo de Hae Ryung. Las dos torturadoras estuvieron citando cada titular de la prensa sensacionalista hasta que Byul se puso la ropa de correr y se lanzó por la playa. Esta extensión de paraíso era lo que más echaba de menos cuando la agotadora gira de torneos la obligaba a ausentarse durante meses enteros. La limpia arena blanca y las aguas verde azuladas eran como una capa de calma en su vertiginosa vida. Al volver aquí, Byul estaba convencida de que podría apartarse del tenis y no echar en falta ni al público ni la actividad. La casa de Byul estaba construida en una gran parcela de tierra en primera línea de playa en Press Cove. Al otro lado de la casa de Yoong Min y Minhyun sólo había un par de casas más en lo que eran kilómetros de playa. Después, no había nada más hasta llegar a la extensión más habitada donde empezaba Clearwater. A Byul no le importaba compartir el terreno cercano a ella, puesto que sus otros vecinos sólo venían durante los fines de semana en otoño para disfrutar de las temperaturas aún cálidas, pero más frescas. Dejando a sus hermanas en la cocina, Byul se acercó a la orilla y se estiró. Con el recorrido que hacía habitualmente bajaba ocho kilómetros por la playa y luego daba la vuelta y regresaba. Su dedicación a la carretera, como lo llamaba Minhyun, le mantenía las piernas descansadas durante los partidos más duros. Las mujeres del otro lado de la red acababan maldiciendo en el segundo set al ver que Byul empleaba la misma velocidad para correr detrás de la pelota que en el primer set. En verano los acompañantes habituales de Byul eran las gaviotas que pasaban volando y los andarríos que corrían por delante de ella para huir de las olas. Era una de las razones por las que corría sin los típicos cascos de música que usaba la mayoría de la gente. El ruido de las olas y de sus pies al golpear la arena eran el estilo de meditación de Byul. El disfrute con lo que la rodeaba y la alegría de estar en casa estuvieron a punto de hacerla tropezar con la pareja enzarzada en un apasionado beso sobre una manta roja en la arena. Byul vio que la más alta tenía la mano bien metida en las bragas del bikini de su compañera y que la castaña que estaba encima de ella parecía gozar de sus atenciones. Posando la mirada de nuevo en el agua, Byul siguió corriendo sin decir nada, pues no quería incomodar a las dos amantes más de lo que ya lo había hecho. Es decir, si es que se han dado cuenta, pensó mientras la velocidad que llevaba la alejaba lo suficiente para no oír la pelea que había provocado sin querer. —Maldita sea, Kimi, cuando te digo que pares, te agradecería que lo hicieras sin más. Te he dicho que venía alguien y tenía razón. No me hace gracia dar el espectáculo —dijo Solar con tono acalorado. Se había apartado de Kimi en cuanto oyó que los pasos se perdían en el ruido de las olas. Cualquier satisfacción que pudiera haber sentido por volver a ver a Kimi después de tres semanas se desvaneció como la espuma que cubría la arena cerca del agua. —Qué curioso, Solar, hace tres años te habría dado igual dónde estuviéramos o quién estuviera mirando, pero ahora todo parece ser un problema. Siento que un cuarto oscuro con las cortinas echadas no me parezca el único lugar adecuado para demostrarte que te quiero. Dios, llevo casi un mes sin verte y ya estás con estas chorradas. Que disfrutes de la puesta de sol, yo me voy al pueblo a hacer la compra para nuestra estancia —dijo Kimi. Estos pequeños estallidos y regañinas de Solar empezaban a hartarla y, para evitar otra pelea, Kimi se levantó y echó a andar. —No me echabas tanto de menos como para olvidarte de pasar por el bar del aeropuerto para tomarte unas copas antes de ir a recoger el coche. Espero que tengas seguro porque no creo que te hayan dado uno con el guardabarros abollado. Kimi dejó de caminar, pero no se volvió. —La botella me está resultando una amante más apasionada y cariñosa que tú, Solar, y tus sermones no me van a hacer cambiar de