IV.

- A prueba de balas [TaoRis]

La luz de la mañana bañaba a un par de siluetas escondidas entre unas mantas y sus cuerpos entre sí. El único sonido que podía apreciarse en la habitación era el de unas respiraciones calmadas y acompasadas.

 

Luego el de el roce de las sábanas a causa del movimiento. Tao se removió en su lugar, que era entre los brazos de aquel a quién le visitó la noche pasada, el amor de sus sueños, su chico pesadilla; Wu YiFan. Abrió los ojos con lentitud y pereza, solo para toparse con otra mirada, que parecía estarlo apreciando desde hace ya un rato, y en efecto así era. YiFan despertó hace un par de horas para dedicarse únicamente a admirar al menor.

 

— Buenos días.

 

La voz profunda del rubio fue como una caricia para los oídos de ZiTao; no olvidaba aún en que situación nada amigable se encontraban ambos, pero también encontraba realmente reconfortante su estado actual, entre los cálidos brazos y sutiles caricias por parte de su Gege.

 

Pero estaba mal, no debía premiar aquel mal comportamiento. ZiTao estaba muy dañado, así que no tardó en apartarse de YiFan hasta quedar al otro extremo de la cama, aún frente a frente.

 

­ — Vete — murmuró con voz adormilada el panda. Enseguida captó un suspiro que denotaba cansancio por parte del contrario — Te eh dejado quedarte, tal y como pediste. Ahora vete — repitió.

 

— Tao no comiences...

 

—¿Comenzar? Voy a comenzar cuantas veces quiera con tal de verte salir de aquí. — dijo Tao, a la defensiva- Ya no quiero verte.

 

— Sabes que es mentira — Kris usó una seguridad temible en sus palabras, que solo hicieron rabiar más al menor.

 

— Pero ¿sabes que no es mentira?

 

El pelinegro tomo asiento en el borde de la cama, dándole la espalda al adverso, dispuesto a salir de ella, tratando de guardar aún la calma al continuar:

 

— No es mentira el que te vas a irritar y saldrás por aquella puerta, no sin antes uno de mis ruegos YiFan y eso, me tiene hasta los huevos ¿Oíste? Así como tal, siempre haces lo mismo.

 

El chico de ojeras se puso de pie en camino al baño, pero un brazo lo retuvo rápidamente. Intentó zafarse pero no lo logró, obviamente.

 

—¿A dónde vas? De aquí no te mueves. — Y ahí estaba, el YiFan que solo quería hacerse escuchar.

 

—¡Suéltame! Yo ya no tengo nada que hacer contigo ni tu conmigo, vamos a ahorrarnos el drama -chilló ZiTao, aguantando las lágrimas.

 

— Vine por ti, escúchame.

 

— No lo haré, porque tú no me diste esa oportunidad. Simplemente me diste indiferencia, sin ni siquiera tomar en cuenta el amor que nos "unía" — recalcó con cierto cinismo en esa palabra, que le sabía tan ácida — ¿por qué? ¿qué hice para merecer eso? ¿Porque tu no pudiste ver el hecho de que soy humano, que también cometo errores? nunca vi ni una pizca de arrepentimiento en ti, y me di cuenta que es por el simple hecho que el que se culpa y se aflige y se desvive por la situación no eres tú. Y el comprender eso me hizo llegar a pensar en el hecho de ¿tan poco me amabas?

 

Tao casi terminó por liberarse del mayor, mirándolo directamente a los ojos con rencor y tristeza absoluta. Kris notó por primera vez el cambio tan radical en la actitud del menor, ahora parecía estar frustrado y alterado siempre. Todo lo contrario al pequeño e inocente, sensible y aniñado chico de Qingdao que conoció ¿Cuál era la razón de ese cambio?

 

— YiFan... Nuestro amor era a prueba de balas —tragó duro, para poder hablar atraves de aquel nudo en su garganta— pero fuiste tú quien me disparó.

 

Fue casi imposible retener aquellas palabras unos momentos más en sus labios, por suerte, o desgracia, el más alto deshizo su agarre por completo, dejándolo correr al baño donde Tao se encerró para soltarse a llorar de una manera desgarradora. Y un golpe de realidad azotó en el rostro y conciencia del rubio.

 

El había abandonado a Tao.

 

A diferencia de sus errores, nunca se disculpó.

 

Lo culpó deliberadamente y no lo dejó siquiera arreglar algo que el había causado.

 

Había tenido que presenciar a su Taozi desmoronarse de poco a poco con cada oración que escapaba de sus boca, para caer en la cuenta de sus errores. Además de escuchar por primera vez un llanto que no era culpa de la oscuridad o del miedo, si no, por culpa de él y su egoísmo. Y le dolía, porque amaba a Tao, de verdad lo hacía.

 

Pero era YiFan, y en sí, ese era el problema.

 

¿Escuchar? ¿Entender? Ya todo tenía una respuesta.

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
No comments yet