1.- La jefa

Entre las paredes de mi cubículo en la oficina siendo recién las 9 de la mañana siempre me replanteo lo mismo, ¿Qué estoy haciendo aquí? En este trabajo tan aburrido y extenuante, completando planilla tras planilla, llenando informes, haciendo cálculos y todas esas mierdas. La primera hora de mi jornada laboral siempre es igual, tomando litros de café para no dormirme sobre el teclado.

Pero es exactamente a las 10 cuando todo cobra sentido, solo con ver esa sonrisa que ilumina toda la oficina, esa sonrisa que me paraliza de pies a cabeza, cuando entra ella, mi jefa, Sandara, es cuando todo cambia de color, mi corazón se acelera y solo necesito el café de sus ojos para mantenerme despierta, estoy tan locamente enamorada de ella, que puedo aguantar el salario mínimo por seguir viéndola aunque sea de lejos.

Miro el reloj como desesperada, a eso de las 11 siempre voy a su oficina a analizar algún informe, todos los días hay algo que mostrarle, y siempre salgo como a la 1 que es cuando acabamos de trabajar juntas. ¡Por fin! El maldito reloj marca las 11 en punto y me levanto con una carpeta entre mis manos, toco sutilmente la puerta y luego escucho un “adelante” que me invita a pasar, todos los días es la misma cantaleta, hablamos de trabajo, única y exclusivamente de trabajo, siempre he querido preguntarle acerca de su vida, pero no me atrevo, la observo y respondo las preguntas que ella pueda tener, aclarados ciertos puntos, me retiro, vuelvo a mi sombrío cubículo solo por un par de minutos para luego ir a comer.

Comida, luego trabajo, una que otra visita a la oficina de Sandara y se acaba el día, siempre soy la última en irse, debería salir a las 7 como todos, pero ella se va a eso de las 8 o incluso más tarde y, no me retiro hasta que ella lo haya hecho.

Todos mis compañeros aman los viernes, yo no, y con justa razón, tengo que esperar hasta el lunes para volver a verla. Diez de la mañana en punto y me quedo esperando a que aparezca, diez con treinta y nada. Reviso la copia del correo con las juntas que nos envían a todos para estar informados nada más, pero hoy no había junta. Del año y medio que lleva trabajando para la compañía nunca había llegado tarde, lo sé porque siempre estoy al pendiente de ella, parezco una psicópata revisando hasta sus horarios de reuniones.

Faltan quince minutos para las once y es recién cuando la veo aparecer, pero hay algo extraño, lleva gafas de sol, que obviamente hacen juego con su ropa, su sonrisa no está y pasa de largo a su oficina, algo está pasando aquí.

Quiero ir a verla, pero no puedo solo llegar como si nada a preguntarle qué le pasó, recuerdo que el día anterior me pidió un informe extra además del diario que debo entregar, tomo ambas carpetas y me levanto.

          -Yo no iría si fuera tú.- mi compañero y casi único amigo que tengo en el trabajo, JiYong.  

                         -Bah, ¿Por qué no?

                         -¿Le viste la cara? Algo le pasa y, puede cargarla contra ti.

                         -Necesito entregarle los informes, es trabajo.

          -Si claro, trabajo.- vuelve a sentarse frente a su computador con una sonrisa casi maliciosa.

Nadie en el trabajo sabe lo que siento, porque prácticamente no hablo con nadie más que JiYong, pero aun así, no es tan de confianza para contarle, aunque creo que se ha dado cuenta por las bromas que me echa, en fin,