opinión. Piénsalo mientras hago la compra, antes de que me vaya de verdad —amenazó Kimi. —¿Quieres decir que Sophia no te resultó suficientemente apasionada? —He sido una idiota al creer que ese corazón que tienes podría perdonarme, Solar. —Ya, bueno, ya sabes lo que dicen sobre los hábitos adquiridos. Kimi apretó el puño, pero siguió negándose a volverse. No era propio de Solar sacar a relucir errores del pasado, o al menos el único que conocía Solar. —¿Qué quieres decir con eso? —Nada, vete. Solar se quedó sentada en la manta con los ojos cerrados durante más de una hora y luego se levantó y se metió en el mar. La piloto estaba harta de trabajar y volver a casa sólo para pelearse constantemente con Kimi, y la idea de hacer lo mismo durante sus vacaciones le daba ganas de recoger sus cosas y pedir una nueva tanda de vuelos. Para Solar empezaba a estar claro que debía plantearse cómo terminar la relación, en lugar de dedicar un minuto más a intentar arreglarla, pero aquí estaban, de modo que lo volvería a intentar. Hacía ya mucho tiempo que tendría que haber aprendido la lección de que no podía impedir que Kimi bebiera, pero Solar se sentía culpable de marcharse. Kimi nunca la había maltratado, simplemente sabía cuánto alcohol podía ingerir sin perder facultades en la bolsa al día siguiente. Solar sacudió la cabeza e intentó no pensar en sus problemas. Seguirían esperándola cuando volvieran a casa, ahora era el momento de disfrutar de la casa y del sol, aunque tuviera que hacerlo sola. Cuando ya había leído buena parte del segundo capítulo de su novela, Solar levantó la mirada para ver a quién pertenecían los pasos que oía. Estaba segura de que fuera quien fuese el corredor, se trataba de la misma persona que las había interrumpido antes. La mujer pasó corriendo ante ella ajena por completo a su presencia y Solar se quedó sin aliento por la pésima suerte que estaba teniendo ese día. Ahí, en toda su gloria sudorosa, estaba Moon Byul. Vestida tan sólo con unos pantalones cortos de atletismo y un sujetador deportivo, Byul le dio la oportunidad a Solar de quedarse mirando sin sentirse culpable ni temerosa de que la pillara. Byul era como una de esas obras de arte que se encontraban en los museos. Se le veían los músculos marcados en todas las partes que llevaba al descubierto, fruto de su sesión de levantamiento de pesas y de la carrera, y luego Solar pasó a la cara de Byul. Aquí, en esta zona casi inviolada, Byul parecía feliz como si fuese libre. La joven, que había ido perdiendo velocidad hasta ponerse al paso tras cruzar ante ella, no se parecía en nada a esa persona sarcástica que había intercambiado pullas con ella durante el vuelo. Después de terminar el segundo capítulo del libro que había comprado obligando a Kimi a parar antes de seguir hacia Tampa, Solar pensó que tal vez había juzgado mal a Byul. Alguien que leyera Matar a un ruiseñor no podía estar tan mal, ¿verdad? La idea de anunciar su presencia murió en labios de Solar cuando Byul se desnudó y se metió de un salto en las olas delante de la casa que estaba al lado de la que habían alquilado Kimi y ella. Solar no se había fijado en la casa de la playa cuando llegaron. La pista de tenis construida sobre pilones encima del agua le habría dado una buena pista de quién era la dueña si se hubiera molestado en mirar. Así que aquí es donde vive la Romeo del circuito, pensó Solar. Sus divagaciones mentales se vieron confirmadas al instante cuando otras dos mujeres desnudas salieron corriendo de la casa para unirse a Byul en el agua. Sí, es una cerda aficionada a los libros clásicos. Solar regresó a la casa, llevándose sólo el libro y su bolsa y dejando el resto para que se ocupara Kimi. Solar tenía la sensación de que estar aquí durante una semana sólo iba a dejar más de manifiesto lo fastidiada que estaba su vida. ¿Cómo sería pasar por la vida sin preocuparse por las consecuencias?, se preguntó Solar, echando un último vistazo a las tres mujeres que jugaban con