Vibora

Llegó la tarde y Tiffany fue a casa de los Kim a despedirse de ellos y de Vicenta, a la que había visitado muy a menudo, sin esperarlo allí estaba Taeyeon, sentado en un elegante sillón, con sus oscuras gafas cubriendo sus ojos ciegos y sin decir nada.

Tiffany se despidió de Victoria y de su esposo. Abrazó a Vicenta como si fuese parte de su familia y sin querer comenzó a llorar.

― Vamos querida, no llores, puedes venir cuando quieras ―le dijo Victoria poniendo una mano en su espalda.

― Gracias ―respondió ella sujetando su mano.

― Señorita Tiffany ¿dónde va a ir ahora?

― Vicenta te he dicho que no me llames señorita... ―sonrió―de momento voy a quedarme con Yuri.

― ¿Con el señorito? Es una pena que su padre lo casase con otra chica, estáis hechos el uno para el otro.

― Lo sé ―dijo ella mirando a Taeyeon, omitiendo de lo que se había enterado hacía solo unas horas, el no pudo ver su mirada pero notó en su voz el tono que había puesto al decirlo, ―pero cuando algo no puede ser o las personas son demasiado cobardes no nos queda más que aceptarlo.―otra indirecta que Taeyeon cogió al vuelo ―bueno… sintiéndolo mucho he de irme ya.

― Está bien querida. Taeyeon acompáñala a la puerta ― pidió su madre.

― O h, no es necesario, puedo ir sola ―le dijo ella intentando evitar hablar con él.

― Vamos ―dijo el poniéndose en pie.

Al llegar a la puerta buscó su brazo y la acercó lo suficiente a si mismo como para poder susurrarle sin que nadie escuchase.

― Por favor no te vayas ―pidió.

― Lo siento Taeyeon ― respondió ella cerrando con fuerza los ojos.

― Por favor...

― No ―respondió enfadada―Espero que te vaya todo bien. Y que encuentres a alguien que no te quiera por tus ojos.

― Tiffany no te vayas, ―casi le estaba rogando y ella lo sabía, pero no estaba dispuesta a ver a Taeyeon con otra.

― Lo siento Taeyeon, pero me están esperando ―le dijo cerrando la puerta tras de si.

Por más que tratase no conseguía quitarse ese nudo en su garganta, estaba enamorada de él, acababa de darse cuenta y a medida que se alejaba la angustia de saberlo tras aquella puerta se hacía aún mayor.

Cuando la puerta se cerró y escuchó sus pasos alejarse supo que estaba  profunda e irremediablemente enamorado de ella y que dejarla marchar era el error más grande de su vida. Se apoyó en la puerta haciendo un esfuerzo enorme por respirar, su garganta se había encogido con cada paso que ella daba para alejarse.

― Hijo, sabes que ella es la indicada, ¿verdad? ― preguntó Victoria apoyándose en el marco del recibidor, viendo como su hijo se había quedado apoyado en la puerta de la entrada completamente abatido.

― Madre, soy ciego, ella merece algo mejor.

― Hijo eres ciego, pero eres el único que lo ve todo el rato. Os habéis divertido juntos y ella nunca ha pensado como tú. Te ha llevado al parque de atracciones, a la playa, al zoo.. habéis hecho tantas cosas juntos…

― Lo se madre.

― Ella te aprecia, y no es por tus ojos.

― Le he pedido que se quedase pero no ha querido y, tiene razón.

― Yo me encargaré de que vuelva.

Pasaron varias semanas hasta que Victoria llamó a Tiffany Al principio le supo mal mentirle, pero la mentira salió sola de sus labios cuando la escuchó al otro lado del teléfono.

― O h Tiffany querida…

― ¡Victoria!, ¿ha pasado algo? ―preguntó la joven extrañada por la llamada.

― Es Tae, él se cayó esta mañana y se hizo daño, ahora está en la cama.

― Vaya lo siento mucho, ¿puedo hacer algo?

― Puedes venir ―le dijo de pronto.

Tiffany pensó que si iba se encontraría a Bora con él y estaba demasiado enfadada con él para eso. Titubeó pero al final se negó a ir, a pesar de las insistencias de la señora Kim.

Al principio Tiffany se negó pero a medida que iban pasando las horas sus remordimientos por negarse a verlo nuevamente iban creciendo, de pronto y sin darse cuenta se encontró llamando al timbre del piso de él.

Subió por la escalera casi en modo automático.

― ¿Cómo está? ― preguntó cuándo Victoria abrió la puerta.

―Bien, solo fue un golpe, Tae no quería decirte nada, pero creímos que deberías saberlo ―mintió.

―No entiendo, yo no soy su novia, solo estuve aquí para ayudarle unos meses, por cierto, ¿su novia lo sabe? ― preguntó con el ceño fruncido.

Le había extrañado verla en la cafetería en lugar de ahí, al lado de su novio. A pesar de no aguantar imaginarlos juntos pensaba que ella debía estar con él en esos momentos, debía hacerle compañía y ayudarlo en todo lo que necesitase, ella lo habría hecho, nunca se hubi