las olas. A la mañana siguiente, Kimi se fue a la playa con su propio libro mientras Solar salía por la puerta de entrada con las llaves del coche. La noche anterior, cuando Kimi volvió seis horas después de haberse marchado, Solar se había duchado y ya estaba durmiendo, sin darles la oportunidad de seguir hablando de lo que les estaba ocurriendo. Esa mañana las cosas fueron más fáciles, pues la piloto informó a Kimi de que se iba al pueblo sola. Solar había estado en esa zona en una ocasión anterior y le había gustado pasear por el centro de Press Cove. Con suerte, encontraría unos regalos para su madre y su hermana, cuyos cumpleaños caían a finales de verano. Solar se relajó en el café antes de lanzarse a hacer compras, intentando olvidar la creciente tirantez que había entre Kimi y ella. Estaba empezando a enfadarse por esas largas noches en las que no sabía dónde estaba Kimi, pero no estaba preparada para dar el paso final. La idea de que Kimi la estuviera engañando no era el problema, pero si encontraba solaz en el fondo de un vaso de alcohol, ¿cuánto tardaría eso en llevarla otra vez a los brazos de otra persona? Solar pensaba que si llegaban a romper, su madre se lo tomaría muy mal. Su madre siempre había pensado que Kimi introducía un elemento de calma en la vida de su hija, pero Solar nunca había contado toda la verdad a su familia, pues no quería preocuparlos. Y en realidad quería más de lo que estaba obteniendo. ¿No debería haber pasión, y no sólo para las discusiones? Solar se quedó sentada con los ojos cerrados, repasando mentalmente una letanía de preguntas sobre cómo arreglar su vida, y en ese momento una voz conocida la interrumpió y le hizo torcer el gesto. —Siento haber tardado tanto, señora, pero todavía me estoy recuperando de un aterrizaje algo brusco que tuve ayer en Miami. Cuando Solar abrió los ojos, ahí estaba la tenista, con una bandeja donde estaba el capuchino que había pedido. El calor que le inundó las orejas era una mezcla de rubor y rabia por lo que había dicho Byul. El mal tiempo y el viento racheado habían hecho que el aterrizaje distara de ser perfecto y no estaba dispuesta a aguantarle chorradas a nadie. —Lo siento, capitana, lo decía en broma. Parecía tan perdida aquí sentada que se me ha ocurrido venir a animarla. —¿Por qué me molesta durante mis vacaciones, señorita Moon? —preguntó Solar. Ah, no, no me voy a colar por una bonita sonrisa y un bonito culo. Solar, se acuesta con dos mujeres al mismo tiempo, tuvo que recordarse Solar cuando el hoyuelo del mentón que lucía Byul le dieron ganas de sonreír a su vez. Solar siguió echándose un sermón mental como
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Comments

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LyndaM #1
Chapter 9: Awww me gusto mucho la historia, y creeme no eres la unica que quiere que byul bese de una vez por todas a solar
KrySulDay17
#2
Chapter 9: woooooww geniaaaaallll... me encantó demasiado :D
merugoo #3
Chapter 8: D: termino? hay epilogo? jaja
sabrina528 #4
Chapter 8: Genial pero cuando llege a leer el fin quede en shock ....fue tan corto.....uff ahora con que nos deleitaras??
LyndaM #5
Chapter 8: Awwww me ha encantado, en verdad aun no estaba lista para el final, y si me.dejo en shock saber quien era el loco, pero bueno, muchas gracias por el fic, ay muy pocos moosun en español ojala puedas hacer otro
merugoo #6
Chapter 7: yay \o/ feliz cumpleaños atrasado, triángulo :) haha y joder, kimi estaba más loca de lo que imagine
merugoo #7
Chapter 4: wow has vuelto jajaja
merugoo #8
Chapter 3: Ah, que bueno llegar del trabajo a comer algo y relajarse leyendo algo aqui <3

che kimi está loca xd
sabrina528 #9
Chapter 3: La kimi ke planea...mmm esto esta bueno... ahora keda la tortura de esperar....
merugoo #10
Chapter 2: Wow, que bien lo que mencionaste al final. Muchas personas le dan toques romanticos a lo que es, sin lugar a duda, abuso. Basta de eso, mujer, eres hermosa y te mereces el sol <3